Prensa Publicada

  • Título: Nuevas arquitecturas de la imagen: Forensis en Fundación Proa
    Autor: Natalia Fortuny.
    Fecha: 02/02/2016
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    Pareciera que la fotografía actual está sellada por lo múltiple, o en todo caso por heterogeneidades que forman conjuntos, caminos que se acercan y que nos permiten hablar de señalamientos comunes, de problemas actuales de la fotografía aunque no necesariamente novedosos. Algunas de estas imágenes y prácticas fotográficas alteran la propia definición de lo fotográfico: la tensionan y la extienden hacia otros límites, explorando las posibilidades de diversos dispositivos y materiales. Obras que señalan desde la fotografía hacia algo más allá o más acá de ese lenguaje: un estar fuera de sí aunque sin abandonar lo propiamente fotográfico. Son movimientos y corrimientos de límites que dan claves acerca del lugar de la imagen en la sociedad contemporánea.

     

    Muchas de las estrategias de la fotografía de hoy son herederas, por ejemplo, de las instalaciones de Christian Boltanski y de las películas de Harun Farocki, artistas que se consideran editores o recicladores: en lugar de tomar sus propias imágenes las extraen de otros sitios. Trabajos elaborados con capturas de Google Street View como el de Doug Rickard A New American Picture (2012) cuestionan con materiales disponibles las ideas de autoría, estatuto de la obra, originalidad, productor, etc. Usando el mismo recurso, Michael Wolf presenta en Una serie de eventos desafortunados una nueva versión del instante decisivo cartiebressoniano. ¿Qué tránsitos recorren estas imágenes no producidas en su origen para un consumo estético y cuáles sentidos anudan respecto de lo real, la política, la historia, la verdad y, en especial, sobre la práctica misma de la fotografía al cuestionar incluso la propia idea del fotógrafo? De manera análoga, el argentino Gabriel Valansi ha trabajado con películas documentales sobre la segunda guerra mundial y también sobre imágenes de pornografía y de cámaras de seguridad. En relación a estas últimas, Farocki las ha llamado "imágenes operativas" ya que no fueron hechas para entretener, narrar o informar (Farocki, 2013). Son imágenes que no nacieron para la exhibición sino que fueron producidas con fines diferentes, son parte de una operación. Además de las imágenes de las cámaras de seguridad como dispositivos de control, otros ejemplos de imágenes operativas son las filmaciones que usan los robots y máquinas de las fábricas para remplazar al ojo humano o las cámaras que van en la punta de los misiles. Reubicar estas imágenes a partir del montaje para colocarlas en otros contextos y otras series sería la tarea del cineasta/fotógrafo/editor de hoy.

    En este marco, la muestra Forensis curada por Eyal Weizman y el equipo de Arquitectura Forense, y recientemente exhibida en Fundación Proa de Buenos Aires, resulta una interesante zona de contaminación entre la fotografía, el vídeo y otras disciplinas no relativas a lo visual. La tarea de este colectivo (el hecho de que sea un colectivo es ya significativo) se integra a lo que se llama desde hace algunos años el Giro Forense: la judicialización de aspectos o dimensiones que antes no eran tomados por la justicia: la política, el arte, la arquitectura, el teatro, la antropología (osteobiografías). Y, como anverso de esto, la instalación en lo público y lo político de cuestiones que no deben concernir sólo al Poder Judicial, considerado elemento central del control y gobierno de los Estados. La agencia contra-forense Forensic Architecture está integrada por arquitectos, artistas, cineastas, intelectuales, abogados y científicos, entre otros eventuales colaboradores, y se propone “revertir la dirección de la mirada forense para así enfrentar los abusos del poder de los Estados y las corporaciones en situaciones cargadas de tensiones políticas, conflictos violentos y cambio climático”1.

    No muy alejada de aquellas vanguardias que quisieron fusionar el arte a la vida o la forma a la función, muestras como la de Forensis dejan en claro –y en un sitio consagrado a las artes– que las intenciones estéticas no son una primeridad sino una consecuencia, deseable y admirable, pero claramente un resultado posterior de este colectivo.

    En todo caso, la imagen está allí como vehículo, como portadora ella misma, en sus entrañas, de una información que puede ser útil a la justicia, como evidencia de la violencia que será usada ante tribunales y cortes internacionales. Así, el equipo pone a disposición de organizaciones internacionales de fiscales, políticas y diversas ONGS sus investigaciones realizadas en edificios, ruinas, ciudades, imágenes satelitales y, significativamente, sobre lo que ellos entienden como una nueva clase de testimonios: las fotos y vídeos tomados y subidos a la red por ciudadanos comunes. Es la comparación de estos múltiples registros lo que les permite concluir acerca de un hecho ocurrido, mediante la creación de lo que llaman ‘complejos de imágenes’. Se trata, en palabras de sus artífices, de “relaciones espacio-temporales entre decenas y a veces cientos de imágenes y vídeos de los incidentes, surgidos de diferentes usuarios y desde múltiples perspectivas, ya sea desde el terreno, desde el aire o desde el espacio exterior. (…) Aprender a ver ese ‘complejo de imágenes’ es un trabajo activo de construcción, ya que es necesario literalmente construir modelos arquitecturales en los que situar las imágenes y vídeos, luego ensamblar, archivar y componer dentro de ellos las relaciones entre las imágenes.” En este marco, la arquitectura funciona no sólo como evidencia primaria (relevar huellas, grietas, indicios) sino fundamentalmente como dispositivo de visualización.

    Así, un vídeo de CNN sirve involuntariamente para reconstruir la trayectoria de los disparos y probar que un soldado israelí ha asesinado a dos adolescentes palestinos al dispararles con balas de plomo y no de goma como había declarado, poniendo además en relación estas imágenes con explicaciones de soldados en foros de internet acerca de formas de reemplazar balas en un rifle M16. En otro caso, la contrastación de numerosas fotos desde diversos puntos de vista les permitió establecer –por la posición del sol, de las sombras de los edificios y de los hongos de humo– la hora exacta de un bombardeo aéreo sobre una ciudad. Asimismo, fotografiada desde drones la vegetación de una selva amazónica pudo ser leída, en sus capas sucesivas y diversas, “en clave de evidencia arqueológica” y como prueba del exterminio de pueblos indígenas durante los años 70. Valiéndose de las posibilidades de la imagen y de los programas que pueden procesarlas, la arquitectura forense evalúa la evidencia espacial y arma presentaciones de índole político-legal para denunciar las violencias que no son atendidas por las justicias estatales.

    La arquitectura y la imagen son (cargan) información. La idea que aparece con fuerza al recorrer la muestra es la de metadato, es decir, la información que cada imagen contiene, que acarrea consigo y que puede desplegarse, compararse y ponerse a disposición de reclamos de sectores vulnerados, incluso a partir de tecnologías digitales similares a las que operan las armas que los ponen en peligro. El metadato es información que tiene la imagen pero que no es imagen ni pixel. Por ejemplo, es usual en formatos multimedia como fotos y audio  tener un contenedor de metadatos para organizar datos referentes a un archivo y poder incluir en el propio archivo de la imagen detalles técnicos de la toma: obturación, uso del flash, apertura del diafragma, fecha. Indagar en aquello de la imagen que no es del todo una imagen, parece una linda idea para pensar una muestra... ¿de arte?

    Al recorrer Forensis se recuerda la tarea del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que se inició al regreso de la democracia para investigar los crímenes de la reciente dictadura y aún hoy se encuentra en prolífica actividad. Esta organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro aplica desde 1984 la antropología y arqueología forenses para investigar los casos de personas desaparecidas en Argentina durante la última dictadura militar (1976-1983). Verdadera vanguardia mundial de esta disciplina, el equipo ha colaborado en desentrañar violaciones a los Derechos Humanos en el mundo y ha formado equipos similares en numerosos países. Cada hueso exhumado por el EAAF es un portador de metadatos: informaciones sobre la vida de la persona (su trabajo, alimentación, ubicación geográfica, hábitos, enfermedades) y también sobre las violencias infligidas, sobre el tiempo y la forma de la muerte, todas particularidades que hacen a cada víctima un sujeto único y singular.

