Prensa Publicada

  • Título: 500 años: postales del Brasil
    Autor: Alberto Giudici
    Fecha: 02/05/2001
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    IMAGENES DEL INCONSCIENTE

    "Imágenes del Inconsciente" instala, por un lado, un tema largamente debatido: el de la frágil frontera entre la locura y el arte y, a través de una curaduría excepcional, desgrana la desbordante producción de cinco enfermos mentales. Al mismo tiempo, y no en segundo término, rinde tributo a la obra de la psiquiatra Nise da Silveira quien a fines de los años cuarenta revolucionó el trato con los internados en el Centro Psiquiátrico Pedro II de Río de Janeiro. Opuesta a los tratamientos en boga con insulina, choques eléctricos o lobotomías, Nise da Silveira creó un centro de terapia ocupacional que fue el germen del Museo de Imágenes del Inconsciente, pionero en el mundo.
    Ya en los años 20, en Europa había comenzado a estimularse la plástica entre los enfermos mentales. Pronto, sin embargo, esos trabajos llamaron la atención: detrás de ciertas estructuras fijadas patológicamente, existía una voluntad formal confinada en el inconsciente y que era común a todos, sanos y enfermos, pero que solo afloraba en el arte de los locos, los niños, los artistas naïf, los pueblos primigenios y, por supuesto, en ciertas búsquedas del arte moderno. O sea, allí donde no pesaban las "trabas" de la razón.
    Y que ahora un país-continente como Brasil recapitule su historia incluyendo un módulo que rescate la obra de los enfermos mentales como otra aproximación al mundo de la creación estética y de la propia nacionalidad es realmente ejemplar.
    Los puzzles geométricos de Arthur Amora, inspirados por las piezas de un juego de dominó; las alfombras digitales de Fernando Diniz realizadas a partir de trozos de sábanas viejas; los retratos de Raphael, que migraron de las paredes de la enfermería a las salas del Museo; la zoología fantástica de Carlos Pertuis, a menudo trazada sobre papel higiénico, revelan que el cruce entre arte y locura más que trazar fronteras tiende puentes insospechados.
    Con telas y objetos en desuso de la Colonia Juliano Moreira, donde estuvo internado hasta su muerte en 1999, Arthur Bispo da Rosario fue recapitulando obsesivamente los objetos de este mundo. A menudo destejía sus ropas para, con esos hilos redentores, bordar los nombres de todo lo que conocía y de todo lo que existía: una inmensa topografía que sería como un acto de salvación humana, cuando él, finalmente, estuviera ante el Creador.
    Casi shakespeareano, este artista mulato alcanzó a codearse con la eternidad y a inventar procedimientos que solo tres o cuatro décadas más tarde alimentaron las búsquedas del arte actual. (Fundación Proa, Avda. Pedro de Mendoza 1929. Hasta el 16 de junio).



