El catálogo Dioses, ritos y oficios del México prehispánico reúne una serie de artículos seleccionados por el curador David Morales Gómez que dan cuenta de los dioses, los intercambios comerciales, el ritual de la pelota, los trabajos en piedra, la alfarería y los sacrificios en las culturas que habitaron en el Golfo de México en el período prehispánicio.
A continuación se reproducen fragmentos de estos textos.
Deidades mesoamericanas de la costa del Golfo
El juego de pelota en El Tajín
Intercambios e influencias
Los sacrificios
Los alfareros de Veracruz
El trabajo lapidario en el Veracruz prehispánico
Deidades mesoamericanas de la costa del Golfo
Por Alfredo Delgado Calderón
Los cuatro soles
(…) Aunque en algunas regiones de México esta mitología es cosa del pasado, y sus elementos son meros símbolos de interpretación arqueológica, en el estado de Veracruz varios grupos étnicos, como totonacos, huastecos, tepehuas y popolucas aún guardan elementos de la vieja cosmovisión mezclados con la religión cristiana, en un proceso de sincretismo en que los atributos de los dioses indígenas se transmitieron o reinterpretaron en los santos patronos de los pueblos.
El concepto de la dualidad era fundamental en la antigua religión indígena. Se consideraba que el origen del mundo había sido una pareja de dioses, la señora y el señor de la dualidad. Ellos tuvieron cuatro hijos que, en sus diferentes advocaciones, dieron origen al resto de los dioses, pues la religión mesoamericana era esencialmente politeísta. Esos cuatro dioses estaban también relacionados con los puntos cardinales, y cada uno tenía un color. (…)
Consideraban los antiguos mexicanos que antes de que el mundo actual existiera habían pasado cuatro soles o eras, por lo que en la actualidad estamos viviendo en el quinto sol. (…)
Como el sol no se movía, los dioses preguntaron qué necesitaba. Su respuesta fue que todos ellos se tenían que inmolar para fortalecerlo. Así, uno a uno se fueron sacrificando. Después, también los hombres tendrían que ofrecer su sangre para alimentar al sol: ese fue el origen de los sacrificios. De esa manera, los humanos, como los dioses, también contribuían a mantener el equilibrio del Universo. Por eso los aztecas se consideraban el pueblo del sol.
La Quinta Humanidad
Correspondió a Quetzalcóatl crear a la humanidad que viviría en el quinto sol. Este dios era dual, pues tenía un hermano gemelo llamado Xolotl. Ambos son Venus, en sus dos aspectos, la estrella matutina, durante una temporada; y vespertina en otra. Los dos descendieron al inframundo a buscar los huesos de su padre. Se supone que durante el tiempo en que la estrella desaparece del firmamento es cuando los gemelos bajaron al mundo de los muertos. Durante el trayecto tuvieron que pasar por diferentes pruebas, de las cuales salieron vencedores gracias a su habilidad y astucia.
Cuando Quetzalcóatl y Xolotl encontraron al dios de la muerte, le pidieron los huesos de su padre para crear la nueva humanidad. Conocedor del carácter voluble del dios de la muerte y temiendo que se arrepintiera, en cuanto tuvo los huesos en sus manos Quetzalcóatl salió corriendo, pero tropezó y los huesos se hicieron trizas. A pesar de ello, se sacrificó y mezclando su sangre con los huesos creó la humanidad, pero como los fragmentos eran diferentes, hombres y mujeres salieron distintos unos de otros. (…)
Los otros dioses
Al igual que en otras culturas, en Mesoamérica el sol y la luna son deidades fundamentales. El sol fue conocido como Tonatiuh, mientras que a la luna se le llamaba Metztli o Coyolzauhqui. Los mitos antiguos sobre estas deidades se han refuncionalizado, y los indígenas actuales atribuyen sus aventuras a Cristo y a la Virgen María.
