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Press kit con link de descarga fotos PROA21 | Yo-Yo Gonthier
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Gesto poético y de resistencia; performance que nos obliga a mirar nuestro entorno y a poner más cuidado en nuestras acciones. En PROA 21, en La Boca, se realizó este sábado una activación artística que convocó a una nutrida audiencia joven: el artista Yo Yo Gonthier inauguró la expo Soy el hijo del río, cuyo centro es “La nube que hablabla”.
A las tres de una tarde luminosa, el aerostato bordado de ocho metros, que desde 2011 viaja por el mundo recogiendo historias de las diversas comunidades que colaboran con el artista africano, estaba cubierto en el patio de PROA 21. Los mensajes bordados en la nube hablan de la memoria, las migraciones, la colonización, la conquista de los sueños y el rol del artista en la sociedad.
Se trata de una pieza que se infla para su exhibición y se desinfla para ser transportada.
En el exterior de PROA 21 permanecerá tres días y luego partirá hacia otro destino. En la aventura han acompañado también a Gonthier el Instituto Francés de Argentina, la Embajada de Francia y Fundación Medifé.
Pero lo divertido de la performance fue ser parte de su proceso, en el que participaron activamente, además del artista nigerino radicado en Europa, los locales Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Báez, Pedro Montes de Oca, Yhomara Muñoz y Paula La Fea.
Yo-Yo Gonthier, de 50 años, nació en Níger, pero vive y trabaja en los Pirineos. Su carrera se ha construido a partir de una combinación de fotografías, dibujos y música. Su obra ha sido exhibida en instituciones el Centro Pompidou, el Museo de la Diáspora Africana, de San Francisco, y en la Bienal de Dakar, entre otros espacios.
En 2023, en la región francesa de Ariège, el artista inició la renovación de un antiguo edificio para convertirlo en un lugar de emancipación poética y política personal y colectiva. El proyecto de la Nube estará presente en el Jeu de Paume, de París, el año próximo.
Sin duda su trabajo tiene una dimensión tan política como poética. En palabras de la curadora Julie Crenn, el trabajo de Gonthier combina “lo maravilloso, el compromiso y la lentitud” para crear experiencias colectivas y profundas.
¿Cuándo se formó la nube?La historia de “La nube que hablaba” empezó en 2011, cuando Gonthier invitó a doscientas personas, en su mayoría adolescentes, a participar de la construcción de un aerostato bordado de ocho metros de largo. Un intrigante artefacto que se movía con el viento y llevaba sus mensajes a otros horizontes.
Luego del primer vuelo realizado en Saint-Denis, cerca de París, en el marco de una residencia, la Nube se activó en varios puntos del mundo con artistas y científicos locales: viajó hasta la isla de la Reunión en el Océano Índico en 2013 durante la performance Vol de Nuit / Vuelo nocturno; en 2015 participó en Abiyán con L'empreinte / La huella, y en 2016, en Niamey (ciudad natal de Yo Yo), a orillas del río Níger, para La traversée / El cruce. Así, la experiencia de la nube se transmite, uniendo a las personas en red, más allá de las fronteras.
La nube, como artefacto, fractura la relación espacio-tiempo, sobre todo porque irrumpe en la vida cotidiana de la gente como un sueño irrumpe en la realidad. De hecho, toda acción artística colectiva es una irrupción de esa matriz. A pulso, los artistas cargaron la nube hasta sacarla de PROA 21 y la trasladaron a pie hasta el muelle del que zarpa la lancha colectiva que va hacia Tigre.
Allí en un pequeño barco de remolque cargaron la nube sosteniéndola entre todos y navegaron hacia el transbordador –en sentido inverso a Caminito– hasta que los perdimos de vista. Al regresar, acompañados por el ritmo de tambores, supimos que la nave regresaba.
Los artistas se tiznaron y tiraron bengalas de humo, como quienes regresan de un largo viaje, con la nube como vela y mensaje, o como los migrantes que se hacen al mar sin medir los peligros y con los sueños por delante.
