Sintonías: Mirtha Dermisache
Más allá de la escritura
En el marco de Sintonías, las obras de Mirtha Dermisache se apropian de algunos espacios de la Fundación. Mesas, estantes y atriles darán oportunidad al espectador/lector a mirar/leer y a transitar por el universo de grafismos desarrollados por la artista desde los años sesenta.
La obra de Dermisache es concebida como una escritura. Será Roland Barthes quien la incluya en la categoría de “escrituras ilegibles” (1) y será la misma artista quien postule “esto no quiere decir nada”. Pero que no quiera decir nada no significa que no sea una escritura con pleno derecho, en palabras del mismo Barthes. Estas mismas escrituras o grafismos se manifiestan en formatos propios de la comunicación, como libros, cartas, artículos, diarios, postales; lo cual, además de reforzar la idea de escritura, le imprime cierto marco de legibilidad. A la vez, en su materialidad, en su gestualidad, sus obras no nos permiten olvidar que en la plástica está su origen, más allá de cualquier conceptualización.
En perfecto acuerdo con el destino de sus obras, el criterio de difusión adoptado por la artista es lo múltiple, la publicación y sus formas propias de circulación. Por este motivo fundamental, uno de los acentos en esta intervención está puesto en una publicación tan resonante como el Diario N°1, Año1, 1972-1995, obra dotada de gran impacto gráfico y fuerte compromiso político. Esta pieza, que está a disposición del espectador/lector, puesta en diálogo con una selección de obras originales concebidas con anterioridad o en paralelo con esta publicación, desplegará la riqueza de la obra de la artista tanto en lo que se refiere al universo gráfico como a la variedad de formatos en los que se inscribe.
Reforzando lo ya expuesto, volvemos sobre este punto central en el trabajo de Dermisache: lo múltiple y su elección por dar a conocer las reproducciones de sus obras originales. Es importante destacar ciertos criterios editoriales vertidos por la artista y celosamente respetados por los que han sido sus editores: no deberán tener ninguna palabra impresa, sólo una nota de presentación desprendible sin la cual perderán toda referencia al autor, editor, colección, alcanzando así absoluta autonomía. Es aquí donde la obra cobra todo su sentido, cuando alcanza este punto en el que la publicación desplaza al original –manuscrito- para comenzar su derrotero por los canales del mundo editorial. Es así como en la Librería se venderán publicaciones recientes de la artista, puestas a disposición del visitante que puede tocarlas, leerlas y también comprarlas, creando un espacio vinculante entre la publicación y el espectador/lector.
Esta intervención también cuenta con dos obras recientes de las series Lecturas públicas y Textos murales. La particularidad de estos últimos trabajos está dada por su formato y por su propósito. No se trata ya de ese texto íntimo que requiere sentarse a leerlo, sino de un texto que reclama ser mirado/leído por el visitante desde un espacio público, a pesar de lo cual no se impondrá por su estridencia sino por la sutileza de sus trazos en tinta y lápiz.
Un texto curatorial preside la Librería, pensado por la artista para iniciar y alentar al público en esta particular forma de lectura, para que acepte el reto y se deje seducir por el recorrido de los trazos, hasta alcanzar lo que Roland Barthes dio en llamar el placer del texto.
Olga Martínez
(1) Barthes, Roland (1989), “Variaciones sobre la escritura”, en Campa, Ricardo, La escritura y la etimología del mundo, Buenos Aires, Sudamericana
Las obras
Todas las obras son cortesía de la artista
Diario Nº1, Año 1, 1972
Impresión offset sobre papel obra, 47,5 x 36,5 cm, 8 págs.
Esta obra fue realizada para ser editada por el Centro de Arte y Comunicación (CAyC), dirigido por Jorge Glusberg, y exhibida en la muestra Arte e Ideología CAyC al Aire Libre, en el marco de Arte de Sistemas II. Fue inaugurada en septiembre de 1972 y arrasada por la policía y la municipalidad por su contenido político contrario al gobierno de Lanusse y alusivo a la reciente Tragedia de Trelew (agosto de 1972).
Su proceso creativo retoma grafismos desarrollados en su mayoría en libros realizados por la artista con anterioridad a la concepción del Diario, e incluye una historieta que permite la intervención de quien lo tenga a su alcance. Además, hay una clara referencia simbólica al luto mediante un rectángulo negro. Tomando en cuenta el horizonte cultural de esos años políticamente agitados, ese símbolo explicitaba la situación vivida un mes antes a la realización de la exposición.
Su editor europeo, Guy Schraenen hace también una lectura política de esta y otras obras de grafismos ilegibles en tiempos de silenciamiento coercitivo de la sociedad.
La pieza ha sido editada en cinco oportunidades: CAyC, 1972; Mirtha Dermisache, 1973; Guy Schraenen, 1975 (Amberes), Artinf, 1974; Mirtha Dermisache, 1995.