    Por supuesto que la fotografía como evidencia y como herramienta de control tiene una larga historia y hay mucho escrito sobre esto (sobre la fotografía como prueba legítima, por ejemplo, para el sistema judicial). Algo que el célebre libro de fotos Evidence ha puesto en cuestión hace rato. Publicado en 1977 por Mike Mandel y Larry Sultan, Evidence recopila una serie de imágenes utilizadas como pruebas por diferentes instituciones (policía, bomberos, investigadores científicos, industrias), que resultan misteriosas ya que en este libro carecen de toda leyenda explicativa. A causa del vacío textual que provoca la falta de asidero de cada foto, el libro como obra lleva a preguntarse de qué es prueba la imagen. ¿Evidencia de qué cosa es la fotografía? O, ¿de qué manera algo se convierte en evidencia?

    En exposiciones como Forensis, estas nuevas evidencias deshacen las fronteras entre arte y justicia. Si la intención de la arquitectura forense es “producir una verdad que permita que ‘la justicia de la ley’ responda ante las ‘injusticias de la guerra’” es notable que la muestra resultante tenga también gran potencia de imagen, subrayando estos contactos interdisciplinares no nuevos pero sin embargo novedosos en su radicalización o profundización. Es sabido que a la fotografía artística o de autor le llevó décadas poder pensarse a sí misma como arte, entrar al museo y comercializarse como tal. Desde que Arago pidió en 1839 su uso irrestricto con fines científicos, pasando por los experimentos netamente de corte investigativo de Muybridge y Marey del principio de los tiempos de la fotografía, la imagen fotográfica parece hoy, liberada ya de la batalla de "ser arte", dispuesta a reencontrarse desde el mundo estético con esos otros mundos utilitarios o científicos. (Pienso, por nombrar sólo una muestra reciente en Buenos Aires, en Pablo La Padula y su Micrografía o el espejo de la naturaleza, permeando las fronteras entre ciencia y arte contemporáneo). Siendo hoy definitiva e incuestionablemente arte, la fotografía se anima quizás a borrar esa frontera que supo conseguir –mientras que las instituciones museísticas admiten estos cruces y arman exposiciones visuales que no han sido concebidas en su génesis como productos estéticos-. De hecho, Forensis se exhibió en Proa junto a la magnífica exposición multimedia Es posible porque es posible, del grupo indio Raqs Media Collective, quienes despliegan sus contenidos artístico-político-activistas sobre temas como la globalización, la desigualdad, los territorios y el autoritarismo, problematizando a su vez los conceptos de obra, autor y mercado del arte.

    La interdisciplinariedad hoy es el corazón de la fotografía y también -por qué no- del arte contemporáneo. Los campos estancos y los trabajos en solitario cada vez funcionan menos y no sólo para el mundo del arte sino también para las ciencias naturales, las humanas y las sociales. Que el rótulo de fotografía pueda hoy asociarse con diversas, heterogéneas e incluso opuestas formas y prácticas no parece ser para nada un obstáculo. Más bien, es en el encuentro actual de la fotografía con y desde nuevos mundos, con y desde nuevos problemas donde está su mayor riqueza.



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  • Título: Forensis, un paso más allá de la antropología forense.
    Autor: Viviana Ponieman
    Fecha: 29/01/2016
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    TESTIGOS Y TESTIMONIOS SE CORPORIZAN EN ESTAS IMÁGENES, RASTROS DE VIOLENCIA QUE CUESTIONA LA INFORMACIÓN Y LA VISIÓN ACERCA DE LOS CONFLICTOS GLOBALES, Y CONSTITUYEN EVIDENCIA. COMO HERRAMIENTA HACIA LA VERDAD Y LA JUSTICIA.


    Osteobiografías: Fosa común. Pilica farm, Bosnia.1996. Investigación del Tribunal Criminal Internacional. Foto: Gilles Peress.Gentileza Proa
    El equipo de investigación multidisciplinario Forensic Architecture, especializado en revelar e investigar las circunstancias políticas y sociales en donde transcurren los conflictos contemporáneos, presenta una inédita exhibición en la Fundación Proa.

    Esta muestra  nos invita a reflexionar sobre el mundo actual a través de la mirada de una agencia única integrada por arquitectos, artistas, cineastas, intelectuales, abogados y científicos que, desde la Universidad de Goldsmiths, en Londres, articulan sus estudios espaciales y culturales.
     
    Tanto por su contenido como por su forma, Forensis cuestiona las prácticas artísticas contemporáneas y propone un debate sobre el lugar del sujeto moderno en los diversos conflictos globales que lo atraviesan, social, cultural, espacial y materialmente.

    Forensic Architecture examina edificios, ruinas, ciudades, imágenes satelitales,
    e incluso fotos y videos subidos a la red por ciudadanos comunes que se constituyen en pruebas, como una nueva clase de testimonios: evidencia que luego se pone a disposición de fiscales internacionales, organizaciones políticas, ONG y las Naciones Unidas.

    Esta agencia contra-forense se propone revertir la dirección de la mirada forense para así enfrentar los abusos de poder de los Estados y las corporaciones en situaciones cargadas de tensiones políticas, conflictos violentos en una atmósfera de cambios.

    Retomando el concepto de foro, Forensis remite a un espacio en donde los hombres se reúnen para participar conjuntamente de la vida pública. La exhibición da cuenta de este concepto e intenta poner a disposición del visitante la posibilidad de participar y reflexionar, conocer y decodificar los rastros de intervenciones armadas en distintas épocas y geografías.

    Umbral de visibilidad. Ataques con drones
    Umbral de visibilidad. Ataques con drones
    La exposición que cuenta con la curaduría de Eyal Weisman (Israel 1970), Anselm Franke (Alemania 1978) y Rosario Güiraldes (Argentina 1984),  juega tanto con el término legal como con la raíz de la palabra foro y revela a través de las nuevas tecnologías de acceso público las huellas de la violencia ejercidas sobre pueblos, territorios y por supuesto personas.

    De ese modo pone en evidencia las lógicas que circulan donde los procedimientos no visibles y la información oculta o tergiversada va formando un sentido común de “normalidad” acerca de horrores y prácticas de violencia extrema, y fuera de toda legislación universal.

    Es vox populi que internet y los satélites cada vez más nos dejan en una especie de intemperie, pero lo que aquí se expone, demuestra la forma en que esas mismas herramientas pueden ser utilizadas de un modo inverso. Aunque no se pueden evitar hasta ahora, los abusos y estragos causados por ejércitos de ocupación o drones, sí se puede mirar, investigar, conocer y analizar para poder utilizar como testimonio de prueba y denuncia.  

    La ciencia forense se volvió un elemento central del modo en que los Estados controlan y gobiernan a los individuos, y a través de sus representaciones en los medios masivos de comunicación, lo forense se ha convertido en un rasgo inconfundible de la cultura contemporánea.
    Sin embargo, esta muestra va más allá, con el propósito de liberar el potencial de la ciencia forense como una práctica pública y política.
     
    La exhibición despliega a partir de imágenes, videos, mapas y objetos el resultado del análisis de diferentes casos y proyectos de investigación multidisciplinar que va desde la guerra con drones en las regiones fronterizas de Paquistán, pasando por las selvas de Centroamérica y Sudamérica, hasta los campos de batalla de Israel y Palestina.
     
    Paulo Tavares presenta: Amazonia, arqueología de la violencia.
    Amazonia, arqueología de la violencia. Brasil
    Amazonia, arqueología de la violencia. Brasil
    En 2012, Brasil conformó la Comisión Nacional de la Verdad, para investigar los crímenes de Estado cometidos ente 1946 y 1988. Uno de los asuntos analizados que generó más polémica refiere a la violencia infligida sobre los pueblos originarios después del golpe militar de 1964, que contó con apoyo de Estados Unidos.
     
