Culturas del gran Chaco

Los aborígenes del gran Chaco argentino. Un relato de viaje
por Grete Stem

Este texto fue extraído del libro “Aborígenes del Gran Chaco” editado por Fundación Antorchas y Fundación Ceppa en marzo de 2005. El mismo fue redactado por Grete Stern hacia 1971 en ocasión de exhibir en la Universidad Nacional de La Plata sus fotografías chaqueñas, que mostró por primera vez en 1965 en el centro cultural General San Martín

…El Gran Chaco es una inmensa región situada casi en el centro del continente sudamericano. Abarca las tierras que van desde los Andes hasta los ríos Paraguay y Paraná. Es un paisaje llano, cubierto en parte con árboles, en parte con pastos. El Chaco boreal pertenece a Bolivia, el central es de Paraguay y el austral (la sección más grande, de casi 500.000km2) forma parte de la Argentina y abarca las provincias del Chaco y Formosa, más porciones de Santiago del Estero, Santa Fe y Salta. Es una zona escasamente poblada.

…En los viajes que describo visité muchos grupos de aborígenes o indios que viven allí. En 1959 y 1960 enseñé fotografía durante un año en la Universidad Nacional del Nordeste, en Resistencia, capital de la provincia del Chaco. En esa oportunidad tuve ocasión de conocer a los aborígenes de la zona, indios tobas que vivían en pequeños grupos en las afueras de la ciudad. Al principio, casi todos esos indios tenían miedo de dejarse fotografiar y escapaban. En algunos casos, después de conversar con ellos ¾o de enseñarles fotografías de otros aborígenes¾, se convencían de que mi uso de la cámara no les haría daño y me permitían hacer la toma. Pero a veces, para tener más seguridad ante la cajita negra, solo permitían que los fotografiara si tenían una Biblia entre las manos.

…Debo señalar que hablo de experiencias personales, de mis conversaciones con los aborígenes y con profesores de la Universidad del Nordeste. No he estudiado la materia. Me limité a fotografiar lo que veía.

…En 1964 volví a Resistencia con la intención de documentar durante cuatro meses la vida y la artesanía de algunos de los grupos aborígenes del Gran Chaco. Antes de iniciar la tarea pedí informaciones y fui asesorada por autoridades reconocidas sobre qué lugar visitar, con quién hablar, cuántos grupos de indios existían, sus principales artesanías, etc. No tenía entonces medio de transporte a mi disposición y, con toda intención, no busqué la asistencia oficial.

…En 1964, los tobas vivían en comunidad, casi todos en ranchos de barro en el barrio o villa Toba, en las afueras de Resistencia.

…Había muchos blancos que se ocupaban de los indios, los cuales preferían ser llamados ‘paisanos’ y no indios o aborígenes, pues consideraban despectivas esas denominaciones. En primer lugar estaban los diferentes misioneros protestantes. Asimismo, la Cruz Roja de Resistencia y la asociación de Amigos del Aborigen de Quitilipi. Estas no intervenían en cuestiones religiosas, como lo hacían los misioneros. Todos querían ayudar al aborigen, pero cada grupo lo hacía a su manera.

…En 1964 observé un gran adelanto, con relación a cuatro o cinco años antes, en la artesanía de totora: se podía pedir a los indios que hicieran media docena de tal o cual canasto y lo repetían exactamente. Pero en los alrededores de Resistencia empezaba a faltar totora, porque, una vez cortada, la planta no crece de nuevo y los tobas nunca se ocuparon de sembrarla. Pero una nueva artesanía surgió aquel año en Resistencia: la alfarería de tobas, enseñada en la dirección de Extensión Universitaria.

…Desde Resistencia viajé a Colonia Benítez, donde visité una toldería de varias familias de tobas. Vi colgados en los árboles varios paquetes de largas fibras de una planta llamada chaguar, con las que se hacen hilos para tejer y para fabricar sogas. A mi pedido, una mujer toba me mostró cómo torciendo varias fibras y presionándolas con la mano, que movía en ambos sentidos a lo largo de su pierna, formaba un hilo de mucha calidad y resistencia. El chaguar es llamado caraguá o caraguatá en el norte del Chaco, donde la fibra ocupa un sitio importante en la vida diaria de los aborígenes, pues sirve para tejer bolsas, cunas, redes, recipientes para comida y hasta ropa.

…Villa Ángela era conocida como el centro del territorio de los mocovíes. Su especialidad era la alfarería. Pude conocer sus viviendas, sumamente primitivas, frecuentemente sin techo. Pude apreciar y fotografiar dos importantes colecciones de jarrones y cántaros.