Además de Diario Nº 1, se exponen otras obras: libros, tarjetas postales, trabajos sueltos, historietas, etc. que corresponden al desarrollo de distintos grafismos en esta diversidad de formatos propios de la comunicación. La obra original permite observar, entre una cantidad de detalles, la presencia del color que desde 1967 en adelante fue acotándose con la única intención de evitar la interpretación decorativa de su trabajo.
Texto mural, 2009
Tinta y lápiz sobre papel, 70 x 100 cm
Lectura pública N°3, 2006
Tinta sobre papel, 59,5 x 72,5 cm
Las series Lecturas públicas y Textos murales son trabajos que la artista comienza a desarrollar en 2005. La particularidad de ellos está dada por su formato y por su propósito. No se trata ya del texto íntimo que requiere sentarse a leerlo, sino de un texto que reclama ser mirado/leído por el visitante desde un espacio público.
En el sector de ventas de la librería se podrán encontrar las publicaciones de dos de estas obras: Lectura pública, 2005 y Lectura pública N°3, 2006 editados por Florent Fajole para Le clou dans le fer, Reims y por Mirtha Dermisache, respectivamente.
Texto, 2010
Plotteo de corte sobre vinilo, 150 x 150 cm
Un texto curatorial en el espacio de la Librería interviene la institución misma con sus grafismos, pensado por la artista para incentivar esta particular forma de lectura en el espectador.
La pieza fue concebida especialmente para esta ocasión en el formato tradicional de los textos de presentación curatorial.
La artista
Mirtha Dermisache nació en Buenos Aires en 1940.
Estudió artes plásticas en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
En 1967 realizó su primer libro de 500 páginas y continuó con el desarrollo de sus grafismos hasta el presente. Sus obras fueron publicadas entre 1970 y 1978 por el Centro de Arte y Comunicación dirigido por Jorge Glusberg.
En la década del 70, sus grafismos fueron editados por Marc Dachy y Guy Schraenen en Amberes y también fueron publicados en las revistas Flash art, Doc(k)s, Kontext, Ephemera y Axe. Además, Ulises Carrión expuso sus obras en la galería Other books and so (Amsterdam) y Roberto Altmann en el Malmö Konsthall (Suecia). En simultáneo, creó el Taller de Acciones Creativas en Buenos Aires.
Junto a Florent Fajole, realizó desde 2004 una serie de dispositivos editoriales que exploran las dimensiones de la instalación y la edición, destacando ciertos aspectos conceptuales de las publicaciones en una misma realidad espacial.
Su primera muestra individual en Buenos Aires fue en la galería El Borde. Más tarde, expuso sus trabajos en el MACBA (Barcelona) y el Centre Pompidou (París).
Links
http://www.cceba.org.ar/db/artista.pl?id=369
http://www.labasicaonline.com.ar/Detalle.asp?Id_Espectaculo=4565
http://www.new-mag.com/authors/dermisache_mirtha.htm
http://flux.blogsome.com/2007/11/
http://cdla.info/fr/expositions/mirtha-dermisach-libros
http://escholarship.bc.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1035&context=xul
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-1604-2004-08-16.html
http://www.findelmundo.com.ar/belengache/signos.htm
http://escholarship.bc.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1035&context=xul
Textos
Un grado cero de escritura
Por Edgardo Cozarinsky
Revista Panorama, 21/04/1970
“Lo que guardan esas páginas es el testimonio de una empresa única, cuyo sentido en cualquier planteo actual de las relaciones entre escritura y semántica, entre artes plásticas y e inscripción gráfica, es relevante: a partir de la página como espacio convencional, de los renglones sucesivos como ordenación igualmente convencional, los signos en ellos inscriptos se alejande la escritura y rehúsan acercarse a la plástica. La instantánea, poderosa fascinación que ejercen sobre el ‘lector’, sin embargo, provienen de las connnotaciones que establecen con los dos ámbitos. Suerte de discurso rigurosamente perseguido, perfectamente inteligible, ha conquistado y cultiva su sentido en un espacio propio”
Poesía y signos de puntuación
Por Belén Gache
Fin del Mundo
“En el siglo XX (...) se registran dentro de los campos literario o artístico de occidente una serie de manfestaciones en las que la dimensión visual de la palabra cobra tanta importancia como la propia dimensión del contenido lingüístico. Desde que Stephan Mallarmé publicó su Coup de dés en 1987, las palabras recuperan su status de objetos visibles. Los ejemplos abundan y son tant diveros como los caligramas de Guillaume Apollinaire, los trabajos de futurista Filipo Tommaso Marinetti con sus ‘Palabras en Libertad’, los collages dadá de Trsitán Tzará, por ejemplo, y más avanzado el siglo, los textos de escritores como Paul Claudel, con sus Ideogramas Occidentales, o de Ezra Pound, o más tarde, movimientos como el letrismo o el concretismo, con el poeta brasileño Haroldo de Campos. Desde las artes plásticas, por su parte, Paul Klee, Joan Miró, André Masson, Bernard Requichot y en Argentina, Xul Solar o Mirtha Dermisache, entre otros, buscaron concebir textos.”
