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Hasta el 26 de noviembre se podrá visitar la exposición “Conjeturas” Fundación Proa con la participación de destacados artistas contemporáneos argentinos con la curaduría de Rodrigo Alonso.
La muestra, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
A través de una variedad de medios y estilos, que abarcan desde la pintura y la escultura hasta la instalación y el videoarte, los artistas participantes exploran temas que van desde la identidad y la política hasta la cultura y la tradición.
La selección abarca lenguajes, estéticas y soportes distintos que, dispuestos en el espacio expositivo, mantienen un diálogo fluido y trazan un panorama de la producción artística local. Sin proponérselo (o sí), sintonizan con las complejidades de un mundo en permanente estado de conjetura.
Las conjeturas – léase hipótesis, ideas, suposiciones o indicios basados en la observación, el razonamiento o la intuición – juegan un papel significativo en el campo de la creación. Los artistas a menudo se aventuran en nuevos territorios, experimentando con diferentes enfoques y técnicas, y formulan hipótesis previas a la producción de una obra invitando luego al espectador a hacer sus propias interpretaciones, ampliando lecturas y perspectivas que, invariablemente, derivarán en otras conjeturas.
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca, CABA
Conjeturas. Explorando el arte hoy
Una invitación a adentrarse en la especulación artística y el descubrimiento visual. Mediante una variedad de medios y estilos, los trabajos que conforman la exhibición ofrecen una interpretación del presente, explorando temas que van desde la identidad y la política hasta el medio ambiente, la cultura y la tradición.
Hasta noviembre.
Con la curaduría del crítico e historiador Rodrigo Alonso, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Martín Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
* Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929
Conjeturas. Explorando el arte hoy
Una invitación a adentrarse en la especulación artística y el descubrimiento visual. Mediante una variedad de medios y estilos, los trabajos que conforman la exhibición ofrecen una interpretación del presente, explorando temas que van desde la identidad y la política hasta el medio ambiente, la cultura y la tradición.
Hasta noviembre.
Con la curaduría del crítico e historiador Rodrigo Alonso, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Martín Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
* Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929
Conjeturas. Explorando el arte hoy
Una invitación a adentrarse en la especulación artística y el descubrimiento visual. Mediante una variedad de medios y estilos, los trabajos que conforman la exhibición ofrecen una interpretación del presente, explorando temas que van desde la identidad y la política hasta el medio ambiente, la cultura y la tradición.
Hasta noviembre.
Con la curaduría del crítico e historiador Rodrigo Alonso, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Martín Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
* Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929
Por Gabriela Schevach
Los colores de la bandera argentina iluminan intermitentemente la primera sala de Fundación Proa. Bandera –así se llama la obra– de Sergio Avello (Mar del Plata, 1964-2010), compone el símbolo patrio en tubos de neón celestes y blancos que no terminan de iluminarse ni de oscurecerse, emulando el funcionamiento defectuoso de los carteles luminosos. Así empieza Conjeturas. Explorando el arte hoy.
Adriana Rosenberg, que preside la Fundación y fue curadora de la Bienal de Porto Alegre de 2003, donde la obra se expuso por primera vez, comenta que “los tubos fluorescentes blancos y celestes… sintetizan visual y magistralmente la impotencia, los ciclos de ‘encendido y apagado’ que vive nuestro país” y destaca que, veinte años más tarde, no ha perdido su vigencia aunque, por aquel entonces, hacía alusión a la crisis social y económica de 2001.
Hoy, mientras la noción de incerteza sobrevuela los análisis de la actualidad, Conjeturas, con curaduría del historiador del arte Rodrigo Alonso, traza un recorrido por 29 obras de quince artistas contemporáneos de nuestro país. La muestra coincide con dos eventos de relevancia internacional como la próxima edición de la feria arteba y la Conferencia Anual del Comité Internacional de Museos de Arte Moderno (Cimam) que este año se realizará por primera vez en Buenos Aires en el mes de noviembre. Por eso, “de común acuerdo con otras instituciones locales, decidimos entre todos exhibir la escena artística argentina” –cuenta Rosenberg.
La selección plantea un posible panorama que abarca diferentes generaciones de artistas residentes en Argentina y de argentinos radicados en el exterior, todos ellos empleando diferentes técnicas y formatos, pero reunidos en el lenguaje globalizado de las artes visuales, en una muestra que hace énfasis en la interacción de los trabajos entre sí. “La apuesta ‘conjetural’ –explica el curador– propone verificar hasta qué punto nos reconocemos en esta variedad de realizaciones”, más allá de que hayan sido producidas en un contexto local o en otros entornos culturales. “Muchos de los autores incluidos en esta muestra –continúa– no viven en la Argentina, ya sea de manera temporal o permanente. Algunos mantienen vínculos con su país natal, pero otros no. ¿Podría decirse que producen ‘arte argentino’?”
Como contrapartida, el curador se pregunta si, en el mundo actual, una obra realizada aquí se transforma por eso automáticamente en “arte argentino”. Conjeturas que apuntan a dejar abierto el interrogante “para pensar y discutir con el espectador”. Rosenberg, a su vez, considera que “la cultura global anula fronteras, y los artistas se nutren de esa ‘diáspora’, presencial y también virtual. No solo los artistas, sino también el público. En una era donde las redes difunden información sin dar cuenta [de] quién ha escrito o creado una imagen, cambia la noción del origen. La genética dice que sí es importante…¿y la cultura? Estos son muchos de los temas que estamos viendo. Al no haber respuesta, consideramos mejor plantearlos”.
Te puede interesar:Andrés Duprat: “Ahora puedo pensar proyectos más ambiciosos, tengo 5 años por delante”En este marco, Alonso subraya que “se reflexiona poco sobre las formas, las herramientas estéticas, los lenguajes. El conceptualismo, la videoinstalación, el arte tecnológico son recursos construidos o desarrollados en otras latitudes que, si bien son adoptados en nuestro país y reelaborados con un sentido propio, no dejan de ser elementos transnacionales con lógicas vinculadas a un campo semántico global. No hay nada de autóctono en ellos. Lo mismo sucede con las agendas. La exposición incluye piezas que abordan cuestiones de género, disidencias, etc., pero estas agendas también son globales”.
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La obra de Avello, por ejemplo, si bien alude a la bandera argentina y a la realidad local, fue creada para una exposición en Brasil, con materiales y técnicas que tampoco remiten a la argentinidad, pero sí a una tecnología obsoleta. En la misma sala, Analía Sabán (Buenos Aires, 1980), que vive y trabaja en Los Ángeles, muestra una pieza textil y una serie de obras en que despliega sobre la pared, cubiertos por una tinta negra y espesa, circuitos de diferentes artefactos tecnológicos que han perdido actualidad en la vorágine de la acumulación de datos y en el desarrollo de dispositivos con mayor potencia y memoria.
Participa también Iara Freiberg (San Pablo, 1977), una artista argentino-brasileña residente en Buenos Aires, que interviene la fachada con grandes círculos negros que luego continúan en sectores específicos del interior del edificio, aludiendo así a un arte geométrico que alguna vez se pensó como lenguaje universal.
Alicia Herrero (Buenos Aires, 1954) expone obras de apariencia geométrica: sus figuras muestran gráficos que miden las estadísticas de distribución de la riqueza. Su pieza Abducción (2023), de grandes dimensiones, ocupa el centro de la segunda sala, presentando un gráfico de torta sobre la desigualdad social. Fue construida mediante planos inclinados y la técnica de la anamorfosis, por la cual solo es posible ver el círculo desde un punto de vista específico del espacio, “desde otras perspectivas la figura nos impacta por sus cualidades fantasmales y huidizas” –explica la artista–. Con el fuera de eje de la estructura constructiva, propone además insistir en la pregunta de “hasta dónde lograrán sostenerse los desequilibrios de estos tiempos”. Herrero contamina de esta forma el lenguaje de la pintura geométrica con contenidos sobre seres humanos convertidos en números para la medición y el análisis estadístico.