Uno de los dioses más antiguos del panteón mesoamericano es el dios del fuego, o dios viejo. Se le representaba como un anciano desdentado lleno de arrugas, con un gran brasero sobre la cabeza. (…)
Otras deidades importantes eran los dioses del agua y la vegetación. El principal era Tláloc. Se lo reconoce por sus atributos inconfundibles: una máscara con una especie de anteojeras y bigotes, y grandes colmillos enroscados. (…)
La tierra también era considerada una diosa. Era una deidad terrible, porque aunque es dadora de vida, también devora los cadáveres que se depositan en su seno. Se la representaba como un monstruo reptiliano o con atributos de batracio, siendo considerada una deidad masculina. Otra diosa relacionada con la tierra era la de la falda de serpientes. Era la madre de los dioses y de los hombres y también era dual, pues aunque amamantaba sus hijos dándoles vida, también devoraba los cadáveres, por lo que se le representaba con una falda con serpientes entretejidas, con garras en pies y manos y con pechos flácidos, exhaustos por haber amamantado a dioses y hombres.
El dios de la muerte y su esposa gobernaban el Mictlan, uno de los muchos inframundos donde la cosmovisión mesoamericana ubicaba el descanso final del alma de los hombres.
No eran los méritos acumulados en vida, sino la forma de morir, lo que determinaba el destino de las almas. Más que en paraísos o infiernos, se creía en múltiples inframundos y supramundos. (…)
Las almas de las mujeres muertas durante el parto acompañaban al sol del mediodía hasta el ocaso, al oriente, donde se encontraba el Cincalco, la casa del maíz. Al contrario de los hombres, sus almas bajaban a los cuatro años a la tierra y se convertían en monstruos con una calavera y garras en pies y manos, que por las noches espantaban a las mujeres y los niños. Esta idea aún persiste entre los grupos indígenas, pues se cree en unos monstruos mágicos. (…)
Desde los lejanos tiempos en que se desarrolló la cultura olmeca, hace más de tres mil años, se empezaron a perfilar la mayoría de estos dioses, pues en la iconografía de sus esculturas y cerámica es posible reconocer los atributos que después corresponderán a deidades como Tláloc, Tlaltecuhtli, los dioses del maíz y de la muerte. Por esa y otras razones, se ha considerado a los olmecas como la cultura madre de Mesoamérica. (…)
El juego de pelota en El Tajín
Por Patricia Castillo Peña y David Morales Gómez
Las artes visuales en el antiguo Tajín, que comprendían la arquitectura, la escultura y la pintura, representaban un acontecimiento inicial y unitario de la expresión de los hombres que conformaban esta sociedad. (…)
La cultura Tajín se va a reconocer en la antigua ciudad del noreste veracruzano, en uno de los periodos de mayor desarrollo y expansión cultural en Mesoamérica: el clásico medio (600-1200 d.C.). (…)
Las canchas de juego de pelota son espacios significativos que representan, a través de sus relieves, una relación de ideas colectivas, una narrativa mítica que conforma un campo conceptual que sirve para la asociación y ordenación del mundo físico concreto. (…)
Con esto podemos observar que los espacios se van a diferenciar de acuerdo con sus significados; es decir, la unión de la construcción simbólica del espacio con su construcción real o material. (…)
El estudio de los espacios rituales en la antigüedad exige algo más que una descripción de objetos y mucho más que una sola interpretación del ritual basada en una fuente iconográfica o de textos.
Se debe entender la dinámica de los fenómenos rituales y ver la práctica ritual como un rol importante en las sociedades antiguas basadas en un sistema simbólico y de pensamiento cognitivo, con una perspectiva de teorías antropológicas y de las ciencias sociales (Stanislaw Iwaniszewski, 2002:28-29). (…)
Los conceptos del ritual nos indican la fijación de reglas o acciones institucionalizadas dentro del marco de lo sagrado. Tomando en cuenta el carácter discursivo del ritual, se deben observar el conjunto de prácticas estereotipadas y específicas del juego de pelota, con un fuerte contenido simbólico relacionado con las representaciones del mundo y de la sociedad. (…)
El ritual del juego de pelota en la antigua ciudad de El Tajín nos va a permitir tener una retrospectiva de una práctica común para el México antiguo, pero muy particular para esta región y en especial para el sitio que presenta más juegos de pelota en el estado de Veracruz. (…)
El Tajín: un centro urbano en donde el ritual del juego de pelota desarrolló un papel importante en la sociedad y se concibió como un espacio conceptual
(…)El ritual del juego de pelota está íntimamente ligado a la continuidad de la vida. Es una ceremonia que presenta el constante movimiento y equilibrio de las fuerzas de la naturaleza, teniendo un mismo fin sin importar el tipo de instrumentos y características del juego; esto es, proseguir el ciclo del movimiento en la alternancia de los opuestos que producen un equilibrio constante del cosmos y de la vida humana. Todo esto está muy presente en las diferentes manifestaciones, desde la fundación del asentamiento, y es un concepto que va a caracterizar a El Tajín a través de sus símbolos, y nos referimos, de manera particular, al concepto dual y de movimiento.
