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Exposición
Directores de proyecto:
Adriana Rosenberg y Jorge Helft
Curadora: Elena Filipovic
Organización: Fundación Proa
Coordinadora General:
Cintia Mezza
Asistencia y producción:
Iara Freiberg
Diseño expositivo:
Caruso- Torricella Architetti
Coordinación Catálogo:
Debbie Grimberg
Auspicia: Tenaris - O. Techint


email: duchamp@proa.org


Aspectos fundamentales
Conversación con Jorge Helft (II/III)



Por Victoria Verlichak

En este tramo de una conversación, el coleccionista Jorge Helft cuenta cómo comenzó su interés por Marcel Duchamp -cimentado con la lectura y, en muchos casos, la relectura de más de 40 libros en los últimos dos años- y revela algunos aspectos del hermético artista.

Ídolo de la generación Pop
“En los años 60 y tantos descubrí el mundo de Duchamp. Al estudiar el arte del siglo XX, poco a poco me di cuenta de que Duchamp era un monstruo y que había un enorme potencial en su obra. Unos pocos años antes de morir, Duchamp se transforma en líder e ídolo de toda la generación Pop. No solamente despertó la admiración de los creadores vinculados con las artes visuales, sino de John Cage y de la generación de escritores como Allen Ginsberg.

“Duchamp supo desarrollar en forma más completa, mucho más categórica, las ideas que habían existido siempre en el campo del arte. Las cristalizó en 1913, por muchas razones, un año fundamental en su producción. Me pareció genial que tardíamente, después de 50 años de haberlas elaborado mentalmente y haberlas puesto en práctica, estas ideas estuvieran invadiendo el mundo, con lo cual todo lo que se hizo después de 1963 es ‘duchampiano’. Nadie, ni Rembrandt, ni Picasso de lejos, han tenido la influencia que tiene Duchamp, y entonces eso me apasionó.

“Al principio, Duchamp no quería que sus objetos fuesen vistos como arte; se dio cuenta de que el arte depende tanto de quien lo mira como del artista. ¿Cómo se le ocurrió una cosa así de increíble? No, no es increíble, porque él era, según André Breton, el hombre más inteligente que conoció. Él era un pensador, que reflexionaba con su pipa, con su cigarro. Decía que hay miles de obras maestras que nunca vieron la luz porque nadie jamás las entendió; a veces se redescubren después de siglos como en el caso concreto de Vermeer (en 1870 nadie sabía quien era Vermeer).

“Duchamp se dio cuenta de que el espectador tenía una fuerza, una importancia colosal en la determinación de qué es y qué no es arte, cosa que a mí me fascinó porque es un pensamiento parecido al de Borges, quien dijo que al libro lo hace el lector, no lo hace el escritor. ‘Yo soy  lector’, sostenía Borges. Lo que cuenta es el lector, porque sabemos que muchas personas escriben y no pasa nada. Asimismo, Duchamp dice que la obra la hace el que observa, el espectador.

“Con este pensamiento tan claro, Duchamp toma la rueda de bicicleta. El primer objeto que incorpora es la rueda de bicicleta (Bicycle Wheel), la compra porque le divierte como algo visual, le gustaba el movimiento; decía que como no tenía chimenea, el girar de la rueda le provocaba el mismo efecto de tranquilidad que la oscilación del fuego. Cuando se va a los Estados Unidos arma otra rueda de bicicleta, pero tampoco estaba pensando en ‘qué es arte’. La idea del readymade recién nace con los primeros objetos que busca -sin ninguna intención estética- y compra allí. Esto constituye una evolución; hay 15 o 20 readymades diferentes -el readymade asistido, el readymade rectificado, el readymade blando- y cada uno aporta un hito más a su pensamiento. No son objetos que Duchamp compra en ferreterías o en negocios y que acumula porque sí, sino que todos tienen el claro propósito de agregar algo a su pensamiento”.


Picasso, Matisse y Duchamp
“Picasso, que era seis años mayor, no lo influyó, ni tampoco fueron amigos. Duchamp conoció a Picasso someramente y éste nunca lo tomó demasiado en serio; le parecía un intelectual interesante, pero no apreció la importancia de Duchamp. Claramente, Duchamp conoció el cubismo, pero la pintura de 1912 Desnudo bajando la escalera (Nº 2) es futurista, con una paleta cubista. Él quiso mostrar el movimiento, cosa que al cubismo nunca le interesó.