Contrastan con la obra de Herrero las piezas fuertemente figurativas de Amparo Viau (Buenos Aires, 1991) y de La Chola Poblete (Mendoza, 1989), que “humanizan esos datos duros poniéndoles voz mediante exuberantes personajes mitológicos e iconografías de la identidad contemporánea” –dice Alonso–. En la videoperformance Muerte de barro (2020), Poblete muestra cómo la forma geométrica va lastimando su cuerpo. Y expone también dos acuarelas de su serie “Vírgenes cholas” (2022), en que dibuja imágenes de diferentes procedencias, proponiendo un giro hacia temas de diversidad y disidencias. Viau también dibuja: en su obra Umarell (2023), traza cuerpos humanos, híbridos y monstruos, armando un paisaje poliamoroso que reflexiona sobre la mitología, el erotismo y la historia del arte.
Sobre la pared del fondo de la misma sala, Mauro Giaconi (Buenos Aires, 1977, reside en Ciudad de México), instala bres del mun (2008), un mural de quinientas páginas intervenidas de libros comprados por kilo para la decoración de casas ostentosas. Del contenido de estos volúmenes que no suelen destinarse a la lectura realizó una selección, sobre la cual dibujó la misma trama de alambrado metálico. Por debajo de esa forma repetitiva de características geométricas, las páginas arrancadas muestran diferentes temáticas, entre ellas, esculturas precolombinas, reproducciones de pinturas, huellas digitales, anatomía humana y una partitura del Himno Nacional Argentino. Si bien se trata de un mural de grandes dimensiones y la trama que recorre los papeles remite a la dureza de un límite físico, Giaconi comenta que la obra es nómade y portable, ya que puede guardarse en una valija y volverse a instalar en diferentes espacios. Con cada puesta, la pieza adquiere una nueva forma porque la disposición de las páginas no está preestablecida.
Sobre una de las paredes de la siguiente sala, el dúo rosarino Dolores Zinny & Juan Maidagan (1968 y 1957, residen en Berlín) despliega Campo Inmediato (2023) que definen como “una especie de remake” de una obra que realizaron al llegar a Berlín, en 2002. “Está pensada como un lugar de contemplación: entrar, frenar y contemplar”. Si bien tiene características abstractas, se basa en la idea de paisaje, con cuadrículas encerrando colores que, en esta versión, están tomados de la paleta de las fotografías de los últimos incendios forestales en la provincia de Santa Fe. “Tampoco es una alusión directa –dicen los artistas– pero pensamos en esos mapas aéreos que se usan para representar gráficos de las desertificaciones y, más nosotros siendo de Santa Fé, no nos salía hacer un jardín de tonos muy verdes”.
Sobre la pared de enfrente, Juan Sorrentino (Chaco, 1978) instaló tres visualizadores de frecuencias sísmicas, cuyo sonido afecta al cuerpo sin que el oído humano llegue a percibirlo. Temblor (2022) –así se denomina la pieza– integra una serie de exploraciones del artista sobre la presencia invisible del sonido. En el centro de la sala gira un cono de acero inoxidable, el Space Scanner del mismo artista, que sobre una base de circular, proyecta un sonido blanco que se va modificando según los materiales que detecta en el espacio. Sorrentino traslada la pieza a diferentes locaciones en interiores o exteriores, proponiendo experimentar la escucha a partir de cómo el sonido rebota en los objetos que lo rodean. “En términos sonoros –comenta–, el círculo corresponde a la frecuencia más básica que existe”. Alonso relaciona esta figura a los patrones geométricos de muchas de las obras, en particular con la intervención de Freiberg que se extiende por el edificio, tanto afuera como adentro.
La videoinstalación Falso Sport (2023) de Alan Segal (Buenos Aires, 1985) explora el paisaje emocional y anímico de la capital argentina. Visualmente, mezcla maquetas en cartón a las que denomina “pequeños impulsos escultóricos para la cámara”, con pequeñas animaciones de características específicas: algunas tienen textos; otras, animación tradicional y otras, animación vectorial. A estas imágenes agrega filmaciones en locación, en interiores o con personajes, provocando “una suerte de reflexión sobre Buenos Aires, como una ciudad poscolonial en el sentido de que es un enclave artificial en un continente en el que se produjo un genocidio de los habitantes originales y en el que convive una población traspalantada coexistiendo con el trauma de las personas en genocidio. Los videos hablan de ese estado psíquico de la ciudad, son una inspección emocional de la identidad poscolonial” –explica el artista–.
En el piso superior, la sala 4 propone una problematización del soporte y de la historia del arte. Silvia Gurfein (Buenos Aires, 1959) exhibe siete obras realizadas con los restos de la paleta de óleo que atesora después cada día de trabajo en su taller. “Cuando esos cúmulos de óleo están secos (esto puede demorar años) –cuenta–, empiezo a trabajar con esos restos. Los desprendo, los recorto, los muevo…se convierten en una suerte de piedras preciosas”. La artista sostiene que estos restos preservan el tiempo y se convierten la unidad mínima de pintura, conteniendo a su vez la historia del medio como huellas de un estallido inicial que describe como un “Big Bang de la historia del arte”: “¿La pintura es acaso superficie, cuerpo, volumen?”
Esta pregunta fundamental alcanza la instalación de acrílicos monocromos que Mariela Scafati (Buenos Aires, 1973) cuelga horizontalmente del techo de la sala con un sistema de sogas y poleas en alusión al bondage, ubicando las piezas en un espacio, por debajo del cual pueden “entrar” los cuerpos, que quedan así “invadidos” por la obra, provocando un contacto radicalmente diferente al que genera una pintura sobre la pared.
Elena Dahn (Buenos Aires, 1980) presenta una instalación pictórica sobre la pared contigua que trabaja con la flexibilidad del látex para explorar la representación del torso femenino en la historia de la pintura. La obra se focaliza particularmente en la zona de las mamas, un tejido corporal que tiende a transformarse, produciendo un arco enorme de sentidos, de los cuales han prevalecido sobre todo las miradas que apuntan al erotismo o a la nutrición maternal, generalmente producidas por varones. La perspectiva de Dahn apunta más bien a que se trata de una zona “amenazada por enfermedades porque las células pueden ir cambiando”. La artista subraya que el las características plásticas del material le permiten “hacer referencia a esa transitoriedad de la forma”, ya que la obra se activa al soplar por finos caños flexibles que conectan las figuras, las cuales se inflan y transforman cuando les llega el aire. En ese momento, la parte inflada sobresale de la pared, quebrando los límites con el entorno.
En el centro de la habitación, La voz del interior (2016) de Andrés Aizicovich (Buenos Aires, 1985) conecta tres generaciones de antepasados suyos a través de vasijas de distinta calidad y diseño: un jarrón de arcilla que ha pertenecido a sus bisabuelos, uno de porcelana que corresponde a sus abuelos y una maceta de fibrocemento de sus padres. “Es una idea un poco lúdica de asignarle una materialidad a cada uno de los pasos de esa dinastía junto a una especie de ducto que conecta las tres generaciones. En la obra también está presente la posibilidad del fracaso, que la comunicación falle, la imposibilidad de la palabra de abarcarlo todo”.
Acompañan la instalación dos collages realizados con recortes de figuras de enciclopedias que han pertenecido a sus abuelos, dispuestas en grillas geométricas, retomando la idea de un lenguaje universal. Uno de ellos se concentra, justamente, en imágenes de vasijas, ese objeto que parecería atravesar la historia de la humanidad, cumpliendo por momentos funciones utilitarias o una contemplativas. Además, el artista observa que el formato enciclopédico, en que toda figura aparece fotografiada en un mismo estilo, en iguales tonos y tamaños, logra homogeneizar, por ejemplo, la Venus de Milo con el retrato de Mao Tsé Tung, “como una máquina de aplanar información”.
El planteo sobre la argentinidad inicia la muestra y sobrevuela toda la exposición. Sin embargo, hacia el final, parece haberse disuelto en favor de los fuertes vínculos que las obras han establecido entre ellas, una trama compleja de relaciones que va incorporando a la discusión temáticas tales como la geometría, el paisaje, el espacio, la ciudad, la pintura, el cuerpo, las disidencias, la historia, la tecnología y el lenguaje, que suceden más allá de nacionalidades, fronteras y localismos.
