En virtud de sus dimensiones, su carácter experimental y un gesto de destrucción deliberada, las obras Continuidad (1967 – 2010) de Gabriel Messil y Verificación esquemática (1968-1998) de Antonio Trotta son símbolos de la historia del arte moderno argentino. Así, como parte de un período artístico inigualable, ambos trabajos formaron parte de dos acontecimientos vertebrales de campo artístico de los 60: el trabajo de Messil fue presentado en la antológica muestra Beyond Geometry, en Nueva York en 1968. La obra de Trotta, por su parte, integró otra exposición cumbre, Experiencias 68, en el Instituto Di Tella de Buenos Aires. Ese mismo año, además, viajó a la Bienal de Venecia.
En 1998, en ocasión del 30º aniversario de la exhibición del Di Tella, Proa organizó una operación de restitución de Experiencias 68 en una muestra, curada por Patricia Rizzo, en la que fueron reconstruidas varias de las obras que los artistas en su momento decidieron destruir, en signo de protesta contra la intervención policial al Instituto. Entonces, Verificación esquemática de Trotta volvió en el 98 a su condición material y ahora, fue donada al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
La obra de Messil, a su vez, fue reconstruida en 2010 para presentarse en Imán: Nueva York, la exposición que con curaduría de Rodrigo Alonso investigó el proceso de atracción que la Gran Manzana ejerció en numerosos artistas locales e internacionales, desplazando a París como capital cultural por excelencia del siglo XX. Este año, la obra de Messil también fue donada por Proa al Museo.
Como anticipo de una exposición que el MAMBA programa para 2012, curada por su directora, Laura Buccellato, y por la investigadora Cristina Rossi, la semana pasada el Museo inauguró Donaciones de los años sesenta, con cinco obras de enorme envergadura histórica: Camp, Pop, Kitsch (1966 + 2010) de Juan Stoppani, Las panteras (1966 – 2011) de Edgardo Giménez, Volumen geométrico III (1967 – 2011) de César Ambrossini y los trabajos de Messil y Trotta.