Sala 4
Bailando entre el móvil y el stabile
La plataforma operativa de Calder se encuentra en ese espacio intermedio entre el móvil y el
stabile, o entre el movimiento y el movimiento implícito.
Durante otra de sus colaboraciones abiertas, que ocurre en febrero de 1932, Calder adopta el término sarcástico que usa Jean Arp para nombrar los otros stabiles en su obra: “Pues, ¿qué son esas cosas que hiciste el año pasado [para la exposición en la Galerie Percier] –
stabiles?”
Los
stabiles en la obra de Calder son planos de chapa, tridimensionales y multi-diagramáticos diseñados para lugares específicos, puestos sobre una mesa o en el cruce de dos calles. Las intersecciones de los ángulos entre los planos de acero balancean las distintas partes, creando una sensación de presencia en sus puntos de encuentro y enmarcando situaciones en el terreno social, con sus frecuencias de incertidumbres sobre el escenario, en un juego de permutaciones.
El móvil, por su parte, es un diagrama/modelo de relaciones. Como dice Calder, “Siempre me ha encantado la manera en que las cosas se enganchan las unas con las otras… Es como un diagrama de fuerzas”. El móvil está listo para “enganchar”, en un encuentro violento o su contraparte, un itinerario de viaje que resulta en encuentros sensuales y armoniosos, ensayados sobre el escenario de la vida. Calder dice lo siguiente de este enganche: “Al manipularlos—es decir, al tocarlos con la mano para ponerlos en movimiento—se debe considerar la dirección en la que el objeto está diseñado para moverse, y la inercia de su masa… En todo caso, ‘suave’ es la palabra clave”.
Al llegar a esta sala, también encontramos
stabiles que son figuras sin brazos. Calder empezó a crear estas criaturas exóticas, llamadas
critters (o “bichos”), en 1974, tan sólo dos años antes de su muerte. Aunque son estáticas, tienen una cualidad rítmica, como si estuvieran suspendidas en un momento de la acción o el baile. “[Los
critters] siempre parecen estar al borde la metamorfosis”, escribió Mario Pedrosa. “Como si, en cualquier momento, otras patas estuvieran a punto de brotar de sus turbulentos troncos, que parecen capaces de engendrar más.” En esta sala, también está Crag, un
stabile que crece desde el suelo pero que también tiene móviles balanceándose sobre él. “Los
critters y los
crags, ¿dónde los habrá encontrado Calder? ¿Serán acaso fantasmas?” pregunta Pedrosa.
Las figuras bailan, y nosotros queremos bailar con ellas. Como James Johnson Sweeney recordó a Calder, “aunque ya no esté el bailarín, queda el baile”. Mientras tanto, tú y yo trazamos nuestra experiencia colectiva sobre el teatro de encuentros en expansión, extasiados sobre el escenario de la exposición, el espacio social donde todo (objetos, público y espacio) actúa. La exposición se convierte, por lo tanto, en el registro de la coreografía y la sinfonía de todos nosotros. “La sinfonía se completa cuando se suman el color y el sonido, haciendo un llamado a que nuestros sentidos sigan una partitura invisible,” escribe Duchamp sobre la obra de Calder.
Me alegro que hayamos visitado juntos esta exposición. Ojalá la hayas disfrutado.
Un abrazo,
Sandra.
Sandra Antelo-Suárez
Curadora, “Teatro de Encuentros”