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  • Título: Las calles son nuestras
    Autor: Mariano Oropeza
    Fecha: 08/06/2025
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    Las calles son nuestras

    Proa21 presenta, hasta julio de este año, “Archivo de la desobediencia (la calle)”. Curada por Marco Scotini, la muestra reúne 36 obras en video de artistas y colectivos internacionales, organizadas en un ciclo de tres etapas, con doce videos en cada una que se renuevan periódicamente. En cada etapa se despliega un recorrido simultáneamente a través de los cuatro ejes temáticos que estructuran el proyecto: desobediencia de género, comunidades insurgentes, ecologías radicales y activismo de la diáspora.

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    Archivo. A izq.: un archivo pensado para todos, en Proa21, en La Boca. A der: el curador de la muestra, el milanés Marco Scotini. | GENTILEZA PROA21

    Mariano Oropeza
    08-06-2025 02:46

    La calle toma por asalto la sala de Proa21 en la Vuelta de Rocha. La Boca rebelde nacida de los anarquistas y socialistas vuelve a recibir los discursos desobedientes que los distintos activismos artísticos mundiales producen en tiempo real y que el crítico Marco Scotini mapeó en estos veinte años en el Archivo de la desobediencia. En la llave de Jacques Derrida, que juzgaba la calidad de la democracia por el acceso y uso comunitario de los archivos, este curador milanés sostiene y agranda el campo de acción de un atlas móvil de la resistencia y usina de la contrainformación. Territorios de sentido, intervenciones poéticas-políticas que resisten las formas y los programas, y que no se agotan sino que siguen instigando subversivos, memoria en lucha, en el espacio público, las estrategias “de los que hacen la diferencia, porque ellos son la diferencia”.

    “Traer el Archivo de la desobediencia a la Argentina por primera vez cierra el círculo. Al mismo tiempo, creo que la Argentina está en una situación muy interesante en este momento, política y socialmente. Y realmente este archivo puede hablarle a la gente. El archivo está pensado para todos. No hay un público especializado para el archivo, también porque está verdaderamente abierto a programas sociales, no solo estéticos, por lo que no es solo para el público del arte clásico. Y está concebido como una guía de usuario para la geopolítica contemporánea, las formas de resistencia, las formas de acción y la política. Al mismo tiempo se pretende que sea un conjunto de herramientas, de instrumentos, que puedan ser utilizados frente a las hegemonías y biopoderes presentes y virtuales”, bosqueja Scotini, quien se inspiró en los activismos artísticos argentinos hacia 2005 con las realizaciones de colectivos como el GAC –Grupo de Arte Callejero– y Etcétera/Movimiento Internacional Errorista, ambos convocados con “Ministerio del Control. Plan Nacional de Desalojo; Shopping para artistas; Desalojarte en progresión; Invasión; Poema visual para escaleras-Estación de Lanús; Aquí Viven Genocidas” (2001- 2003) y “Fake News-El club del helicóptero” (2017) respectivamente. La primera exposición de Disobedience Archive, en Berlín, ya contaba con la sección “l’Argentina Fabrica Social”, con varios de los grupos locales que habían surgido en la multiplicación y vitalidad de las influyentes acciones de activismos artísticos de fines de los noventa en protestas piqueteras, escraches a genocidas, apropiadores y represores, y en la revuelta popular de 2001-2002.

    Archivo móvil y mutante. En la versión de Buenos Aires de estos archivos en pugna, que recrea en la disposición de sala la calle, en el diseño expositivo de Adrian Balseca –colaborador en el montaje del archivo en la Bienal de Venecia del año pasado–, se presentan en constante rotación treinta y seis audiovisuales urgentes, y que se proyectan en tandas de doce. “Activismo en la diáspora” aborda los procesos migratorios transnacionales; “Desobediencia de género” está orientado a la ruptura del binarismo heterosexual y patriarcal; “Ecologías radicales”, anuncia la opción de un futuro verde y solidario; y “Comunidades insurgentes” propone la lucha por la libertad no capitalista y rizomática. Seba Calfuqueo, María Galindo, Pedro Lemebel y Daniela Ortiz, algunos nombres latinoamericanas en exposición, y que son una cata potente de las más de 150 activistas del mundo que Scotoni fue compilando en “la nube”, espacio digital y voluble del fondo audiovisual de Disobedience Archive.

    ”Que va cambiando, y cada vez que piso otros países, se incrementa y actualiza”, señala el milanés que llegó a veinte naciones con este Arhivo de la desobediencia, la anterior la Bienal de Estambul, y agrega, “Hay algunos artistas que han formado parte de él desde el inicio, mantienen la misma película, pero otros tienen más películas y las voy sumando. U otros vienen con los mismos materiales, pero editados de manera diferente. Esta es en mi concepción de la condición del archivo contemporáneo, porque si yo propusiera un archivo clásico en el que hay un lugar cerrado, hay una propiedad del archivo, o autorías restrictivas, en mi opinión no hay una idea clara del archivo contemporáneo. Aquel además pensado en levantar un espacio político y social cada vez que se lo expone, lo cual no sería lo mismo si fuera online, algo que me han solicitado a menudo”, indica el director del Departamento de Artes Visuales de la NABA-Nuova Accademia di Belle Arti de Milán y Roma, y reconocido curador que viene de la aclamada “Censored: An ongoing archive of silenced voices”, en Laveronica Arte Contemporanea de Modica.