…En camino hacia Miraflores, pasé dos días en Colonia Castelli. Después de una conversación con el médico del pueblo, un wichi bastante adaptado a nuestra civilización me acompañó a visitar a un grupo de sus congéneres que vivía en forma completamente primitiva en las afueras de la ciudad. Era notable la expresión de amargura de sus caras, lo mismo que las de los chicos de la tribu que encontré en la plaza del pueblo.

…Los primeros indios que visité en Miraflores fueron tobas. Uno de ellos, Hilario Cabrera, vivía con toda su familia en un grupo de construcciones hechas en parte con ladrillos de barro o adobes. Se afeitó, su esposa, las nueras y los chicos se pusieron pañuelos en la cabeza, y todos subimos al carro tirado por dos caballos para ir al lugar de las reuniones, donde estaba el rancho-iglesia. El ambiente no favorecía mis propósitos fotográficos. Algunas mujeres parecían sumidas en éxtasis: hablaban en su lengua, completamente fuera de sí. Sentí que sería una falta de respeto tomarles fotografías. Como en todas las oportunidades anteriores, llevaba conmigo tomas de indígenas hechas en 1959 o 1960 para mostrar a mis interlocutores qué es una fotografía y cómo podían reconocerse en ella. A todos les gustó mucho ver las fotos y encontrar caras conocidas; a pedido de ellos, les envíé algunas copias de las que había tomado con su ayuda. En todas las ocasiones les ofrecí algún dinero para dejarse fotografiar y caramelos para los chicos.

…A fines de agosto viajé a Formosa, capital de esa provincia, donde permanecí unos días. El doctor Arribillaga y el señor Egildo Tassone me pusieron en contacto con misioneros protestantes. Visité a los tobas de la misión de estos, aborígenes ya muy civilizados en sus costumbres y su vivienda. Los chicos iban a la escuelita del barrio con delantales blancos y zapatos. No tuve inconveniente en fotografiarlos, y tampoco a los adultos, pero cuando en el curso de la conversación se enteraron de que lo hacía con propósitos de reunir documentación y de investigar, se sintieron ofendidos. La ofensa les resultó tan grave que, en el acto, debí interrumpir el trabajo y retirarme. Fue la primera y única vez que tuve esta experiencia. Evidentemente, se sintieron subestimados.

…Desde Formosa fui a Las Lomitas, punto final de la línea de ómnibus. En las caras de las mujeres se advertían restos de líneas azules de tatuajes, solo visibles en las fotografías en color. No sabían o no querían decir por qué las tenían, qué significaban y cómo se habían hecho los tatuajes. Vimos a un viejo que tenía las orejas agujereadas, pero no llevaba en ellas los habituales adornos de madera. En el camino de regreso al pueblo pasamos por el rancho de una joven pareja pilagá: el hombre estaba bien vestido, como ‘cristiano’, y la mujer, sentada en la tierra, zurcía una llica, nombre que dan en la zona a la bolsa de chaguar hecha con hilos teñidos con anilinas compradas en la farmacia del pueblo, menos el negro, que obtienen de una planta.

…En Campo del Cielo conocí una toldería pilagá. El comandante de gendarmería de Las Lomitas me envió allí en camión con tres soldados; yo pagué la nafta. Los soldados tenían que averiguar si había indios en edad de presentarse al servicio militar. La escuela operaba en dos turnos: por la mañana, para los niños blancos, cuyos padres no querían mezclarlos con los chicos indios por el posible contagio de enfermedades; por la tarde el colegio recibía a los niños y jóvenes pilagás.

…En Embarcación, en la provincia de Salta, la mucama del hotel me recomendó visitar al pastor noruego de la misión evangélica de Dios. Dos jóvenes misioneros me llevaron a un terreno que la misión había comprado para los wichis. En ese terreno vivían únicamente wichis; fue la primera vez que los vi con expresión de alegría, con ganas de vivir. Generalmente los wichis son considerados los aborígenes más sufridos, pobres y despreciados. La colonia no tenía agua y, para conseguirla, los indígenas debían caminar más de un kilómetro, con sus tinajas atadas a la cabeza y cargándolas sobre la espalda, que era su manera típica de llevar cosas pesadas.