El cielo nublado y gris y el clima fresco no impidieron que Buenos Aires celebrara este sábado por la noche la llegada de la primavera con una fiesta de luz y color que volvió a convocar a miles de personas durante la Noche de los Museos.
CUANDO EL PALAIS DE GLACE ERA UNA PISTA DE HIELOEl microcentro, una de las zonas de la ciudad más golpeadas por la pandemia, volvió a florecer cuando la fachada del edificio IBM –multinacional que celebra sus cien años en la Argentina– se iluminó al ritmo de una banda sonora dirigida por algoritmos con un mapping de obras de arte históricas y contemporáneas, creado por primera vez con programación e inteligencia artificial por el mismo equipo de UXart que proyectó sobre el Obelisco en 2019 parte de la extensa producción de Julio Le Parc. Con una duración de veinte minutos y reediciones cada media hora, fue el hit de la jornada.
“Ahora recreamos obras de artistas como Eduardo Mac Entyre, Rogelio Polesello y Gyula Kosice, pero también le ofrecimos a la inteligencia artificial textos e imágenes de otros como Miguel Ángel Vidal, para que genere y proponga imágenes propias con una poética tomada de la original. Es un diálogo entre el hombre y la máquina”, explicó a LA NACION Andrés Felipe Durán, cofundador y CEO de UXart.
Uno de los datos destacados de la noche fue la cantidad de visitantes que se acercó al Museo del Bicentenario. A tan solo tres horas de su apertura, unas 6000 personas ya habían recorrido sus instalaciones, una cifra que duplicó la del año pasado.
En esta ocasión, se inauguró la exposición “40 Años de Democracia”, centrada en los valores democráticos y “en la importancia histórica, política y social que esta forma de gobierno tiene para todos los argentinos y argentinas”.
En la plaza ubicada frente a la estación de trenes de Retiro, decenas de personas formaban fila para participar de un “recorrido nocturno en las alturas”: hasta las dos de la mañana estaban programadas las visitas guiadas en la Torre Monumental, donada en 1916 por los residentes británicos para celebrar el centenario del primer gobierno patrio. Lució iluminada en distintos tonos. Según explicaron los guías, hasta que se inauguró el Obelisco dos décadas más tarde, éste era el monumento emblemático de Buenos Aires, cercano al Hotel de Inmigrantes, actual sede de Muntref, donde hubo activaciones de obras y visitas guiadas hasta la medianoche.
Pasado y futuro se encontraron así en este circuito gratuito de arte y cultura organizado por el Ministerio de Cultura porteño, con la participación de más de 290 espacios públicos y privados. Por el duelo nacional decretado a raíz del trágico accidente en San Martín de los Andes, que provocó la muerte de cuatro soldados, el Ministerio de Defensa, el Ejército y la Armada suspendieron las actividades programadas para la Noche de los Museos en espacios como el Edificio Libertador General San Martín, el Regimiento de Infantería Patricios y el Buque Museo Fragata ARA Presidente Sarmiento.
Entre las novedades de esta edición se destaca el Museo de la Imaginación y el Juego (MIJU), el primer espacio lúdico de Buenos Aires diseñado para visitantes de hasta doce años, inaugurado ayer en Costanera Sur. Allí, en el edificio de la ex confitería Munich, la programación comenzó a las 16 con shows musicales, instalaciones lumínicas, una feria de emprendedores infantiles y un patio gastronómico. Las salas inmersivas y las instalaciones interactivas demostraron ser un atractivo programa para compartir la tarde en familia. Abrigados con bufandas y camperas, muchos se acercaron al museo antes de que abrieran las puertas. Las visitas se organizaron en turnos de 45 minutos, con un máximo de 90 chicos por turno. Los pisos del edificio están dedicados a distintas franjas de edad: de bebés a 3 años; de 4 a 7 y de 8 a 12. Para cada grupo hubo propuestas específicas. A partir de las 17 y hasta pasadas las 21, hubo shows de Nilocos, Los Cazurros y Raviolis, entre otros grupos.
Distinto fue el target de público que se acercó al Museo Nacional de Arte Oriental, que ofreció una noche de karaoke asiático con micrófono abierto: más de veinte artistas vinculados con “la movida asiática” (K-pop School, Kpop Revolution y Kstyle) bailaron con coreografías e interpretaron música pop contemporánea de China, Japón y Corea junto con los visitantes. Fue una propuesta original y divertida que atrajo la atención del público que recorrió también el resto de los pisos del Centro Cultural Borges, donde funciona el Museo de Arte Oriental.
Con Jorge Luis Borges en el foco de muestras, en el espacio cultural vecino a las Galerías Pacífico se exhibió toda la noche la 34° muestra anual de fotoperiodismo argentino de Argra; la exposición de fotografía Cámara afgana, del premiado Rodrigo Abd, y los dibujos de Carlos Masoch. Muchos se sorprendieron con las intervenciones de tango de la pareja de bailarines Malena Ypas y Gabriel Valido bailando en halls y pasillos y con Las nadadoras, la luminosa obra de Renata Schussheim ubicada en la cúpula vidriada de Plaza de las Artes.
En el bajo porteño, el CCK abrió en un horario especial, de 17 a 2, para ofrecer muchas propuestas para familias con chicos, que coparon el tercer piso, dedicado íntegramente a la infancia. Hubo filas para ingresar a la sala inmersiva, donde se proyectó en loop un episodio de Zamba y Nina en celebración por los cuarenta años de democracia.
En San Telmo, sobre la Avenida San Juan al 300, la programación del Moderno incluyó recorridos accesibles para personas con discapacidad, mientras que el Macba convocó a la Compañía de Danza Contemporánea UQBAR para bailar en la vereda. Otros que bailaron fueron los cientos de jóvenes que se reunieron en el Centro Cultural Recoleta. A eso de las 20, el patio estaba repleto de gente que esperaba con ansiedad una “batalla” de rap.
Llegar hasta el sur de la ciudad a primera hora de la tarde fue más complicado que otros años, debido al partido que de Boca y Lanús en la Bombonera. Por ese motivo Colón Fábrica, uno de los hits de la última Noche de los Museos, decidió no participar. Sí se sumaron una vez más otras instituciones como la Usina del Arte –que inauguró una megainstalación de Martin Huberman & El Estudio Normal y una muestra de fotografía, además de presentar una ópera–, el museo Marco y las fundaciones Proa y Andreani. Al caer el sol se veían largas colas en la vereda de Proa a pesar del mal clima.
El corredor norte, en el que se destacan el Malba, el Museo de Arte Decorativo, el de Arte Popular José Hernández y el Bellas Artes, recibió a cientos de personas que asistieron pese a la niebla y el frío. Malba volvió a convocar multitudes como ya es tradición en la Noche de los Museos cuando la entrada es gratuita. La gente esperó con paciencia para ingresar al museo de la avenida Figueroa Acorta 3415 y, una hora antes de la apertura, la cola ocupaba cuatro cuadras y daba vuelta a la plaza pegada al museo. Adentro los esperaban las obras de Edgardo Giménez, Frida Kahlo, Diego Rivera y tantos otros artistas latinoamericanos.
Nancy Borraro estaba primera en la fila del Malba desde las cinco de la tarde: “Fuimos al Colón Fábrica con mi marido y mi hija, pero no pudimos entrar; lo cerraron porque estaba el partido de Boca. Recorrimos otros museos y terminamos acá. La Noche de los Museos es algo que siempre esperamos, como la noche de las Librerías. En parte porque es gratuito, pero además es un paseo familiar. Es la primera vez que vengo al Malba”.
“Para mucha gente, esta es la oportunidad para conocer los museos de la ciudad”, dijo Diego Jara, a cargo de la comunicación del Bellas Artes. Mientras tanto, la fila iba llegando a la esquina. “A algunos les gusta venir de noche y otros que no suelen visitar museos durante el año aprovechan el evento. Muchos desconocen que los museos nacionales son gratuitos, por eso celebramos cada año la convocatoria”. Las visitas guiadas especiales por la colección de Pablo Picasso fue una de las más convocantes. También, la propuesta “Bella Noche en el Museo”, pensada para familias.