    La investigación con sensores sofisticados permitió diferenciar la selva antigua de la  crecida sobre las ruinas de aldeas desaparecidas, una prueba de la existencia de pueblos indígenas como los Uaimiri-atroari, que durante la década de 1970 fueron prácticamente exterminados.
     
    Del mismo modo que lo huesos hablan para los antropólogos forenses, aquí se interroga a los objetos, videos, grabaciones de audio, fotos, imágenes aéreas, radiografías, planos, maquetas, mapas, y hasta restos de rocas o madera carbonizada en busca de rastros de la violencia generada por sus contextos contemporáneos y ámbitos donde estas historias latentes se hagan visibles y cobren voz.
     
    La “biografía” y el “testimonio” de los huesos demuestran el modo en que la combinación forense de ciencia y ley puede animar los objetos y tratarlos como si se tratara de sujetos humanos. Los restos humanos son la bisagra sobre la que gira nuestra sensibilidad forense, porque conservan los imborrables rastros de la vida de un individuo, que se demoran sobre la tierra como un fantasma.
     
     Si bien el juicio a Eichmann en Jerusalén introdujo a las víctimas como agentes legales e históricos y dio nacimiento a la llamada “Era de los testigos”, la investigación sobre los restos de Mengele en 1985, paradójicamente  ayudó a consolidar el proceso para la identificación de personas desaparecidas.
     
    Guerra de Gaza. 2014
    Guerra de Gaza. 2014
    Ataques con drones: Algunos misiles lanzados por drones abren un agujero en los techos y explotan recién al llegar al centro de la edificación. El resultado del orificio y la destrucción se puede ver apenas a través de un pixel que falta en las imágenes satelitales que se hacen públicas. Ese orificio, por lo tanto, es un “umbral de visibilidad”.
     
    Otro caso inquietante es el que desarrolla Eyal Weizman -director de la agencia de Arquitectura forense y profesor de Culturas Espaciales y Visuales de la Universidad de Goldsmiths-, en su texto “Atravesando muros”. Allí describe la maniobra llevada a cabo por unidades del ejército israelí durante el ataque a la ciudad de Nablus en abril de 2002, el comandante llama a las maniobras “geometría inversa”, ya que sus soldados atraviesan la ciudad por túneles hasta atacar a sus objetivos humanos.
     
    Esta práctica militar disuelve los bordes, las fronteras - casa-ciudad-Estado, y con ello la sintaxis del orden físico, social y político.
     
    Con muros que ya no son sólidos ni legalmente impenetrables desde el punto de vista físico ni conceptual, la  separación entre dentro y fuera, privado y público, colapsa. Afirmaba Ana Arendt.
    Y sobre esto ahonda Agamben: ”El agrietamiento del muro/frontera físico, visual y conceptual deja nuevos dominios expuestos al poder político, ofreciendo así un diagrama físico para el concepto de “Estado de excepción”.
     
    De algún modo los muros de silencio encubren la violación de otras paredes, de otros cuerpos, de otras geografías.

    Esta exhibición permite comprobar que al desnudar la lógica de los conflictos armados, se plantean innumerables interrogantes teóricos, históricos y estéticos que remiten a los umbrales de la ley y la visión.

    Amazonia, arqueología de la violencia. Brasil
    Amazonia, arqueología de la violencia. Brasil
    Una información que está al alcance sólo hay que saber decodificarla y rearmarla como un rompecabezas. La agencia de Arquitectura forense analiza y produce evidencia sobre crímenes allí donde se cruzan la violencia contra lo humano y lo no humano;  es una forma de hacer política dando voz a lo particular, reconstruyéndolo; pero no se trata de la evidencia en sí misma, sino de la búsqueda de esta y de la construcción de la sensibilidad para percibirla. 

    Este ejercicio pone en cuestión lo que sabemos, la forma de mirar, de informarnos, y ofrece un método para descubrir y catalogar las pruebas de delitos gravísimos contra la humanidad y contra la naturaleza, que permanecen encubiertos en sofisticados métodos, tecnologías y protocolos secretos.

    Testigos y testimonios se corporizan en estas imágenes, fotografías aéreas y satelitales, que junto al análisis de objetos y elementos encontrados en las locaciones en conflicto, funcionan como herramientas hacia la verdad y la justicia.
    Los rastros del delito están ahí, sólo hay que saber buscar. Y  Forensis nos dice que “la verdad es un proyecto común en permanente construcción”

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  • Título: Forensis en Buenos Aires. No hay futuro, hay foros
    Autor: Mauricio Corbalan
    Fecha: 24/12/2015
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    Alguna vez la arquitectura (europea) supo ser caracterizada como civil o militar. Los trabajos de sitio y la construcción de máquinas de asalto eran disciplinas que evolucionaban junto con las estrategias defensivas urbanas. La ciudad, el espacio donde se obtenían los derechos de ciudadanía, tenía incorporados los ciclos antagónicos de construcción y destrucción como fatalidades que el ingenio arquitectónico intentaba mitigar. Cuando las potencias industriales se enfrentaron a mitad del siglo XX, la consecuencia más devastadora del conflicto no fue la derrota militar de los ejércitos enemigos, sino la destrucción moral y material de la población civil mediante la violencia sistemática del bombardeo estratégico, los desplazamientos forzados y el genocidio. Los juicios de Núremberg primero y la Convención de Ginebra después fueron los artefactos políticos que surgieron como respuesta internacional ante estos crímenes de lesa humanidad. La arquitectura era la de un sistema legal a escala global para juzgar y evitar crímenes contra la población civil.

    Forensic Architecture (Arquitectura Forense) es el nombre de la organización que Eyal Weizman ha establecido en Londres y que, financiada por la Unión Europea desde 2010, se dedica a la producción de evidencia espacial para ser presentada ante foros internacionales de justicia en casos de crímenes de lesa humanidad. Londres es sede de muchas ONG globales de derechos humanos, pero también es un centro influyente de la educación arquitectónica y artística de ultramar. El ingenio de Weizman ha sido crear un subgénero, la “arquitectura forense”, como un audaz intento de reconectar la arquitectura con su perdida dimensión crítica. Algo que, en principio, parece anacrónico para una disciplina que hace rato ha entrado en un cono de irrelevancia epistemológica y que es observada con creciente desconfianza como simple brazo ejecutor de la proliferación urbanística del capitalismo tardío. A esto hay que sumarle la eficacia lograda por las herramientas tecnológicas de los multimedios para narrar e influir en conflictos y controversias. Forensis, la muestra del equipo Forensic Architecture que Weizman junto con Anselm Franke y Rosario Güiraldes presentan en Proa, explora escenarios de conflicto bélico y ecológico, recuperando una dimensión crítica de la arquitectura pero recurriendo a viejas figuras de la retórica. La sensibilidad forense se constituye con herramientas tan antiguas como el foro y la prosopopeya (hacer hablar a las cosas).

    El proyecto “Hannibal en Rafah: un día en la Guerra de Gaza de 2014” es una narración que abarca veinticuatro horas de violencia en uno de los días más sangrientos del conflicto. Utilizando registros de fuentes diversas, se reconstruye el asesinato de un joven palestino a manos de la policía fronteriza israelí. La evidencia es el resultado de un paciente ensamblaje de los testimonios de quienes se constituyen en denunciantes durante el suceso, pero también de aquellos que producen registros del ambiente donde tiene lugar el hecho de manera no intencionada. La investigación es una cuidadosa composición en la que se utilizan métodos analíticos que van desde la proyección de sombras para averiguar desde dónde se captó un registro fílmico hasta el análisis de plumas de humo para reconstruir el momento preciso en que es atacado un edificio. Forensis hace uso de las teorías de la performatividad, del actor red y el urbanismo cyborg para equipar nuestra sensibilidad y así poder leer los edificios como distribuciones materiales en constante devenir. Los edificios se convierten así en sensores de un ambiente, nos comparten su Umwelt, antes privado a los seres vivos.