En asociación con el concepto de que la cancha es la bóveda celeste y la pelota del juego el sol, que va de oriente a poniente a lo largo del día y que circunda por el horizonte a través de las estaciones del año, el reflejo del ritual es del orden reproductivo y agrícola, lo cual recuerda cuándo hay que sembrar y producir. Debemos tener en cuenta que esta cancha tiene sus entradas hacia el poniente y en el oriente, y que sus alegorías centrales están referidas al crecimiento y producción de la planta del maguey, que se da en las diferentes estaciones del año. (…) Vemos entonces que según esta concepción, al igual que entre los mexicas, el mundo estaba concebido en El Tajín de forma tripartita: la parte superior, representada por los dioses celestes, la parte intermedia o centro, que correspondía a la región del hombre, y la parte inferior o inframundo (López Austin, 1993:168). De esta manera se presentan las lecturas en los tableros del Juego de Pelota Sur:
1. Franja superior: se localizan las deidades celestes.
2. Franja central: es la escena donde se desarrollan los rituales y se da la comunicación entre las deidades y los hombres.
3. Franja inferior: marca el inframundo.
En el caso de los tableros de las esquinas se añade un recuadro más, ya sea derecho o izquierdo, que muestra a un descarnado, lo que está indicando la conexión de la vida con la muerte. En los paneles centrales hay dos franjas que enmarcan la escena central y estas son totalmente simbólicas, míticas, y se refieren al día y la noche. (…)
La escena en donde se representa la vida de los hombres y sus rituales está compartida en su extremo derecho por un descarnado, el cual nos está marcando, como ya se dijo, la dualidad entre la vida y la muerte como parte del desarrollo de la vida misma. Justo enmarcando la parte superior de este descarnado se encuentra la abstracción del símbolo del ojo venusino, con la boca de pico de pato, plumas y chalchihuites. Estos conceptos están manejados de manera dual, ya que este símbolo se puede observar de frente y de cabeza.
Intercambios e influencias
Por David Morales Gómez y José Manuel Vallines Vásquez
Las culturas prehispánicas de la costa del Golfo, al igual que muchas otras de diferentes áreas de Mesoamérica, buscaron contactos con otros grupos con el fin de establecer un intercambio de materias primas y de recursos naturales que seguramente no existían en abundancia en su propia región, además de contener un valor especial. El intercambio comercial representó la oportunidad de ayudar a establecer mejor un grupo con ayuda de productos, formar una base de sustento que a la postre se convertiría en una actividad económica fundamental para el desarrollo de culturas, jugando un papel trascendental en el devenir mesoamericano.
Los intercambios comerciales se adaptaron con el transcurrir de los tiempos como un aspecto primordial en las estructuras sociales y políticas, además de promotor del desarrollo cultural, los sistemas de comercio vieron transformadas las técnicas y formas de llevarlo a cabo llegando a un grado de especialización que abarcaría cortas y largas distancias territoriales a través de diversas regiones. (…)
Los obligados ajustes en la distribución de las tareas (…) fueron a la par del crecimiento en la complejidad de las mismas. La política aumentó el poder para asignar la división de las actividades que conllevaban una mayor obtención, el ordenamiento de lo que se exportaba, el manejo de los excedentes, su repartición, la especialización de los individuos con las consignas de llevar y manejar los productos, las relaciones y listas de intercambio, la creación de talleres y de herramientas cada vez mejor adaptadas a la creación de piezas o la de artefactos utilizados en las actividades básicas de subsistencia como caza, pesca o agricultura, (…) a partir de lo cual se estima una estratificación en la población.
