Sín título, 2014
Cerámica, Instalación, Medidas variables
Me pregunto constantemente sobre lo vital, sobre el origen de la vida. ¿Qué diferencia a algo inerte de algo vivo? ¿Cuál es el momento preciso donde aparece el soplo?
Observo lo infinitamente pequeño (partículas elementales, células) y lo infinitamente grande (estrellas que nacen y mueren, galaxias, y otras cosas que no entiendo ni puedo imaginar). ¿Hay vida en eso también?
Busco relaciones, me pregunto si son las mismas leyes, la misma presencia.
Imagino organismos desconocidos que toman estas leyes y con urgencia busco en cada espacio dónde podría hacer crecer uno de estos seres. Creo secretamente que así, haciéndolos existir una y otra vez, y pensando de qué otra forma podría manifestarse la vida, algún día voy a comprender algo muy importante.
La instalación para la caja del ascensor es parte de este universo de criaturas que proliferan, y busca acá una relación más carnal con la arquitectura. Los azulejos, en el mundo de la construcción duros y rígidos, son parasitados por un organismo, una especie de musgo u hongo aséptico, que brota desde las juntas y crece en la estructura. Imperfectos y explosivos, se vuelven naturales.
En la terraza, una criatura descansa, quieta, sobre la baranda, y dejándose caer hacia adentro, se adhiere a la pared.
No sé que es esta criatura, animal o vegetal, quizás un simbionte de la pared.
Empezó siendo una bola, que hubiera parecido estéril, pero después brotó. Se le rasgó un poco la piel, o la cáscara, y le salieron estas otras partes, los pliegues de oro.
Del esfuerzo secretó una substancia rara, como una gota de sudor áureo.
El origen de lo vivo me lleva inevitablemente a pensar en el paso del tiempo y la muerte (o es porque eso me asusta tremendamente que me concentro en lo otro?).
Si pienso muy intensamente en estas cuestiones, me pasan por encima y me quedo sin aire; se me turba el espíritu.
No importa, mis criaturas me acompañan.
Sín título, 2014
Yeso directo y pigmento, Instalación, Medidas variables
En un movimiento oscilatorio entre el estudio de conocidos procedimientos de la escultura y la necesidad de desenvolver una vivencia subjetiva con el mundo físico, comencé a trabajar sobre la superficie de distintos espacios a través de aplicaciones de yeso directo que podrían funcionar como bajo relieves, pinturas, y también como evidencia de una acción en vivo, sobre todo porque la ejecución de la obra se inicia en el lugar.
Lo que busco es modificar la percepción de ese espacio. El café de Proa es un lugar que invita a ampliar y descansar la mirada, a extenderse hacia el paisaje. Quise sugerir una circularidad en ese panorama, interviniendo la pared opuesta al mirador.
Llevar algo del trabajo sucio del taller al espacio de exhibición exige una atención cuidadosa de cada movimiento sobre la materia, y al mismo tiempo una soltura para actuar en el momento. Todo ocurre ahí, el cambio de estado de la materia, de líquido a sólido, no es algo deducible en la obra, sino visible. La forma final es el resultado de una lucha de fuerzas, un fenómeno químico, la acción de la gravedad, y la acción intencional que permite manejar esa caída para que la obra se sostenga.
Sín título (Estructuras), 2014
Cristalización sobre vidrio y estructuras, Instalación, Medidas variables
Mi propuesta de intervención en el Espacio contemporáneo de Fundación Proa parte de observar la arquitectura del barrio de la Boca, vinculándola con búsquedas en mi propia obra.
Mi propuesta tiene dos partes.
Una parte consiste en envolver tres columnas centrales con una estructura hecha de hierro de construcción, grilla desplegable, cartapesta y yeso, para generar un ablandamiento en la arquitectura rígida y pulida del lugar. Esta intervención se relaciona con el afuera de Proa en donde la edificación, corroída por el tiempo y las condiciones climáticas, pasa de ordenarse en grillas a un devenir blando debido a la inclinación.
La otra parte de la propuesta, consiste en cristalizar, con una solución salina e impermanente, los ventanales del museo, en una forma de arco que remite a las ventanas en los edificios antiguos de la Boca. La impermanencia y fragilidad del material, se vincula al carácter fantasmal del barrio y de su arquitectura antigua y desgastada. Gran parte de las edificaciones que observo caminando por el barrio, dan cuenta de esta fragilidad que se conjuga con los esfuerzos de sus habitantes por mantener a las edificaciones en pie a través del esfuerzo y la invención.
Esta idea, que también parte de ablandar las formas rígidas del museo puede ser realizada en el mismo piso donde se encuentran las columnas, o en el piso anterior, en los ventanales que luego dan paso a la librería.