    Una de las motivaciones de Weizman para venir a Buenos Aires era conocer a la gente del Equipo Argentino de Antropologia Forense, cuya tarea ha sido un enorme estímulo para la creación de Forensic Architecture. El trabajo pionero de Clyde Snow en la atribución del cráneo de Josef Mengele en Brasil en 1984 y su participación decisiva durante el juicio a las juntas en Buenos Aires en 1985 están registrados en el libro La calavera de Mengele (2012), de Weizman y Thomas Keenan. La agenda de los derechos humanos en Sudamérica es, a juicio de Weizman, un hito en el desarrollo de la estética forense.

    Forensis llegó a la región en un momento particular. Hace unas semanas, un salón del Congreso de la Nación donde se estaba llevando a cabo un encuentro sobre alternativas al extractivismo tuvo que ser evacuado por una amenaza de bomba. El ambiente se ha vuelto una cuestión peligrosa y mortal. La proliferación de conflictos ambientales como efecto colateral de las políticas neodesarrolistas implementadas en la última década ha constituido un escenario donde “gobernar es urbanizar”. Urbanizar quiere decir: destrucción de ecosistemas locales e inmigración forzosa hacia las periferias urbanas.Forensis nos demuestra que estos procesos de reconfiguración territorial deben ser tipificados como casos de violencia espacial.

    La arqueología del Amazonas está demostrando que nuestra expectativa por las grandes ruinas es signo de la preeminencia de lo urbano como proceso civilizatorio, pero que la compleja organización de un territorio a gran escala puede llevarse a cabo por otros medios. Esto significaría la descolonización de nuestra idea de ciudad, como explica la investigación realizada por Paulo Tavares en relación con el urbanismo Xingu.

    Las recientes innovaciones constitucionales de Ecuador y Bolivia o la experiencia de “ciudadanía de la floresta” en el estado de Acre, en la Amazonia brasileña, nos permiten inferir que estamos frente a una transición entre una agenda de derechos humanos y otra que incluya los derechos de la naturaleza. En la reciente COP 21 de París se anunció que la constitución de un tribunal internacional para juzgar crímenes contra la naturaleza está en marcha.



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  • Título: Guerra invisible
    Autor: Daniel Link
    Fecha: 21/11/2015
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    Hace unas semanas me había quedado fascinado mirando uno de los extraordinarios proyectos exhibidos en Fundación Proa, el trabajo de Forensic Architecture, una agencia integrada por arquitectos, artistas, intelectuales, abogados, científicos y técnicos en computación.

    Forensic Architecture examina imágenes de lugares en guerra (edificios, ruinas, ciudades captadas por cámaras satelitales o subidas a la red por ciudadanos comunes) para determinar de qué dan cuenta esas motas de polvo, esos píxeles apenas dibujados en una pantalla, esas débiles columnas de humo: los rastros de una conflagración que está hecha para que la televisión no pueda mostrarla.

    Al exponer la lógica actual de los conflictos armados (y el secreto que los constituye), Forensic Architecture interroga al mismo los umbrales de la ley (lo que es legítimo hacer en una situación de guerra) y de la visibilidad, lo que es legítimo deducir de unas imágenes opacas (deliberadamente opacadas) para quien no cuente con la tecnología de punta que las fuerzas militares de Occidente utilizan.

    El más extraordinario de los proyectos reconstruía (a través de cámaras de seguridad, fotografías de testigos, imágenes urbanas tomadas desde satélites) la línea de tiempo de ciertos bombardeos realizados con drones, que producían agujeros diminutos (desde la perspectiva satelital) en los techos, para explotar y aniquilar la vida dentro de los edificios. Reconstruían, sobre la base de ecuaciones matemáticas, la localización de los edificios bombardeados y deducían, comparando imágenes previas a los bombardeos con imágenes posteriores, examinando las sombras que el sol trazaba en su recorrido, el lugar y la hora donde unos drones habían descargado su carga de muerte.

    Una guerra que se desarrollaba no a baja intensidad, sino en los umbrales mismos de la visibilidad y de la inteligibilidad, de pronto se revelaba en todo su horror.

    La semana pasada, los atentados en Beirut y en París (que se suman a una larga lista de atrocidades) también ponían en crisis el campo de lo visible. En el caso de París, EI (Estado Islámico es más que una organización terrorista en la medida en que reivindica para sí el título de califato; es un Estado sin territorio) atacó sus puntos más vulnerables: el barrio de Saint-Denis (donde hay alta concentración de inmigración musulmana) y los bares donde se reúnen los jóvenes (franceses o no) menos dispuestos a adoptar sin discusión las causas bélicas de la OTAN y que mayor solidaridad han mostrado con las víctimas de los bombardeos indiscriminados en Oriente Medio.

    Además, EI (a diferencia de Al Qaeda) admite comandos suicidas femeninos, con lo cual vuelve mucho más borroso el umbral de la guerra.
    Si se admite que “hay guerra”, hay que agregar que los contendientes son enemigos indeterminados, y tanto un bando como el otro ataca indiscriminadamente posiciones que la guerra clásica nunca hubiera incorporado en su horizonte. Pero, además, los soldados de esa guerra también pueden estar en cualquier parte o en ninguna (en el caso de los drones).

    Una guerra de ese tipo existe sólo en la medida en que se la sostenga en el discurso y demuestra, por lo tanto, un deseo de guerra cuyas víctimas somos y seremos todos: tanto en los países de Oriente Medio como en los países de Occidente, la paranoia fundamentalista y las medidas de seguridad no han cesado de crecer exponencialmente desde 2001. Quince años de guerra continua que no han logrado que los actos de terror se detengan sino todo lo contrario, porque ahora sabemos que la “guerra barroca” (como la tipificó el periodista francés “experto en asuntos militares” Pierre Servent) va mucho más allá de la distorsión de las formas que el adjetivo permitiría prever y se postula, en cambio, como una guerra informe, amorfa, ilocalizable, irrepresentable, invisible.

    Los trabajos de colectivos como Forensic Architecture no nos salvarán, pero al menos establecerán algunos parámetros racionales para que alguien, alguna vez, pueda contarnos qué fue lo que pasó en el comienzo del siglo en el que el estado de excepción se convirtió en la norma.



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  • Título: Dos muestras que indagan la compleja relación entre el arte y el pensamiento.
    Autor: Natalia Paéz
    Fecha: 12/11/2015
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    Es posible porque es posible pertenece al grupo indio Raqs Media Collective, cuyos integrantes se definen como agentes filosóficos provocadores y plantean preguntas a través de experiencias multimedia. Por su parte, Forensis corresponde a un equipo multidisciplinario de la Universidad
     de Golsmith que por distintos medios expone la lógica de los conflictos armados. Ambas, en Proa.

     