Tejidos esponjosos
Por Arturo Carrera
Xul, n°3, diciembre, Buenos Aires
“La escritura ilegible de Mirtha Dermisache.
Una casa zen, aparentemente vacía, la voz retumba, los gestos forzados en el espacio diáfano dejan en el aire un rumor de cigarral en la noche de verano. Una mesa blanca, de madera pulida, y sobre las vetas lucientes, las páginas de los libros colmados de grafías violentamente miméticas en un principio; después, como los manuscritos de Santa Teresa, provocadoras de un vértigo escritural –con el perdon de la palabra-: quise decir: de una exquisita sensación de escritura.
Grafos voluminosos. Negro sobre blanco o blanco sobre blanco, esta escritura serenamente ilegible remite a una ‘forma’ de pensamiento ‘visible’: su silencio esponjoso nos fuerza hacia el estallido inicial de un concepto –la escritura misma-; su estado estable es secreto.
Barthes, a propósito de los grafos de Mirtha Dermisache, señala la dificualtad de un pintor chino que retomaba cada noche el ejercicio invisible del trazado de un círculo. Un círculo perfecto: ‘la esencia de círculo; la forma que se revierte sobre su nombre’.
Barthes, maestro, también nos indica como Mirtha Dermisache, con sus ‘grafos’, nos aproxima a los problemas teóricos de la escritura. Como llamó nuestra atención sobre la manipulación de la materia misma de la escritura; maestría –o gesto sin límites– , o ‘koan’ / de alguien que emprende la tarea de avanzar por la contingencia del deseo. Manipuló la escritura alinéandola fuera del saber. Sus grafos nada dicen, y lo ‘dicen’ todo: son la caligrafías misma y sus salpicaduras de oro. Impensable (o ilegible) desde cierto punto en la escala del saber. Legible en tanto práctica que se desentiende del saber: ilegible en tanto ‘precipitado de visibilidad’ del pensamiento”.
El imperio de los signos
Por Guillermo Saccomanno
Suplemento Radar, Página 12, 15/8/2004
“En los ‘70, la joven Dermisache le mostró sus grafismos a Jorge Romero Brest, por entonces a cargo del Di Tella, que iba a encontrarse con el director Hugo Santiago. El cineasta contempló los grafismos y reflexionó: ‘El único que puede ver lo que hay acá es Borges, pero está ciego’. A la Dermisache la entrevistó en esos días el también joven Edgardo Cozarinsky, redactor de la revista Panorama. Y ella le dijo: ‘Hubo gente que me propuso presentar una carpeta con una introducción, digamos veinte reproducciones. Pero sería darles a estas páginas la categoría de grabados, de objetos, cuyo sentido y uso son diferentes. Yo los quiero como páginas de un libro, de un objeto con tapas. Si alguien quiere pegar una de esas páginas en la pared, que la rompa, que le dé a su gesto el sentido de arrancar una página de un libro y ponerla en otro lado’. Cozarinsky, parafraseando a Roland Barthes, tituló su entrevista ‘Un grado cero de la escritura’. En tanto, en París, Hugo Santiago le entregaba a Barthes uno de los cuadernos de grafismos cosidos a mano. Y Barthes le escribió una carta.
París, 28 de marzo de 1971.
Estimada Srta.: El Sr. Hugo Santiago ha tenido la gentileza de hacerme conocer su cuaderno de grafismos. Me permito decirle muy simplemente cuánto me ha impresionado esto, no sólo la alta calidad plástica de sus trazados (esto no es indiferente) sino también, y sobre todo, la extremada inteligencia de los problemas teóricos de la escritura que su trabajo supone. Usted ha sabido producir un cierto número de formas, ni figurativas ni abstractas, que podrían ubicarse bajo el nombre de escritura ilegible. Lo que lleva a proponer a sus lectores, no los mensajes, ni siquiera las formas contingentes de la expresión, sino la idea, la esencia de la escritura. Nada es más difícil que producir una esencia, es decir, una forma que sólo se revierta sobre su nombre; ¿acaso artistas japoneses no han invertido toda un vida en trazar un círculo que sólo se revierta sobre la misma idea de círculo? Su trabajo se emparenta con esa exigencia. Le deseo vivamente que lo continúe y que sea publicado. Le ruego tenga a bien recibir mis deseos de éxito, de trabajo, y crea en mis sentimientos más cordiales.
Roland Barthes
(...) los grafismos indagan esa zona en que el dibujo se confunde con la escritura y cuestiona las nociones convencionales de discurso y sentido. A menudo, cuando se refiere a lo que dibuja, Dermisache dice ‘lo que escribo’. ¿Podría pensarse entonces en una plástica de la escritura antes que en una escritura de la plástica? Pero ella se resiste a teorizar, a definir motivaciones, a establecer una racionalidad de su práctica. Prefiere, en todo caso, hablar de impulso.”