A pocas cuadras, Amelia, de 87 años, esperaba en la puerta de su museo vecino, el de Arte Popular José Hernández. “Acá hice cursos, es muy lindo el lugar, la gente es macanuda”, contó a LA NACION. En el Museo de Arte Decorativo sonaba la música de DJ Nicolás Etchelecu y muchos jóvenes y adultos esperaban afuera pese al frío. Mirta, de 60 años, llegó a las 18 con una amiga. “La Noche de los Museos es así, se abren lugares que uno no registra. Me gusta venir, aunque a veces hay demasiado movimiento. Hoy es la revuelta de los museos”.
Al cierre de esta edición todavía quedaban varias horas para que termine la edición número 19 de la ya tradicional Noche de los Museos en la ciudad de Buenos Aires.
Celina ChatrucLuisa Estrada“CONJETURAS. EXPLORANDO EL ARTE HOY”
Desde el 26 de agosto y hasta noviembre próximo se presenta en Fundación Proa un conjunto de obras de destacados artistas contemporáneos argentinos.
Con la curaduría del crítico e historiador Rodrigo Alonso, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Martín Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
“Conjeturas. Explorando el arte hoy” es una invitación a adentrarse en la especulación artística y el descubrimiento visual. Mediante una variedad de medios y estilos, los trabajos que conforman la exhibición ofrecen una interpretación del presente, explorando temas que van desde la identidad y la política hasta el medio ambiente, la cultura y la tradición.
“La exposición plantea interacciones entre los trabajos de diferentes artistas argentinos contemporáneos, trazando un posible panorama. Se presentan obras de artistas argentinos radicados en el exterior - que crean en otros entornos culturales- junto a artistas que producen en el contexto local. La apuesta ‘conjetural’ propone verificar hasta qué punto nos reconocemos en esta variedad de realizaciones”, explica Alonso.
Dispuestas en el espacio expositivo, las obras seleccionadas mantienen un diálogo fluido y transversal al tiempo que, sin proponérselo (o sí), sintonizan con las complejidades de un mundo en permanente estado de conjetura. A lo largo del recorrido por las salas, artistas y espectadores se encuentran invariablemente con cuestionamientos e incertidumbres, sin certezas acerca del futuro.
Con el auspicio de Tenaris - Ternium la exhibición “Conjeturas. Explorando el arte hoy” se completa con herramientas didácticas como videos de sala, textos y un extenso programa público con actividades pedagógicas organizadas por el Departamento de Educación de Fundación Proa con el objetivo de profundizar en las temáticas propuestas en la exhibición, y en la producción artística contemporánea.
Bandera. Emblemática obra del artista marplatense Sergio Avello, con tubos de neón y microprocesador.
Ya hace tiempo que los artistas se involucran y comprometen con temáticas que atañen al mundo. Mencionarlas a todas puede parecer una tarea infinita, muchas de ellas angustiantes.
La inmigración, los desplazamientos, el cambio climático, las cuestiones de género, la contaminación, el consumismo, la revisión de los mitos que conciernen al continente latinoamericano y su riqueza, el volver a las manualidades ancestrales como reivindicación de pueblos originarios, la influencia de la tecnología
“Conjeturas. Explorando el arte hoy” se exhibe en Proa con la curaduría de Rodrigo Alonso, quien ha convocado a 14 artistas con la idea de reflexionar sobre la existencia del arte argentino en la actualidad. Hay varias preguntas que el espectador, avezado o no, al recorrer la muestra, se formulará. Entre ellas, ¿es posible hablar de un arte argentino contemporáneo?, ¿hasta qué punto las obras aquí presentadas responden a esa categoría?, ¿qué sucede con las producciones realizadas por artistas argentinos que viven en el exterior?, ¿podríamos encontrar un conjunto de trabajos o de autores que representen lo argentino?
Quizás haya dos obras que respondan a esas preguntas. Sergio Avello ( Mar del Plata, 1964-2010) y su “Bandera”, tubos de luz de neón y microprocesador que se prenden y apagan intermitentemente, y que actúan como metáfora de una Argentina que no termina de definirse, que siempre está empezando. La otra obra es la de La Chola Poblete, (Mendoza, 1989) artista visual, performer, en ascenso, con su “Virgen gótica” de la serie “Vírgenes cholas”, acuarela, tinta sobre papel. Según sus palabras aspira a representar a la Argentina como se debe, otra Argentina en la historia del arte, la que yo “curto”: el rock nacional, la de piel marrón, la diversa, un tema nuevo a replantearse, el racismo, el origen, la identidad.
Analía Sabán (Buenos Aires, 1980) utiliza métodos no convencionales con imágenes de circuitos de computación en la confección artesanal de tejidos a máquina programados por computadora; por ejemplo, circuitos de microchips moldeados en plantillas de papel cortados con laser en Pleated Ink, cubiertos de tinta negra. Alicia Herrero (Buenos Aires, 1954), artista de vasta trayectoria, la economía a través de porcentajes, estadísticas, gráficos de tortas de distribución de la riqueza del planeta, constituye últimamente el universo estético de una artista preocupada por las desigualdades en el mundo global.
Nos interesó la obra de Mauro Giaconi (Buenos Aires, 1977, radicado en México) titulada “Bres del mun”, apócope de “Libres del mundo”, tomada del himno nacional. Casi un mural con hojas sueltas de 500 libros sobre diversos temas, partituras, fotografías. El dibujo del alambrado sobre estas hojas sueltas puede leerse como acto de censura o lo que sucede detrás o delante del alambrado. “La voz del interior” de Andrés Aizicovich presenta un conjunto de tres jarrones, uno de porcelana, otro de cerámica y otro de fibrocemento que aluden a tres generaciones de su familia unidos por un caño y con un altoparlante en cobre. Este artista forma parte actualmente de la muestra “El recuerdo de los materiales” comentada en esta columna la semana pasada que se exhibe en Arthaus junto a la de Juan Sorrentino (Chaco, 1978) que aquí presenta una pieza sonora que no se escucha, y un gran cono de metal sobre una balsa de madera que gira cuyo sonido rebota en los objetos alrededor, de impecable ejecución.
Frente a este cono giratorio hay un mural de Elena Dahn (Buenos Aires, 1980) de torsos femeninos en látex pintado de negro, con tubos de goma pero hace hincapié en las mamas que a través de la historia del arte siempre fueron representadas por artistas hombres, generalmente de naturaleza erótica pero Dahn enfatiza en su carácter transitorio a través del tiempo, como el de nutrir otros cuerpos y también las enfermedades que las modifican. Integran también esta muestra Silvia Gurfein, Amparo Viau, Mariela Scafati, Alan Segal, Dolores Zinny–Juan Maidagan, una dupla de artistas nacidos en Rosario que vivieron en Nueva York y que actualmente lo hacen en Berlín desde 2002. En suma, una multiplicidad de poéticas, coexistencia y nomadismo de estéticas, lo argentino en el arte contemporáneo argentino, tema para reflexionar y debatir. (Clausura en noviembre. Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929. De miércoles a domingo de 12 a 19.)
“Cuando dice que copiar es tocar (y lo dice tarde, cuando su libro ya se las ingenió para hechizarnos con la idea), Leticia Obeid hace por lo menos dos cosas. Recuerda (reinvindica) la tradición más artesanal del copiar, su dimensión manual, muscular, motriz, tan vital para cualquier aprendizaje. Pero también recuerda hasta qué punto copiar, mucho más que replicarlo, establece un lazo con lo copiado de modo que la copia deja de ser la versión segunda, subalterna, parasitaria, del original, para convertirse en su aliada, quizás en su par”. En el prólogo del libro Galería de Copias (Ripio, 2023) de la artista visual Leticia Obeid, Alan Pauls esboza el manifiesto de una vanguardia que no es tal o sí, acaso el procedimiento sea desplazar el valor que el siglo XX depositó en el original para transferírselo a lo que se imita. El libro de Obeid (Córdoba, 1975) es una prodigiosa serie de breves ensayos sobre la copia como gesto artístico y amoroso. No el plagio, sino el ejercicio de imitar para aprehender ya definido como soporte conceptual.