    Hace unos días una empleada de limpieza del museo italiano Bozen-Bolzano confundió una obra de arte contemporáneo con basura y sencillamente la barrió. Se trataba de la instalación Dónde podríamos ir a bailar esta noche de las artistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari compuesta entre otros elementos por unas botellas vacías desparramadas en el piso, y colillas de cigarrillo. Esto abrió entre críticos, pero también entre consumidores de arte contemporáneo, un debate respecto de la entidad que ciertas obras tienen para ser consideradas arte. Hubo quienes celebraron este acto performático involuntario de la empleada de limpieza y pidieron que fuera entronizada como curadora de la sala. Hubo, también, quienes defendieron el lugar que el arte contemporáneo tiene para plantear reflexiones, provocaciones y preguntas. Un puente entre el arte y el pensamiento.
    En esta línea dos muestras en Fundación Proa interpelan el estado de las cosas. Una de ellas, Es posible porque es posible, del grupo indio Raqs Media Collective, plantea a través de la experiencia multimedia preguntas sobre las sociedades globalizadas, la territorialidad, los autoritarismos, la literatura. Haciendo el contrajuego a la sigla FAQs (Frecuent Asqued Questions, preguntas frecuentes, en inglés) los RAQs (Rarely Asqued Questions, preguntas raras) son un colectivo de artistas que se creó en 1992 en Nueva Delhi y que se autodefinen como “agentes filosóficos provocadores” o, también como experimentadores del pensamiento.
    La muestra está compuesta de videos, esculturas, instalaciones. Una de ellas, por ejemplo, ubicada en la sala 2 del espacio de La Boca, son dos escritorios contiguos. Uno recibe al público para plantear preguntas raras. Una persona del museo escogerá al azar una respuesta de un fichero que contiene afirmaciones. El otro mostrador está siempre cerrado porque es el de las FAQS, las preguntas frecuentes (que siempre obtienen la misma respuesta). Raqs, una palabra en persa, en urdu y árabe que se utiliza para definir un estado de meditación, es el nombre que Jeebesh Bagchi (1966), Monica Narula (1969) y Shuddhabrata Sengupta (1968) –los miembros del colectivo- eligieron para referir esta experiencia entre el arte contemporáneo y la filosofía.
    La selección fue realizada por los curadores Cuauhtémoc Medina (México) y Ferrán Barenblit (argentino que dirige el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) y las obras proponen interrogantes sobre el tiempo, las ideologías, la economía, la globalización, las redes de comunicación.
    Algunas de las preguntas que se formulan en el recorrido son “¿Cómo experimentamos la sensación del tiempo en un mundo productivo? ¿Cómo distribuimos nuestra vida en relación a ese tiempo? ¿Cómo imaginamos el futuro? ¿Cómo es administrada nuestra vida y hasta qué punto podemos alterar las lógicas cotidianas y políticas en que esta se nos presenta?” Es posible porque es posible plantea esas reflexiones a través de su contemplación política. Haciendo preguntas sobre lo contemporáneo desde una estética particular. “Es un extraordinario alegato por la complejidad y pluralidad de las realidades que habitamos, tanto por las energías de los vivos como por los ecos de los muertos, y la intensidad que habita en la batalla que ocurre entre los sistemas sociales, nuestros deseos y cuerpos, la historia, los otros seres sobre la tierra, las palabras y las imágenes”, escribe en un diálogo curatorial Cuauhtémoc Medina.
    En la sala 1 la obra Aquí, en otro lugar (Rueda de escape) está compuesta por cinco relojes en aluminio y vidrio que emulan a los que se encuentran en los aeropuertos con las horas de distintas ciudades. Es que uno de los ejes principales de esta muestra es la cuestión del tiempo como noción motora del capitalismo. En cada reloj en lugar de números (que controlan el tiempo, la producción, el trabajo) hay sentimientos y estados de ánimo. De modo que en lugar de 1, 2, 3, puede encontrarse “angustia, alegría”. Las tensiones entre la vida y el sistema productivo.
    En la sala 3, la instalación Pregúntale al de al lado (2012) fue hecha en Corea y consiste en una serie de videos con frases (en coreano) tomadas del Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam. Son reflexiones que muestran la actualidad de preguntas sobre los órdenes representativos y políticos que conectan los siglos XVI y XXI. Así la muestra de este colectivo de artistas propone pensar la manera de estar en el mundo.
    Presentándose en este espacio de arte, sin ser ellos un grupo que se dedique al arte, Forensic Architecture es un equipo de investigación internacional alojado en la Universidad de Goldsmiths, en Londres. Está formado por arquitectos, artistas, cineastas, activistas y científicos que exponen sus estudios espaciales en foros legales y políticos alrededor del mundo.
    En la muestra titulada Forensis que también está alojada en PROA, se encuentra Ataques con drones: a partir de imágenes satelitales este equipo estudia los agujeros que dejan los misiles lanzados por drones en edificios de distintas ciudades. “Un agujero no es simplemente una ausencia, contiene más, y no menos información que la materia que lo rodea, ya se trate de hormigón armado o de una atmósfera rica en ozono. Esto se debe a que un agujero es información tanto de la materia que atraviesa como a la forma de su ausencia”, dice el catálogo. Otro proyecto que se exhibe es Hannibal en Rafah o Un día en la guerra de Gaza 2014. Con documentación sobre los ataques del 8 de julio en la ciudad más al sur de la Franja de Gaza en la que Forensic Architecture se abocó a la reconstrucción detallada de los eventos de ese día. Con análisis de testimonios de las víctimas, videos y fotografías tomadas en terreno o subidas a las redes sociales e imágenes satelitales que devino en una video instalación.
    Se trata de la exhibición de parte del trabajo de una agencia contraforense que se puso la misión de dar vuelta la dirección de la mirada forense para así enfrentar los abusos de poder de los Estados y las corporaciones en situaciones de tensión política y conflictos violentos.
    Con el propósito de liberar el potencial de la ciencia forense como una práctica pública y política los Forensic Architecture proponen exponer la lógica de los conflictos armados donde se plantean interrogantes teóricos, históricos y estéticos. «

     

     

    El dato

    La muestra del colectivo RAQS puede visitarse hasta el domingo 22, mientras que la exhibición Forensis se mantiene hasta fin de año.
    Ambas se exhiben  en Fundación Proa, Avenida Pedro de Mendoza 1929,CABA.
    <www.proa.org>



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  • Título: La moda de los datos: imaginarios artísticos hechos de información.
    Autor: Natalia Blanc
    Fecha: 09/11/2015
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    Los usos del Big Data renuevan el arte y además marcan una tendencia de enfoque en el periodismo y en las investigaciones de ciencias sociales; ayer empezó un ciclo que exhibe muchas de estas propuestas

     

    Cuadro, videoinstalación con música y visualizaciones en vivo del grupo Entre Ríos
    Cuadro, videoinstalación con música y visualizaciones en vivo del grupo Entre Ríos.Foto:Gentileza Prensa

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    La producción de datos en grandes volúmenes es un fenómeno de estos tiempos. Los usuarios de Internet, teléfonos inteligentes, aplicaciones de comunicación, redes sociales y sensores en tiempo real como los GPS, entre muchos otros recursos tecnológicos, generan datos permanentemente, aunque ni siquiera lo sepan. Al mismo tiempo, los estados (desde un país hasta una comuna) y las empresas (de las multinacionales a las pequeñas) producen y almacenan información en soporte digital.

    Ese enorme conjunto de datos globales crece año tras año y nada indica que la tendencia vaya a detenerse. Al contrario: a modo de ejemplo, sólo en 2009 se produjeron tantos bytes (la unidad de información básica utilizada en computación y en telecomunicaciones) como en toda la historia de la humanidad.

    El acceso público a los datos particulares, oficiales y comerciales dio origen a un nuevobig bang: una explosión de información estadística de diversas temáticas. Así, en los últimos años, filósofos, investigadores, periodistas, diseñadores, músicos y artistas tomaron el fenómeno del Big Data como objeto de estudio y como materia prima de trabajos creativos.

    "Tras la novela, y posteriormente la narrativa cinematográfica como forma clave de expresión cultural de la era moderna, la era digital introduce su correlato: las bases de datos. Es natural, entonces, que queramos desarrollar una poética, una estética y una ética de los datos", escribió el crítico Lev Manovich en El lenguaje de los nuevos medios, libro editado en 2011 por el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

    Big Data en el arte

    En la muestra Big Bang Data, que puede verse en el Espacio de Arte de Fundación Telefónica hasta el 28 de noviembre, artistas de todo el mundo exhiben al público diversas maneras de representación del universo de los datos: gráficos de visualización que a simple vista parecen cuadros, mapas interactivos, instalaciones visuales y sonoras, entre otras obras de arte digital.

    Con abordaje interdisciplinario y mirada crítica hacia la política global, Forensis (en Fundación Proa hasta el miércoles 11) presenta siete proyectos de investigación sobre los conflictos sociales en varios países, creados a partir de imágenes satelitales e información oficial de acceso público.

    Este año, en el ciclo Noviembre Electrónico, donde confluyen el arte tecnológico y la cultura digital, los datos serán protagonistas. La nueva edición, que comenzó ayer y se extenderá hasta el sábado 14 en el Centro Cultural San Martín y el Planetario, está dedicada a indagar en la poética de los datos.