Lo leímos como un símbolo de libertad, de diálogo entre culturas, y sobre todo de imaginación.
De regreso al muelle, se volvió a cargar el artefacto para retornar a PROA 21, donde, ya abierta, la nube podrá verse durante tres días antes de continuar su recorrido.
Pero la muestra Soy el hijo del río continuará. Allí se pueden ver fotografías en gran tamaño de performances anteriores, sobre todo en tierra africana, y una intervención de los artistas locales con mensajes que entran en diálogo con los que la nube lleva por el mundo. Podrá visitarse durante todo el mes de diciembre, de jueves a domingos, de 12 a 19.
Estas representaciones llevadas a cabo en diferentes lugares del mundo con artistas locales brindan a Yo-Yo Gonthier la oportunidad de inmortalizar la ligereza de la inmensa nube en películas atemporales filmadas en 8 mm. La performance colectiva se transforma luego en ensayos documentales, fotográficos y fílmicos realizados por el artista en colaboración con otros.
Palabras entrelazadasCuando el proyecto comenzó, Gonthier escribió un texto muy poético: “Éramos muchos, eso era una señal. Allí donde se manifiesta, la luz traza señales. Las más de las veces, imperceptibles; para verlas hay que estar allí, presentes, atentos, juntos. Estamos aquí ante el surgimiento de lo maravilloso, rodeado en su recorrido por una aureola de angustia visceral, existencial, metafísica".
"Es la noción misma de compromiso, desde el vertiginoso impulso del primer paso, hasta el gesto colectivo, fundador y fundamental. Estamos aquí ante la libertad de imaginación. Son tus ojos prendados de audacia y amor. Estamos aquí ante tu palabra y la mía, ojalá puedan estas permanecer así, entreveradas para siempre”. Son las palabras bordadas en la nube que habla.
Para la curadora Julie Crenn, “el artista no trabaja solo; cada proyecto requiere una inversión colectiva, no sólo en la construcción de instrumentos y máquinas voladoras, sino también en la recopilación de información, deseos, testimonios y habilidades. El trabajo se vuelve multidisciplinar y participativo. Al unir un grupo en torno a un mismo proyecto, activa un "gesto colectivo, sublime y laborioso. Se aprovecha la energía para reflexionar sobre nuestra presencia en el mundo, nuestras relaciones con las personas, los paisajes y la historia”.
En cada una de las performances con “La nube que hablaba”, Gonthier crea una nueva oportunidad para estrechar vínculos y tejer encuentros entre habitantes y artistas. La nube teje en su trasiego su propia red.
A la performance siguió un espectáculo musical. Para cuando el barco regresó y la nube saltó del Riachuelo a tierra firme, mucha gente se había sumado, con mucha curiosidad y entusiasmo por ser parte de esa activación artística tan singular.
La muestra Soy el hijo del río puede verse en Proa21 todo el mes de diciembre, de jueves a domingos de 12 a 19.
PROA 21
Av. Pedro de Mendoza 2073
El próximo sábado 30 de noviembre a las 17h se llevará a cabo la instalación participativa del artista francés Yo-Yo Gonthier en el barrio de La Boca, ciudad de Buenos Aires, en el marco de la programación cultural propuesta por el Institut français d'Argentine – Embajada de Francia en la Argentina.
El programa de la fecha ha sido desarrollado por el Institut français d'Argentine– Embajada de Francia en la Argentina- en conjunto con la Fundación PROA y cuenta con el apoyo de Fundación Medifé, Air Liquide Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Mediación artística Australia.
"La nube que hablaba", instalación a gran escala del artista visual y fotógrafo Yo-Yo Gonthier recorrerá el barrio de La Boca acompañada por "Soy el hijo del río", exposición que inaugurará ese mismo día en Proa21 (av. Pedro de Mendoza 2073) exhibiendo diferentes travesías de la nube del artista en distintas partes del mundo. La muestra podrá visitarse desde el 30 de noviembre, durante todo el mes de diciembre, de jueves a domingos de 12 a 19h.
