30.10.11 - Dioses, ritos y oficios del México prehispánico

Diálogo con el director general del INAH, Alfonso de Maria y Campos

En conversación con el antropólogo Eduardo Leonardis, el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), Alfonso de Maria y Campos, se refirió a la muestra Dioses, ritos y oficios del México prehispánico y al valor patrimonial de las piezas exhibidas. Además, destacó las políticas públicas de conservación del patrimonio prehispánico en México.

 

Aproximarnos a México significa aproximarnos a una realidad muy compleja, que posee tantos planos, tantas sutilezas presentes cada vez que uno, como en este caso, intenta indagar en esa realidad. Inicialmente me gustaría preguntarle acerca del patrimonio de México, de su importancia, de la importancia que en su gestión se le ha dado a la difusión de ese patrimonio.
Nuestro interés en la difusión sobre nuestro patrimonio es un interés, si se quiere, de doble vía: darnos a conocer con una cultura diversa, fuerte, rica, y por otro lado, llevar a México expresiones de la cultura de otro país. Que permitan a los mexicanos que no tiene ocasión de viajar a otros lugares conocer otras civilizaciones. Nosotros tenemos un programa, que en la mayor parte de los casos lo hacemos por intercambio. El presidente Felipe Calderón lo llama “Más México en el mundo y más mundo en México”. Si no te mides con tus pares, no puedes saber dónde estás. Trabajaba antes en la Cancillería y ahora estoy en el Instituto en mi calidad de historiador, pero en realidad en ambas situaciones he hecho lo mismo, organizar como producto de la investigación. Porque en realidad no puedes organizar exhibiciones como esta si no hay una investigación detrás. En este caso, con David Morales, arqueólogo y conservador de estas colecciones, hemos trabajado muy de cerca, le di un apoyo económico para que pudiera explorar y restaurar estos restos, que en algunos casos estaban fragmentados. Muchos de estos objetos no han sido aún exhibidos en México. Se presentan aquí por primera vez y al regreso serán presentados en México. Muchas veces presentamos primero en el extranjero.

Al visitar la muestra, uno percibe esa cercanía, casi la de un álbum familiar, si bien no tan próxima como la perciben ustedes.
Yo creo que la proximidad es una proximidad de lo humano, lo humano desnudo. Yo creo que cualquier persona sensible y aún no tan sensible la puede apreciar, porque es una humanidad tan grande, tan clara, tan diversa, que te llega profundamente a ti como persona. Entonces yo creo que ese es uno de los atractivos mayores del arte universal prehispánico; que tiene una universalidad, una estética, un canon estético, que realmente resulta o muy familiar o es sobrecogedor, en esos dos polos. Por otra parte, las figuras de esta muestra son muy hieráticas, no sabemos mucho de ellos (sus creadores), algunas son de dos mil años antes de Cristo. Veracruz es una zona muy transitada por diversas culturas, desde los olmecas de dos mil quinientos años antes de Cristo, hasta los más cercanos totonacos que todavía existen, pasando por los huastecos. Te sientes obviamente reconfortado por esa humanidad que te acerca y también te aleja. En este sentido el nombre de esta muestra que nos habla de dioses y oficios, nada más lejano como los dioses y a la vez nada tan cercano a nosotros. Los dioses están en lo alto y en el imaginario de cada quien. Las representaciones que vemos son de una gran complejidad, hay varias figuras que tienen presente una dualidad: la vida y la muerte, el ocaso y la mañana. Tienes esas dualidades en la vida de estos personajes que, por un lado, están muy ligados a la tierra y, por otra parte, están muy cercanos a sus dioses. Está presente una gran espiritualidad. Como decía, aquí tenemos presentes tres culturas: los olmecas –la más antigua–, la huasteca, y la totonaca –más ligada a la gran ciudad de El Tajín–. Las hemos complementado con una serie de fotografías, algunas de ellas vintage, de nuestra fototeca nacional, que tienen las imágenes de algunos de los descubrimientos decimonónicos realizados en la selva de Veracruz. Podemos sentir en ellas la nostalgia del viajero que llega y descubre. Tenemos fotografías de arqueólogos en el momento en que están recuperando algunas de estas importantes piezas. Hay una idea también de que el visitante se sumerja en un viaje. Ligada a la exposición en sí misma, presentamos una museografía desnuda; aquello que no vale, no resalta. Entonces no tiene maquillaje, está expuesta (la muestra) en blanco, está lista para ser observada y apreciada, tiene varias lecturas: la lectura del visitante amateur, del visitante de la calle, y puede tener la mirada de la gente que pueda llegar a lo más profundo, que tenga una formación intelectual más avezada y que le permita ver con otra profundidad, con otra poética, encontrar algo más interesante.

Cabe reflexionar acerca de la diferente concepción del tiempo y del espacio que manejamos en las sociedades actuales, tan alejada de los ciclos vitales de la naturaleza. En ese sentido, en la actualidad percibimos culturalmente a la muerte como una ruptura, a diferencia de estas culturas que encuentran en la muerte la continuidad lógica de un ciclo.
Ese fue uno de los éxitos del contacto: que la religión cristiana, curiosamente y por paradoja, encontró en las religiones prehispánicas algo común que permitió un sincretismo rápido, que es la creencia en la vida en el más allá. Nos vamos a encontrar, vamos a un cielo, vamos a una vida mejor. Es así que la muerte se transforma en algo positivo. Volviendo a la pregunta inicial, México tiene una idea fuerte del patrimonio, a veces demasiado fuerte. Yo trabajo con las escuelas de antropología y también con el servicio público de acceso a los museos y a las zonas arqueológicas. La conservación es un tema muy complicado frente al choque con la modernidad. Tú tienes que hacerla respetar frente a una carretera que debe pasar por un lugar. Estos siglos de identidad deben ser respetados pero deben ser acompasados de la modernidad. Lo más interesante es ver cómo la modernidad puede coexistir con el patrimonio. Es muy difícil, pero si logras ese equilibrio entre la conservación del patrimonio y el desarrollo económico, lo armonizas de alguna manera o lo logras mantener en equilibrio sin que uno avasalle al otro, has cumplido en gran parte con tu deber.