    Gramática de la protesta. Fuertemente la curaduría tiene influencias de la filosofía política de los pensadores italianos de la democracia dinámica, supranacional y multitudinaria, Toni Negri, Maurizio Lazzarato y Paolo Virno los más reconocidos en nuestro ámbito, y en un mundo que transformó las condiciones de trabajo, y según Scotoni “presuponía estéticas de las cuales sus componentes no son inmediatamente estéticos sino comunicativos. Para la realidad del ‘dinero hablador’, que coloniza las prácticas sociales, había que cambiar la óptica ”.

    Dinamitando la figura del artista comprometido, o el intelectual orgánico, asegura el curador que “la estructura de la desobediencia no es la de una exposición clásica, de artistas y su obra colgados, y, en cambio, se presupone una máquina de pensar de múltiples entradas, sin orden cronológico, ni anclada en el fichaje archivístico represivo de la modernidad. Aquí despliego una obra al lado de otra, dispuestas horizontalmente, con distintas duraciones, y por lo tanto, por así decirlo, lo que ocurre es que el espectador tiene que elegir más que autores a distintas agendas. Hay una necesidad de hacer una selección, y eso significa que el espectador se ve obligado a ser un sujeto activo, que comparte con los demás ciertas condiciones que el archivo conjetura y promueve en tanto cambio social”. En coincidencia con Marcelo Expósito, crítico cultural español también presente en la muestra y quien entrevistó a Marco Scotoni en el ciclo anual de Proa “Arte de Cámara”, esta valencia es central, y define a los activismos artísticos, que sorteando el improbable binomio arte y política, producen política en el acto. En Argentina sobran los ejemplos con el GAC, Erroristas, TPS e Iconoclasistas, por citar, de que en el mismo hacer, sacando al asfalto las experimentaciones artísticas allende de las instituciones y las tendencias, instituyeron la socialización y proliferación de la novedosa gramática de la protesta actual.

    Democracia después de la nevada. “El Archivo de la desobediencia ha pasado por museos e instituciones muy importantes en Londres, Boston, Turín y Eindhoven. Y en estas décadas hemos visto la progresiva captura neoliberal de la política, del arte, de los artistas y eso nos hizo repensar la institución. Recapitulando, introducir en una institución algo que chocaba con ella significaba empezar a cuestionar la institución, y pensar en lo que se llama una istituzione costituente –institución constituyente–, que fabrica sentido desde adentro hacia afuera, que no puede separar la emancipación estética de la emancipación social, y que desobedece los recientes colonialismos violentos de la extrema derecha. Es decir, la desobediencia es la calle, pero elige el museo”, y apunta en este sentido Scotini los casos de los norteamericanos de Strike MoMA o los ecologistas europeos de Extinction Rebellion, “que eligen el museo como campo de batalla”. Y contrapone el curador invitado por Proa a las manifestaciones desobedientes del archivo que “trabajan el objetivo de la representación, pero al mismo tiempo reformulan cómo lo presentan y cómo se representan a sí mismos” frente al “arte decorativo e irreflexivo” del “perimido mundo del arte”.

    Entre paréntesis, “la calle” es el subtítulo de la exposición que “llama a la democracia emancipatoria y global que nada tiene que ver con la capitalista y parlamentaria”, refuerza Marco Scotini, y por primera vez, deja ver sus ojos escondidos en infaltables anteojos oscuros. En Lima, 1925, José Carlos Mariátegui, pensador radical de las izquierdas aún por dimensionar y apropiar en los movimientos anticapitalistas globales, en la no distinción de las fronteras del arte y la política, clamaba, “La calle, ese personaje anónimo tentacular que la torre de marfil y sus macilentos hierofantes ignoran y desdeñan. La calle, o sea el vulgo; o sea, la muchedumbre. La calle, cauce proceloso de la vida, del dolor, del placer, del bien y del mal” La calle anda diciendo.

    Ficha técnica
    Archivo de la desobediencia (la calle)
    Curaduría de Marco Scotini
    Hasta julio de 2025
    PROA21. Avenida Pedro de Mendoza 2073.
    La Boca.



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  • Título: Marco Scotini: La censura cultural se ha convertido en un problema serio
    Autor: J. Batalla
    Fecha: 24/05/2025
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  • Título: Archivo de la desobediencia, en Proa21, una narrativa comunitaria sobre la historia
    Autor: Susana Reinoso
    Fecha: 16/05/2025
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    Archivo de la desobediencia, en Proa21, una narrativa comunitaria sobre la historia

    Archivo de la desobediencia, en Proa21, una narrativa comunitaria  sobre la historia
    El curador italiano Marco Scotini; creó en 2005 el Archivo de la Desobediencia que ya está en Proa21.

    Susana Reinoso
    Susana
    Reinoso

    16/05/2025 16:10

     

    El curador italiano Marco Scotini; creó en 2005 el Archivo de la Desobediencia que ya está en Proa21.

     

    Instrucción guerrillera en la selva de Luzón, en Filipinas. De la documentalista española Paloma Polo.

     

    La ong H.I.J.O.S. de desaparecidos, en la pieza del Grupo Arte Callejero, GAC.

     

    Pieza del colombiano Carlos Motta,en Proa21.

     

    Sexualidades disidentes en la obra de Carlos Motta, que viene de una gran muestra en el Macba de Barcelona.

     

    Pesaje de flores en el documental del fotógrafo y activista ambiental Ravi Agarwal, de Nueva Delhi.

     

    El cortometraje de Agarwal sobre la cosecha de flores de copete, empleadas masivamente en los festivales de India.

     

    Vista de la sala en penumbras. Doce piezas se renuevan cada dos semanas. Foto:  Ignacio Laxalde, gentileza Fundación Proa.