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  • Título: El lado oscuro de la razón
    Autor: Xil Buffone
    Fecha: 02/05/2001
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    2 de mayo de 2001.- Los locos tienen un lugar donde viven esas cosas que asombran. Esta muestra expone al espectador a sus propios sitios oscuros. Bien se sabe que los sueños de la razón siempre han engendrado monstruos: manicomios, cárceles, geriátricos, cotolengos y villas miseria son monumentos a la impotencia de la humanidad. Estigmas irresueltos en el inconsciente colectivo, que se traducen en depósitos medievales de gente que no funciona. La sociedad busca desesperadamente de acallar sus voces, confinándolos a la invisibilidad y quitándoles todos sus derechos, entre ellos el de crear en un sitio donde ser tratado como una persona querida.
    Las 150 obras que aquí se exponen fueron realizadas por cinco hombres que ya no están. Nombres que casi no habrían dejado huella de su existencia salvo por este rescate: Arthur Bispo do Rosario (1911-1978 ); Carlos Pertuis (1910-1977); Raphael Dominguez (1913-1979); Fernando Diniz (1918-1999 ); Arthur Amora (1918- ?). Todos vivieron y trabajaron en hospitales neuropsiquiátricos de Brasil bajo la supervisión de la Dra Nise Da Silveira, quien construyó talleres de terapia ocupacional para la recuperación de enfermos mentales.
    Hombres que se inventaron su mundo, produciendo dibujos, pinturas y objetos bien extraños y familiares a la vez. Objetos lunáticos ante los que el espectador siente un vértigo extraño, porque la intensidad y la pasión de la expresión humana no siempre se deja atrapar bajo el nombre de arte y el espectador siente cierta incomodidad de estar viendo y profanando a la vez.
    Los artistas profesionales se preguntan por el arte y los hombres que aquí exponen no se preguntan si es arte o no, simplemente lo hacen por necesidad, rito o juego.
    Arthur Bispo do Rosario (1911-1978 )
    "Los enfermos mentales son como picaflores. Nunca se apoyan, están" decía Bispo. Sus obras ocupan casi toda la planta baja de Proa y constituyen el corazón de este envío. La pieza número 434 es un pequeño zócalo de madera con el borde superior cubierto de cemento y vidrios rotos que apuntan hacia el cielo, en el lateral, un texto perforado con clavos dice "cómo es que debo hacer un muro en el fondo de mi casa".
    Arthur Bispo do Rosario fue carabinero de la marina y pugilista, llegando a campeón latinoamericano en la categoría peso liviano. Decía ser San José y él no se consideraba artista: su viaje estético era una "misión dictada por seres del más allá". Descosía sus uniformes para utilizar los hilos en los bordados de sus "estandartes": se ven tres sábanas atiborradas de bordados grisáceos, donde hace un inventario de palabras y de cosas: símbolos de la marina, mapas de personas o de batallas perdidas.
    Amortaja lo cotidiano con hilos grises y les borda un nombre y un número. Una pared completa de la muestra está cubierta de ellos: palas, pelotas, yunkes, cucharas momificadas de obsesión. Clava herramientas y objetos de la clínica sobre planos rectangulares, ensamblajes nada casuales donde todo tiene su lógica y jerarquía: los jarros de chapa son cuarenta y son los del desayuno. Los bronces son todos metales: desde la trompeta a la cucharita, pasando por la llave y el herraje. Los escobillones son tres, y uno no tiene pelos.
    Bispo construye la obra como adicionando ladrillos a un templo sagrado. Se desnudan aquí objetos rituales, casi mágicos que fueron hechos en la intimidad de la fe de un inconsciente que se preparaba para un encuentro sagrado. El "manto de presentación" es majestuoso, (como el de plumas de colibrí de un rey azteca) y es una frazada saturada de flecos, insignias y cordones... en su interior contiene bordados centenares de nombres conocidos. "Necesito esas palabras escritas" decía Bispo, quien se presentaría ante el creador en nombre de sus seres queridos. Bispo, ayunaba para purificarse y para tornarse transparente al mando de nuestra señora, según sus palabras... pretende entrar al paraíso con traje de almirante de un poder divino el día de la gran fiesta, vestido de gala. Sus maravillosas obras fueron expuestas en la XVI Bienal de Venecia de 1995 y se pueden ver hoy, representando al país que lo confinó cuarenta años de su vida al lado oscuro de la razón.
    Carlos Pertuis (1910-1977)
    Frágil y psicológicamente inmaduro. Tenía una naturaleza sensible y religiosa... Cierta mañana, los rayos de sol reflejados sobre un pequeño espejo de su habitación produciendo un brillo extraordinario que lo deslumbró he hizo surgir delante de sus ojos una visión cósmica "El planetario de Dios" según sus palabras. Ese mismo día fue internado en el Hospital da Praia Vermelha en 1939.... él guardaba sus dibujos en cajas de zapatos en la enfermería...participó en numerosas muestras en Brasil y el Exterior.
    Raphael Dominguez (1913-1979)
    Construyó monumentos fúnebres con su padre que era escultor, y luego fabricó jaulas para pájaros. Estudió dibujo académico. A los 19 años fue internado en el Hospital Praia Vermelha", dibuja en las paredes de la enfermería. Participó en muestras individuales y colectivas.
    Fernando Diniz (1918-1999 )
    Mulato, pobre, nunca conoció a su padre, su madre era costurera. Inteligente, fue siempre el primero en su clase y llegó al primer año científico. En el 44 fue preso y llevado al manicomio. Se interesó por la astronomía, la física nuclear e informática, revelándose como un investigador incansable. Hizo 30.000 obras.
    Arthur Amora (1918- ?)
    Sus imágenes son composiciones con rectángulos negros, como los de la ficha del dominó. Estuvo en el museo de Imágenes del Inconsciente hacia el final de la década del 40, no se sabe más de él.
    No es una muestra común, porque los prejuicios son tantos y el miedo es aún mayor. El que mira, ve Arte y Razón proyectando sus sombras en obras alunadas intentando límites inciertos. Y por cierto que, los locos, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, y arte es todo aquello que proporciona un encuentro cara a cara con el enigma.

     