(…)se lograron establecer rutas, caminos y vías, tanto por mar como por tierra, que conectaron a las culturas del Golfo con diferentes grupos culturales establecidos. En este proceso, de manera sincrónica se adaptaron, copiaron e incluso impusieron rasgos culturales que derivaron directamente en los desarrollos de costumbres, prácticas e ideologías.
La primera cultura que establece un sistema organizado de comercio son los olmecas, al sur de Veracruz. Las destacadas piezas talladas en jade de esta cultura son una muestra de la organización en temas de intercambio que lograron crear. Además la obsidiana, las conchas y caracoles, la serpentina, el cacao y el hule son materias primas de un valor elevado que pasaron por los corredores instalados por los olmecas hacia tierras mayas, la región Oaxaca y Guerrero y el Altiplano. (…)
Una vez asentadas las bases del comercio, las culturas del Golfo mantuvieron una relación estrecha con la región de Oaxaca, del Altiplano y con el área maya. Durante el periodo clásico, y con el auge creciente del juego de pelota como parte de la vida ritual prehispánica, se exportan piezas como yugos y hachas votivas que funcionan como representaciones del juego. Además se agrega cerámica típica y esculturas, las cuales se han localizado en sitios importantes del área maya.
El mercado establecido paulatinamente tenía estrecha relación con órdenes políticos y militares, y en conjunto permitió el crecimiento de la sociedad. Entre más territorio se tuviera controlado, mayor era el acceso a productos y al dominio de rutas de intercambio. (…)
Se pueden citar algunos ejemplos de cómo la práctica constante del comercio y su especialización cobró un sentido más complejo al adaptar y asimilar rasgos de otras culturas, derivando en marcadas influencias. Al sur de Veracruz, en la zona de Los Tuxtlas, existe un sitio que va más allá del intercambio: Matacapan. Este lugar posee una arquitectura de talud-tablero y cerámica típicamente teotihuacana, como candeleros, vasijas trípodes, representaciones constantes de Tláloc y Huehueteotl, figurillas tipo marioneta, entre otras piezas. Allí se estableció un enclave de esta cultura, el cual seguramente se instituyó con un fin de control de comercio y para la explotación de sus recursos naturales. A raíz de esto encontramos las influencias de Teotihuacán, la cual marcó en su momento el eje rector hacia el clásico mesoamericano. En el Norte, en el área huasteca, esta cultura tuvo vínculos durante largos periodos con Teotihuacán y Tula, en el centro de México, sin embargo para el periodo posclásico las influencias son cambiadas por la imposición de rasgos y costumbres, debido a la entrada del imperio mexica. La cerámica y las esculturas son testigos del cambio y de dicho suceso. Tajín muestra rasgos arquitectónicos provenientes de Teotihuacán, aunque no es como en los casos anteriores, y más bien el surgimiento y el fortalecimiento de Tajín contribuyó a la caída posterior de Teotihuacán. De esta manera, Tajín influyó hacia la parte occidental en tierras poblanas donde se encuentran sitios con estilos muy similares. (…)
(…) Sin embargo, la costa del Golfo no solo fue promotora de productos, estilos e influencias, sino que también adoptaron ideologías culturales de otras áreas (…). La fluctuación de ideas se realiza de manera paralela, la difusión, asimilación y posterior adopción de conceptos que se reflejarían en las artes, la escritura, la religión, los sistemas políticos y económicos, los calendáricos y de festividades, las técnicas de agricultura, en la manufactura en los talleres alfareros y líticos, en los estilos plasmados en escultura, en los simbolismos y creencias religiosas.
Se puede decir que todo el territorio de la Mesoamérica prehispánica tuvo desde sus inicios movimientos que concluyeron en los contactos interculturales. Estos no solo arrojaron intercambios de productos que ayudaron a desarrollar mejor las estructuras internas de cada grupo, sino que las influencias, muchas veces pacíficas y otras por imposición, fueron clave para marcar el devenir histórico de cada una de las culturas.