    "Cada temporada buscamos una temática vinculada con la era digital. En 2014, el eje fue la robótica y para 2015 elegimos la problemática de los datos, para presentar tanto en las exhibiciones como en las conferencias que ofrecerán especialistas durante La Noche de la Cultura Digital, que tendrá lugar por primera vez el sábado próximo desde las 20 hasta la madrugada", explicó Diego Pimentel, curador del ciclo.

    Una de las cinco muestras se denomina Laboratorio de Datos: toma la información oficial de la ciudad de Buenos Aires como plataforma para exhibir maquetas y cuadros de visualización de datos públicos, creados por integrantes de la cátedra Longinotti de la carrera de Diseño de la UBA. El público podrá ver y manipular dispositivos animados, impresos e interactivos.

    En esa sala se presenta Ciberpunks, una especie de búnker que representa un paraíso nerd desde donde se muestran ejemplos de visualización de información. Este colectivo de artistas plantea una pregunta inquietante: ¿hasta dónde están al resguardo los datos conectados a la Red?

    Ese trabajo, un manifiesto a favor del acceso público a la información, se relaciona con la visita de Ewen MacAskill y David Blishen, periodistas de The Guardian, que siguieron el caso Snowden y escribieron el informe por el que el diario británico y el estadounidense The Washington Post ganaron el premio Pulitzer al Servicio Público en abril de 2014. Los periodistas participarán de dos charlas abiertas: el martes 10, en el marco de ArtMedia, y en La Noche de la Cultura Digital. Más información en www.noviembreelectronico.elculturalsanmartin.org.

    +Code, otra de las exhibiciones, muestra el uso de los datos para "nuevos imaginarios visuales, audiovisuales e interactivos". "Es el resultado de producir imaginarios estéticos con códigos", agrega Pimentel.

    En Noviembre Electrónico también se podrá ver Cuadro, una videoinstalación del grupo Entre Ríos, que ayer inauguró el ciclo con una performance con visualizaciones en el Planetario.

    Agenda electrónica
    Hasta el 11

    Forensis, muestra del grupo Forensic Architecture, sigue en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929)

    Hasta el 14

    El ciclo Noviembre Electrónico se realizará gratis durante toda esta semana en el Cultural San Martín y tendrá su cierre el sábado proximo con invitados especiales en La noche de la cultura digital

    Hasta el 28

    En Fundación Telefónica (Arenales 1540), continúa la muestra Big Bang Data. También con entrada libre



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  • Título: El arte de la guerra.
    Autor: Leopoldo Estol
    Fecha: 01/11/2015
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    Hasta fin de mes, Fundación Proa presenta la exhibición Forensis, del equipo multidisciplinario Forensic Architecture, especializado en revelar las circunstancias políticas y sociales de los conflictos contemporáneos, especialmente los bélicos. Desde la relación que tienen las prácticas del ejército israelí con Deleuze y Guattari hasta la modalidad futurista de los ataques con drones, Forensic Architecture, cuyo investigador principal es el israelí Eyal Weizman, muestra imágenes de dominio público satelitales, en 3D, en video y fotografías profesionales o anónimas subidas a la web para definir un mapa de los campos de batalla mundiales.

     

    Soldados que hacen un boquete y atraviesan hogares trasladándose como si la ciudad se tratara de un queso gruyere. Drones que se toman el trabajo de llevar sus misiles hasta la cama de sus futuras víctimas y estrategas militares que estudian la obra de Deleuze y Guattari para luego aplicarla en el campo de batalla. La guerra siempre se trató de destruir al otro pero lo que queda claro después de escuchar por dos horas a Eyal Weizman es que lo que en algún momento identificamos como guerra ha cambiado mucho sus formas.

    Algunos conocieron a Eyal Weizman –morocho de 45 años despeinado con prolijidad– a través del capítulo que le dedicó Arquitectura rebelde, una serie documental producida por Al Jazeera que exploraba los lindes de la práctica arquitéctonica, y en especial a quienes van más allá de la creación de icónicos edificios o de la desaforada construcción de casas. Otros dieron con este arquitecto nacido en Haifa (Israel) que estudió y reside en Londres, gracias a un texto que puso en circulación en el 2007 con un título intrigante: “Caminar atravesando muros”. Hace pocos días visitó el país y dio una conferencia y aunque pronto siguió su viaje, todavía se puede visitar la muestra que da cuenta de los singulares proyectos que realiza junto a Arquitectura Forense, una suerte de agencia que desembarcó en la planta alta de la Fundación Proa con la curaduría de Rosario Güiraldes y Anselm Franke. Proyecciones, fotos, mapas y textos se conjugan sobre paredes cuidadosamente pintadas de negro. Todo sirve para narrar la labor colectiva que coordina Eyal en la Universidad de Goldsmiths donde interactúan arquitectos, directores de cine, artistas y curadores en pos de llevar justicia allá donde parecerían abandonarse todos los protocolos del diálogo.

    DOS FUERZAS VIVAS

    Fue un astuto teórico y militar prusiano, quien desde muy joven se vinculó a la guerra a través de los combates contra la avanzada napoleónica, Carl von Clausewitz, a quien se le atribuye la siguiente cita: “La guerra no es la acción de una fuerza viva sobre una masa inerte sino que es siempre la colisión de dos fuerzas vivas”. Quizás eso ayude a explicar la forma en la que los estrategas israelíes entran a zonas densamente pobladas de Palestina, no utilizando las esperables calles sino justamente, cercenando el espacio privado de cada familia. ¿Y cómo sería eso? En un accionar con claros ecos situacionistas se borra el límite entre lo privado y lo público. En el material que expone AF se puede ver a soldados realizando agujeros en las medianeras de las casas e irrumpiendo en la cotidianidad de las familias, por ejemplo, ¡en el medio de una cena! Pero a diferencia de la deriva que proponían los situacionistas en su búsqueda de abordar la ciudad de maneras nuevas, es más que evidente que a los soldados no les interesa que emerja un deseo oculto o llegar a una autoconciencia mayor sino procurar un dominio territorial exitoso.

    Estrategias de guerra como ésta se deben a las nuevas adquisiciones en las bibliotecas militares israelíes. Weizman ha logrado entrevistar a algunos como es el caso del brigadier general retirado Shimon Naveh que fue influenciado por autores como Deleuze y Guatari. “Entidades rivales informes”, “Maniobra fractal: asaltos súbitos”, “Velocidad vs. ritmo”: evidentemente la inteligencia israelí ha logrado extrapolar algunos términos caros a las ciencias sociales y hacer con ellos algo horrendo. No hay tiempo para lamentos, el activismo de AF llega hasta los mismos edificos y los registra como entidades dinámicas. En pos de esclarecer los desmanes producidos por la guerra, la reconstrucción y documentación de estos conflictos lleva una investigación detallada puede demorar años pero que puede encontrar respuesta a cómo armar el puzzle en los 3 primeros milímetros de la fachada de un edificio, un sensor fabuloso –como nos cuenta Weizman– que registra la humedad, la polución y datos sobre el impacto de una explosión.

    ROBOTS ASESINOS

    La posibilidad de que un robot mate a una persona ya no es la excepción del T-800 que Arnold Schwarzenegger interpretaba en Terminator. AF fue convocado por una comisión de derechos húmanos de la ONU para brindar más datos sobre algunos acontecimientos en Oriente Medio. Y lo que la agencia descubrió dejó a todos helados: descubrieron que muchos de los edificios atacados por drones tenían una especie de firma, un pequeño agujero en el techo. La razón, pudieron ver al chequear los sitios web de fabricantes de armas, era que los misiles arrojados por el drone están equipados con un fusible de retardo. Los pocos milisegundos entre el impacto y la detonación permiten al misil penetrar a través del techo e ingresar en la habitación de abajo arrojando sus cientos de partículas asesinas. Pero, lo que Arquitectura Forense señala es que esta extraña modalidad prolifera porque a simple vista desde la calle no se percibe que la casa ha sido bombardeada.