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  • Título: Sorprende un arte carente de razón
    Autor: Ana Martínez Quijano
    Fecha: 30/04/2001
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    Si el público no estuviera prevenido, jamás podría imaginar que las obras de arte que exhibe la Fundación Proa fueron realizadas por enfermos mentales. «Imágenes del inconsciente» , la exposición que se inauguró en La Boca en el marco del desembarco brasileño en cuatro museos de Buenos Aires, resulta reveladora en muchos aspectos. Para comenzar, el valor estético de la producción de cinco artistas internados en hospitales psiquiátricos brinda pruebas concretas de que el talento artístico sobrevive a la locura y puede desarrollarse, aun a pesar de la locura.
    Luego, más allá de la excelencia de obras que se encuadran a la perfección en la categoría de arte moderno, la historia que rodea la muestra pone en evidencia la idiosincrasia brasileña. Gente capaz de enfrentar la aprensión que provoca la locura y considerar que las obras realizadas por algunos enfermos mentales -si su valor artístico lo justifica-bien pueden integrar el patrimonio cultural de su país.
    Identidad especial que percibió Carl Jung en el año 1957, cuando al ver algunas pinturas de esquizofrénicos de Brasil que llegaron al Congreso de Psiquiatría de Zurich, preguntó: «¿Cómo es el ambiente en el que pintan estos pacientes? Supongo que trabajan rodeados de simpatías y de personas que no le temen al inconsciente».
    La ausencia de temor a la psicosis que advirtió Jung es una actitud que se concilia con un gesto de mayor amplitud conceptual y abarca todas las expresiones marginales. En la década del cuarenta, Mario Pedrosa anhelaba reunir en el Museo de los Orígenes el arte de los negros, los indígenas y los locos. Un modo de asumir su diversidad, legitimándola, con el objetivo de integrar un país con abismales contrastes de todo tipo.
    Esta misma ambición totalizadora inspira la megamuestra paulista «Redescubrimiento +500 años ». En las exposiciones que llegaron a Buenos Aires es posible evaluar que no se estiman tanto los reflejos del arte que se originó en Europa, sino que la tendencia es exaltar lo propio: el barroco americano, el arte popular, las obras de jóvenes no consagrados y estas expresiones surgidas de las profundidades del inconsciente.
    Edemar Cid Ferreira , el banquero que aspira a cambiar la imagen de Brasil exhibiendo su riqueza cultural, dijo al presentar las exposiciones porteñas que su país reunía la mayor colección de Art Brut del mundo, «patrimonio que se formó porque, en vez del electroshock, prefirieron que los enfermos se expresaran a través del arte».
    Y es así. En Rio de Janeiro, en el Centro Psiquiátrico Pedro II, que en el año 1946 albergaba a 1.500 internos en una extensión comparable a la de toda la playa de Copacabana, la doctora Nise da Silveira , en franca oposición a tratamientos como la lobotomía o el coma insulínico, fundó el Servicio de Terapéutica Ocupacional. La médica demostró que el trato afectuoso y la práctica del arte tenían un poder balsámico sobre los esquizofrénicos y además constató que las imágenes facilitaban el acceso al inconsciente.
    Los enfermos comunicaban con sus dibujos, objetos y pinturas lo que no podían formular con palabras. Sin embargo, los maravillosos trabajos que surgían de esos abismos de la psiquis fascinaron más a los críticos de arte que a los científicos. Así, en 1952 -y antes de que se fundara el Museo Art Brut en Lausanne, que reúne expresiones espontáneas e irreflexivas-, se creó en Rio el Museo del Inconsciente, de donde provienen las obras de Fernando Diniz, Carlos Pertuis, Raphael Domingues y Arthur Amora.
    La estrella de la muestra, por su condición decididamente vanguardista, es Arthur Bispo , de Rosario, que hoy tiene un museo que lleva su nombre, un interno del Hospital Juqueri para casos terminales, donde ya en 1923 el psiquiatra Osório César había comenzado a estudiar el arte de los alienados. Bispo nunca concurrió a los talleres de arte y realizó su obra inmerso en un delirio místico, como si fuera un mandato del cielo.
    Recién luego de su muerte, sus objetos -«resignificados», como los de Duchamp-escalaron al status de arte que él les había negado, y en 1995 fueron presentados en la Bienal de Venecia. En el contexto de esta exposición, resulta fácil entender el pensamiento antropofágico que resume la modernidad de Brasil, la capacidad para fagocitar culturas diversas junto a las propias virtudes naturales, cualquiera sea su orden, de asimilarlas y de digerirlas.
    Por otra parte, y como si la Fundación Proa hubiera sido especialmente diseñada para recibir esta muestra, la pureza arquitectónica de sus salas acrecienta la sensación de orden estructural que transmite un arte que, paradójicamente, ha surgido del máximo desorden.