(…)El intercambio tuvo repercusiones tanto de manera interna como fuera del grupo que lo practicaba, pues un comercio sostenido importante obligaba a los líderes de alto rango a conmemorar alianzas con distintas sociedades y a construir así redes de cambio. El reforzamiento y mantenimiento de las relaciones sociales estables permitía un funcionamiento interno idóneo en todas las esferas y estratos, y así el prestigio y el control obtenidos se utilizaban para optimizar la producción y las negociaciones comerciales se expandían cada vez, más arrojando los mismos beneficios. El crecimiento de las sociedades prehispánicas vio en las redes de intercambio un factor fundamental para su desarrollo, el cual se acopló a otros ámbitos inseparables en Mesoamérica, como la religión y lo sociopolítico, adquiriendo prácticamente el papel principal de la economía. (…)
Los sacrificios
Por José Manuel Vallines Vásquez y David Morales Gómez
(…)Dentro de la cosmovisión prehispánica, los sacrificios portan un papel fundamental para comprender su entorno, su justificación en las tareas y actividades cotidianas, la relación con sus dioses y en la vida misma. El sacrificio es una actividad frecuente entre las diversas culturas mesoamericanas, inmersa en el pensamiento prehispánico, mágico y complejo y muchas veces poco comprendido por culturas occidentales (…).
Los sacrificios estuvieron relacionados con los tributos a los dioses, ofrendas que significabanel reconocimiento hacia los dadores de vida, pagando así los mortales parte de su deuda con ellos. Elementos como el Sol, la Luna, la lluvia, eclipses u otros fenómenos naturales fueron indicadores también de sacrificios y se complementan con la incursión y el establecimiento de un calendario dentro del cual se marcaban los días en los que se debía ofrecer a los dioses un alimento simbólico. A los dioses se les proporcionaba todo lo que los mortales podían ofrecer: celebraciones, fiestas dedicadas a ellos, construcciones de edificios, ofrendas y sacrificios, entre los cuales incluían la vida. Debido a esto no es extraño encontrar restos humanos junto con otras ofrendas cercanas a las edificaciones dedicadas a los dioses o dentro de ellas.
Las guerras libradas entre los pueblos significaban sacrificio en sí mismas. Antes de librar una batalla se ofrecían sacrificios, luego se llevaba a cabo la contienda y una vez finalizada eran los cautivos los que más adelante servirían para ofrecerse en sacrificio a los dioses. (…)
Desde tiempos muy tempranos se establecieron las primeras costumbres rituales, tal vez con la concepción de estar habitando un universo inestable, en el cual habría que encontrar el balance y el contento de los dioses creadores. En la costa del Golfo, desde el periodo preclásico, se tienen evidencias de algunos entierros colectivos e incluso desmembrados en sitios olmecas. (…)Del mismo periodo se han localizado entierros con mutilación de pies y manos, indicios de la concepción de la muerte como una forma ritual y de gran valor. Si bien entre los olmecas las representaciones de una deidad emparentada con la muerte no se manifiestan, como de manera exponencial sucedería con el paso del tiempo, sí se encuentran los principios de la asimilación de un culto ritual a la misma, lo que desembocaría en las costumbres asociadas como la del sacrificio.