…Desde Embarcación a Tartagal se llegaba en tren. Don Julio Ferreyra, conocido como gran coleccionista de artesanía aborigen, me presentó a los churupíes y a los chorotes. Vivían, como todos los paisanos, en las afueras de la ciudad, en viviendas hechas con restos de la fabricación de madera terciada, industria importante allí y en la que trabajaban muchos de ellos. Tenían una gran producción de tinajas, su única forma de almacenar agua.

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Acerca de la Colección de piezas del Gran Chaco del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires
por José Antonio Pérez Gollán 

La colección de piezas que presentamos en la exhibición “Culturas del Gran Chaco” pertenece al acervo del Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti” (Facultad de Filosof’ia y Letras, Universidad de Buenos Aires). El conjunto proviene de la región del Chaco argentino, espacio que abarca las provincias de Chaco, Formosa y parte de Salta, Santa Fe y Santiago del Estero. El Chaco es desde tiempos prehistóricos un espacio cultural en el que confluye una gran diversidad de pueblos con diferentes tradiciones. Se destaca, sin embargo, como una de las regiones de nuestro país menos estudiadas por la arqueología.

Las piezas, que datan de fines del siglo XI y principios del XX, fueron recolectadas por investigadores viajeros: antropólogos, historiadores y naturalistas que emprendían expediciones científicas a las regiones más apartadas del país, en búsqueda de información científica y de especimenes para los museos antropológicos y de ciencias naturales. En 1909, por ejemplo, el Museo Etnográfico (UBA) comisionó al joven arqueólogo Salvador Debenedetti -quien luego se destacó como arqueólogo y ocupó la dirección del Museo Etnográfico- para que se trasladara hasta Ledesma, en la provincia de Jujuy, con el fin de reunir una colección de objetos pertenecientes a las distintas etnías chaqueñas que concurrían a la región azucarera en la época de la zafra; parte de esa colección es la que se exhibe hoy en Fundación Proa. Los bienes de las distintas etnías chaqueñas no son solamente bellos, sino que además poseen un enorme valor histórico y constituyen una parte importante del patrimonio de los argentinos.

La mayoría de los objetos exhibidos estuvieron destinados al uso cotidiano, tal como vasijas de cerámica para cocinar, armas y distintas herramientas, fajas y telas de lana de oveja para la vestimenta o las chaquetas y bolsas tejidas con fibra de chaguar. Asimismo, es posible constatar la fuerza de un arte propio que se despliega en las máscaras para el carnaval, en la maravillosa síntesis lograda en el modelado de pequeñas figuras femeninas de barro o bien en las nobles y austeras formas de los instrumentos musicales tallados en madera.

Las culturas chaqueñas que desde muy antiguo ocuparon lo que hoy es el territorio argentino, han sido agrupadas en cinco troncos o familias lingüísticas: guaycurú., mataco-macá, tupí-guaraní, arauac y lule-vilela. A la primera pertenecen tobas, pilagás, mocovíes y los hoy desaparecidos abipones. Fue un conjunto de etnías que siempre se distinguió por sus cualidades guerreras; en tiempos de la colonia incorporaron el caballo y fueron una pesadilla constante para los españoles asentados en la frontera, quienes les conocieron como “frentones“ por la costumbre que tenían de depilarse la frente. Ocupaban el territorio oriental y sur de la región chaqueña. La familia mataco-macá la integran los wichis (matacos), chulupíes y chorotes; están asentados en la porción occidental del Chaco. Del tronco lingüístico tupí-guaraní son los chiriguanos, que viven en el este de la provincia de Salta, y se encuentran juntos a los chané, cuya lengua es de la familia arauac. El noroeste del Chaco está ocupado por los vilelas, que se los reconoce como del tronco lule-vilela; los lules, por su parte, se extinguieron durante la colonia.

La distancia temporal de menos de un siglo que separa al patrimonio material de los pueblos originarios del Gran Chaco –representado por la colección del Museo Etnográfico– de los testimonio fotográficos de Grete Stern, se nos presenta ante nuestros ojos como una trayectoria de cambios y continuidades teñida por la desigualdad.. La exhibición de las colecciones etnográficas del Gran Chaco es una novedad en si misma, pues muy pocas veces se han mostrado antes; pero, en realidad, lo importante es que nos ayude a reflexionar sobre el pasado y el presente de nuestro país.

Además, en las salas del primer piso se destaca una notable selección de piezas de diferentes culturas aborígenes del actual territorio argentino. Desde la cerámica del noroeste prehispánico a la platería mapuche; bronces de los valles calchaquíes y cerámica de la zona del litoral; textiles, arte plumario, cueros e instrumentos musicales que hablan de la profusión y variedad de los objetos asociados al poder, al ritual o a la vida cotidiana en las diferentes culturas originarias.