     

    Obra del realizador y videoartista austríaco Olivier Ressler, en la edición para la sala de La Boca.

     

    Vista de la expo en el vasto sector de los Arsenales, de la Bienal de Venecia, 2024.

    Cuando en 2005 el conservador y curador italiano Marco Scotini comenzó a reunir el Archivo de la Desobediencia con los primeros aportes de artistas de todas partes, no imaginó que iniciaba una videoteca itinerante que coronaría en la vidriera fundamental de la Bienal Internacional de Venecia en 2024.


    Instrucción guerrillera en la selva de Luzón, en Filipinas. De la documentalista española Paloma Polo.Instrucción guerrillera en la selva de Luzón, en Filipinas. De la documentalista española Paloma Polo.

    Con la producción de Scotini, en Venecia participaron videos y cortometrajes de 39 artistas y colectivos, realizados entre 1975 y 2023. El conjunto montado en la sección Arsenale fue de una gran diversidad, algunos de esos artistas eran de América latina. Fue Adriano Pedrosa, el director artístico de la pasada Bienal Internacional, quien puso el ojo en la extraordinaria recopilación que el conservador italiano ha venido realizando en las últimas dos décadas.


    La ong H.I.J.O.S. de desaparecidos, en la pieza del Grupo Arte Callejero, GAC. La ong H.I.J.O.S. de desaparecidos, en la pieza del Grupo Arte Callejero, GAC.

    Algunos de los artistas y documentalistas presentados en Venecia vuelven a estar presentes en Proa21, como Ursula Biemann, Seba Calfuqueo, Maria Galindo & Mujeres Creando y Pedro Lemebel (quien estuvo también antes en Proa con los registros de sus Yeguas del Apocalipsis), entre decenas incluidos cuyos trabajos van desde cortometrajes, que parecen cuadros en movimiento, hasta registros de performances. Con una nueva configuración, el Archivo de la Desobediencia ahora le propone al público local un dispositivo en movimiento y en evolución. Presentado quince veces en diferentes países, el Archivo nunca adquiere una configuración definitiva. Su enorme valor, al poner en diálogo las prácticas artísticas y la acción política, con diferentes montajes de los registros disponibles, es proponer una narrativa más comunitaria o parlamentaria, si se prefiere.


    Pieza del colombiano Carlos Motta,en Proa21.Pieza del colombiano Carlos Motta,en Proa21.

    El dispositivo es un generador de lecturas dinámicas dentro de lo que Scotini entiende como “arte político”. En Venecia, el curador presentó algo así como la máquina prefílmica que animaba las imágenes y abordó dos secciones centrales: los procesos migratorios transnacionales y lo que llamó “las subjetividades nómadas” a la luz del género. Diáspora y género atravesaron aquel montaje semicircular en una enorme sala de Arsenale. La Biennale fue un gran detonante, cuenta el curador italiano en diálogo con Clarín. “Ahora el calendario de presentaciones para los próximos dos años ya está en parte definido. Están previstas en la Kunsthal Charlottenborg de Copenhague, y luego en Trenčín (en Eslovaquia), Cornualles, México, Tesalónica y Zúrich”, comparte.


    Sexualidades disidentes en la obra de Carlos Motta, que viene de una gran muestra en el Macba de Barcelona. Sexualidades disidentes en la obra de Carlos Motta, que viene de una gran muestra en el Macba de Barcelona.
    Un reservorio siempre en evolución

    Hay varias lecturas posible del Archivo concienzudamente articulado por Scotini. Por un lado, una mirada a nuestro tiempo, que no es solo el aquí y ahora, sino los enormes cambios vividos a nivel global en los últimos 20 años y más. Por otro lado, una lectura al arte contemporáneo y el modo en que el audiovisual ha influido en esa escena. De esto conversamos con el curador.


    Pesaje de flores en el documental del fotógrafo y activista ambiental Ravi Agarwal, de Nueva Delhi. Pesaje de flores en el documental del fotógrafo y activista ambiental Ravi Agarwal, de Nueva Delhi.

    –El Archivo de la Desobediencia cambia a medida que se traslada. ¿Cuál es el objetivo de este dispositivo que vincula las prácticas artísticas con la acción política?

    –El Archivo concebido como tal, y en relación con esta obra en especial, está asociado a una cuestión estática, como era el archivo decimonónico. En ese archivo estaba asociado a las libertades sociales y apoyado en la Historia. De alguna manera, eso implicaba una construcción típica. A fines de la Guerra Fría, el archivo pasó de ser un modelo histórico, que se podía leer como una cuestión vertical, lineal, donde había pasado, presente y futuro, a un archivo móvil, donde lo que está archivado se puede desarchivar, rearchivar y oxigenar con el cambio y el movimiento. La dimensión política es muy fuerte en esta idea de temporalidad plástica. Con el nuevo modelo político, después de la Guerra Fría, cuando la política estaba vinculada a los partidos, sindicatos, etc., esa idea de archivo queda atrás, en favor de una dimensión política del hoy. La idea de movilidad del archivo es diferente si estás en Buenos Aires, en Venecia o en Sudáfrica. Esta idea de movilidad deriva del hecho de que hay materiales similares en cada uno de estos sitios, pero articulados de manera diferente, de allí que el Archivo se comporte como un dispositivo político. Es una acción directa pero diferente cada vez.


    El cortometraje de Agarwal sobre la cosecha de flores de copete, empleadas masivamente en los festivales de India.El cortometraje de Agarwal sobre la cosecha de flores de copete, empleadas masivamente en los festivales de India.