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  • Título: Las cuatro estaciones
    Autor: Laura Isola
    Fecha: 22/04/2001
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    Brasil es tan grande que hacen falta cuatro museos para contenerlo. Pero lo mejor es que la Muestra del Redescubrimiento, patrocinada por la Associaçao Brasil+500 y recientemente inaugurada en Buenos Aires de manera simultánea en el Centro Cultural Recoleta, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno y la Fundación Proa, no plantea únicamente un problema de cantidad. Lo que importa, pasado el primer impacto que provoca todo gran evento, es la calidad de cada una de las exposiciones y el efecto de friso imponente que se puede reconstruir una vez que se la observa como un continuum. Esta muestra, que se expuso en San Pablo entre abril y septiembre de 2000 con una convocatoria de público de casi dos millones de personas, contó con un panorama completo de las artes visuales brasileñas. Para mostrar parte de este material, cuatro módulos de los catorce originales fueron seleccionados en un trabajo conjunto entre curadores paulistas y representantes argentinos. Para comenzar su itinerancia fuera del territorio del Brasil, se eligió Buenos Aires. Para verla, hace falta una jornada completa.
    10.30. C. C. RECOLETA No es arbitrario comenzar por el módulo de Arte Popular, curado por Neide Rodríguez Gomes. Sobre todo, si se entiende esta manifestación artística en términos de origen y resistencia. De esta manera, tanto en los instrumentos musicales (batuques, jongos y congadas) como en los objetos rituales de Umbanda y Macumba, las cerámicas de barro del Valle de Jequitinhonha, los juguetes de madera, los mascarones y el insoslayable Carnaval con sus representaciones populares de diferentes regiones de Brasil, se puede observar una sensibilidad que no pudo ser alcanzada por los distintos impactos colonizadores: el Virreinato, primero; el Imperio, después. Particular interés puede despertar la literatura de cordel, originaria de Portugal, que obtiene su nombre por el modo de exhibición para la venta: literalmente colgada y sujeta por broches de madera, poesía popular, dramas pasionales, milagros de santos y romances épicos cuentan historias para pobres y desclasados. Un conjunto de piezas que hablan de arte, artesanía y pobreza. De pobreza elegante. También, de una herencia cultural trenzada entre el indio, el blanco y el negro que se demuestra en una religiosidad tallada en madera, modelada en cera y barro y decorada con semillas, ramas y flores.
    12.00. MNBA Con luces puntuales, en un ámbito dominado por el negro, emergen las tallas que van desde el siglo XVI al XVIII. La ambientación parece propicia para exhibir un modo de articulación que se dio en América latina entre el arte y la conquista. Sembrado de flores de papel violetas y amarillas (42 mil en total, realizadas en Brasil por los niños del Instituto de Menores) las figuras de santos se transforman en criaturas bifrontes: la técnica europea del arte de la Contrarreforma se oscurece en los rostros aindiados de las piezas pertenecientes al dominio de los jesuitas. Allí, los misioneros le enseñaron la técnica a los indios timbira y surgen imágenes que tienen otra mirada y otro modo de relacionarse con lo divino: fatal y melancólico, casi como reflejo de la propia condición. En el caso de Brasil, esta mezcla no se agota con el indio. A partir del siglo XVIII, los africanos aportan su cosmovisión y rubrican la consagración del arte mestizo de la Colonia.
    14.00. MAMBA Haciendo uso y abuso de la tautología, las salas del Museo de Arte Moderno son el sitio ideal para montar los trabajos de artistas que se están desarrollando a partir de los noventa. No sólo por la incumbencia de la institución sino por el espacio adecuadamente despojado que ofrece para que las obras de Carlito Carvalhosa, Nazareth Pacheco, Ana María Tavares, Joao Modé, Mauro Restife, Laura Lima, Tatiana Grinberg, Eduardo Coimbra, Sandra Cinto, Lucia Koch, Roberto Bethonico y Rubens Mano se sientan como en casa. Todos fueron elegidos especialmente para interveniren Buenos Aires, gracias al trabajo de su directora Laura Buccellato. Mientras que la cuestión generacional funciona como común denominador y algo etéreo, que puede definirse vagamente tanto como una corriente de aire globalizado, un síntoma o espíritu de estos tiempos refuerza la idea de un arte sin fronteras, la variedad de técnicas y materiales, las diversas apropiaciones de espacio y el tratamiento diferenciado del hecho artístico amenazan cualquier tipo de generalización. Sin embargo, las indagaciones sobre el presente, el rastreo de la pérdida de la memoria como fenómeno transversal del mundo informatizado y la problemática del artista, su entorno y el lugar del público, como en una cinta de Moebius, los vuelve a juntar en su absoluta diversidad.
    16.00 FUNDACION PROA Entrar a la sede de Proa en La Boca es literalmente meterse en otro mundo. Imágenes del inconsciente, el módulo que reúne obras de personas confinadas en hospitales psiquiátricos, reproduce la estructura del panóptico, pero en sentido artístico. La historia de esta muestra está ligada a la de la psiquiatra Nise da Silveira que en los años 40 montó el centro de terapia ocupacional en el Centro Psiquiátrico Pedro II de Río de Janeiro, que hoy lleva su nombre. De esta manera se opuso a las técnicas de electro shock, lobotomía y otros tratamientos en boga y dio origen al Museo de Imágenes del Inconsciente que funciona en la mencionada institución. Pero más allá de las definiciones, tanto de la psiquiatría como del arte (arte psicopatológico, art brut, outsider art y arte degenerado), las sábanas pintadas de
    Fernando Diniz, los dibujos de Raphael que pasaron de las paredes de la enfermería a los muros del museo y las pinturas en papel higiénico de Carlos Pertuis están evidenciando los delgados límites entre la creación y la locura. También dan cuenta de que no todos los que pasaron por los talleres lograron una dimensión artística pero sí un beneficio terapéutico. El caso de Arthur Bispo do Rosário, otro de los artistas, es levemente distinto. Internado en la Colonia Juliano Moreira no contó con orientación terapéutica alguna. Sólo la buena voluntad del director que lo proveyó de sábanas, telas y objetos en desuso para que Bispo plasmara la salvación por medio del bordado. Toda la obra de Bispo está signada por un llamado divino que le ofrece la inmortalidad de todo aquello que él pueda representar. Obsesionado y poseído por este designio, Do Rosário acumula y clasifica objetos logrando verdaderas instalaciones y usa los jirones de su traje de interno para bordar, durante años, miles de nombres y figuras en telas. Unos tapices que ostentan un bello y misterioso sentido de eternidad.



