Alejandro Puente junto a Adriana Rosenberg y Rodrigo Alonso.
¿Qué tonalidad hubiese elegido Alejandro para colorear su propia despedida? ¿Hubiese elegido el plano o la figura? ¿Ocres o pasteles?
¿Cómo es la geometría de esa ausencia?
Para Proa, Alejandro fue un artista admirado, por eso lo invitamos en varias ocasiones a colaborar con nosotros. En 2009 para intervenir la Sala de Prensa de arteBA y después en las exposiciones que Rodrigo Alonso curó en nuestra institución: Imán Nueva York y SAP. Sistemas Acciones y Procesos. De esos momentos, Rodrigo lo recuerda: “Era un artista y a la vez un gran pensador muy reflexivo sobre el arte argentino y latinoamericano. Una figura clave y un precursor. En la década del 60, junto al Grupo Sí, produce un quiebre hacia la abstracción geométrica, después hacia el plano y luego hacia el conceptualismo”. El aporte de Alejandro Puente es valioso en muchos sentidos, pero Rodrigo Alonso destaca su “profunda investigación realizada en el campo de la abstracción, siendo además uno de los pocos artistas argentinas que se abocó a eso y, también, en la década del setenta y ochenta, el rescate que realiza de la tradición prehispánica y latinoamericana. Recuerdo especialmente su pensamiento respecto a la reconstrucción de obras, Alejandro me dijo: Cuando reconstruís una obra tenés que tener cuidado de no engañar a la gente. De mostrar lo mismo que se exhibió en su momento”.
“Con Alejandro formamos parte de la Comisión de Normalización del Museo Nacional de Bellas Artes”, comenta Adriana Rosenberg, directora de Fundacion Proa. “Américo Castilla nos convocó y, junto a Andrea Giunta, Tatato Benedit e Ignacio Smith, nos reuníamos todos los miércoles para pensar, dialogar y colaborar con la gestión del Museo. Fueron reuniones extraordinarias, donde Benedit dibujaba todo el tiempo de la conversación y Alejandro ocurrente nos hacia reír e ironizaba sobre la tarea de querer llamar a Concurso de Director. La Comisión lo logró, se llamo a Concurso con Jurado Internacional y se aprobó el decreto. Este trabajo fue una gran utopía que llevamos a la práctica y que para nosotros iba a ser el referente para que todos los museos puedan independizar a los directores de Museos públicos de los avatares de la política. En este sentido Alejandro siempre colaboró con el Museo, con la Academia, con la Universidad para mejorar desde su visión de artista el pequeño mundo que nos rodea.”
En las publicaciones, charlas, debates y visitas guiadas con el público, Alejandro dejó su impronta, sus frases, chistes y cariño serán recordados por su inteligencia, alegría y comprensión.