“Otra vez soy yo/te miro desde el viento/puedo distinguir, culpa y sentimiento”, arranca guitarra eléctrica limpia y voz clara Florencia Ruiz (Haedo, 1977) la canción “Mira” que abre su nuevo álbum Calandria. Su estilo es inconfundible. Pero en este disco, la compositora que se desvió de la música académica para acercarse a una forma más popular (aunque se la valore más en Japón que en Argentina) deja un subtexto: su estilo es la culminación de una serie de imitaciones o galería de copias.
Ella misma lo explicita en la contratapa (sobre una fotaza de Nora Lezano): “Después de rumiar y aullar me toca cantar, cantar y celebrar a músicas y músicos que me han alentado a levantar vuelo”. Parecería el texto indicado para uno de esos discos donde los autores se vuelven intérpretes de las canciones que los (des)educaron pero no. Las canciones son suyas pero no vienen de la nada y, como en el libro de Obeid, el acento está puesto en el canto como imitación. De ahí lo de Calandria. “Soy una pajarita que anda por todos lados y que sabe y quiere mostrar de dónde viene, de que madera está hecha…” Lo dice mejor en “Sol”, cantando, porque lo suyo no está claro que no es escribir. “Soy pájara inicial, para continuar el vuelo”, melodía directa que ataca armada con los timbres imposibles que Mono Fontana le saca a un sintetizador.
No es casual que el equivalente visual de estas estrategias se encuentre en una muestra llamada Conjeturas donde Rodrigo Alonso eleva la pregunta sobre qué de argentino se puede encontrar en un arte tan globalizado como la economía. Pero como se sabe, nuestra cultura es una serie de imitaciones, otra galería de copias, y quien mejor parece haberlo entendido en este conjunto exhibido en Proa es Analía Sabán (Buenos Aires, 1980), una artista que reside en Los Ángeles y que fue capaz de vincular la historia del telar mecánico con el sistema binario de las computadoras. Así confeccionó un tejido de hilos de cobre (materia prima de la conectividad) en un tapiz con el dibujo de un circuito impreso, tal que la informática se muestra como un motivo atávico y decorativo. El nombre de la obra cita al circuito (256 bit-Static Ram, 4100, Fairchild, 1970) como la indicación de un futuro en el que esto podría leerse como las referencias a las culturas originarias en vasijas y objetos antropológicos.
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En un video subido por Proa a You Tube, Sabán explica que esta serie de tapices le revelaron su propio origen: el de una familia sirio-libanesa que emigró en 1910 y se dedicó al comercio de las telas. Lo mismo hace Florencia Ruiz en la contratapa de Calandria donde se recuerda pre-adolescente cantando canciones de otros para las vecinas de su abuela en Villa Luzuriaga. Y también Leticia Obeid en uno de sus ensayos donde recuerda a sus ancestros. De su abuela paterna dice que tenía muy buen oído y que era capaz de descifrar el de cada pájaro. “Esa es una calandria”, dice que le decía. Tal el título del ensayo. Que incluye al del nuevo álbum de Florencia Ruiz. Pero también, en su idea, a los tapices de Sabán. A copiar, entonces, que se acaba el mundo.
Fernando GarcíaEste sábado 23 de septiembre se celebra la edición número 19 de La Noche de los Museos desde las 19:00 hasta las 2:00, y hay una gran cantidad de actividades para todos los gustos.
Más de 290 museos, edificios emblemáticos y espacios culturales recibirán al público con exhibiciones y actividades. Este año se sumarán 38 espacios nuevos y 28 escuelas de la Ciudad con una programación para la familia. Además, los municipios de Lobos, Tandil, Vicente López y 3 de Febrero se adherirán a La Noche de los Museos este año.
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Cinco lugares para visitar sin caminar muchoEn Balvanera, se podrá visitar Bajos del Barolo, una nueva propuesta cultural del Palacio Barolo, donde habrá una muestra de arte desde las 19:00 hasta la 1:00. El ingreso es por Hipólito Yrigoyen 1363, sin reserva, y las personas entran por orden de llegada.
En este mismo barrio, también se podrá visitar el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso de la Nación, en Hipólito Yrigoyen 1750 y el Museo Casa Carlos Gardel, en Jean Jaures 735, donde habrá visistas guiadas, milonga, concierto de tango, entre otras actividades.
Entre las opciones disponibles en Barracas y La Boca, se encuentran Colón Fábrica (Av Pedro de Mendoza 2163), Fundación PROA (Pedro de Mendoza 1929) y el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken (en Agustín R. Caffarena 51), donde se proyectarán películas al aire libre.
En San Telmo, habrá actividades en el Museo Moderno (Av. San Juan 350), con exhibiciones de arte, un espacio de exploración lumínica para chicos y más. En este barrio, también se podrá visitar el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600), entre otros.
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Dónde se puede ver la lista completa de museosEn la página del Gobierno de la Ciudad, se encuentra la lista de museos adheridos por barrio, junto con el mapa y la lista completa de actividades. Además, BOTI, el asistente virtual de la Ciudad, ofrece la información detallada a través de Whatsapp: 11 5050-0147.
Desde las 19:00 hasta las 22:00, los subtes, premetros y colectivos serán gratuitos. Solo hay que descargar el pase libre que se encuentra en este enlace y que también se puede conseguir entre las opciones que brinda BOTI.
Las líneas de colectivos participantes son: 1, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 17, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 28, 31, 32, 33, 34, 39, 41, 42, 44, 47, 50, 51, 55, 56, 57, 60, 61, 62, 63, 64, 68, 71, 74, 75, 76, 78, 79, 84, 85, 87, 91, 92, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 113, 115, 117, 118, 127, 128, 130, 132, 134, 135, 146, 150, 152, 158, 160, 161, 164, 168, 169, 177, 178, 188.
También, durante esta noche, las más de 3600 bicicletas en las 340 estaciones de las Ecobici serán de uso gratuito.
Una conjetura es un juicio que se forma de algo por indicios y observaciones. En la nueva exposición de Proa (Conjeturas. Explorando el arte hoy), la presunción recae en el arte contemporáneo local para pensar si es posible hablar de un “arte argentino”, a través de las obras de 14 artistas.
El acierto del curador e historiador del arte Rodrigo Alonso reside en volver a traer el tópico para reflexionar y precisar algunas definiciones. Una de ellas es que el arte contemporáneo global funciona, en palabras de Alonso, a manera de “lingua franca que, paradójicamente, permite que se puedan leer las singularidades locales en una obra de arte contemporáneo”. Y analiza: “El conceptualismo, la videoinstalación, el arte tecnológico, son recursos construidos o desarrollados en otras latitudes que, si bien son adoptados en nuestro país y reelaborados con un sentido propio, no dejan de ser elementos transnacionales con lógicas vinculadas a un campo semántico global. (…) La exposición incluye piezas que abordan cuestiones de género, disidencias, etc., pero estas agendas también son globales, aunque podamos adoptarlas desde un punto de vista local”.
Dicho esto, el panorama de obras seleccionadas advierte la conformación de destacadas poéticas específicas, que en el recorrido se hilvanan por similitudes, diferencias, búsquedas, hallazgos. En el inicio no podría ser más pertinente como marco de lo planteado la irrupción de la impactante obra “Bandera”, de Sergio Avello, cuyos tubos de luz recuerdan al conceptualismo y emulan la bandera argentina encendiéndose y apagándose de manera intermitente, como metáfora de un país que no termina de arrancar ¿o detenerse? En la misma sala, las obras bidimensionales monocromas de Analía Sabán establecen un diálogo entre la tecnología (con imágenes de circuitos computacionales) y el textil desde una mirada crítica.