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  • Título: Aquarela do Brasil
    Autor: Victoria Verlichak
    Fecha: 22/04/2001
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    Cuando el año pasado Brasil decidió celebrar el 500 aniversario de la llegada de los portugueses a su territorio, lo hizo con "Brasil + 500 Años: Muestra del Redescubrimiento", una gigantesca exposición que contempló la historia artística brasileña, desde las culturas precoloniales hasta el presente. Organizada alrededor de 14 módulos temáticos de proporciones gigantescas -que incluyó arqueología, arte afrobrasileño, artes indígenas, arte moderno-, la muestra de más de 15 mil piezas se exhibió de manera cinematográfica en el Parque Ibirapuera, en el predio de la Bienal de San Pablo. Más de un millón ochocientos mil personas visitaron la exhibición durante casi cinco meses, cumpliendo así su propósito convocante: recordarle a los ciudadanos del Brasil sus raíces, poniendo de relieve que el país es algo más que samba, fútbol y violencia. Pensada para itinerar por partes, cuatro son los módulos de la "Muestra del Redescubrimiento" que llegaron a la Argentina: Imágenes del Barroco, Arte Popular, Arte Contemporáneo e Imágenes del Inconsciente.
    "Imágenes del Barroco", desplegada en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Libertador 1473), presenta 164 obras, divididas según los siglos en que fueron producidas, del XVI al XVIII. José Luis Fiorrucio -director escenografía del Teatro Colón de Buenos Aires- es el autor de la ambientación que a veces compite conflictivamente con las mismas exuberantes obras. Las tallas y altares, mobiliario y objetos utilizados en ceremonias religiosas, imágenes de vírgenes y santos, dan cuenta de las expresiones devotas que transitaban el terre- no de lo sagrado y lo pro-fano, de la fe y la razón.
    Por su parte, el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) exhibe más de 700 piezas de "Arte Popular", una muestra dividida en siete segmentos representativos de todas las regiones del país. Las variadas expresiones artísticas, religiosas y sociales, dan cuenta de la vitalidad del pueblo brasileño y del alcance de la fusión de tradiciones africanas, indígenas y europeas constitutivas del Brasil, el gran país cuya población alcanza a más de 160 millones de personas. Cerámicas, máscaras, muñecos, ornamentos personales y para fiestas, banderas, coronas, instrumentos musicales, esculturas, exhiben un gracioso y notable sincretismo. Al final, hay un lugar destinado a los "Ex-Votos" (objetos que simbolizan solicitudes cumplidas) y, otro, a los "Folhetos de Cordel", medios populares de comunicación destinados a difundir noticias. En tanto, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, MAMba, (San Juan 350) muestra 24 obras de 13 artistas brasileños, una selección que incluye a Laura Lima, Raul Mourão, João Modé, Nazareth Pacheco, Ana Maria Tavares, Mauro Restife, Roberto Bethônico, Eduardo Coimbra, Rubens Manom, Carlito Carvalhosa, Sandra Cinto, Lucia Koch, Tatiana Grinberg. Son trabajos recientes -fotos, instalaciones, objetos, performances- producidos entre 1995 y 2000, que expresan la libertad creativa de los más jóvenes, que lejos de sentirse limitados por los soportes tradiciones, exploran otros medios que ofrecen una renovada visión y una audaz manera de plantarse frente al mundo.
    La Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca) alberga"Imágenes del Inconsciente", la muestra más inesperada que reúne obras de pacientes internados en institutos psiquiátricos brasileños. Son 300 trabajos de artistas sin formación artística tradicional que permanecieron anónimos mientras vivieron. Las piezas provienen en su mayoría del "Museo del Inconsciente" -anterior al Museo de Art Brut-, una institución que conservó este tipo de material y lo inscribió dentro de la historia del arte del Brasil. Angustia y desazón, alegría e imaginación en estas obras de amor y locura.



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  • Título: El imperio de los sentidos
    Autor:
    Fecha: 22/04/2001
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    La exposición "Brasil 500: Muestra del Redescubrimiento", que desde el marte se presenta en Buenos Aires, intenta sacar a los brasileños y argentinos de sus conflictivas relaciones políticas y económicas para incentivar su integración a través de la cultura. La muestra, considerada uno de los mayores hechos culturales de la historia brasileña, reúne unas 15 mil piezas representativas de la producción cultural de los últimos cinco siglos de historia brasileña. "Vamos a cambiar la manera en que se ve a Brasil en el mundo, una imagen que o es carnaval y mulatas, o es violencia. Es verdad que hay todo eso, pero también hay cultura, que eleva el nivel del país", dijo Edemar Cid Ferreira, presidente de la Asociación Brasil-500, entidad organizadora del evento, durante un multitudinario cóctel en el Palacio San Martín, en el que actuaron de anfitriones en canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, y Teresa Anchorena, encargada de Asuntos Cultural del ministerio de Relaciones Exteriores. Para producir ese cambio de imagen, "Brasil 500", después de su exhibición en todo Brasil, se trasladó hasta Lisboa (Portugal) y Santiago de Chile como primeros destinos de un proyecto de "exportación cultural" para posibilitar que más de diez millones de personas vean la muestra en todo el mundo hasta el 2005.

    IDENTIDAD Y CULTURA

    Según su organizador, la llegada de la "Muestra del Redescubrimiento" a Argentina permitirá que argentinos y brasileños "se abran y conozcan su cultura y su identidad". "En el Mercosur no se ha hecho nada por la cultura. Y descubrir la identidad es el primer paso para planear las relaciones económicas y políticas entre los países. Aquí se hace al revés. Hay una disputa de dos pueblos, un problema cultural que hay que romper a partir del entendimiento mutuo de las identidades", opina Cid Ferreira. En la Argentina sólo se presentan cuatro de los trece módulos que integraron la exposición original, que fue vista en Brasil por casi dos millones de personas durante el 2000, año en que se conmemoró el 500 aniversario de la llegada de los portugueses a esas tierras. La exhibición ocupará, hasta fines de mayo, los principales centros de arte porteños: el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), arte popular; el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (San Juan 350), arte contemporáneo; el Museo Nacional de Bellas Artes (Libertador 1473), arte barroco, y en la Fundación Proa (Pedro de Mendoza 1929), la de imágenes del inconsciente. Una de las innovaciones de "Brasil 500" ha sido la introducción de las escenografías como recurso para acercar al público a las obras. El montaje realizado por la brasileña Bia Lessa para el módulo de Arte Barroco en la puesta original, compuesto por flores amarillas de papel y que despertó no pocas polémicas en Brasil, fue respetado en su esencia en la exhibición en el Museo Nacional de Bellas Artes. El intercambio entre los dos países se completará a principios del 2001 con el montaje en Sao Paulo de la muestra de arte argentino "Del precolombino a la contemporaneidad", que ofrecerá un amplio panorama de la historia del arte de este país.