Desde Proa 21 partirá una nube inmensa que ha sido confeccionada junto con los artistas locales: Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Baez, Pedro Montes de Oca, Yhomara Muñoz y Paula La Fea. La nube realizará un recorrido por el barrio de La Boca, terminando con una navegación por el Riachuelo.
"La nube que hablaba" se convierte en un gesto poético y visual. Una instalación participativa a través de la cual Gonthier propone una reflexión sobre la relación de las sociedades contemporáneas con su propia memoria y el papel del artista en la sociedad actual, con el objetivo de dar una respuesta poética elaborada colectivamente. La Nube recoge los pensamientos de los participantes en la activación y aparece como un instrumento de emancipación colectiva; una página en blanco en la que se inscriben ideas que de otro modo nunca hubieran tomado forma.
UNA ACCIÓN COLECTIVA. Cada vez que se realiza esta performance colectiva, la experiencia queda registrada en ensayos fotográficos y fílmicos tomados por el artista con la ayuda de otros colegas que se unen temporalmente a su proyecto en distintas ciudades del mundo.
LA NUBE QUE HABLABA, performance + exposición |Noviembre 30, 17h en PROA21.
Av. Pedro de Mendoza 2073. Entrada libre.
Yo-yo Gonthier nació en Niamey, Niger, en 1974, trabaja y vive en Daumazan-sur-Arize, en los Pirineos, pero su espíritu inquieto lo lleva a recorrer el mundo. Fotógrafo, artista visual y músico, esta vez sigue la trayectoria de La nube que hablaba.
Desde 2011 se dedica a llevar adelante proyectos colectivos y participativos precisamente como la nube que se instalará en el cielo porteño. Pero antes que la nube fue un aerostato bordado de 8 metros de largo–es evidente que le gusta volar-, un proyecto del que participaron unas 200 personas, en su mayoría adolescentes. El aerostato se movía con el viento.
En una sociedad que valora la velocidad y la tecnología, él procura que la memoria histórica no se borre, por eso recuerda que Francia fue un país colonialista con posesiones en África.
“La nube que hablaba” ha recorrido el mundo y este sábado 30, a las 17, modificará el tradicional paisaje del barrio de La Boca. Esta propuesta artística se produce en el marco de la programación cultural del Institut Français d’Argentine en conjunto con la Fundación PROA y cuenta con el apoyo de Fundación Medifé, Air Liquide Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Mediación artística Australia.
Del mismo modo que el aerostato, la nube que se desplazará por el cielo de La Boca desafiará la ley de gravedad y procurará que se eleven los sueños.
Esta nube voló por primera vez en el cielo de Saint-Denís, un cielo cercano al de París pero se replicó en muchos otros puntos del mundo con la participación de artistas y científicos de cada lugar. Así, en 2013 llegó a la Isla de Reunión en el Océano Índico, en 2015 llegó a Abiyán, en Costa de Marfil y en 2016 se posó en el cielo de Niamey, a orillas del río Niger.
Cuando se le pregunta a Yo-Yo Gonthier cómo describiría esta nube viajera a alguien que no sabe de qué se trata, contesta: “Hay que verlo para creerlo, es una aparición, un fantasma, un nacimiento, un funeral, un espíritu. “Le nuage qui parlait” es una obra colaborativa creada en 2011, en Francia, que reunió a más de 600 personas en distintos países. La nube escucha las palabras de las personas que la rodean y las reproduce en instalaciones”.
La nube y su recorridoLa navegación aérea de la nube que partirá de Proa 21 (Av. Pedro de Mendoza 2073) será acompañada por una exposición, El hijo del río, que mostrará las distintas travesía que hizo la nube en diferentes lugares del mundo. La muestra podrá visitarse a partir del 30 de noviembre durante todo el mes de diciembre de jueves a domingo de 12 a 19.
“La exposición –dice Yo-Yo Gonthier- cuenta la historia de la nube, de su partida y su regreso, y de la riqueza que surge del intercambio de conocimientos. También trata del vínculo que tenemos con el agua, con el río, con el océano”.
