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La Ciudad y el Barrio:
La Boca



Lo que la fotografía recuerda
por Luis Príamo



Del taller a la propaganda política y la denuncia social

Por Lidia Isabel Moroziuk


EL COLOR DEL RÍO
Historia cultural del paisaje del Riachuelo

Por Graciela Silvestri







Lo que la fotografía recuerda
Extractos del libro “Buenos Aires al Sur. Fotografías 1864-1954”,
Corporación Buenos Aires Sur, 2001.

“Más allá de la importancia de algunos temas referidos a sucesos, personas, paisajes o costumbres puedan tener para historiar o evocar la zona sur de la ciudad, si no fueron fotografiados o no se conservan las fotos que los documentaron resultan, para nosotros, virtualmente inexistentes, aunque perduren a través de otros muchos testimonios, e incluso de la mitología del lugar.”

“La mirada sobre el sur porteño está rígidamente condicionada por lo que los mismos porteños supieron y pudieron conservar y, desde luego, por lo que nosotros fuimos capaces de encontrar en nuestra investigación.
Otra cuestión problemática fue la amplitud y variedad del asunto propuesto, y que el sur histórico es un tema de magnitud simplemente inabarcable para una exposición de fotografías. En primer lugar, hacia 1864 –fecha en que fueron tomadas las primeras fotos conocidas de la zona- el sur terminaba prácticamente donde hoy comienza el área demarcada por la Corporación Buenos Aires Sur. A partir de entonces el crecimiento de Buenos Aires hacia el Riachuelo y el oeste fue progresivamente impetuoso, creando nuevas barriadas que, a su vez, se modificaron y, en algunos casos, incluso cambiaron de nombre a lo largo del tiempo.”

“Aquí debemos observar que la fotografía del pasado, en particular la del siglo XIX, no desarrollaba un número amplio de temas sobre la realidad de su época. Los motivos de vistas y costumbres de Buenos Aires tomados por los profesionales que vendían las fotos pegadas sobre cartones o encuadernadas en álbumes, eran recurrentes y solían repetirse de uno a otro fotógrafo: sitios y edificios históricos que eran, a la vez, símbolos del poder.”

 “Los suburbios también convocaban a fotógrafos, aunque con mucho menos frecuencia. Allí el paisaje, las costumbres y figuras populares tenían interés, sobre todo, por lo típico e incluso exótico de su carácter (el Riachuelo y sus puentes o los nuevos pobladores de la Boca). A fines del siglo XIX el impulso de modernización de Buenos Aires era  poderoso y la fotografía, compañera fiel del desarrollo capitalista –como hija destacada que fuera la segunda revolución industrial- lo documentó y exaltó.”

“Las nuevas revistas de actualidad –que comenzaron con Caras y Caretas en 1898- utilizaron masivamente la imagen fotográfica para ilustrar sus notas y expandieron el abanico de motivos ‘fotografiables’ hasta ese entonces. Los sucesos considerados de interés público llevaron a los fotógrafos hasta personas y lugares antes ignorados, o fotografiados con sentido diferente. Los conventillos, por ejemplo, que la antigua fotografía de costumbres mostraba como una curiosidad sin adjetivos, por así decirlo, de la  vista popular, comenzaron a adquirir aspectos más sombríos e incluso peligrosos bajo la luz de las crónicas periodísticas sobre hechos policiales o problemas de salubridad pública. Por otra parte, el activismo combativo y sindical de la vida obrera, que hasta entonces no existiera como tema fotográfico, comenzó a recibir la atención de los nuevos reporteros, que en el caso de Caras y Caretas no era hostil, sino más bien simpática. Para la imagen pública de las barriadas del sur, esencialmente populares, estos cambios fueron significativos. Desgraciadamente, el único archivo fotográfico que se ha conservado de las grandes revistas del período, aunque incompleto, fue el de Caras y Caretas. Y sólo el archivo de copias, ya que los negativos desaparecieron. La mayor parte de esas fotos se encuentra en el Archivo General de la Nación. Ellas representan la única fuente masiva de imágenes fotográficas documentales –sobre todo porteñas- del primer cuarto del siglo XX con que contamos.”

“El carácter proletario y popular de los barrios del sur porteño también reguló la relación histórica entre fotografía profesional y sus habitantes. Si bien el advenimiento de la imagen fotográfica representó para amplios sectores de la población la posibilidad de obtener un retrato personal o familiar –alternativa que la pintura reservaba para la aristocracia y la alta burguesía- las diferencias de clase, sin embargo, no dejaron de condicionar la relación entre fotografía y sociedad.”

“A comienzos del siglo XX empezó a desarrollarse en el país la actividad fotográfica institucional que hoy, desde el punto de vista patrimonial, resulta extraordinaria. En efecto, el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, la Municipalidad de Buenos Aires y las empresas ferroviarias crearon departamentos fotográficos en reparticiones específicas, cuya función primordial fue documentar sus propias actividades internas para reunir antecedentes de ellas y, eventualmente, propagandizarlas. Fue así como una actividad regular y burocrática, desarrollada durante las décadas por fotógrafos profesionalmente consistentes y, muchas veces, con genuino talento plástico (cuyo trabajo nos da en general una idea espléndidamente excéntrica de la rutina administrativa), nos ha dejado imágenes preciosas sobre cambios que se fueron produciendo en la ciudad y, asimismo, sobre nuestra clase trabajadora de antaño.”

“Acudimos a archivos que contienen documentos fotográficos imprescindibles, en primer término, por la relevancia histórica y estética de sus imágenes, pero también para señalar la deuda que tenemos con esta memoria colectiva que aún permanece  prácticamente ignorada.”

“Quienes trabajamos habitualmente con fotografías antiguas en nuestro país, y en ocasiones como ésta, sentimos siempre la obligación de agradecer, en primer lugar, a los fotógrafos que realizaron las imágenes que ahora disfrutamos, y luego a quienes guardaron y guardan esas fotos. La reiteración de dicho reconocimiento nunca nos parece redundante.” 

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