Con el transcurrir de los siglos en los que las culturas del golfo van aumentando su complejidad en la estructura sociopolítica, lo cual se refleja en las costumbres, aumentan los ejemplos del acto ritual del sacrificio. Es así como en diferentes sitios veracruzanos desde el centro hasta el norte, detalles en pintura mural y esculturas muestran escenas de sacrificios relacionados con costumbres rituales. Las numerosas expresiones, tanto en pintura mural como escultóricas, donde se aprecian los actos de sacrificio, tales como la decapitación, acentúan los brotes salientes del corte en forma de granos o incluso de serpientes, elementos asociados a la tierra y de nuevo a la fertilidad. (…)
Una de las mejores formas de expresión la encontramos en la incorporación de la práctica del juego de pelota. (…) Asociado con una de las deidades principales, como lo es Ehecatl-Quetzalcóatl, el juego se vincula con ritos de fertilidad. (…) El sacrificio y la muerte de algunos de los participantes ligados al ritual del juego de pelota se entienden como un acto ceremonial que dentro de la ideología religiosa significa el equilibrio entre la vida y la muerte, la continuidad de una tierra fértil y una ofrenda para los dioses. (…) La conocida triada de elementos en piedra asociada a este juego, como son el yugo con rasgos zoomorfos como jaguares, reptiles y anfibios vinculados con la tierra, la palma y el hacha con motivos antropomorfos en su mayoría, se asocia frecuentemente a un simbolismo que refiere a las cabezas decapitadas de los jugadores y su vínculo divino con el objetivo dual; la muerte como vía para generar vida. (…)
Las representaciones de la muerte y sus deidades se harían cada vez más frecuentes, la asimilación del paso entre vida y muerte desaparece considerándolos como un todo, una dualidad intrínseca y ligada íntimamente, un proceso y una continuación simbólica, reconocida, honorable y venerada. Tal vez uno de los ejemplos más claros es el del dios Mictlantecuhtli, de la zona de El Zapotal, localizada al sureste del estado de Veracruz. Se resguarda allí la manifestación del culto a la muerte por medio de una manufactura en arcilla de grandes dimensiones, que muestra al señor del inframundo en su trono con una notoria expresión y vivacidad, reflejo de la concepción de vida y muerte, el cual se encuentra acompañado por una ofrenda de esculturas en barro que representan a las Cihuateteo, figuras femeninas relacionadas con las mujeres muertas en la acción de parto.
Al igual que otras actividades fundamentales en las sociedades mesoamericanas, como la guerra, las celebraciones de las deidades tutelares, etcétera, el sacrificio se entiende únicamente al ubicarlo desde un punto de vista de devoción. Las culturas prehispánicas con creencias arraigadas explicaban y justificaban sus actos a través de una cosmovisión que compartían y transmitían por generaciones, arrojando con el paso del tiempo una religión consolidada y a su vez establecida como un eje rector de la vida. (…)
Los alfareros de Veracruz
Por José Manuel Vallines Vásquez
(…) La alfarería representa uno de los oficios más significativos. Los ceramistas y alfareros realizaron un trabajo artesanal, proveyendo a la población no sólo de piezas cerámicas de tipo doméstico para su uso práctico sino también fabricando los elementos que materializaban las diversas ideas y creencias culturales. El proceso del trabajo del barro tiene una de sus partes culminantes en la elaboración de vasijas, conjuntos cerámicos y esculturas. (…) la finalidad muchas veces va más allá de una función práctica y conlleva fuertes cargas simbólicas que se relacionan con creencias religiosas (…).
El manejo de las arcillas para la elaboración de las piezas de cerámica y esculturas, y el grado de especialización alcanzado por parte de los alfareros en dicha actividad, implicó la observación y conocimiento acerca de la materia prima. Reconocieron los lugares de donde se podía extraer y utilizar la arcilla con las características más propicias según el fin que quisieran darle. Asimismo, establecieron áreas de elaboración y centros de producción (…) incluyendo la creación de diverso tipos de hornos dentro de los cuales se llevaba a cabo la manipulación de temperaturas necesarias para obtener la cocción de las piezas. (…)
Las técnicas (…) cobran mayor relevancia no sólo por el valor funcional o estético de las piezas sino que, además, se suma la utilización de éstas en un contexto de actividades simbólicas y rituales. Dentro del universo arqueológico mesoamericano, son frecuentes los hallazgos de ofrendas constituidas por elementos cerámicos, ya sean vasijas conteniendo depósitos de restos orgánicos, artefactos o utensilios como instrumentos musicales o malacates, figurillas y hasta esculturas con rasgos antropomorfos y zoomorfos.