En la siguiente sala, el cuerpo aparece por ausencia, presencia, opresión, sensualidad. Las acuarelas y tintas de la serie Vírgenes Cholas, de La Chola Poblete, se sitúan en la intersección entre saberes artísticos y culturas ancestrales, la colonización, la discriminación por raza y género, los estereotipos, hasta aludir con cierto humor a las categorías del arte como se lee en la frase “pop andino travesti”. Las pinturas monumentales de Amparo Viau impactan por la estridencia cromática representando universos imaginarios anclados en la cultura (en este caso toma un personaje prototípico italiano) con seres humanos y no humanos en vínculos sensuales, amorosos, lúdicos.
Justamente son cuerpos y personas lo que abstrae la destacada instalación “Abducción”, de Alicia Herrero, quien trabaja desde la abstracción geométrica presentando un gráfico de torta vinculado a la estadística. Esa ilustración plantea distintas perspectivas sobre la distribución del ingreso en 2020 (dando cuenta de la desigualdad social y económica global) en el mundo y sólo desde un punto es posible verlo completo a partir de la técnica de la anamorfosis. Otra importante instalación es la de Mauro Giaconi conformando un muro con páginas de libros sobre las cuales se extiende el dibujo de un alambrado –casi una grisalla–, el cual simboliza la censura o clausura de la historia y la memoria.
Otra característica del arte contemporáneo, que advierte la exposición, es la existencia de artistas que trabajan en otros países y cuyas obras remiten a su cultura y geografía de origen, mientras están quienes hablan de lo propio desde un lenguaje global. También hay creadores en el exterior con obras referidas a temas y contextos distintos de los de su lugar de nacimiento. Los tránsitos momentáneos a través de residencias internacionales alientan, además, cierta ubicuidad.
Dolores Zinny & Juan Maidagan conforman un dúo artístico radicado en el exterior desde hace tres décadas. En esta oportunidad presentan una nueva versión de un proyecto concretado en 2002. De estética geométrica, el trabajo está conformado por paneles de vidrio que en su primera versión ofrecían distintos tonos de verde. Ahora, esos verdes pierden espacio a favor de anaranjados, rojos, marrones, amarillos, negros, en alusión al fuego, la sequía y el calor. “Pensamos en esos mapas aéreos que usan para representar gráficos de las desertificaciones y, más nosotros siendo de Santa Fe”, explican. Mientras Juan Sorrentino lleva a explorar el sonido de acuerdo a cómo rebota en los objetos circundantes con una instalación poética de un gran cono metálico –especie de escaner del espacio– que flota y gira sobre un estanque de agua. En tanto, el video de Alan Martín Segal propone un paisaje emocional y problemático de Buenos Aires tomando ideas del libro La cabeza de Goliat de Ezequiel Martínez Estrada.
Resulta destacable el carácter pedagógico que acompaña a la exposición, a través de textos de sala esclarecedores de cada núcleo conceptual y trabajo. Se suma al final del recorrido un video donde cada artista se refiere a su proceso creativo. Una forma de acercar a todos los públicos la riqueza del arte contemporáneo.
En la última sala se lee: “Las obras de Silvia Gurfein, Mariela Scafati, Elena Dahn y Andrés Aizicovich oscilan entre la pintura y la escultura, la forma y el concepto, la contemplación y la performatividad. Sus planteos involucran una reflexión sobre el arte, su presente y su historia, sus formatos y materialidades, eludiendo las marcas locales. Son piezas que podrían encontrarse en cualquier lugar del mundo… ¿o no? Más elementos para el debate conjetural”.
Gurfein propone una sensible arqueología del óleo a manera de “restos” preciosos para construir esculturas diminutas y cuadros de líneas sintéticas. La pintura en Scafati se centra en la relevancia del monocromo y del lienzo para llevarlos hacia una experiencia en el espacio. El trabajo de Aizicovich aborda la historia de objetos y materiales entre la memoria cultural y la familiar. Y la historia del arte occidental se hace presente, asimismo, en la intervención de Dahn, quien interroga el cuerpo femenino tomando la representación del torso y de las mamas para referirse a otros modelos y percepciones posibles.
"Conjeturas", en Fundación Proa. Fotos: ProaAdriana Rosenberg, presidenta de Proa, señala: “En una era donde las redes difunden información sin dar cuenta quién ha escrito o creado una imagen, cambia la noción del origen. La genética dice que sí es importante… ¿y la cultura? Estos son muchos de los temas que estamos viendo. Al no haber respuesta, consideramos mejor plantearlos.”
Al ingresar, transitar y salir del edificio, grandes círculos negros, de Iara Freiberg, intervienen la arquitectura e impulsan a replantear cierta lógica y expectativa como suele hacer el arte contemporáneo de aquí y de allá.
La bandera celeste y blanca que Sergio Avello realizó con tubos fluorescentes. Foto: prensa Proa
05/09/2023 06:00¿Existe el arte argentino? La pregunta, vigente y urgente, es tan antigua como la escarapela. Al arte del siglo XX (y del XIX también) en Argentina, le tocó la difícil tarea de dejar de mirar hacia el norte (primero a Europa, después a Estados Unidos) y empezar a mirar hacia adentro. A sus historiadores, curadores y críticos, la aún más difícil de comenzar a notar esos virajes, rescatarlos y reivindicarlos.
Atravesado por lógicas globales y exigencias localistas, el siglo XXI le ha agregado a esa pulseada una vuelta más de tuerca: ¿es posible pensar un arte argentino construido con un lenguaje internacional, como exige el mundo contemporáneo? La pregunta fue el disparador para pensar Conjeturas. Explorando el arte hoy, la muestra que acaba de inaugurarse en Fundación Proa.
Curada por Rodrigo Alonso y lejos de querer formular una respuesta precisa a la cuestión, la exposición se nutre de la obra de un puñado de artistas argentinos que, sin querer queriendo, vuelcan en sus obras algunos indicios para pensar –conjeturar– la argentinidad.
“Va a haber muchos ojos viniendo de afuera a mirar la escena artística argentina –explica el curador haciendo referencia a los distintos eventos que el circuito artístico porteño ofrece por estos días–. Por eso, y a diferencia de lo que se espera de este tipo de muestras, quisimos hacer una exposición con pocos artistas, pero con obras contundentes”.
La relación con las instituciones y con la historia del arte; la migración, la ciudad y la naturaleza; la tecnología; las minorías, la desigualdad y la crisis, son algunos de los temas que afloran en las disímiles poéticas de estos quince autores. En ninguno de los casos el vínculo es obvio o declamado.
Lejos está cada una de estas obras de ir en busca de aquel errante “ser argentino”, como fuera mandato para el arte de otra época. Más parece, en todo caso, ser la argentinidad la que, fatalmente, le sale al choque.
La instalación sonora del chaqueño Juan Sorrentino. Foto: prensa Proa“Casi como una broma empezamos la muestra con esta bandera”, señala Alonso haciendo referencia a la enorme insignia celeste y blanca que Sergio Avello realizó con oscilantes tubos fluorescentes.
“Quisimos recuperarla porque es muy emblemática –señala Adriana Rosemberg, directora de Proa–. Sergio la realizó para la Bienal de Porto Allegre de 2003 y hoy, veinte años después, la estamos reconstruyendo con la misma problemática económica y social que entonces. Es una bandera que, como la Argentina, intenta encenderse del todo, pero no lo consigue. Una buena metáfora de las crisis que estamos viviendo”. La obra es, además, un homenaje al artista, fallecido en 2010.
Impactan en la primera sala, las obras de gran formato de Analía Sabán, una artista argentina que, como muchos otros que también integran esta muestra, no reside actualmente en el país.
De un negro sucio, sus grabados tienen como matriz circuitos de computadoras obsoletas. La tinta ha penetrado en los cientos de miles de vericuetos de una memoria RAM hoy olvidada; convirtiendo un objeto fútil en una parte indispensable del proceso de producción de una bella imagen, Sabán redime los deshechos de una absurda carrera, la de un mundo amnésico que solo quiere memoria para poder olvidar tranquilo.
En la sala dos, la obra de Alicia Herrero ocupa el centro del espacio y lo desequilibra. La artista compuso la pieza –una suerte de gran mesa inestable sobre la que pueden verse algunas figuras geométricas pintadas– evocando las tortas de las encuestas, y a partir de datos reales de la pobreza en Argentina.