También la performance de la nube en la ciudad de Buenos Aires será fotografiada y filmada por Yo-Yo Gonthier con la ayuda de otros colegas.
La nube que se desplazará en el cielo boquense y que terminará su viaje en el Riachuelo fue construida con la colaboración de distintos artistas locales: Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Baez, Pedro Montes de Oca, Yhomara Muñoz y Paula La Fea
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“La colaboración con artistas de todo el país –cuenta Gonthier-fue un encuentro maravilloso, ya que compartimos historias personales, recuerdos antiguos, mitos, cuestiones filosóficas e históricas sobre el tema del compromiso para grabar palabras y escribir en la nube palabras poéticas en distintos idiomas. Organizamos y co-escribimos juntos la performance de la nube en la Boca.”
Este sábado a las 17 La nube que hablaba convocara a los vecinos de La Boca y a todos los que quieran sumarse para comprobar que no es cierta la tan repetida frase que dice que no hay nada nuevo bajo el sol. Esta nube es algo nuevo bajo el sol boquense, una experiencia única que llama a la participación colectiva de todo aquel que esté interesado en remontar a esta nube parlanchina como en la infancia remontaba barriletes.
La nube flotará sobre las cabezas de los participantes, no demasiado lejos del suelo. Una nube que flota a baja altura es de gran valor para todos los argentinos que no pueden alcanzar lo que necesitan porque los precios están por las nubes.
Son casi las cuatro de la tarde de este sábado de sol y nubes en Buenos Aires y una estructura de poliuretano y satén de diferentes tamaños comienza a inflarse con helio en el jardín de Proa 21, en La Boca, preparándose para su paseo por el barrio y por el Riachuelo. La nube que hablaba se titula esta obra instalativa, colaborativa y performática del artista visual y músico francés Yo-Yo Gonthier, que desde hace casi una década y media viene recorriendo distintas ciudades del mundo, reuniendo a más de 600 personas entre todas sus peregrinaciones.
A las 16.50, la nube se eleva en el aire y, sostenida con sogas, ya está lista para salir. Al son de tambores y sonajeros, empieza la performance que alterará las nociones de espacio y tiempo de la vida cotidiana de las calles y aguas de esta ciudad porteña. Unas setenta personas caminan detrás de ella, cual peregrinos, por la avenida Pedro de Mendoza. Muchos saben a lo que van y otros se suman sorprendidos. “Me asombra”, exclama Micaela. “Aún estoy expectante”, comenta Mercedes. “Es raro, nunca vi algo así”, expresa Rocío. Al llegar al icónico puente del barrio, Nicolás Avellaneda, baja el muelle, se embarca en una lancha amarilla y zarpa navegando hasta desaparecer.
La historia de esta obra empezó en 2011, con una activación realizada en Saint-Denis. Desde entonces, su andar continuó por otras latitudes: pasó por la isla de la Reunión en el Océano Indico; llegó a Abiyán, Costa de Marfil; luego Niamey, a orillas del río Níger.
El proceso de trabajo para cada activación es colaborativo. En cada ocasión, Gonthier convoca a artistas locales para trabajar en conjunto. “Escribimos nuestros pensamientos sobre la tela de la nube y dijimos palabras y frases que fueron grabadas para ser reproducidas en la muestra, palabras de nuestro compromiso como artistas situados aquí y ahora”, dice a LA NACION Paula La Fea, artista local argentina oriunda de Tucumán, sobre el trabajo colaborativo en el que también participaron los artistas Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Baez, Pedro Montes de Oca y Yhomara Muñoz.
LA HISTORIA SECRETA DE LA GUERRA ENTRE ALBERTO FERNÁNDEZ Y FABIOLA YAÑEZ EN UN NUEVO LIBRO DE INVESTIGACIÓN“La nube amplía el campo de posibilidades y permite que los sueños penetren en la realidad: cada una de sus representaciones es una oportunidad para crear vínculos y tejer encuentros entre habitantes y artistas -reflexiona Gonthier en comunicación con LA NACION-. La experiencia se transmite, uniendo a las personas más allá de las fronteras. Me fascina la nube y su posibilidad de moverse con el tiempo capturando los sueños y pensamientos de los que se cruza y llevándolos a otros horizontes”.