    UN ESFUERZO CONJUNTO

    La realización esta muestra en Brasil como el desembarco de "Brasil 500" en Buenos Aires ha requerido el apoyo de empresas patrocinadoras tanto brasileñas como argentinas -la organización local corrió por cuenta de Miguel Frías-, un hecho que ha puesto a prueba una vez más el "marketing cultural" que Cid Ferreira impuso en su tierra hace unos años. Como presidente de la Fundación Bienal de Sao Paulo desde 1993 y, más tarde, como conductor de la Asociación Brasil 500, Cid Ferreira, un banquero de la ciudad de Santos, se las ingenió para convencer a los empresarios de que era saludable asociar sus marcas con la cultura. "Las empresas nos apoyan y nosotros mostramos sus marcas de modo que su imagen queda fuertemente asociada con el proyecto -indicó- y este trabajo de la cultura no es del gobierno, sino de las empresas. Nosotros ganamos dinero cuanto más rica es la sociedad, y la sociedad es más desarrollada cuanto más culta es. En los próximos cinco años, tenemos que vender el país en el mundo y nuestra bandera será la cultura". La exhibición de la "Muestra del Redescubrimiento" fuera de Brasil demandará sólo hasta el 2002 unos 35 millones de dólares, que van a ser aportados por medio centenar de empresas.

    ITINERARIO INTERNACIONAL

    "Brasil 500" continuará su itinerario presentándose en los próximos cinco años en los más prestigiosos museos de Italia, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España, Alemania, Suecia, Rusia, Japón y China. Un ejemplo en el que la Argentina podría tomar la posta, para hacer conocer internacionalmente sus manifestaciones artísticas del pasado y la actualidad. La exposiciones de platería antigua que se mostraron hace años en Miami, en París, y más recientemente en Moscú, gracias a los buenos oficios de Teresa Bulgheroni, pueden testimoniar el interés que nuestro arte despierta en el público. Y lo mismo pasa con el arte contemporáneo, que cuando es exhibido en Arco, de Madrid, por ejemplo produce admiración. Pueden servir de ejemplo las muestras que allí se vieron del Fondo Nacional de las Artes y de las galerías Ruth Benzacar y Diana Lowenstein. Un país que no despierta un interés múltiple es un país mortecino. Un país que ofrezca bien sus paisajes, que tenga artistas -pintores, músicos, escultores, diseñadores, fotógrafos- viajando, que tenga abiertas las puertas a una ciudada cuidada, será siempre un imán de múltiple atracción. Sería hora de entenderlo. Podemos tomar ejemplo de estas cuatro muestras brasileñas, disímiles y hermosas.



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  • Título: Bispo Do Rosario en el Jeu De Paume de Paris; "Misión cumplida" Por Luisa Futoransky
    Autor: Luisa Futoransky
    Fecha: 20/04/2001
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    Si alguien le hubiera predicho a Bispo do Rosario que sus "inventarios del mundo" se presentarían en la más importante bienal artística del mundo, la de Venecia (1995), que la crítica francesa elogiaría, deslumbrada y unánime, su exposición individual nada menos que en el museo del Jeu de Paume de París (julio /setiembre 2003), ni siquiera se hubiera inmutado.

    Tampoco si le hubieran asegurado que un premio pictórico en Brasil llevaría su nombre y que miles de páginas de internet dedicarían espacio a escrutarlo, alabarlo y descifrarlo. Tal vez se hubiera limitado a encogerse de hombros y pedir que no lo distrajeran de su "misión".

    Arthur Bispo do Rosario con su obra fulgurante nos viene de Sergipe, uno de los lugares más recónditos del gran y pobre nordeste brasileño. Se discrepa en la fecha de su nacimiento 1909 ó 1911 pero no en la de su partida, el 5 de julio de 1989.

    Carabinero de la marina de guerra, púgil -llega incluso a campeón latinoamericano de peso ligero.

    Un 22 de diciembre de 1938 sus arduos vagabundeos laborales terminan, abruptos, con una visión: Cristo se le aparece acompañado por siete ángeles aureolados de azul. Bispo erra dos días por las calles de Rio y se presenta ante el monasterio de San Bento como enviado del Señor.

    Los monjes lo conducen al hospital siquiátrico. En 1939 se repite la visión. Esta vez los ángeles le ordenan una misión: presentar a Dios una representación, una suerte de inventario del mundo para el día del Juicio Final.

    Diágnostico; esquizofrenia paranoide e internación definitiva en la Colonia Juliano Moreira.

    Hoy día sus realizaciones son conservadas como obras maestras del patrimonio cultural brasileño y se las arrebatan los museos del mundo. Pero Bispo nunca se consideró artista, nunca supo las corrientes ni las vertientes del arte contemporáneo del siglo XX.

    En lo personal rechazó los medicamentos y la más mínima intervención psicoterapéutica. Se entregó alma y vida durante cuarenta años a cumplir con su "misión". Su material de trabajo se fue constituyendo con los desechos del hospital, acumulados con ardor: cartones, maderitas, peines, juguetes de plástico utensilios de cocina, ropa vieja, zapatos, botellas, telas. Sin olvidar un lecho con mosquitero para los juveniles amores de Romeo y Julieta.

    Bispo do Rosario borda también lienzos en rústicas sabanas con el hilo del hospital, de color azul, el del aura de sus ángeles. Y elabora nóminas sin descanso, antes de que las barra el olvido, antes de que Dios no sepa cuanto Bispo tiene el deber de recordarle.

    Utopías, caprichos, avideces que los hombres atesoran. Sin olvidar las ruinas del inconsciente al aire libre que Bispo evidencia sin que pasen por el filtro censor de la razón.

    Inventarios laberínticos, oriflamas con los nombres de calles, de pesos y medidas, de sistemas políticos. Maquetas de navíos, planos de ciudades.

    Y para cuando vio que se acercaba la hora de defender su estado de cuentas, su balance arqueológico ante el más allá, se confeccionó "Mantos de presentación", piezas clave de su obra.