    –¿Para usted el arte contemporáneo tiene que ser siempre político? Hay públicos que buscan conectar de otro modo.

    –Para mí todo arte es político, aun si uno, como artista, dice que no hace arte político. El tema radica entre lo que sería un arte emancipado, desde lo social, o bien lúdico, es decir, que piensa la política como imaginación, experimentación y emancipación social, y el arte conservador, que comparte las mismas ideas de las clases que ejercen el poder. Es cierto que el público que va a la Bienal Internacional de Venecia difiere del de Estambul (donde el Archivo se presentó en 2022) o en Proa21. Me pasó en la Bienal de Estambul que el público anónimo, de fin de semana, veía en el Archivo un rescate social de sus cosas cotidianas. En 2014 ellos me habían censurado pero luego me propusieron volver a presentarla sin censura.

    –En un mundo lleno de ruido, su Archivo propone muchas voces hablando sobre muchos temas en el debate público. ¿Cómo reciben los distintos públicos esta propuesta?

    –Uno de los aspectos políticos del Archivo es presentarlo como una exposición no clásica. Es más bien como una biblioteca. En las muestras clásicas, una obra de arte viene después de otra. En el caso del Archivo, todo se presenta de manera horizontal, al alcance del público en forma simultánea; es la gente quien elige qué ve y en qué orden, sin seguir el relato de un curador. Es mucho más democrática. De hecho, si uno está más interesado en cuestiones de género o de emancipación social o económica, encuentra esos temas específicos en la “biblioteca”. De hecho esos son tres de los cuatro ejes presentes en la muestra de Proa21. El cineasta suizo Jean- Luc Goddard cuestionaba esa forma de presentar una imagen después de otra. Esto está relacionado con la cuestión de la temporalidad en el archivo moderno, en el que estamos más cerca del archivo en sí, que de la historia. Hoy se necesita una transformación radical de la temporalidad, entre una actualidad y una virtualidad. No tanto una categorización bajo las etiquetas de pasado, presente y futuro. De alguna manera ese pasado es virtual en el tiempo actual. La Vanguardia histórica se llamaba así porque iba antes...Hoy reina un presente virtual en el que a los artistas ya no les interesa ser vanguardia. Hoy la idea de tiempo es plástica, emancipadora. Existen films-archivos con materiales del pasado, como los de Harun Farocki, Alberto Grippi y otros, que usan películas y rearchivan a través del montaje. Lo que me interesa de estos films es que usan remontaje y eso se convierte en un re-archivo. De alguna manera se puede cambiar el relato histórico. Antes uno pensaba "la historia no se puede cambiar"; pero los artistas contemporáneos tienen esta posibilidad a partir de estos cambios en las temporalidades. Los artistas contemporáneos no son exploradores del espacio, a lo Cristóbal Colón, sino sobre todo del tiempo. Van adelante, van atrás para ir adelante.


    Vista de la sala en penumbras. Doce piezas se renuevan cada dos semanas. Foto:  Ignacio Laxalde, gentileza Fundación Proa.Vista de la sala en penumbras. Doce piezas se renuevan cada dos semanas. Foto: Ignacio Laxalde, gentileza Fundación Proa.

    –¿Cómo es la participación de los artistas en esta propuesta colaborativa? Cómo selecciona sus piezas?

    -Efectivamente el archivo no tiene sede física ni online. Preciso la autorización de imágenes, algunos artistas cobran fee y otros donan sus obras. Lo interesante es que ya hay artistas que son parte del archivo hace 20 años y que, no habiendo sido conocidos cuando comenzaron, hoy son reconocidos mundialmente. La participación de los artistas latinoamericanos es muy alta y ellos tienen una gran capacidad de resistencia. Cada vez que se hace una edición, conseguimos los permisos. El archivo maneja distintas formas de intercambio con ellos. El archivo es un dispositivo colaborativo que no pertenece a nadie en particular; es colectivo y yo soy solo un mero activador. Cuando comenzamos en Berlin en 2005, muchos de estos artistas no eran conocidos. La presencia de los artistas latinoamericanos depende de las investigaciones que se vayan haciendo. Argentina, por ejemplo, es una fábrica social. Entre 2001 y 2003 se convirtió en un gran laboratorio alternativo, y ha sido importante en el inicio del Archivo de la Desobediencia. Había una sección que se llamaba “Argentina fábrica social”, porque desde Italia lo veíamos como un caso modelo. Esta invitación de Adriana Rosenberg, directora de Fundación Proa, me gusta mucho porque Argentina puede tener un nuevo punto de partida en el Archivo, con su capacidad de resistencia, de alternativa y de imaginación.


    Obra del realizador y videoartista austríaco Olivier Ressler, en la edición para la sala de La Boca. Obra del realizador y videoartista austríaco Olivier Ressler, en la edición para la sala de La Boca.

    –La propuesta del Archivo para Proa21 tiene que ver con “la calle”. ¿Por qué se decidió por esta sección?

    –Mi vieja idea de la Argentina es su uso de la calle. Me fascina. En Europa ya no sabemos qué es el uso de las calles. Recuerdo cuando se hablaba de los cacerolazos y piqueteros, incluso con los escraches, en la Argentina, todo eso constituía un espacio de acción política. Así que de inmediato pensé en la calle, como lugar de imaginación y encuentro. En Argentina todo ocurre en la calle. Existe una producción alternativa e innovadora de producción política y social en la calle. Incluso allí tienen lugar las formas performáticas de manifestación.