“Yo-Yo Gonthier pone en marcha protocolos técnicos y humanos cuyo fin último es captar un fragmento de lo maravilloso”, sostiene la curadora independiente, Julie Crenn en su texto.
La muestra Soy el hijo del río, que acompaña la iniciativa en Proa 21, exhibe fotos y videos de las travesías de la nube, además registros del proceso de trabajo de los artistas locales. “Se puede indagar el tiempo”; “Ninguna historia me pertenece”, “Partida, viaje, regreso”, “El tiempo de vivir”; “Abrazar lo desconocido”; son algunas de las frases que se leen sobre un muro de la sala.
Si bien las performances son en sí misma efímeras, hay algo que queda. En este caso la nube, que trae impregnada en su materialidad la memoria bordada de otras latitudes, se llevará consigo a su próximo destino el recuerdo de su paso por Buenos Aires, como una suerte de amuleto que se carga de la energía de los lugares por los que pasa y de cada persona que la toca. La obra invita a pensar sobre temas tan humanos como el desplazamiento, la migración, el paso del tiempo, lo efímero y lo que perdura.
A las 17.40, la nube vuelve a aparecer. Sobrevuela a mayor altura aún y desde la costa se divisan bengalas. A las 18.30 llega de regreso al jardín del museo. Gonthier y los artistas están transformados; sus caras pintadas de blanco y visten otros atuendos. Algo se transformó en este viaje cuasi fantástico.
El programa ha sido desarrollado por el Institut français d’Argentine y la Embajada de Francia en la Argentina- en conjunto con la Fundación Proa y cuenta con el apoyo de Fundación Medifé, Air Liquide Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de mediación artística Australia
Para agendarLa muestra Soy el hijo del río, que acompaña esta iniciativa, inauguró hoy en Proa 21 (Av. Pedro de Mendoza 2073). Exhibe las diferentes travesías de la nube del artista en distintas partes del mundo. Podrá visitarse hasta el 5 de enero de jueves a domingos de 12 a 19. Entrada gratuita.
Por Lucía Vázquez GerEl programa de la fecha ha sido desarrollado en conjunto con la Fundación PROA y cuenta con el apoyo de Fundación Medifé, Air Liquide, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Mediación artística Australia.
“La nube que hablaba” recorrerá el barrio de La Boca acompañada por “Soy el hijo del río”, exposición que inaugurará ese mismo día en Proa21 (Avenida Pedro de Mendoza 2073) exhibiendo diferentes travesías de la nube del artista en distintas partes del mundo. La muestra podrá visitarse desde el 30 de noviembre, durante todo el mes de diciembre, de jueves a domingos de 12 a 19 horas.
Desde la Proa 21 partirá una nube inmensa que ha sido confeccionada junto con los artistas locales: Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Baez, Pedro Montes de Oca, Yhomara Muñoz y Paula La Fea. La nube realizará un recorrido por el barrio de La Boca, terminando con una navegación por el Riachuelo.
“La nube que hablaba” se convierte en un gesto poético y visual. Una instalación participativa a través de la cual Gonthier propone una reflexión sobre la relación de las sociedades contemporáneas con su propia memoria y el papel del artista en la sociedad actual, con el objetivo de dar una respuesta poética elaborada colectivamente.
La nube recoge los pensamientos de los participantes en la activación y aparece como un instrumento de emancipación colectiva; una página en blanco en la que se inscriben ideas que de otro modo nunca hubieran tomado forma.
Vale destacar que estas representaciones llevadas a cabo en diferentes lugares del mundo con artistas locales brindan a Yo-Yo Gonthier la oportunidad de inmortalizar la ligereza de la inmensa nube en películas atemporales filmadas en 8 mm. La performance colectiva se transforma luego en ensayos documentales, fotográficos y fílmicos realizados por el artista en colaboración con otros.