    Éso es algo que en la muestra pone de manifiesto con un aventurado compromiso y sin pensarlo dos veces: visto desde arriba ese diminuto agujero es el único rastro visible que deja el drone. ¿Es posible hacer justicia cuando las pruebas son tan sutiles? Pero este agujero también pone en evidencia una segunda cuestión que es central a la geopolítica y los derechos civiles, y éso es el umbral de detectabilidad, es decir, el pequeño margen que tenemos como sociedad para darnos cuenta de que ha sucedido un crimen.

    Lo que este peculiar e innovador colectivo nos permite dimensionar son los bordes algo difusos sobre los que se paran los Estados todopoderosos para birlar convenciones y tratados sin asumir que han violado un cese al fuego o una tregua como puede ocurrir en las idas y vueltas habituales de Medio Oriente. Es sabido que los satélites pueden mirar más allá de lo que las imágenes muestran. Pero identificar el agujero que produce un drone puede ser menor a un pixel.

    Entonces, podríamos pensar que ¡la resolución de las imagenes se vuelve cómplice de los crímenes! En los papeles esa ausencia de detalles se explica en la necesidad de Google y otras empresas de evitar juicios de individuos que encuentren su intimidad invadida. La resolución entonces no es solo fruto de la óptica del lente y de la capacidad de almacenar información del satelite sino también, para usar un término que popularizó Le Corbusier, de un “modulor” diseñado de acuerdo a las medidas del cuerpo humano. AF nos enfrenta a muchos problemas que parecen delinear un horizonte donde las ONG pueden decidir e intervenir en el curso de guerras.

    Weizman aprovechó su visita a la Argentina para remarcar la alta estima que siente por Luis Moreno Ocampo, quien sentó una nueva juriprudencia al permitir mostrar diapositivas en un juicio, como también por el Equipo Argentino de Antropología Forense, reconocido internacionalmente por sus investigaciones sobre los de-saparecidos que recientemente fuera invitado a involucrarse en las acciones que buscan el esclarecimiento de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En esa genealogía que busca justicia se abre un mapa que nos incluye y que necesita que se corra la voz. A riesgo de que una vez más la guerra se avecine sobre nosotros y sintamos esa mezla amarga hecha de la resignación e impotencia que da no tener herramientas para combatirla.



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  • Título: Paisajes de la información: la era mutante
    Autor: Fernando García
    Fecha: 25/10/2015
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    Dos grupos multidisciplinarios reflejan en Fundación Proa las nuevas formas en que el arte contemporáneo aborda la realidad social, política y económica

    Las metamorfosis expositivas del arte contemporáneo son tales que prácticamente no hay una idea que no pueda ser desplegada en el espacio. Por estos días, las dos muestras que se complementan en Fundación Proa, además de reflejar esa situación, pueden verse como emergentes de un subgénero en la vasta escena global. De conformación multidisciplinaria y fuerte impronta política, los colectivos Forensic Architecture (con base en Londres) y RAQs Media Collective (de Nueva Delhi) suponen la reinvención de uno de los géneros clásicos de la pintura: el paisaje. No ya el paisaje entendido como una mímesis de la naturaleza ni como, con la fotografía, registro del horizonte urbano, sino como paisajes de la información (infoscapes).

    Tanto Forensic Architecture, con Forensis, como RAQs, con Es posible porque es posible, captan el imaginario de un nuevo activismo que no sólo tiene desarrollo en los movimientos civiles globalifóbicos (el nomadismo neoanarco de las manifestaciones anti G-8, Occupy Wall Street) sino que además expande a los dominios del arte contemporáneo el espectáculo del infotainment (información más entretenimiento), catalizado sobre todo por las figuras de Naomi Klein (autora del best seller No Logo) y el documentalista-estrella Michael Moore.

     

    Por supuesto que la forma de desplegar estos infoscapespuede ser tan variada como las estrategias pictóricas para rendir cuenta de un paisaje. RAQs, que se define como un "laboratorio de pensamiento", hunde raíces en la historia de la filosofía, de Erasmo de Rotterdam a Marx. Esta antología que reúne obras de distintos proyectos tiene algo de un Mayo del '68 museificado. Entre otras instalaciones se cuentan Economía de pizarra (2012), un pizarrón que despliega diagramas y reflexiones sobre la geopolítica del capital, y la reconstrucción de Pregúntale al de al lado(2012), una intervención en el subte de Seúl, donde "atacaron" los trenes con cartelería inspirada en Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam.

    La intervención metropolitana, una de las claves de RAQs, evoca directamente otro colectivo multidisciplinario: el Group Material (Estados Unidos). En la obra Subcultura(1983), este grupo reemplazó 2700 paneles publicitarios de los trenes IRT de Nueva York por pinturas, con el objetivo de desjerarquizar el lugar del arte en las colecciones privadas y los museos.

     

    Group Material, que contó entre sus filas al cubano Félix González-Torres, también tiende un puente con el paisajismo informativo de Forensic Architecture. Entre sus instalaciones más polémicas se contó Línea de tiempo, una crónica de la intervención de los Estados Unidos en América Central y Sudamérica (1984). Un diagrama de textos, reproducciones de obras y fotos ocupaba todo el espacio mezclando una naturaleza muerta de Rivera con afiches contra Pinochet o la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

    Actualizando esa dramaturgia del arte conceptual de los años 70, que el filósofo ruso Boris Groys observó como antecedente de la arquitectura visual de las redes sociales, Forensic Architecture despliega la cartografía de la nueva guerra con el dron como verdugo. Sus instalaciones multimedia echan mano a toda la tecnología disponible, desde desarrollos 3D hasta fotos y videos anónimos subidos a la Web; desde imágenes satelitales hasta panorámicas pixeladas. El paisaje: de la pincelada a la pixelada.

    Siguiendo los métodos de investigación de la arquitectura forense (de allí el nombre del colectivo) para abordar un bombardeo a Palestina o el genocidio de una tribu amazónica, Forensic Architecture provee de evidencia a organismos no gubernamentales y foros internacionales. ¿Por qué este trabajo es espectacularizado y consumido como arte? Acaso haya que encontrar la respuesta en esa persistencia del paisaje como género.

    En su presentación, Forensic Architecture observa que "la ciencia forense se volvió un elemento central del modo en que los Estados controlan y gobiernan a los individuos, y a través de sus representaciones en los medios masivos de comunicación, lo forense se ha convertido en un rasgo inconfundible de la cultura contemporánea". Entre nosotros es ineludible la mención al Equipo Argentino de Antropología Forense, cuyas investigaciones cruzaron la frontera de las noticias y el arte a través de la cámara de la artista platense Helen Zout.

    En su desarrollo multidisciplinario, donde convergen arquitectos, diseñadores, cineastas, curadores y, sí, artistas, Forensic emula a otros colectivos, los de Sillicon Valley. Los créditos de cada uno de los proyectos (más adecuado que decir "obras") recuerdan las listas sábana en la firma del software (el programa Photoshop, por ejemplo). Esa horizontalidad los distingue de otro modelo del arte contemporáneo, como son los artistas-factoría que recurren a redes multidisciplinarias para consumar sus obras. Tal el caso del danés Olafur Eliasson, el inglés Damien Hirst o el argentino Tomás Saraceno.

    Entre esa voluntad de producir objetos visuales y de incidir en el discurso del poder, Forensic Architecture encuentra un antecedente en los corrosivos The Yes Men, un grupo de arte y activismo especializado en infiltrarse en cumbres internacionales (desarrollando desde documentación hasta sitios web falsos) para denunciar crímenes corporativos; por ejemplo, el de la mortífera contaminación en Bhopal, India, por la compañía Dow Chemical. Si bien hoy comercializan sus documentales en DVD, la circulación de The Yes Men se dio, sobre todo, en bienales y espacios de arte.

    Ya no se trata de la realidad como show de los noticieros, sino de la información como paisaje en el escenario mutante del arte contemporáneo.