 

El Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti de la Universidad de Buenos Aires

El Museo Etnográfico es una prestigiosa institución dedicada a la investigación, difusión y conservación del patrimonio histórico y antropológico, desde la perspectiva de los procesos sociales y el respeto por la pluralidad cultural.

La creación del Museo Etnográfico, decidida por la Facultad de Filosofía y Letras en 1904, representó una nueva perspectiva en el ambiente científico sudamericano de la época, ya que por primera vez los estudios antropológicos se independizaban del ámbito institucional de las ciencias naturales.

El acervo arqueológico del Museo Etnográfico proviene en su mayoría del noroeste argentino y la Patagonia y en gran medida fue reunido por las investigaciones sistemáticas organizadas y financiadas por el propio museo desde su fundación en 1904. Así mismo, el Museo  incluye un fondo antropológico más amplio, representativo de lo que a principios del siglo XX se denominaba el “mundo primitivo”: alfarerías y tejidos de los Andes, vasos de la Grecia clásica, ofrendas funerarias centroamericanas y hasta cerámica prehistórica del actual Japón. El área de antropología biológica dispone de unas 10.000 piezas óseas de individuos de diferentes poblaciones y algunos cuerpos momificados.

Las colecciones etnográficas corresponden principalmente a la cultura material de los grupos étnicos que han poblado lo que hoy es el territorio de la Argentina. También abarcan bienes de otras sociedades: arte plumario del Chaco, cerámica de los indios pueblo, tallas africanas y de la isla de Pascua, piezas de Oceanía y objetos de culto de diversas religiones.

En la actualidad la institución se ha propuesto recuperar la plenitud de sus funciones como museo universitario, con una renovada acción de exhibición, complementada con visitas guiadas, talleres, publicaciones y otros servicios para el público, sin descuidar las labores de docencia, investigación, documentación y conservación.

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Grete Stern y los paisanos del gran Chaco
por Luis Priamo 

Este texto fue extraído del libro “Aborígenes del Gran Chaco” editado por Fundación Antorchas y Fundación Ceppa en marzo de 2005

¿Es la fotografía un arte? De hecho la fotografía ha prescindido de plantearse este problema: se ha creado un lugar propio en la vida de hoy; tiene una función social.

Grete Stern y Horacio Coppola, folleto de presentación de una muestra en Sur, 1936.

Grete conoció el Chaco en 1958, cuando fue convocada por la Universidad Nacional del Nordeste para tomar fotografías de la vida y las costumbres indígenas para la escuela de Humanidades, ubicada en Resistencia. La universidad planeaba crear un museo y archivo etnográfico regional y requirió el trabajo de la fotógrafa con vistas a la constitución de un fondo gráfico inicial para el museo y archivo, según lo expresó la resolución del rector, Oberdan Caletti. Fotografió la ciudad de Resistencia y sus alrededores, Villa Ángela y Corrientes. Sacó una docena de rollos de 35mm, que se conservan ordenados y datados en su archivo.

…La mayor parte de esas fotos respondió a los propósitos para los que la llamó la universidad. Entre ellas hay retratos de tobas y sus precarias viviendas en las afueras de Resistencia y en Villa Ángela, cacharros de barro hechos por ellos y una serie sobre la construcción de un rancho con paredes de adobe y techo de paja. También registró a los lingüistas Salvador Bucca e Ivan Dahl, que investigaban sobre las lenguas aborígenes.

…A principios de 1959 la universidad decidió poner en marcha un taller de arte regional en la misma escuela y contrató para conducirlo a varios artistas plásticos, por el término de un año con dedicación exclusiva.  Entre ellos estaban Grete y Clément Moreau, compatriota y amigo cercano de la fotógrafa.

La fotógrafa confeccionó un pequeño álbum en el que guardó unas cincuenta copias de contacto de tamaño 6x6 elegidas entre el material sobre aborígenes que produjo en el Chaco en 1959 y 1960. Lo tituló Aborígenes en los alrededores de Resistencia, Chaco, 1959-1960. En algunas tomas anticipó los motivos principales del más extenso registro que realizaría en 1964: hábitat, costumbres, artesanía y retratos. Podemos así suponer que, durante el año que estuvo en Resistencia enseñando fotografía, concibió la idea de realizar un trabajo fotográfico de mayor aliento sobre el tema indígena. Pero, como lo señaló en el texto transcripto más adelante, que describe su trabajo de 1964, se trató de experiencias personales y de conversaciones con los aborígenes y con profesores de la universidad. Concluyó: No he estudiado la materia, me limité a fotografiar lo que veía.