La importancia del oficio del alfarero prehispánico desde el punto de vista arqueológico es enorme. Gracias a obras repetidas llenas de carga simbólica se han podido identificar ciertos grupos culturales y sus diferentes filiaciones dentro de un contexto geográfico. (…) La Costa del Golfo (…) denota de manera tangible el seguimiento de movimientos ideológicos, los cuales se perciben a través de ejemplos físicos. Las figurillas hechas de barro conocidas como “dioses narigudos” sirven de claro ejemplo. (…) Aunque dichas piezas no muestran trabajos decorativos sobresalientes, sí cuentan con características que han resultado diagnósticas para intentar comprender su significado dentro de un contexto arqueológico. Su resaltante nariz y el tocado en forma de ave descendente hacen de las figurillas peculiares dentro de un espacio temporal y territorial en la Costa del Golfo. A pesar de que tanto la pasta como la manufactura de estas figurillas son comunes y hasta parecieran de tipo burdo y/o doméstico, es la forma en la que se encuentran en los hallazgos junto con la dispersión geográfica lo que realza más el valor de los “dioses narigudos”, casi siempre en adoratorios y establecidos como ofrendas dentro de una idea religiosa. La localización de este tipo de elementos se extiende en gran parte del centro-sur del Estado de Veracruz e incluye áreas arqueológicas importantes como las cuencas bajas de los ríos Jamapa y Cotaxtla, la zona de Tlalixcoyan y Zapotal, entre otras.
(…) Dentro de la zona de La Mixtequilla, específicamente en sitios como Nopiloa o Los Cerros, se han localizado otro tipo de figuras de sobresaliente calidad de elaboración, las conocidas como “caritas sonrientes”, representaciones de hombres y mujeres llenas de peculiaridades. Las cabezas de las figuras muestran una clara deformación craneana. Junto con la mutilación dentaria que se aprecia gracias a la expresión sonriente de los rostros, son rasgos estéticos propios de tiempos prehispánicos. La boca entreabierta dejando ver las piezas dentales es precisamente la característica que les da el nombre a dichas figuras. Estas piezas conllevan en muchos casos una doble funcionalidad. No sólo muestran de forma natural y apegada a la realidad de la época el aspecto humano, sino además eran parte de la extensa variedad de instrumentos musicales de viento que existen y se encuentran en las culturas de la Costa del Golfo (…). El detalle alcanzado a través de la técnica del moldeado se percibe incluso en los tocados que portan las cabezas de las figuras, motivos zoomorfos como garzas, geométricos entre líneas y curvas y simbólicos como el glifo “ollin” que significaba “movimiento” en la cosmovisión prehispánica.
Tal vez sea en la escultura monumental donde radica el máximo nivel de especialización alcanzado por los alfareros de la Costa del Golfo. Sitios como El Zapotal, El Cocuite, y algunos otros de la llamada zona de La Mixtequilla, presentan piezas extraordinarios teniendo en cuenta los detalles naturalistas y el contexto ritual en el que fueron hallados. Específicamente las conocidas esculturas llamadas cihuateteo, que son evocaciones y un culto hacia aquellas mujeres fallecidas en trabajo de parto. Estas esculturas de mayor formato, algunas casi de tamaño natural, fueron realizadas a través del modelado del barro. (…). La expresión facial es quizá lo más representativo de estas esculturas y se relaciona estrechamente con el contexto en el que se encuentran. La boca abierta y los ojos cerrados son los rasgos a través de los cuales el artista alfarero logró plasmar una expresión de dolor justificada por el significado de las piezas escultóricas: la dicotomía fin y principio de ciclos, la dadora de vida a un ser y la muerte en el proceso. (…)
En las redes de intercambio de productos (…), las piezas cerámicas fueron parte de esos elementos de canje. De manera inherente (…) se incluyen ideas cosmogónicas que se plasmaron físicamente y se transmiten a través de las piezas, difundiendo de esta forma una ideología a lo largo de territorios que establecieron contactos.
Los estudios arqueológicos han demostrado que en sociedades más complejas y grandes centros o ciudades prehispánicas, existían barrios completos de artesanos y personas dedicadas a la producción alfarera (…).
La especialización de un alfarero en una técnica lo podía convertir en un productor exclusivo de un estilo al que podría plasmar su huella o especie de firma y al mismo tiempo ser parte de una elite de artistas al nivel de los pintores, escultores y orfebres.
