Sobremesa En el rincón de Sobremesa se encuentra una trama de objetos que rinden homenaje a ese tiempo que se comparte cuando la comida ya terminó y es momento de reposar y conversar. Para sus autoras, estos momentos, fuertemente asociados al afecto, tienen como protagonistas a las madres y abuelas, quienes donaron los manteles, servilletas y fotos para el proceso de diseño y creación. Dicen las autoras: “Buscamos construir prendas con el amor y dedicación con la que se prepara una torta de cumpleaños, una buena salsa y se da un buen abrazo”. La inspiración está en la forma de los objetos, pero sobre todo en la forma de hacer: aprovechar los recursos, transformarlos y reinventarlos, eso que hacen quienes organizan un hogar. Un modelo de producción posible también para la industria indumentaria, apelando al zero waste y la sostenibilidad.
Florencia Alvián Roman y Julieta Licandro Meta
Casa para llevar
Fiona Grosmark
En Casa para llevar, su autora recurre al hogar como ese sitio que aloja pertenencias y el mundo íntimo de los vínculos que se crean con ellas. Acumular, coleccionar y atesorar, prácticas que implican dar valor simbólico a aquello que ha caído en desuso. Una mirada que toca esos materiales y objetos con la potencia del afecto y un cuerpo que los atrae a sí como un centro que los ordena. La casa fragmentada y recombinada como un talismán, memoria andante en el cuerpo que la viste.
Erógena Los trabajos que componen Erógena toman como punto de partida la presencia del crochet en distintos objetos del mundo doméstico. Ambos, el universo del hogar y lo privado, y el dominio de esta técnica tradicionalmente asociados a las mujeres. Mediante una elaboración tridimensional del tejido, las piezas resultantes se transforman en un paisaje ondulante, voluptuoso y sensual. Este mundo íntimo y femenino avanza para conquistar la representación de ambos géneros y, por qué no, para reformular su presencia social también en el exterior. La calidez de la paleta, alusiva a la carnación, y la textura del material acompañan el erotismo de estas formas corporales representadas.
Victoria Escudero
Atopos El proceso de investigación emprendido en Atopos está guiado por el concepto de “simbiósfera”, utilizado para proponer una relación renovada del ser humano y la naturaleza con el arte, la tecnología y la ciencia. En palabras de las autoras: “A la naturaleza no se la abandona ni se la explota, se convive mutuamente en un vivir simbiótico”. Los objetos creados para este proyecto funcionan con la lógica de la naturaleza: vida, muerte y transformación. Para ello, se trabaja con la apropiación de sus mecanismos, como el mimetismo, la biodegradación y la adaptabilidad. La tan urgente necesidad de replantear las industrias, la búsqueda de la disminución del consumo y los desechos, así como de la ralentización de la producción, encuentran respuesta en este proyecto. Los diseños están desarrollados mediante la unión de textiles remanentes de fibras naturales y biomateriales con recetas estandarizadas, en las que se parte de desechos de borra de café y pigmentos naturales. Utopía de indumentos para una revolución sostenible.
Michelle Calles y Valentina Elias
Human 001 El proyecto Human 001 crea un mundo distópico propio de la ciencia ficción. Sus personajes habitan un mundo fantástico urbano e industrial pero visten prendas que lo desafían. La recirculación, el reciclaje y la transformación de materiales para darles una nueva vida están en la base de estos diseños adaptables y multifuncionales. Con ellos, quien los porta se encuentra preparado para una vida nómade y sus cambios constantes. Vestir como habitar y la transformación como signo de vitalidad de esta práctica, al modo de la naturaleza hacia la que este humano del futuro escapa.
Macarena Ovalle y Pedro Sharry
No quiero callarme No quiero callarme es un proyecto autobiográfico que trabaja sobre la dimensión colectiva, política, histórica y social de una vivencia personal. La diseñadora realiza un camino de revisión de la vulnerabilidad de la infancia frente a la hostilidad del mundo de los adultos y las instituciones, y de aquellas marcas que son producto de la desprotección, de las relaciones fallidas entre estos dos mundos. En palabras de la autora: “En el imaginario de un cuento macabro aparecen los temores, los aprendizajes y sobre todo el entenderse y entenderme. Abrazarme y consolar a esx niñx que ya no soy pero que no quiere que le callen”. Con el lenguaje del collage y el fanzine, se acumulan referencias plásticas y poéticas que acompañan esta revisión y creación de un universo donde imágenes, objetos y personajes se constituyen desde el dolor y suscita una profunda ternura.
Javiera Billeke Viera