…Al regreso de Resistencia, se reintegró a sus tareas en el Museo Nacional de Bellas Artes y comenzó a elaborar un proyecto de reportaje fotográfico de los aborígenes del Chaco, que tardó un tiempo en concretar y pudo llevar a cabo mediante una beca del Fondo Nacional de las Artes, que solicitó en 1963. Sabemos que prefería evitar toda ayuda gubernamental que pudiera condicionar su libertad de trabajo y la difusión de sus fotos. Así lo aclaró en su escrito de 1971, en el que consignó explícitamente haber viajado sin apoyo oficial.

…En el pedido de beca (de la que conservó copia) detalló que su reportaje de los aborígenes cubriría: 1. Paisaje donde viven. 2. Tipo de vivienda y su construcción. 3. Vestimenta. 4. Normas de vida: higiene, costumbres alimenticias, etc. 5. Aspecto fisionómico. 6. Expresiones de artesanía: materia prima, producción, manufactura, distribución del trabajo, etc. Propuso fotografiar las comunidades mocovíes y tobas de Resistencia y Villa Ángela, que conocía de sus visitas de 1959 y 1960, pero, obtenida la beca, amplió la mirada a otras etnias del Chaco, Formosa y Salta. Dio así al proyecto mayor amplitud e importancia, y se impuso un considerable esfuerzo que da la medida de su energía, presencia de ánimo y entusiasmo a los sesenta años.

…Si bien no usó las palabras reportaje ni ensayo para referirse a Aborígenes del gran Chaco argentino, ambas denominaciones son pertinentes. Reportaje, porque procuró documentar la realidad de la vida indígena. Lo hizo de manera ecuánime, con actitud cordial aunque no paternalista. Y ensayo, porque realizó una narración articulada en torno de tres temas: retratos de personas y grupos; hábitat y costumbres, y artesanía, en particular tejido, alfarería y cestería.

Las leyendas que Grete puso a las fotos consistieron en la indicación de la etnia de los retratados y algún dato sobre sus trabajos artesanales. En el largo texto de presentación se abstuvo de asignar responsabilidades morales o políticas por la situación de marginalidad de los aborígenes, de hacer denuncias o de reclamar la intervención de los poderes públicos. Solo proporcionó información sobre su viaje y su labor. Su actitud fue señalar, como si hubiese dicho: estos son nuestros compatriotas indígenas del gran Chaco; vean cómo viven y lo que son capaces de hacer. Conózcanlos. Su alegato, en todo caso, era implícito.

…Poco después de concluida su expedición fotográfica, Grete hizo una muestra de más de doscientas de sus tomas en el centro cultural San Martín. También dio numerosas conferencias, ilustradas con diapositivas. Podríamos considerar su trabajo un ensayo de fotografía social. No podríamos decir, en cambio, que el ensayo chaqueño perteneció a la entonces llamada fotografía social comprometida, que se subordinaba a una posición doctrinaria acerca del desamparo de las clases sociales subalternas o sus luchas. Grete siempre se resistió a encasillar su fotografía o a imponerle directivas dogmáticas.

…En varios sentidos, el ensayo sobre los indios chaqueños æo paisanos, como ella prefería llamarlos, siguiendo sus deseos æ fue excepcional en la obra de Grete. Su formación, experiencia y gusto la inclinaban a fotografiar con trípode, tomándose tiempo para componer el motivo, y en formato medio: 6x6cm o 6x9cm. Era fiel al principio de Peterhans, su maestro, de que la toma debía componerse mentalmente, antes de apretar el disparador: en el ojo, no en el visor de la cámara, decía ella. Por otra parte, fue el único trabajo de envergadura que emprendió por iniciativa propia, no por encargo. Y en ningún otro caso se preocupó tanto por difundir su labor, menos, posiblemente, para mostrar una obra fotográfica como tal que para ayudar al cambio de las condiciones de vida de los indígenas y a difundir sus habilidades artesanales. Se decepcionó al comprobar que la cuestión indígena figuraba escasamente entre los intereses del poder político y del medio cultural.