    Archivo de la Desobediencia estará en Proa21 hasta julio de este año. La muestra reúne 36 obras en video de artistas y colectivos internacionales, organizadas en un ciclo de tres etapas, con 12 videos en cada una que se renuevan periódicamente. En cada etapa se despliega un recorrido simultáneo, a través de los cuatro ejes temáticos que estructuran el proyecto: desobediencia de género, comunidades insurgentes, ecologías radicales y activismo de la diáspora.

    Vista de la expo en el vasto sector de los Arsenales, de la Bienal de Venecia, 2024.Vista de la expo en el vasto sector de los Arsenales, de la Bienal de Venecia, 2024.

    Marco Scotini es el actual director artístico del FM Centro per l'Arte Contemporanea, de Milán, y jefe del Departamento de Artes Visuales y Estudios Curatoriales de NABA (Nuova Accademia di Belle Arti, de Milán). Destacado curador y crítico de arte, ha comisariado más de doscientas exposiciones individuales de artistas, y colaborado con instituciones artísticas como Documenta, Manifesta, Van Abbemusuem, el Museo Reina Sofía y otros espacios culturales de renombre. Fue director artístico del Archivo Gianni Colombo, entre 2004 y 2016. Desde 2014 es jefe del Programa de Exposiciones del Parco Arte Vivente (PAV), de Turín.



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  • Título: Arte dissidente: Marco Scotini porta a Buenos Aires il suo Disobedience Archive
    Autor: Francesca Capelli
    Fecha: 15/05/2025
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    Arte dissidente: Marco Scotini porta a Buenos Aires il suo “Disobedience Archive”

    Da Francesca Capelli
    Pubblicato 6 giorni, 14 ore fa

    La mostra, fino al luglio a Proa21, è costituita da 36 video, mostrati in 3 fasi successive. Attraverso il linguaggio della performance o del documentario classico, esplora diverse le diverse forme della protesta e resistenza.

    L’allestimento utilizza le transenne usate per contenere i manifestanti. (Foto F. Capelli)

    BUENOS AIRES – Un viaggio che esplora l’intersezione dell’arte con l’azione politica o, più precisamente, con la disobbedienza. È Disobedience Archive (Archivio della disobbedienza), la mostra curata dall’italiano Marco Scotini e allestita nello spazio Proa21, nel quartiere della Boca, fino a luglio. Prima di Buenos Aires, è stata ospite della Biennale di Venezia 2024.

    Disobbedienza vuol dire tante cose: dalla sessualità all’ambientalismo radicale, dalle diaspore migratorie alla resistenza delle comunità native. Sono i macrotemi trattati in 36 video (realizzati tra il 1999 e il 2023) di singoli artisti e collettivi, divisi in tre fasi, ognuna costituita da 12 opere, proiettate in loop su altrettanti schermi.

    Creato nel 2005 dall’italiano Marco Scotini, l’Archivio della Disobbedienza è una piattaforma che si rinnova e si arricchisce continuamente di nuovi materiali e si offre come terreno di disputa, per “dare voce” a quelli voci che normalmente vengono zittite dalla censura o sovrastate dal rumore di fondo.

    In quanto archivio, invita a ripensare l’organizzazione delle memorie collettive, la complessità, la conservazione del passato, l’interpretazione del presente e la costruzione del futuro.

    Interessante quanto il contenuto delle opera, è l’allestimento del percorso espositivo. Che utilizza, come supporto per gli schermi, le transenne usate per bloccare i manifestanti, durante le proteste, per evitare che raggiungano le cosiddette zone rosse.

    “L’idea era prendere un ready made e farne un uso creativo opposto a quello originario”, spiega Marco Scotini, a Buenos Aires per l’inaugurazione, avvenuta il 10 maggio.

    Il curatore Marco Scotini.

    I materiali selezionati sono molto vari. “Nella selezione abbiamo privilegiato il criterio della sperimentazione – dice Scotini –. Nella consapevolezza che i criteri estetici sono indissolubili dalla dimensione politica”.

    Le opere si dividono in due macrogruppi: le performance e i materiali filmici. “Presuppongo sempre un intervento nello spazio pubblico, urbano o rurale – dice Scotini –. In alcuni casi la forma richiama il documentario classico, ma la somiglianza è solo apparente. Perché qui non si richiede il rispetto del criterio di verità, quanto la costruzione di un immaginario di ribellione”. Che è al tempo stesso oggetto e soggetto dell’opera.

    Il precedente a cui si rifà l’Archivio della disobbedienza è il film Parco Lambro, di Alberto Grifi, nel 1976. Quando il regista andò al concerto rock nel parco milanese per filmare la Woodstock italiana e si ritrovò invece a dar voce alla protesta dei giovani.

    “Abbiamo scelto un montaggio paratattico per la mostra – aggiunge il curatore –. Ogni schermo proietta un solo video e, per vederli tutti, il visitatore deve spostarsi da una postazione all’altra. L’esatto contrario, insomma, dello scroll a cui ci ha abituati il telefonino.

    La mostra è aperta dal mercoledì a domenica dalle 12 alle 19 nella sede di Av. Pedro de Mendoza 2073. Info: www.proa.org.