    Subyugada, la crítica lo emparenta al realismo mágico, al arte conceptual, a los Ready Made, a Dadá, al Nuevo realismo, a artistas fraternales o espejos como Spoeri o Arman.

    Bispo, el negro nordestino imbuido de su misión, tan humilde que quería ser "transparente". Como todo gran artista rehusó las explicaciones. "Cuando dejo de trabajar me vuelvo transparente pero normalmente estoy lleno de colores", dijo.

    A quienes insisten en saber de dónde viene la savia de su genio, de dónde su maestría, se limita a responder con un humilde "un día aparecí en el mundo".

    Sus obras siguen sumando elementos de un templo arcaico y atormentado.

    Bispo do Rosario nos regresa al tiempo preadámico sumergido en cada uno de nosotros.

    ¿Qué acerca o que separa una obra de Klee de la de un loco o de la de un niño? ¿Cómo se distingue una rueda de bicicleta de Marcel Duchamp de una de Bispo? Tal vez por las meras etiquetas que tanto nos confunden y tan afectos somos los mortales.

    Acaso una lúcida definición nos la brinde el propio Bispo: "Los enfermos mentales son como picaflores. Nunca se posan. Están a dos metros del suelo".

    El museo del Jeu de Paume de París presenta 79 obras de este fecundo artista brasileño hasta el 28 de setiembre de 2003.



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  • Título: Del otro lado del umbral
    Autor: Santiago García Navarro
    Fecha: 20/04/2001
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    "Proa exhibe obras del Museo del Inconsciente de Río, un alegato en favor de los pintores "locos".
    La semana última, cuatro de los principales espacios de arte de Buenos Aires -los museos de Bellas Artes y Moderno, el Centro Cultural Recoleta y la Fundación Proa- recibieron una avalancha de obras de arte brasileño, desde el esplendoroso barroco de Minas Gerais hasta la producción de las generaciones más recientes, pasando por expresiones muy marginales pero no menos atractivas, como el arte popular y las obras de pintores esquizofrénicos.
    Semejante invasión tiene su origen en las megamuestras que, el año último, organizó Brasil para festejar sus quinientos años de vida (esto es, desde que comenzó la frondosa amalgama entre culturas nativas y culturas aluvionales). Este año, las exposiciones comenzaron a itinerar por varios países del mundo, y tenemos el privilegio de ser los primeros en recibirlas.
    La inusual riqueza de estas exposiciones revela por sobre todo esa finísima conciencia -mezcla justa de seriedad y desprejuicio- que el gigante antropófago adopta frente a su acervo cultural. De todas ellas, hay una que resulta especialmente atractiva para el público argentino, tanto por el tema que propone como por su originalidad. Se trata de Imágenes del inconsciente, una selección de obras del Museo del Inconsciente de Río de Janeiro, que puede verse en laFundación Proa hasta principios de mayo.
    Pinturas, dibujos e instalaciones realizados por internos de hospitales psiquiátricos de varios puntos de Brasil integran este envío dedicado a la relación entre arte y locura. Las obras de Antonio Bragança, Albino Brás, Adelina Gomes, Aurora Cursino Dos Santos, Darcílio Lima,
    Raphael Domingues, Emygdio de Barros, Isaac Liberato, Carlos Pertuis, Arthur Amora, Fernando Diniz yArthur Bispo do Rosario exceden ampliamente el rótulo de práctica terapéutica, aun si este aspecto fue fundamental en la vida de los pacientes.
    Amora, por ejemplo, exploró una abstracción geométrica en la línea del neoconcretismo, movimiento que marcó el inicio del arte contemporáneo del Brasil. Lo curioso del caso es que el artista, que pintaba tomando el dominó como matriz visual y trazaba itinerarios sobre la tela imitando el sentido azaroso del juego, trabajó por los mismos años en los que el neoconcretismo se definía como tal. Amora, sin embargo, nunca supo de su existencia.
    Bispo de Rosario, por su parte, negro y marginal que se consideraba enviado por Dios para salvar a la humanidad, componía espacios con ayuda de objetos cotidianos (camas, cubiertos, tablas, etcétera) mucho antes de que la crítica de arte, con la revolución pop y conceptual de los años sesenta, pudiera considerar la artisticidad de esas manifestaciones. Las instalaciones y mantos bordados de Bispo despertaron admiración en la mismísima Bienal de Venecia, donde habían sido presentados en 1995.
    Las pinturas de Bragança, por el contrario, se asocian formal y temáticamente con el modernismo, movimiento que, en la década del 20, dejó sentada la identidad cultural del país en términos de mezcla, fusión, "antropofagia". La aproximación puramente experiencial de Bragança a este problema se diferenció, por supuesto, del tamiz intelectual por el que pasó en el caso del escritor Oswald de Andrade y la pintora Tarsila do Amaral.
    La visibilidad de estas producciones tan diversas fue posible gracias a una psiquiatra, Nise Da Silveira, que en 1952, después de años de investigaciones y una durísima experiencia en la cárcel durante la dictadura, fundó el Museo de Imágenes del Inconsciente.
    Esa institución modelo fue la culminación de años de trabajo con los pacientes del Hospital Psiquiátrico Pedro II, de Río. Entre 1946 y 1951, junto con el funcionario y pintor Almir Mavignier, Silveira generó un ambiente ejemplar de receptividad y estímulo hacia los internos, que recibió elogios del propio Carl Gustav Jung.
    Fue precisamente el gran psiquiatra suizo el que puso de relieve el valor singularísimo de estas obras. Durante el II Congreso Internacional de Psiquiatría, que se celebró en Zürich en 1957, dijo sobre ellas: "Me impresionaron mucho las pinturas de los esquizofrénicos brasileños, que presentan en un primer nivel las características normales de pintura esquizofrénica, pero en otros niveles se observan armonías de formas y color que no son normales en pinturas de este tipo. ¿En qué ambiente pintan estos pacientes? Supongo que deben estar rodeados de un ambiente cálido y de personas que no tienen miedo al inconsciente".
    Silveira estaba a la cabeza de ese grupo de gente audaz, que logró que las obras de los esquizofrénicos fueran comprendidas y aceptadas en toda su complejidad. Desde el principio, la doctora-directora contó con el apoyo de artistas de la talla de Ivan Serpa y Abraham Palatnik, y del crítico Mario Pedrosa, una de las mentes más brillantes de Brasil en el campo de la teoría del arte.
    La conjunción de esfuerzos no fue en vano. La del Museo de Imágenes del Inconsciente es una colección de un valor artístico inestimable -se trata, tal vez, de la más exquisita que se haya reunido hasta el momento, además de ser la única que se exhibe en forma permanente en una sala museológica-, y se ofrece como testimonio renovado de una profunda, inteligente, amorosa aceptación de lo diferente.
    Imágenes del inconsciente. Desde el 17/4 hasta principios de mayo, en la Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929. Martes a domingos, de 11 a 19. Entrada, $ 3; estudiantes, $ 2; jubilados, $ 1."