“Toda la estructura se está sosteniendo en un límite”, sintetiza Herrero su obra, como si sintetizara la realidad que nos azota. No muy lejos las dos acuarelas de la Chola Poblete, son una suerte de estampita que conjugan el candor con la insurgencia: “Soy un cuerpo no deseable, pero acá estoy”, se lee en una de ellas.
De lejos, el alambre con que Mauro Giaconi atrapa su muro de libros parece real, pero ha sido sombreado. Con delicadeza el artista lo ciñó sobre las páginas amarillentas de partituras del himno, reproducciones de arte o esquemas del cerebro humano, libros adquiridos en una compra de volúmenes por kilo. Mezcla de azar y rigor compositivo, la obra articula dos objetos (libros y alambrado) de una fuerte carga simbólica, con una inusitada potencia lírica y conceptual.
El paisaje visual y sonoro es el asunto que se aborda en la tercera sala. Allí pueden verse algunos de los dispositivos con que el chaqueño Juan Sorrentino explora el espectro sonoro no audible.
Campo inmediato se llama la obra del dúo integrado por Dolores Zinny y Juan Maidagan que se presenta apoyada sobre uno de los muros de la sala.
Sus variantes de rojos y naranjas aluden a los gráficos con los que se describen los incendios forestales. La pieza podría ser uno de los tantos ejemplos anunciados por Alonso para esta muestra, en los que la geometría “un lenguaje que se había pensado como universal en la pintura a principios del siglo XX, se retoma, pero cargada de nuevos sentidos, sobre todo políticos. Una geometría contaminada, podríamos decir”.
Qué tipo de diálogo pueden entablar los artistas argentinos con la historia del arte universal podría ser la pregunta detrás de las obras de la sala cuatro. Repensando una vez más la presencia del cuerpo femenino en la historia de la pintura, los torsos de Elena Dahn ponen el foco en las múltiples experiencias (dolorosas y placenteras) que las mamas deparan a las mujeres, mientras Andrés Aizicovich rinde homenaje a sus ancestros en La voz del interior, la instalación de 2016 en la que recupera ciertos objetos familiares.
Con amor obsesivo, Silvia Gurfein ha guardado durante años los restos de óleo sobrantes de su pintura hasta componer las obras que ahora pueden verse en esta sala. Pequeñas piezas tridimensionales en las que los vestigios de rojo, verde o amarillo se acoplan hasta cobrar forma o mínimos fragmentos sobre papel que evocan el nacimiento de la galaxia.
La serie habla de la historia, puesto que “lo que el óleo porta es tiempo”, según la artista. Pero también sobre la infinita resiliencia de una materia que, aún en su despojo más diminuto, logra ser rescatada para volver a la vida.
Tal vez ahí habite una conjetura más de la argentinidad, la más contundente (y la más mesiánica), propuesta por la muestra: en aquella esencia rota, aquel color deshecho que todavía brilla. También en esos ojos que, detrás de la esquirla, logran ver en un resto de pasado un atisbo de futuro.
FichaConjeturas
Dónde: Fundación Proa, av. Pedro de Mendoza 1929.
Cuándo: miércoles a domingos, de 12 a 19. Hasta noviembre.
Entrada: $600 (general). Estudiantes, docentes y jubilados, $400. Menores de 12 años, sin cargo.
Desde el 26 de agosto y hasta noviembre próximo se presenta en Fundación Proa del barrio porteño de La Boca un conjunto de obras de destacados artistas contemporáneos argentinos. Con la curaduría del crítico e historiador Rodrigo Alonso, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Martín Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
“Conjeturas. Explorando el arte hoy” es una invitación a adentrarse en la especulación artística y el descubrimiento visual. Mediante una variedad de medios y estilos, los trabajos que conforman la exhibición ofrecen una interpretación del presente, explorando temas que van desde la identidad y la política hasta el medio ambiente, la cultura y la tradición. “La exposición plantea interacciones entre los trabajos de diferentes artistas argentinos contemporáneos, trazando un posible panorama. Se presentan obras de artistas argentinos radicados en el exterior – que crean en otros entornos culturales- junto a artistas que producen en el contexto local. La apuesta ‘conjetural’ propone verificar hasta qué punto nos reconocemos en esta variedad de realizaciones”, explica Alonso.
Dispuestas en el espacio expositivo, las obras seleccionadas mantienen un diálogo fluido y transversal al tiempo que, sin proponérselo (o sí), sintonizan con las complejidades de un mundo en permanente estado de conjetura. A lo largo del recorrido por las salas, artistas y espectadores se encuentran invariablemente con cuestionamientos e incertidumbres, sin certezas acerca del futuro.
Con el auspicio de Tenaris – Ternium la exhibición “Conjeturas. Explorando el arte hoy” se completa con herramientas didácticas como videos de sala, textos y un extenso programa público con actividades pedagógicas organizadas por el Departamento de Educación de Fundación Proa con el objetivo de profundizar en las temáticas propuestas en la exhibición, y en la producción artística contemporánea.
Curador
Rodrigo Alonso
Coordinación general
Cecilia Jaime – Mayra Zolezzi
Organiza
Fundación Proa
Auspician
Tenaris – Ternium
Fundación PROA Avda. Don Pedro de Mendoza 1929 La Fundación Proa es un centro privado de arte fundado en Argentina en 1996, que desarrolla programas de educación y de intercambio con instituciones culturales. Su foco está centrado en la difusión de los grandes movimientos artísticos del siglo XX.
Desde el 26 de agosto y hasta noviembre próximo se presenta en Fundación Proa del barrio porteño de La Boca un conjunto de obras de destacados artistas contemporáneos argentinos. Con la curaduría del crítico e historiador Rodrigo Alonso, reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Martín Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
“Conjeturas. Explorando el arte hoy” es una invitación a adentrarse en la especulación artística y el descubrimiento visual. Mediante una variedad de medios y estilos, los trabajos que conforman la exhibición ofrecen una interpretación del presente, explorando temas que van desde la identidad y la política hasta el medio ambiente, la cultura y la tradición. “La exposición plantea interacciones entre los trabajos de diferentes artistas argentinos contemporáneos, trazando un posible panorama. Se presentan obras de artistas argentinos radicados en el exterior – que crean en otros entornos culturales- junto a artistas que producen en el contexto local. La apuesta ‘conjetural’ propone verificar hasta qué punto nos reconocemos en esta variedad de realizaciones”, explica Alonso.
Dispuestas en el espacio expositivo, las obras seleccionadas mantienen un diálogo fluido y transversal al tiempo que, sin proponérselo (o sí), sintonizan con las complejidades de un mundo en permanente estado de conjetura. A lo largo del recorrido por las salas, artistas y espectadores se encuentran invariablemente con cuestionamientos e incertidumbres, sin certezas acerca del futuro.
Con el auspicio de Tenaris – Ternium la exhibición “Conjeturas. Explorando el arte hoy” se completa con herramientas didácticas como videos de sala, textos y un extenso programa público con actividades pedagógicas organizadas por el Departamento de Educación de Fundación Proa con el objetivo de profundizar en las temáticas propuestas en la exhibición, y en la producción artística contemporánea.
Curador
Rodrigo Alonso
Coordinación general
Cecilia Jaime – Mayra Zolezzi
Organiza
Fundación Proa
Auspician
Tenaris – Ternium
Fundación PROA Avda. Don Pedro de Mendoza 1929 La Fundación Proa es un centro privado de arte fundado en Argentina en 1996, que desarrolla programas de educación y de intercambio con instituciones culturales. Su foco está centrado en la difusión de los grandes movimientos artísticos del siglo XX.
“El arte te dice: ‘lo que está sucediendo puede ser de otra manera’”. Con esa definición, Camilo Guinot explica a qué apunta con la creación de la gigantesca escultura que construyó con ramas de poda en la vereda de Corrientes y Reconquista, frente al edificio que solía alojar el Banco de Tokyo. Es una de las ocho instalaciones que participarán desde mañana de la Semana del Arte, una verdadera maratón cultural que el fin de semana próximo incluirá traslados gratuitos a varias instituciones porteñas.