…Aunque probablemente se trate de las fotos de Grete que menos apreciaron colegas, críticos, editores y coleccionistas, para ella siempre estuvieron entre los trabajos más valiosos de su carrera, tal vez porque amalgamaron su ética humanista con la visión estética que adquirió en la Bauhaus. Hubo también en ella una instintiva simpatía hacia los indígenas, que expresó con su natural modestia, pues nada era más ajeno a su carácter que la pose, en especial la pose artística. Esa simpatía pudo deberse a dos factores: por un lado, cierta inclinación espontánea, carente de condicionamiento ideológico, por las clases populares, que también se advierte en el hecho de que su archivo solo incluye retratos de intelectuales, artistas y personas sencillas; por otro, su propio padecimiento de exclusión y desprecio en la Alemania masivamente enrolada en el autoritarismo fascista, que le provocaba una identificación consciente o inconsciente con los aborígenes.

…La ejecución del trabajo fotográfico chaqueño le llevó algo más de tres meses. Comenzó a sacar fotos a fines de mayo de 1964, en Resistencia, y concluyó a principios de septiembre, en Tartagal. Visitó trece localidades en el Chaco, siete de Formosa y tres de Salta, para lo cual debió recorrer más de 800km. No reveló los negativos durante el viaje, por lo que quedó excluida la posibilidad de rehacer tomas malogradas. Fotografió con dos cámaras, una con película de 6cm x 6cm y otra de 35mm. La mayor parte del material está en blanco y negro; solo en pocas ocasiones utilizó película color, para sacar artesanías textiles o las pinturas tradicionales en el rostro de mujeres. El estilo simple y austero de los retratos, es similar al que siempre imprimió a sus trabajos, sobre todo al comienzo de su carrera.

Cabe preguntarse con qué criterio eligió los rostros de niños, mujeres y hombres que puso en primer plano, que son muy abundantes por su intención de resaltar el tipo humano de los indígenas. A nuestro juicio, siguió su instinto de retratista, guiada por sentimientos de empatía para con ellos, lo que explica la apacible dignidad que trasmiten casi todos, incluso los más castigados por la miseria. Con su desconfianza natural de las explicaciones retóricas, Grete posiblemente hubiese respondido: Fotografiaba a las personas que me parecían más interesantes. Cuando ambientaba los retratos, solía incluir mujeres tejiendo o haciendo alfarería, así como objetos ilustrativos de la miseria imperante.

…Las viviendas, tanto su exterior como interior, fueron objeto sistemático de reportaje, según su propósito inicial. El tipo que documentó con más frecuencia fue el rancho con paredes de barro amasado con paja, o de palo a pique y tablas, con estructura de ramas para sostener el techo de paja.  En las tomas de interiores resalta la ausencia casi absoluta de muebles, utensilios y herramientas. Ciertas fotos de detalle revelan una precariedad extrema de vida. Son imágenes que recuerdan a sus bodegones, y evidencian su habilidad para captar los detalles significativos del entorno.

…En todo su recorrido, la fotógrafa registró con particular empeño los trabajos de artesanía, que sin duda le resultaban atractivos por su gusto por las artes aplicadas. Tenía interés en mostrar las habilidades de los indígenas y las técnicas y materiales que usaban. Son frecuentes las series de fotos que detallan didácticamente, la elaboración de cacharros, tejidos, canastos y sombreros. Con esas fotos habló de la nobleza de la creación aborigen, aun la más modesta.

 Entre 1965 y 1973, su exposición de 189 fotos chaqueñas, titulada Relato fotográfico de un viaje. Sobre la vida y artesanías de los aborígenes del gran Chaco, se mostró en Buenos Aires, Resistencia, Santiago del Estero, La Plata, Mar del Plata, San Antonio de Areco y Adrogué.

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Los indígenas del Chaco argentino*
por Pablo G. Wright

…El Chaco fue una región de gran complejidad sociocultural. Adquirió la imagen de haber estado cerrada por mucho tiempo a la colonización de los europeos, lo que contrasta con el hecho de que, durante siglos, mantuvo fluidas relaciones e intercambios con otras áreas, como la andina, la amazónica y la pampeana. Ello sucedía antes de la llegada de los españoles y se mantuvo durante la permanencia de estos, pero fue decreciendo a partir del momento en que fueron expulsados, pues con la independencia comenzó un creciente avance del Estado y sus instituciones en esos territorios, lo cual no favoreció dichos intercambios.

