Prensa Publicada
La obra de Anselm Kiefer empezó a ser reconocida internacionalmente a principios de la década pasada y el premio de la Bienal de Venecia de 1997 ha sido la coronación de su trayectoria. De ahí, el especial interés que despierta la exposición de pinturas, fotografías y técnicas mixtas que exhibe la Fundación Proa. La componen diecisiete obras de gran envergadura, entre las cuales hay también libros de artista.
Los grafismos de la libertad
Todas estas piezas, creadas en los últimos diez años, fueron realizadas con variados materiales y resueltas de manera directa y dinámica, en algunos casos mediante procedimientos mixtos que incluyen una pluralidad de técnicas, como se advierte en Wege der Weltweisheit die Hermanns-Schlacht (1993). En esa obra, de casi trece metros de superficie, el autor pegó sobre papel montado en tela varias xilografías yuxtapuestas, y posteriormente, aplicó con gesto amplio trazos que parecen grafismos, aunque estén a medio camino entre lo deliberado y lo caprichoso o arbitrario. Kiefer actúa en lo formal con libertad, pero sin abandonar una actitud estructural organizada para que afloren ciertos impulsos de conciencia propios y ajenos.
Por momentos se aproxima al conceptualismo, en particular, cuando emplea la fotografía para estimular la reflexión, como en las páginas de L'Auvergne (1996), pero no desmaterializa su producción en pos de las ideas.
Escritura rústica
Cuando trabaja como xilógrafo y como pintor usa en cambio una escritura rústica, cuyas características reflejan las huellas de lo que los italianos llamaron "transvanguardia"; los alemanes, "pintura salvaje y los norteamericanos, "neoexpresionismo". En Sterntaler (1991), pega un vestido y ramas sobre plomo, hierro y vidrio; los materiales se pliegan al sentido general de la pieza sin perder su significado intrínseco. En general, Kiefer mantiene una concepción estética que evita los efectos decorativos.
Complementa la exposición un catálogo con ilustraciones en el que se dan interesantes referencias sobre la obra de Kiefer. Hay, por ejemplo, páginas de análisis e interpretación de Andreas Huyssen, sobre el terror a la historia y la tentación de los mitos como alegorías profundas de la identidad nacional. Para él, la pintura de Kiefer -en sus formas, materiales y temas- trata enfáticamente de la memoria.