Entre ellas el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que hoy inaugura tres muestras donde se cruzan las disciplinas: la imperdible Danza actual. Experimentación en la danza argentina de los años 60, resultado de una extensa investigación del curador Francisco Lemus; Juguetes rabiosos. Vanguardia y destrucción en el arte argentino de los años 60, que cruza arte y cine gracias a la colaboración del curador Patricio Orellana y el artista Joaquín Aras, y Cultura colibrí. Arte e identidad en el under de los años 80 y 90. Esta última, a cargo de Jimena Ferreiro, incluirá activaciones de Fernando Noy.
Al recorrido que abarca la feria BADA y llegará también con visitas guiadas hasta arteba, en el Centro Costa Salguero, y a la flamante Affair, en el Polo Cultural Saldías, se sumarán el Malba, con su alegre antológica dedicada a Edgardo Giménez, y Fundación Proa con Conjeturas. Explorando el arte argentino hoy. Esta, que abre hoy a las 12, participa además de la programación especial del Mes de La Boca en las instituciones del Distrito de las Artes. También la Usina del Arte, donde se exhibe la instalación Intemperie, de Carlos Gómez Centurión, como parte de Bienalsur. Más en buenosaires.gob.ar/SemanadelArte.
Si alguna incertidumbre le faltaba a este país, se suma otra pregunta: ¿existe un arte “argentino”? Ese interrogante inspira la muestra Conjeturas, que desde el sábado reunirá en Fundación Proa obras de quince artistas nacidos en este extremo del continente americano. Esa parece ser la única coincidencia, ya que pertenecen a distintas generaciones y algunos de ellos se radicaron en el exterior o están realizando residencias internacionales. Y entre todos abarcan una amplia variedad de temas, técnicas, soportes y lenguajes.
“Es una pregunta que funciona como disparador, nadie pretende que se responda”, aclara a LA NACION Rodrigo Alonso, curador de esta exposición concebida como un desafío. “Fue pensada en el contexto de que muchas muestras de arte argentino van a coincidir en distintas instituciones durante la próxima edición del Cimam en Buenos Aires”, agrega en referencia a la conferencia anual del Comité Internacional de Museos y Colecciones de Arte Moderno, que convocará en noviembre a 220 directores y curadores de las instituciones más importantes del mundo.
Llegados desde más de 80 países, por la mañana asistirán a charlas en el Museo de Arte Moderno y por la tarde podrán recorrer museos e instituciones de la ciudad y el país. Lo primero que verán al llegar a Fundación Proa será una bandera argentina mutante. Creada por Sergio Avello para la Bienal del Mercosur de 2003, cuando el país atravesaba el coletazo de una de las peores crisis de su historia, es una instalación lumínica que se activa por segmentos.
“La intermitencia con la que los tubos fluorescentes blancos y celestes se prenden y apagan, sintetizan visual y magistralmente la impotencia, los ciclos de ‘encendido y apagado’ que vive nuestro país. Luego de veinte años, la obra mantiene la vigencia de sus enunciados” recuerda Adriana Rosenberg, presidenta de Fundación Proa y curadora de aquel envío que incluyó esta pieza del artista fallecido en 2010.
Una imagen tan simbólica de la fragmentación contemporánea como el título de la nueva versión de la obra de Mauro Giaconi: Bres del mun es un fragmento de una oración del Himno Nacional Argentino (“libres del mundo”), tomada de una de las 500 páginas de libros viejos sobre variadas temáticas que componen su mural. Sobre ellas dibujó un alambrado que parece retenerlas, y que solo al acercarnos se revela como una ilusión. “No es casual que esta obra esté ocurriendo acá, en este momento”, señaló a LA NACION el artista radicado en México.
Justo enfrente, otra instalación de Alicia Herrero juega con el punto de vista del espectador: según dónde se ubique frente a una estructura de planos inclinados, podrá distinguir o no un gráfico de torta de desigualdad social deconstruido, similar al que presentó en Bienalsur en 2021. “El público tiene que aprender a pensar en un sistema que sostenga el desequilibrio que nos toca vivir –dijo la artista a LA NACION-. No sólo en lo económico, sino también la alteración emocional que produce estar tan cerca de lo inestable”.
La sala se completa con representaciones de cuerpos diversos creados por Amparo Viau y La Chola Poblete, ambas jóvenes de ascendente carrera que brillaron en la última edición de arteba. El recorrido continúa con un video de Alan Martín Segal, residente en Nueva York; la pareja integrada por Dolores Zinny y Juan Maidagan, radicados en Berlín, y obras sonoras del chaqueño Juan Sorrentino, otro de los grandes protagonistas del arte contemporáneo “argentino”.
“La idea no es que no exista ‘lo argentino’ en el arte argentino, sino que el concepto de arte argentino es un tópico por debatir, por tensionar”, aclara Alonso sobre el espíritu de la exposición, que también incluye obras de Elena Dahn, Iara Freiberg, Silvia Gurfein, Analía Sabán, Mariela Scafati y Andrés Aizicovich.
La de este último es más que elocuente: incluye tres jarrones que representan las casas que alojaron a tres generaciones. El de porcelana, la de sus abuelos; el de cerámica, la de sus padres, y el de fibrocemento, la suya propia. “Está presente la posibilidad del fracaso, de que la comunicación falle, la imposibilidad de la palabra de abarcarlo todo”, sostiene el artista. ¿Argentino? A esta altura, tal vez, ya no importe.
Para agendar:Conjeturas. Explorando el arte de hoy, en Fundación Proa (Av. Don Pedro de Mendoza 1929), desde el sábado a las 12 hasta noviembre
Este sábado 26 de agosto la Fundación Proa presentará de manera oficial la muestra “Conjeturas”, una exposición que podrá apreciarse hasta noviembre.
Bajo la curaduría de Rodrigo Alonso, la exhibición comenzará a las 12, con entrada libre y gratuita. Quienes asistan podrán apreciar las creaciones de reconocidos artistas argentinos contemporáneos.
Entre las obras aparecen realizaciones de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny y Juan Maidagan.
Esta muestra abarca una variedad de estilos, entre pinturas, esculturas, instalaciones y videoarte, con artistas que exploran temas que van desde la identidad y la política hasta la cultura y la tradición.
Según se explica desde la Fundación, esta muestra contiene “lenguajes, estéticas y soportes distintos que, dispuestos en el espacio expositivo, mantienen un diálogo fluido y trazan un panorama de la producción artística local. Sin proponérselo (o sí), sintonizan con las complejidades de un mundo en permanente estado de conjetura”.
Organizada por la Fundación Proa y con la curaduría de Rodrigo Alonso, la exhibición “Conjeturas” reúne piezas de Andrés Aizicovich, Sergio Avello, Elena Dahn, Iara Freiberg, Mauro Giaconi, Silvia Gurfein, Alicia Herrero, La Chola Poblete, Analía Sabán, Mariela Scafati, Alan Segal, Juan Sorrentino, Amparo Viau y Dolores Zinny & Juan Maidagan.
Las conjeturas – léase hipótesis, ideas, suposiciones o indicios basados en la observación, el razonamiento o la intuición – juegan un papel significativo en el campo de la creación. Los artistas a menudo se aventuran en nuevos territorios, experimentando con diferentes enfoques y técnicas, y formulan hipótesis previas a la producción de una obra invitando luego al espectador a hacer sus propias interpretaciones, ampliando lecturas y perspectivas que, invariablemente, derivarán en otras conjeturas.
A través de una variedad de medios y estilos, que abarcan desde la pintura y la escultura hasta la instalación y el videoarte, los artistas participantes exploran temas que van desde la identidad y la política hasta la cultura y la tradición.
La selección abarca lenguajes, estéticas y soportes distintos que, dispuestos en el espacio expositivo, mantienen un diálogo fluido y trazan un panorama de la producción artística local. Sin proponérselo (o sí), sintonizan con las complejidades de un mundo en permanente estado de conjetura.
La apertura oficial de “Conjeturas” tendrá lugar el sábado 26 de agosto de 12 a 19 horas en la Fundación PROA.