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  • Título: Las pruebas del crimen.
    Autor: Roberto Jacoby
    Fecha: 17/10/2015
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    Hace algunos años en CIA (Canal de Interferencias Artísticas) invitamos a Teddy Cruz, un arquitecto guatemalteco que estudia territorios con jurisdicciones imprecisas, las fronteras, los márgenes. Decía que en esas fracturas se instalaban también arquitecturas espontáneas como formas de resistencia. Teddy nos introdujo a Eyal Weizman, también arquitecto. Lo empecé a seguir y llegué a su texto "Caminar atravesando muros", que me pareció interesante: teoría francesa, teoría militar, acción artística. Las fuerzas de defensa de Israel leen a Deleuze. Territorios lisos y territorios estriados, dice Deleuze. Weizman siguió investigando y creó la red Forensic Architecture de la que en Proa pueden verse algunos trabajos. Una aproximación totalmente nueva a la cultura visual. Usan las imágenes, el humo, el polvo, todas las huellas de los acontecimientos para hacer aparecer sucesos que se pretenden ocultar. Trabajan en situaciones límite, donde se violan derechos humanos y se articulan con los nuevos procesos de justicia universal. Allí interviene el grupo de Weizman: provee a los abogados materiales de prueba. Pocas veces he visto a alguien exponer tan bien como él. Un materialismo histórico en la era de la globalización. La expresión "multidisciplinario" me parecía una expresión de deseos, una idea abstracta pero en Forensic se ve que es posible.

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  • Título: Arte a pedir de Boca para escapar de la amargura.
    Autor: María Paula Zacharías
    Fecha: 26/09/2015
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    La globalización, la economía, la política, el tiempo, la acumulación o los autoritarismos se ponen en duda en una docena de obras de tres artistas procedentes de la India que se autoproclaman agentes filosóficos provocadores. RAQS Media Collective se piensa como un laboratorio de pensamiento, y hoy inaugura su primera muestra en la Argentina llamada Es posible porque es posible, en Fundación Proa, con instalaciones, objetos, performance y multimedia.

     

    RAQS está integrado desde hace más de veinte años por los artistas Jeebesh Bagchi, Mónica Narula y Shuddhabrata Sengupta. La clave de su trabajo es lo que ellos denominan contemplación política, y para eso también han fundado un instituto en Nueva Delhi, Sarai. La muestra está curada por Ferran Barenblit y Cuauhtémoc Medina, directivos de las dos instituciones que colaboraron con Proa, el Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid (CA2M) y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de México (Muac). "Son artistas, cineastas, filósofos, educadores y activistas. Establecen un punto de cuestionamiento muy informado, con erudición y refinamiento. Esta exposición es el primer intento de hacer una revisión de su trabajo para el mundo de habla española", dice Medina.

    Lo primero que se ve al entrar en la sala es un rinoceronte tamaño natural con silla de montar y decorado como las manos de una novia con pintura de henna. "Evoca un famoso grabado de Durero, que registró -sin que Durero lo haya visto- el regalo de un rey de la India al rey de Portugal, que, para desgracia del rinoceronte, murió en el trayecto. Pero esa imagen de Durero fue la primera de un rinoceronte en Occidente. Un elemento significativo de los momentos de intercambio precoloniales, un envío de buena voluntad", explica. La escultura fue hecha para una muestra en Portugal, para completar aquel gesto quinientos años después. Más allá se ven un pizarrón lleno de palabras del mundo de la economía y los relojes que en vez de las horas marcan estados de ánimo: ansiedad, deber, culpa, apatía, asombro, fatiga. "Nuestra experiencia del tiempo es uno de los principales operadores de la cultura y la economía", señala Medina.

     

    Pero quizá la pieza que más los represente sea el Bureau de RAQS y FAQS, dos escritorios donde dos personas especialmente preparadas responden diferentes tipos de preguntas: FAQS, frequently asked questions (preguntas frecuentes), y las que dan nombre al grupo, rarely asked questions (preguntas poco frecuentes), aunque raqs también es una palabra usada en persa, árabe y urdu para definir un estado de meditación. "Es un pequeño consultorio de autoayuda compartida", dice Medina.

    Forensic es en cambio bien fáctica: imágenes satelitales, reconstrucciones 3D, videos y fotografías se constituyen en pruebas aportadas a tribunales de justicia, y buscan esclarecer crímenes en zonas de conflictos políticos y sociales contemporáneos. "La verdad es un proyecto común en permanente construcción", dice Eyal Weizman, investigador principal del equipo de arquitectos, urbanistas, artistas y cineastas alojados en la Universidad de Goldsmiths, en Londres, y de una red de especialistas dispersos en el mundo, a la que se sumó la curadora argentina Rosario Güiraldes. "Es importante esta muestra en la Argentina, porque la ciencia forense como práctica política dirigida a resolver crímenes del Estado comienza en el país en 1984, con el Equipo Argentino de Antropología Forense", detalla.

     

    El programa Contemporáneo, coordinado por Santiago Bengolea, ofrece una bocanada de aire fresco. Tres instalaciones curadas por Pablo Caligaris proponen aproximaciones al vacío. Carolina Magnin desvanece recuerdos, Gaspar Acebo llena el hueco de la escalera con un globo de papel y Fabián Nonino evoca memorias de inmigrantes. Todas las muestras apuntan a lo mismo, explica Medina: "No permitirles a las estructuras de violencia, idiotez, la represión y autodestrucción cumplir su cometido con los vivos... no dejar que nos amarguen".

    Nueve espacios con vista al río

    Por primera vez, los circuitos de arte a puertas abiertas de Gallery Day llegan a La Boca, y lo hacen un sábado, cuando hay menos tránsito y apuro. Con buen pronóstico de tiempo y de visitas, entre las 15 y las 18, nueve espacios ofrecen pasar una tarde con arte, buena música a cargo de Opus Trío y la Orquesta Académica del Teatro Colón e inauguraciones. Parten visitas guiadas cada media hora en Fundación Proa. También habrá servicio de traslado gratuito desde Recoleta, que sale hacia La Boca a las 14.30 en la esquina de Av. del Libertador y Callao.



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  • Título: Preguntas en el foro
    Autor: Victoria Verlichak
    Fecha: 25/09/2015
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    Preguntas en el foro

    Fundación Proa presenta “Es posible porque es posible” y “Forensis”. Av. Pedro de Mendoza 1929. Martes a domingo de 11 a 19. Entrada $ 40; descuentos. Hasta el 22/11.

    Fundación Proa presenta “Es posible porque es posible” y “Forensis”, muestras que comparten inquietudes filosóficas y saberes multidisciplinarios. Reflejan –diría el pensador Boris Groys– “las transformaciones del arte en el ágora contemporánea”, el arte concebido como “crítica del sistema político, económico y estético dominante” y como “movilización de la audiencia… a través de una promesa utópica”.
    La propuesta del grupo hindú, Raqs Media Collective, está implícita en su nombre: (Rarely Asked Questions) preguntas rara vez formuladas. En “Es posible porque es posible”, como “agentes filosóficos provocadores” despliegan 13 instalaciones. “Laboratorio de pensamiento”, trabajan el concepto de tiempo presente, la contemporaneidad y globalización, incluso por medio de pesquisas y producciones multimedia, como la película “El capital de la acumulación”. Su título invierte el de “La acumulación del capital” (1913), la obra más importante de Rosa Luxemburgo, y reflexiona acerca del legado de la filósofa y teórica marxista y el de su cuerpo con destino incierto; asesinada en 1919, su cadáver fue arrojado a un canal.
    Rastros y restos también en “Forensic” desde la perspectiva de Forensic Architecture, agencia (Universidad de Goldsmiths, Londres) compuesta por artistas, arquitectos, cineastas, abogados, científicos. Investigan y enfrentan los abusos del poder examinando ruinas, imágenes satelitales, videos subidos a la red por ciudadanos; aquí se muestran resultados de algunos “casos”.



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