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  • Título: PROA21 | ARCHIVO DE LA DESOBEDIENCIA (la calle)
    Autor:
    Fecha: 15/05/2025
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  • Título: Un archivo de la desobediencia y arquitecturas de la represión: el arte como acto de resistencia
    Autor: Marina Oybin
    Fecha: 10/05/2025
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    Un “archivo de la desobediencia” y “arquitecturas de la represión”: el arte como acto de resistencia

    Dos exposiciones que ponen en juego política y activismo se inauguran hoy en Proa 21 y en el Museo Muntref del viejo Hotel de los Inmigrantes
    • 10 de mayo de 2025
    • 06:00
    • icono tiempo de lectura6 minutos de lectura

    PARA LA NACION
    Marina Oybin

    "Preámbulo", colaboración entre los artistas Libia Castro y Ólafur Ólafsson
    "Preámbulo", colaboración entre los artistas Libia Castro y Ólafur ÓlafssonProa

     

    “Se hace un uso creativo de lo que es un uso represivo”, dice el reconocido teórico de arte y curador italiano Marco Scotini, en diálogo con LA NACION, mientras señala una serie de vallas dadas vueltas que sostienen las pantallas donde se reproduce el material audiovisual que integra el Archivo de la desobediencia (la calle), en Proa 21. Concebido en 2005, este rico archivo que formó parte de la última Bienal de Venecia funciona como una plataforma móvil y expandida que explora la intersección entre arte y acción política.


    De Tita Salina & Irwan Ahmett, "Al llegar te arrepentirás", video de 2020
    De Tita Salina & Irwan Ahmett, "Al llegar te arrepentirás", video de 2020Proa

    Aquí la regla es mirar lo que uno quiere: Scotini no quiso hacer una curaduría tradicional que priorice ciertos filmes y videos o que tenga una determinada lectura. “La muestra se entiende de cualquier modo que uno decida verla”, afirma. Es posible quedarse frente a obras que duran dos o una hora y otras de cinco minutos, ver por partes o volver las veces que uno desee. “Es mucho más democrático porque deja al espectador el poder de elegir”, sigue. La clave es la horizontalidad del material disponible, como en una gran biblioteca: “Cuando vas a una biblioteca, ves millones de libros y no decís ‘quiero leer todos los libros’, sino que elegís uno”. La muestra reúne 36 obras en video de artistas y colectivos internacionales, organizada en tres etapas, de 12 videos cada una.

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    Desde su creación, el proyecto se presentó por todo el globo y, en 2024, formó parte del núcleo contemporáneo de la Mostra. La propuesta en Buenos Aires convoca el espacio de la calle y exhibe una selección de obras realizadas entre 1999 y 2023. El proyecto genera un atlas de tácticas contemporáneas de resistencia: desde la acción directa a la contrainformación, desde las prácticas constituyentes a la biorresistencia.

    Scotini cuenta que comenzó con el archivo en un momento en que no era frecuente conjugar arte y política en la misma oración. “2001 es un año muy importante para Argentina, por la crisis económica, y un año importante también porque en Italia tuvimos la primera gran represión estatal contra el movimiento global. Todos sabemos lo que pasó en diciembre de 2001 aquí, pero en Italia, en el mismo año, en junio, tuvimos la primera gran represión por parte del Estado. Por esa razón, sentí la necesidad de construir un archivo de estas prácticas, que, en mi opinión, comenzaron en Italia en los setenta. Son prácticas que combinaban aspectos de imaginación, creación y experimentación con aspectos de política, porque en aquella época no se podía hablar de arte con mayúscula y de política con mayúscula”, considera Scotini. Y añade: “El que se vayan todos rompe con la representación política y, al mismo tiempo, con la representación estética y artística”. Es por esta razón que ya en los inicios del Archivo de la Desobediencia había una sección llamada “Argentina Fábrica Social”.

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    En esta exposición en Proa 21, que integra obras de artistas de América, Asia, África, Europa y Oceanía, los ejes son: desobediencia de género, comunidades insurgentes, ecologías radicales y activismo de la diáspora. En su condición de archivo, la propuesta invita a reconsiderar las formas en que se configuran las memorias colectivas, poniendo en cuestión su entendimiento como registros fijos e incuestionables.

    De la Argentina, hay videos del colectivo Etcétera y, además, del Grupo de Arte Callejero, que intervino carteles en una gran parte de la ciudad. Señalaban con sus acciones los edificios o lugares que habían sido centros clandestinos de detención. También hay obras de otros reconocidos artistas latinoamericanos como María Galindo, de Bolivia, y de Carlos Motta, Colombia.

    Arquitecturas de la represión

    Una propuesta en sintonía se puede ver en Representar el silencio, en la sede Hotel de los Inmigrantes, presentada por el Centro Cultural de España en Buenos Aires y Muntref-Centro de Arte Contemporáneo. Con una serie de fotografías, el artista español Nicolás Combarro reflexiona cobre las arquitecturas de represión en España y Francia, en el contexto europeo de los totalitarismos y fascismos.

    La muestra que abre hoy en Muntref reflexiona sobre las arquitecturas de represión en España y Francia, en el contexto europeo de los totalitarismos y fascismos
    La muestra que abre hoy en Muntref reflexiona sobre las arquitecturas de represión en España y Francia, en el contexto europeo de los totalitarismos y fascismosMUNTREF

    Combarro toma fotografías en España y Francia, en los sitios donde quedan restos de los campos de concentración. Por la noche, el artista va al lugar e ilumina el sitio —que no están marcados ni identificados—. “Trabajo por la noche para intentar generar un contexto donde podemos trasladarnos al origen del lugar e ilumino con luz los restos arquitectónicos que quedan en pie”.

    En Francia, el artista eligió campos de concentración donde hubo republicanos españoles: “Cuando huyeron de la guerra acabaron en campos franceses y allí fueron concentrados de nuevo y muchos de ellos terminaron incluso siendo trasladados a campos alemanes. Fue un periplo terrible. Ni en España ni en Francia está bien contada la memoria de estas personas ni la forma estratégica de esta arquitectura de represión, que es lo que intento recuperar”, señala Combarro.