“Durante los años de mi formación siempre escuché que el siglo XX es muy rico, que aunque existen muchos artistas importantes sólo dos pueden ser considerados súper genios intocables: Picasso-Matisse; Matisse-Picasso. Picasso tenía un solo rival al cual temía: era Matisse. A Braque, Picasso nunca le tuvo miedo; le tuvo respeto y lo quería muchísimo, a pesar de algunas desavenencias.

“A partir de los años 60, y poco a poco en los 70, en los 80, y llegando al fin del siglo, referentes cabales -directores de grandes museos, historiadores de arte de primer nivel-, con derecho a voz y voto, comienzan a decir que el siglo XX dio tres super genios Matisse-Picasso-Duchamp; y algunos sostienen que, para poner las cosas en su lugar, la trilogía es Duchamp-Picasso-Matisse. Con 60 años de atraso, de repente, Duchamp entra en ese selecto club de los tres grandes. Antes no lo nombraban y si en los 60, los 70, hubiéramos dicho Picasso-Matisse-Duchamp, la gente hubiera pensado que era una locura. Con la muestra de Fundación Proa, yo quiero que las personas abran los ojos acerca de por qué, con 50 años de atraso, Duchamp es percibido como tan super genio como Picasso y Matisse.

“Es cierto que en el nombre de Duchamp y del arte conceptual se ha hecho cualquier cosa. Pero el único culpable del desconocimiento de Duchamp es el propio artista, que sólo mostró los readymades a sus amigos; los dos que mandó a diversas muestras nunca fueron mostrados apropiadamente, estuvieron escondidos. Yo creo que es un genio por haber concretado varios pensamientos fortísimos, que ya existían, pero que él cristalizó, explicó y demostró.

“Cuando Duchamp hace su revolución, es el momento de Dada. Se niega a participar del movimiento ya que él, por principio, no quería pertenecer a ningún grupo; ante todo era un individualista. Sin embargo, él es el primer gran dadaísta, aún cuando no quiso ser Dada. Hay que poner esto en su contexto, la rueda de bicicleta, la pala de nieve están también dentro del espíritu dadaísta. Duchamp se negaba a participar en grupos; Breton se puso de rodillas para que integre el surrealismo, pero él nunca quiso, decía que no.

“Marcel Duchamp escribió en 1955 que los que iban a entender su obra  eran aquellos que ‘vivirán dentro de 50 años a 100 años’, ese es el público que le interesaba; el público de hoy”.


Aspectos esenciales
“Quiero mencionar tres aspectos fundamentales en Duchamp. En primer término, él es un compositor musical. Antes de la rueda de bicicleta, en 1913 realiza tres composiciones musicales donde juega con la idea de lo aleatorio. En una instancia, registra notas musicales en pequeñas cartas; tomadas al azar, éstas escriben la partitura de acuerdo a la secuencia en la que son extraídas. Luego, para otra composición trabaja con un embudo en donde se tiran pelotas con números y se utiliza el mismo mecanismo: se reescribe la partitura cada vez y según el orden de los números extraídos. La idea es genial, aunque musicalmente infame. Es la idea que capta Cage y que transforma la música contemporánea a partir de 1950, pero Duchamp lo hace en 1913.

“El segundo aspecto que hay que subrayar es la importancia del ajedrez, que en Duchamp durante unos 30 años es colosal; luego menor. Jackie Matisse me cuenta que cuando su madre, Teeny, y Duchamp estaban en París, ella y su marido (Bernard Monnier) los invitaban a comer y a jugar ajedrez. En Buenos Aires jugaba al ajedrez todos los días; en Nueva York no hacía otra cosa que jugar al ajedrez.

“En tercer lugar, el juego de palabras es sumamente importante en Duchamp. Le dedica horas y horas a juegos de doble sentido, generalmente en francés y algunos en inglés, donde hay en su mayor parte connotaciones muy eróticas y bastante vulgares junto al juego de palabras, como por ejemplo, la obra L.H.O.O.Q. (1919), Elle a chaud au cul,que es bien conocida. Pero hay libros enteros de juegos de palabras de doble sentido que son intraducibles.

“¿Su personalidad femenina? Duchamp quiere cambiar…; su primera idea es simular un cambio de religión y busca volverse judío, pero cuando no encuentra el apellido judío que realmente lo satisface, crea Rrose Selavy (Eros, C'est la Vie), otro juego de palabras, y se hace fotografiar vestido de mujer por Man Ray”. Su propósito es negar su identidad; aparecer como ‘otro’”.

email: duchamp@proa.org
Teléfono: [54-11] 4104 1000