…Para apreciar la diversidad chaqueña, conviene mencionar los grupos aborígenes que habitaron la región. Una de las formas de identificarlos es clasificarlos por sus lenguas. En el Chaco argentino se pueden identificar cinco familias: guaycurú, mataco-macá, tupí-guaraní, arauac y lule-vilela. Los tobas, pilagás y mocovíes hablan lenguas pertenecientes a la primera de esas familias. Entre los tobas se distingue a los orientales de los occidentales, grupos que hoy habitan, respectivamente, el este de las provincias del Chaco y Formosa y la zona de Tartagal y Embarcación, en Salta. El etnólogo suizo Alfred Métraux se refirió en la década de 1930 a un tercer grupo, que llamó tobas pilagás, establecido en el noroeste de Formosa. Los pilagás ocupan el centro y norte de Formosa, mientras que los mocovíes están asentados en el centro y sur del Chaco y el norte de Santa Fe. A pesar de hablar lenguas guaycurúes, estas tres parcialidades tienen alguna dificultad en entenderse, pero pueden reconocer palabras, formas gramaticales y denominaciones comunes. Hablan lenguas de la familia mataco-macá los wichis (o matacos), que residen en el noroeste del Chaco y el oeste de Formosa, los chulupíes o churupíes (o nivaclés), en Tartagal, y los chorotes, en Santa Victoria Este, Salta.

…En líneas generales, los indígenas chaqueños fueron mayoritariamente cazadores recolectores, pero algunos, como los chorotes, chiriguanos y chanés, practicaron una horticultura y agricultura incipientes. La ganadería se relaciona con la llegada de los españoles.

…Como región ecológica, el Chaco es una vasta planicie de casi un millón de kilómetros cuadrados de pastizales y bosques secos o xerófilos, con suave pendiente de noroeste a sudeste, escaso relieve y lluvias que decrecen de este a oeste. La región se extiende desde las selvas tropicales de Bolivia y las sierras subandinas del noroeste argentino hasta la llanura pampeana, con la que se va fundiendo gradualmente en el norte de las provincias de Córdoba y Santa Fe. También ocupa buena parte del Paraguay y una pequeña zona del Brasil. Su nombre, al parecer, viene del quechua y significa lugar de caza. Sus características explican la similitud de la cultura material de los grupos aborígenes: formas de subsistencia basadas en la caza, pesca y recolección, con un nomadismo estacional restringido a un territorio limitado por el alcance de vínculos sociopolíticos, de afinidad matrimonial y de intercambio económico. Además de tales vínculos, la guerra y otras formas de conflicto establecían las divisiones entre las etnias.

…Para trazar un panorama general de los aborígenes chaqueños es necesario tener en cuenta los procesos históricos que condujeron a su situación actual, en particular la conquista por los españoles en el siglo XVI, que afectó profundamente su vida. Enfermedades que les eran desconocidas, como la gripe y la viruela, les provocaron alta mortandad. Los caballos traídos de Europa, desconocidos hasta entonces, se incorporaron a su vida a partir del siglo XVII y se convirtieron en un factor clave de su cultura.

…Los diversos intentos militares o misionales de hacer sedentarios y ‘civilizar’ a los indios chaqueños obtuvieron resultados efímeros. Por lo común lograban reunir cierta cantidad de ellos en un ámbito controlado e iniciarlos en el modo de vida del blanco, pero por diferentes razones, como enfermedad, guerra, hambruna o desastre climático, los indígenas terminaban abandonando el asentamiento.

…La unidad primaria de la sociedad era la familia extendida, cuyos integrantes compartían recursos sin un mecanismo central de autoridad, lo que excluía la acumulación de bienes por los individuos. El trabajo estaba dividido por sexos: los hombres cazaban y pescaban; las mujeres recolectaban frutos del monte y del campo, preparaban la comida, tejían y cuidaban de la familia. Caza, pesca y recolección se llamaban genéricamente marisca. Para capturar esas presas, se valían de arco y flecha, lanza, cuchillo y redes. Su recolección se hacía a mano o con el auxilio de palos, cuchillos y canastas tejidas. Todas esas actividades daban lugar a la socialización por sexos de los niños y niñas, que desde la infancia acompañaban a sus mayores en las correspondientes salidas de marisca.

…El liderazgo correspondía a la cabeza de la familia extensa y era hereditario, pero el jefe o cacique tenía que confirmarlo demostrando tener personalidad fuerte, habilidad y coraje excepcional en la caza y poderes chamanísticos que le permitían curar afecciones. En la concepción indígena, el poder chamanístico era un don o regalo de seres no humanos y poseía una naturaleza claramente ambigua.

…Para los indígenas chaqueños, el universo se componía de tres niveles: arriba, la superficie de la tierra y debajo de la tierra. Un eje los unía, actuaba de sostén y constituía el canal de comunicación entre ellos. Según cuál fuera la fuente de su poder, un chamán podía trasladarse por esos niveles cósmicos, algo que siempre implicaba riesgo.