Piedra sobre piedra. El trabajo lapidario en el Veracruz prehispánico
Por Sara Ladrón de Guevara
Materia prima por excelencia, la piedra fue utilizada (…) en múltiples objetos, desde las más humildes herramientas para el trabajo cotidiano hasta los más excelsos monumentos para conmemorar a los poderosos o para rendir culto a sus dioses. (…)
Los olmecas, civilización prístina en este territorio, desarrollaron una maestría extraordinaria en la talla de piedras duras.
De hecho, los olmecas inician una serie de tradiciones que se habrán de mantener a lo largo de la historia del período prehispánico abarcando unos tres milenios.
Particularmente, iniciaron la valoración de las piedras verdes, jadeítas y serpentinas que, simbólica y económicamente, se mantuvo con gran relevancia. Así también, iniciaron la tradición de la escultura monumental como memento de personajes, deidades y temporalidades que había que perpetuar para la eternidad, y, hasta hoy, parecen haberlo logrado. Las cabezas colosales celebran todavía la grandeza de sus señores gobernantes, los tronos permitieron ejercer su poder y las estelas a partir de entonces se habrían de incluir en los trazos urbanos para marcar finales de ciclos calendáricos, ascensiones al poder, o triunfos en batallas.
Los olmecas son también quienes introducen el ritual sagrado del juego de pelota (…). Además, se desarrolla el complejo de yugos-hachas-palmas que le están asociados. (…)
En este complejo de objetos representaron los niveles sobrepuestos del universo mesoamericano mediante el tallado de formas muy particulares sobre la piedra: el yugo, abajo a menudo decorado con la forma de un monstruo telúrico y el hacha o la palma decorados en bajorrelieve con representaciones diversas asociadas al ritual mismo, aludiendo en ocasiones a la cabeza del decapitado o exaltando en otras la gloria de las deidades patronas del juego.
Estos implementos, representados en murales y tableros alrededor de la cintura y como protectores de los jugadores, no deben haber sido usados para el juego mismo. Se piensa que funcionaban más bien como trofeos, lo que explica su hallazgo como ofrendas en contextos funerarios, y se ha sugerido también que hayan servido como moldes para elaborar los protectores mismos con materiales más flexibles y ligeros, como pudiera ser el cuero o el hule (…).
En El Tajín (…) encontramos numerosas representaciones del ritual, así como de deidades y gobernantes en magníficos bajorrelieves esculpidos en roca arenisca. Sobre tableros, frisos y columnas, con maestría se plasmaron diseños complicados que suelen ocupar todo el espacio llenando de volutas los espacios entre seres humanos y otros fantásticos, en relatos de carácter épico donde parecen convivir los hombres con los dioses.
Los dioses son precisamente una de las temáticas primordiales de las magníficas esculturas huastecas. Esta cultura contemporánea de los aztecas, en el norte de Veracruz y estados aledaños, plasmaron sobre roca arenisca los rasgos y atributos inconfundibles de sus dioses: Tláloc, el de la lluvia, Chalchiuhtilicue, su consorte o Quetzalcóatll son fácilmente identificados, pues las crónicas de la Conquista española se ocuparon de su descripción de estos númenes de acuerdo con los informantes aztecas y es claro que los huastecas eran fieles a las mismas deidades.
(…) La nobleza de la piedra fue utilizada también para decorar los cuerpos de hombres y mujeres en formatos de collares, pulseras, ajorcas, orejeras, anillos y besotes. Hermosas piezas han sobrevivido hasta nuestros días reflejando el gusto por la decoración corporal, a menudo con fines simplemente estéticos y de posicionamiento social, otras veces con significados también sagrados.
Finalmente, herramientas variadas, para el trabajo de campo o para las labores domésticas eran manufacturadas también en piedra y acompañaban la vida cotidiana de los habitantes de la Costa del Golfo de México. Cazar, sembrar, cortar, horadar, emparejar, devastar, eran acciones que los hombres realizaban utilizando obsidianas, sílex y cualquier piedra suficientemente dura, mientras las mujeres preparaban alimentos martajando y moliendo en hermosos (…) morteros (…).
Con el apoyo de
Con el auspicio de