    Cárcel de Carabanchel en Madrid, España, fotografiada por Nicolás Combarro
    Cárcel de Carabanchel en Madrid, España, fotografiada por Nicolás CombarroMUNTREF

    Sus fotos se encuentran acompañadas por unas mesas donde hay facsímiles de documentos originales, fotografías y documentación histórica de esos campos y de sus estructuras. “Hemos encontrado documentación de colaboración entre la Gestapo nazi y la España franquista, que demuestra que hay una estrategia concentrada bien orquestada. Es un poco de lo que habla el proyecto, de que no fue una cuestión solamente reducida a la guerra civil, sino que va más allá, llega hasta finales de los años 40, 47 y 48, y que se utilizó como una estrategia de represión, tanto en los sitios donde hubo guerra, donde hubo confrontación, como en los lugares en España donde directamente se pasó al lado de los golpistas. Y allí directamente, no eran prisioneros de guerra, eran prisioneros civiles, porque eran sindicalistas o tenían algún tipo de afiliación con la República. Eran concentrados y muchas veces ejecutados”.

    Para agendar

    Archivo de la Desobediencia (la calle), se puede ver a partir de hoy en Proa 21, Av. Don Pedro de Mendoza 2073, de miércoles a domingo, de 12 a 19.

    Representar el silencio se inaugura hoy en Muntref Centro de Arte Contemporáneo, Av. Antártida Argentina s/n (entre la Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus, Puerto Madero). De miércoles a domingo de 11 a 18h, hasta el 8 de junio. Gratis.



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  • Título: Archivo de la Desobediencia (la calle)
    Autor: Julieta Ogando
    Fecha: 10/05/2025
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    Archivo de la Desobediencia (la calle)

    +30 Artistas
    Fundación Proa
    May 10, 2025



    Cuando el archivo se convierte en protesta

    ¿Cómo se archiva una revuelta? ¿Qué hace el arte cuando no quiere representar sino agitar? En un momento en que la política de la memoria está cada vez más administrada, y el archivo parece reducido a una herramienta de catalogación institucional, la muestra Archivo de la Desobediencia (la calle) en PROA21 abre una brecha. O varias.

    Curada por el teórico y curador italiano Marco Scotini, esta exposición audiovisual no pretende celebrar el activismo ni estetizarlo. Su gesto es otro: hacer del archivo una forma de resistencia en sí misma, desmontando la idea de archivo como colección pasiva, para proponerlo como un dispositivo vivo, en conflicto, abierto al presente.

    La muestra se inauguró el sábado 10 de mayo y permanecerá activa hasta julio de 2025 en la sede de PROA21 en La Boca. Se organiza en tres etapas sucesivas, con 12 videos en cada una, rotando y recombinando sus materiales. Son en total 36 obras de artistas y colectivos internacionales —realizadas entre 1999 y 2023— agrupadas en torno a cuatro ejes temáticos: desobediencia de género, comunidades insurgentes, ecologías radicales y activismo en la diáspora.

    Cada eje puede leerse como un campo en disputa, pero también como una forma de subjetividad en tensión: no son categorías estancas, sino zonas porosas donde la identidad, el territorio y la política se reorganizan. Como si el archivo no dijera “esto fue”, sino “esto está pasando”.

    Un archivo sin estanterías: Curaduría como dispositivo de activación

    Desde el inicio, Archivo de la Desobediencia (la calle) se distancia del modelo clásico de exhibición documental. No hay vitrinas con papeles amarillentos ni líneas cronológicas que guíen la experiencia. Lo que hay son pantallas, cuerpos, voces, protestas, gestos que circulan entre lo político y lo poético. En lugar de jerarquizar las obras según autorías o proveniencias geográficas, Marco Scotini propone una organización afectiva y conceptual: una trama compuesta por cuatro vectores que se entrecruzan, se repiten y se desbordan.

    Desobediencia de género

    Este eje articula producciones de artistas y colectivos LGBTQ+ en lucha contra el binarismo sexual y las formas neoliberales de normatividad. Pero no lo hace desde un lugar de denuncia congelada, sino desde la construcción de nuevas formas de deseo y comunidad. Hay aquí cuerpos que se fugan, que se transforman, que resisten desde el goce y el gesto mínimo. La desobediencia, en este caso, no es grito sino vibración sostenida.

    Obras
    • Maria Galindo y Mujeres Creando, Revolución puta, 2023 (51’40’’)

    • Ege Berensel, March of Women (Marcha de mujeres), 2018 (27’)

    • Marcelo Expósito con Nuria Vila, Tactical Frivolity + Rhythms of Resistance (Frivolidad táctica + Ritmos de resistencia), 2007 (39’)

    • Carlos Motta, Corpo Fechado – The Devil’s Work (Cuerpo cerrado - La obra del Diablo), 2018 (24’33’’)

    • Güliz Saglam, 8 Mart 2018 – Istanbul / 8th of March (8 Mart 2018 – Estambul / 8 de Marzo), 2018 (6’)

    • Seba Calfuqueo, Nunca serás un Weye. You will never be a Weye, 2015 (4’46’’)

    • Simone Cangelosi, Una nobile rivoluzione: Ritratto di Marcella Di Folco (Una noble revolución: retrato de Marcella Di Folco), 2014 (83’07’’)

    • Sara Jordenö, Kiki, 2016 (93’48’’)

    • Pedro Lemebel, Desnudo bajando la escalera, 2014 (2’10’’); Pisagua, 2006 (3’29’’)

    Activismo de la diáspora

    Migraciones forzadas, desplazamientos coloniales, ciudadanías fragmentadas. En este eje, la calle aparece como espacio de tránsito, pero también de reterritorialización. Los videos reunidos aquí no sólo documentan procesos migratorios, sino que cuestionan los marcos jurídicos y simbólicos que hacen del migrante un sujeto “fuera de lugar”. Las obras trabajan desde la extranjería como una forma de conocimiento situada, politizada, viva.