…Desde la instauración del Estado nacional y la sanción de la constitución en 1853, se llevaron a cabo diversos esfuerzos para lograr la consolidación institucional y territorial del país, y se organizaron campañas militares para ocupar territorios indígenas en el sur y el norte. El objetivo de las autoridades era: (a) colonizar las tierras con población nacional e inmigrantes europeos; (b) por la educación y el empleo organizado, transformar a los indígenas en trabajadores útiles y en colonos, y (c) hacerles abandonar sus ‘costumbres paganas’ y convertirse al catolicismo. A partir de la década de 1880 la población aborigen del Chaco argentino fue desplazada a zonas marginales.

…La posesión efectiva del área comenzó en 1884 con la campaña militar de Benjamín Victorica y culminó en 1911 con la de Enrique Rostagno. Al objetivo del control territorial se adicionaban la explotación económica y el aseguramiento de la frontera con el Paraguay. Para los aborígenes se produjo una desarticulación profunda de sus relaciones sociales. Ante la ocupación militar, los indígenas crearon nuevos grupos sociales y se vieron forzados a adaptarse a la economía capitalista que llegaba al área. Pero carecían de experiencia en las prácticas de tal economía.

…Las comunidades aborígenes contemporáneas resultaron del avance de ese proceso colonizador, por el cual, durante un tiempo, convivieron en un mismo espacio indios sedentarios con restos de bandas nómades. Con los años, contingentes de hombres, y después familias, se mudaron desde esos asentamientos rurales a pueblos y ciudades de la región en busca de trabajo urbano, por la escasez del rural cuando decayó la demanda de mano de obra en obrajes, plantaciones de algodón e ingenios azucareros. Así nacieron, hacia comienzos de la década de 1970, barrios wichis y tobas en Ingeniero Juárez, tobas en Clorinda, Formosa, Resistencia. Tales barrios, caracterizados por condiciones precarias de vida, concentraron una importante población aborigen. Por otra parte, ya desde mediados de la década de 1960, las migraciones, especialmente de tobas, comenzaron a alcanzar Santa Fe y Rosario, e incluso llegaron hasta Buenos Aires, donde se formaron varios enclaves de esa etnia en villas miseria del área metropolitana.

…La sedentarización trajo cambios profundos en las formas sociales y culturales y en la identidad aborigen. Poco a poco, los indígenas fueron aprendiendo castellano, sus niños empezaron a ir regularmente al colegio y sus jóvenes debieron realizar el servicio militar, todo ello enfrentando dificultades diversas; como la escasa adaptación de los programas escolares a las culturas y lenguas indígenas.

…Entre los cambios en la organización social indígena generados por este proceso, la antigua familia extendida quedó reemplazada por la familia nuclear. El liderazgo de la comunidad continuó estando basado en el carisma personal y la pertenencia a una familia de líderes, pero el conocimiento del castellano y de la burocracia blanca, más conexiones políticas, adquirieron relevancia. El fenómeno de las iglesias nativas, especialmente entre los tobas, comenzó como consecuencia indirecta de la prédica que misioneros pentecostales estadounidenses dirigían a la población blanca

…El liderazgo indígena se relacionó naturalmente con el de estas iglesias nativas, en las que los pastores son también dirigentes de la comunidad. La pertenencia a dichas iglesias, llamadas genéricamente evangelio, es ahora común entre los aborígenes chaqueños. La conversión cristiana se asimiló al proceso de iniciación de los chamanes, y el culto encerró, bajo las formas evangélicas, una serie de rituales ancestrales, como la terapia chamanística, el relato de sueños, los discursos de jefatura y las danzas y cantos para contactarse con los espíritus auxiliares y experimentar estados de éxtasis.

…La vida contemporánea y sus instituciones políticas y económicas presentan desafíos particulares para los indígenas de hoy, tanto en las zonas rurales como urbanas. Ellos buscan obtener más educación formal, en especial los jóvenes, para mejorar sus oportunidades laborales con relación a sus vecinos blancos, aunque hacerlo signifique alejarse de su cultura ancestral y reemplazarla en muchos aspectos por la de estos. Por otro lado, para no perder enteramente esa cultura, procuran que instituciones como el hospital, los tribunales, la policía y la escuela comprendan mejor el modo de ser indígena. Sin pretender cambiar la historia de la región, muchas entidades educativas y de promoción social intentan revertir la valoración negativa de lo aborigen por los blancos.

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