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  • Título: Un paseo por 500 años de cultura brasileña
    Autor: Alicia de Arteaga
    Fecha: 17/04/2001
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    "La muestra del redescubrimiento celebra el modo en que los brasileños queremos mostrarnos al mundo, en el umbral del siglo XXI", dice Edemar Cid Ferreira, el banquero paulista que puso en órbita la exposición de artes visuales, que a partir del hoy se verá en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), en el Centro Cultural Recoleta, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba) y en la Fundación Proa, de La Boca. Se trata de un menú completo que incluye la yapa de las artes visuales de Brasil en los últimos cinco siglos. Deslumbra por su vigorosa diversidad y esa capacidad única de definir en la cultura del mestizaje la suma de rasgos europeos, indígenas y africanos.
    La conversación con Cid Ferreira transcurre al final de una recorrida sin respiro por las cuatro muestras. Al banquero, devenido mecenas, la sonrisa no se le borra de la boca. Enciende un Cohiba y resume la filosofía de esta extraordinaria movida cultural: "Para muchos, Brasil era una mezcla de fútbol, bossa nova y favelas. Esta exposición nos ha abierto las puertas para tratados de cooperación impensados años atrás".

    Santo por santo

    Cid Ferreira y su gente cerraron un acuerdo con el Centro Georges Pompidou, que pemitirá llevar las mejores obras del famoso Beaubourg a museos brasileños. Berlín cederá su mejor sala de exposiciones durante cuatro meses y allí se verán obras de "Brasil 500 años". Pero por sus características, el más curioso es el arreglo concretado con la comuna de Venecia. Alquilarán una iglesia, de la que retirarán sus santos estables, para colocar las imágenes de la santería negra y mulata, uno de los más originales módulos de la exposición (montada originalmente, en el parque Ibirapuera, de San Pablo, llamado Negro do corpo y alma; registro de la sensibilidad africana que habita en el arte de Brasil).
    Dividida en porciones que, con diferentes ingredientes, logran el mismo sabor, la gran mega de los 500 años seguirá viajando hasta 2005. Nadie podría asegurar hoy que allí se detendrá el engranaje de promoción cultural que ha encontrado en Itamaratí su mejor aliado.
    La cancillería argentina también ha puesto su gran cuota de esfuerzo en el desembarco brasileño, considerado un fecundo espacio de intercambio. Anoche, en el Palacio San Martín, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini; la encargada de Asunto Culturales, embajadora Teresa Anchorena, y Cid Ferreira, brindaron por este estilo de trabajo que permite abrir luminosas ventanas en espacios donde muchas puertas se cierran.

    Una alfombra de flores

    Poco importan los 25 millones de dólares que fueron necesarios para dar el puntapié inicial a la maquinaria promocional de las artes visuales. Las empresas entendieron el mensaje..., y los gobiernos también.
    Va el botón de muestra: la exposición "Imágenes del inconsciente", que se exhibe en Proa, con el apoyo de Techint, viajará en junio al Museo Caraffa, de la ciudad de Córdoba.
    "Imágenes del inconsciente" es una experiencia única de alucinante belleza, que abre un sinfín de interrogantes en torno de la relación del artista con su medio y de la incidencia de la formación cultural en la producción artística. ¿Pueden el dolor y el aislamiento ser instrumentos de exploración y de anticipación? Las obras de
    Carlos Pertuis, Arthur Bispo, Arthur Amora y Fernando Diniz encierran la clave para dar respuesta a tamaño interrogante.
    Emilio Kalil, director de proyectos de "Brasil 500 Años", fue el hombre que le agregó magia a una buena idea. Decidió encargar el montaje de las muestras a escenógrafos laureados que transformaron las exposiciones en escenarios atractivos. Esa es exactamente la sensación que provoca la visita a las salas del primer piso del MNBA.
    Sobre una alfombra de 66.000 flores violetas y amarillas levitan las imágenes del barroco. Santos, vírgenes, angeles arcabuceros, consolas y mesas se exhiben tocados por una luz escenográfica que dejan al visitante en la semipenumbra. Ese momento de deliciosa contemplación es ideal para pensar qué razón tenía quien acuñó la frase "el arte derriba fronteras porque habla un idioma universal".



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