(Posando el mouse sobre el texto en rojo vera el documento gráfico de 1968)
A treinta años de las Experiencias 68 del Instituto Di Tella, Proa propone la reconstrucción histórica de esta muestra durante los meses de mayo y junio de 1998. El Centro de Artes Visuales del instituto Di Tella fue puesto en el eje de la actividad cultural de los años sesenta y hasta el presente ha sido único en su género en la vida argentina. Tal vez emergente lógico de la intensa actividad intelectual que protagonizaban los circuitos artísticos del Buenos Aires de entonces, sus actividades han afectado de manera referencial toda manifestación estética de vanguardia creada con posterioridad. Bajo la dirección de Jorge Romero brest, quien asumió un rol protagónico, el centro -llamado Di Tella- ubicado en Florida 940, pleno centro de la ciudad de Buenos aires, se ubicó como "el lugar" donde se conjugaban la acción de los artistas, público y crítica. El desarrollo de una política basada en facilitar los medios -sin dictados de normas- a los jóvenes artistas y el estímulo a la acción creadora y a los fenómenos emergentes, posibilitó la legitimación de las tendencias de avanzada hacia límites que ampliaron los márgenes establecidos y le dieron al instituto vigencia y prestigio internacional. Durante su gestión, se vivieron las transformaciones que hicieron a la introducción de nuevas formas de gusto y sensibilidad esética cuyas consecuencias han llegado a nuestros días. La existencia de un espacio de confrontación, en contacto con el público y crítica determinante. El inicio del arte conceptual en la Argentina ha sido contemporáneo a su aparición internacional y la importancia de las Experiencias radica en la revelación de que aún en su agotamiento, tuvieron el setido que la vanguardia del arte moderno tomaba en el mundo. Experiencias '68, pondrán fin a un ciclo de la práctica vanguardista que intentaba plantear el problema de la creación en términos extremos. "Fueron convocados un grupo de doce artistas jóvenes que coincidían en el espiritu destructor de la obra artística tradicional", dijo Romero Brest acerca de sus integrantes. "Convocamos a los
contempladores a relacionar imagen y concepto. Y a comprobar que, pese a las
diferencias entre estas experiencias y lo que tradicionalmente se ha llamado
obra de arte, la relación persiste. Que si la obra de arte, como cosa,
tiende a desaparecer, según lo vengo sosteniendo desde hace años
no desaparecerá el arte, el cual solamente, cambiará de aspecto" En
una época sitiada politicamente, el instituto sufrió los
embates de una fuerte represión gubernamental originada por la
persecución de un régimen que no se dirigía solamente a las
manifestaciones culturales vinculadas con la izquierda o la vanguardia
política, sino a toda forma de creación intelectual o
artística que escapara a las formas preexistentes. Particularmente en
Experiencias '68 las autoridades iniciaron juicio al director del Instituto por
atentar contra la moral y las buenas costumbres e incurrir en desacato contra la
envestidura presidencial por los gafitis de autor anónimo que aparecieron
pintados en el interior de la propuesta de Roberto Plate "El
baño". El trabajo de Plate fue clausurado, las autoridades
colocaron en las puertas de su Experiencia fajas judiciales e instalaron
policías que vigilaban día y noche que no fuera violentada la
apertura del cuerpo del delito. En respuesta a esta intervención, los
artistas participantes retiraron sus obras en señal de protesta,
destruyéndolas frente al Instituto. En un comunicado señalaron que
"no es la primera vez que la policía suplanta las armas de la
crítica por la crítica de las armas,atribuyéndose un papel
que no le corresponde: el de ejercer la censura estética". Es
interesante señalar que según testimonios del público,-que
se sintió indignado mayormente por las propuestas de Bony, Plate, o
Paksa- rescataban estos trabajos en relación a otros que,
señalaban, "no provocan nada". Esto es muy importante, el
público rechazó ideologicamente las cosas nuevas a causa de los
estereotipos mentales, pero en definitiva, se enfrentó a propuestas
más tradicionales que no incitaban a provocación. Detrás de
la anécdota se ocultaba la verdadera noticia: el triunfo de una
preceptiva basada en la perturbación, el paso por el cual la vanguardia
elegía el compromiso, aún a costa de su propia
inmolación. Creemos que es de indudable interés la posibilidad
de contemplar una propuesta que en su oportunidad produjo un quiebre
socio-cultural. Esta época banal la resignificará con nuevas
lecturas.
La muestra
La muestra reconstruye los trabajos realizados en 1968. Oscar
Bony presentó una familia de obreros sobre una plataforma, en vivo,
padre, madre e hijo y llamó a su trabajo "La familia obrera",
señalando que recibían el doble de la remuneración habitual
por estar en exhibición. Pablo Suárez terminaría
convirtiendo en una obra su negativa a participar: era un volante mimeografiado,
que se distribuía en el Instituto, bajo la forma de carta a Romero Brest:
"no acepto al Instituto, que representa la centralización cultural,
la institucionalización..." Roberto Jacoby instaló un
afiche con referencias a la cuestión racial en Estados Unidos, un
teletipo que transmitía noticias y un pizarrón. "Todos los
fenómenos de la vida social se han convertido en materia de
comunicación de masas" decía. Jorge Carballa ubicó, en
una caja forrada de terciopelo negro un tablero reversible: sobre una cara, tres
palomas blancas embalsamadas y la leyenda Vietnam; sobre la otra, un tachonado
de cuentas de strass. "Todo lo que Juan Stoppani no se pudo poner"
fue el título de la experiencia del artista homónimo. Una joven
con turbante de tafeta de nylon con una extensa cola de 200 metros y manzanas
verdes que serpenteaba por las salas. Delia Cancela y Pablo Mesejean, juntos,
presentaron una revista y fotografías, donde reexaminaron el concepto de
lo seriado y lo múltiple.David Lamelas colocó dos proyectores de
diapositivas que sólo proyectaban luz en sentido contrario, uno sobre una
pared plana y lisa, otro sobre una superficie rugosa e imperfecta. Alfredo
Rodríguez Arias colgó un gran panel pintado por artesanos con el
retrato de Freud, símbolo para él de una cultura en
culminación. Margarita Paksa reproducía varios metros cuadrados
de arena en una playasolitaria. Sobre la arena estaban dibujadas las siluetas de
dos cuerpos. Acompañó su exhibición con un disco con dos
fases. Antonio Trotta montó una serie de marcos cada vez más
pequeños y en sucesión, con dos espejos que creaban luminosas
perspetivas. Rodolfo Azaro señaló la trayectoria de una pelota que
se tira contra una pared, por otra parte concretó esa trayectoria en un
juego de barras rígidas de aluminio. Roberto Plate simuló un
baño público con dos puertas, identificadas con las
clásicas siluetas de una mujer y un hombre, que daban acceso a media
docena de excusados pero sin artefactos sanitarios. El público
escribió y dibujo en las paredes toda clase de inscripciones e
imágenes obsenas. La censura de esta obra provocó, por solidaridad
entre los artistas, el cierre de la muestra y la destrucción de las
obras.
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