    Obras
    • Bani Khoshnoudi, El Chinero, un cerro fantasma, 2023 (11’)

    • Sim Chi Yin, Requiem (Internationale, Goodbye Malaya) [Réquiem (Internacional, Adiós Malaya)], 2017 (6’08’’)

    • Pınar Öğrenci, Inventory 2021 (Inventario 2021), 2021 (16’)

    • Ursula Biemann, Sahara Chronicle (Crónica del Sahara), 2006–2009 (33’14’’)

    • Angela Melitopoulos, Passing Drama (De paso por Drama), 1999 (66’14’’)

    • LIMINAL & Border Forensics, Asymmetric Visions (Visiones asimétricas), 2023 (10’54’’)

    • Tita Salina & Irwan Ahmett, B.A.T.A.M (Bila Anda Tiba Akan Menyesal) - When You Arrive You’ll Regret [B.A.T.A.M (Bila Anda Tiba Akan Menyesal) - Al llegar te arrepentirás], 2020 (43’01’’)

    • Daniela Ortiz, No es un hueco en mi tierra la raíz que arrancaste; es un túnel!, 2024 (24’18’’)

    • Atelier Impopulaire, Before We Love, Act 2: 12 Gates (Antes de amar, Acto 2: 12 puertas), 2024 (30’)

    Ecologías radicales

    Ni postal bucólica ni didactismo ecológico. Las obras agrupadas en este eje ponen en crisis la separación entre lo humano y lo más-que-humano, desarmando la lógica extractivista con imágenes que mezclan ciencia, ritual, denuncia y utopía. No se trata solo de proteger la naturaleza, sino de imaginar otras formas de habitarla. Aquí, la calle es monte, río, ruina, jardín.

    Obras
    • Oliver Ressler, The Path is Never the Same (El camino nunca es el mismo), 2022 (27’)

    • Sanjay Kak, 3 Words on Water (3 palabras sobre el agua), 2002 (85’)

    • Critical Art Ensemble, Radiation Burn: A Temporary Monument to Public Safety (Quemadura por radiación: un monumento temporal a la seguridad pública), 2010 (12’30’’)

    • Ravi Agarwal, The Flower Pluckers (Los Recolectores de Flores), 2007 (3’33’’)

    • Navjot Altaf, Soul Breath Wind (Alma aliento aliento), 2014-2018 (62’)

    • Urbonas Studio, Juliet Kepes Stone and BUG [Boston Urban Gardens) (Juliet Kepes Stone y BUG (Boston Urban Gardens)], 2011 (42’)

    • Mao Chenyu, I Have What? Chinese Peasants War: The Rhetoric to Justice (¿Tengo qué? Guerra de los campesinos chinos: la retórica a la justicia), 2013 (103’)

    • Atelier d’Architecture Autogérée (AAA), Au Rez-de-chaussée de la ville (En los bajos de la ciudad), 2005 (34’)

    • Karrabing Film Collective, The Family & The Zombie (La familia y el zombie), 2021 (29’23’’)

    Comunidades insurgentes

    Este núcleo recoge materiales vinculados a experiencias de lucha colectiva en contextos de guerra, opresión estatal o poscolonialismo. Las obras no glorifican la resistencia, sino que revelan sus tensiones internas, sus fracturas, sus formas de persistencia. Cada comunidad insurgente que aparece no es una figura cerrada, sino una pregunta: ¿cómo se sostiene lo común en condiciones de asfixia?

    Obras
    • Paloma Polo, El barro de la revolución, 2019 (120’8’’)

    • Ali Essafi, Wanted (Al-Hareb) [Se busca (Al-Hareb)], 2011 (20’)

    • Grupo de Arte Callejero, Aquí Viven Genocidas, 2001 (10’); Invasión, 2001 (3’); Poema visual para escaleras. Estación Lanús, 2002 (3’); Ministerio del Control. Plan Nacional de Desalojo, 2003 (2’); Shopping para artistas, 2003 (1’); Desalojarte en progresión, 2003 (1’)

    • Khaled Jarrar, The Infiltrators (Los Infiltrados), 2012 (70’)

    • Etcétera / Movimiento Internacional Errorista, FAKE NEWS – El club del helicóptero, 2017 (7’06’’)

    • Libia Castro y Ólafur Ólafsson, Aðfaraorð / Preamble (Aðfaraorð / Preámbulo), 2020 (5’06’’)

    • Roy Samaha, Transparent Evil (Mal transparente), 2011 (27’)

    • Chto Delat, Partisan Songspiel. A Belgrade Story (Canción partisana. Una historia de Belgrado), 2009 (29’15’’)

    • Mohanad Yaqubi, R21 aka Restoring Solidarity (R21 alias Restaurar la Solidaridad), 2022 (71’’)

    Marco Scotini y la política de montar un archivo

    Pensar en Marco Scotini solo como un curador sería limitar el alcance de su trabajo. Crítico de arte, investigador, editor, docente y archivista —pero no en el sentido tradicional del término—, Scotini concibe la curaduría como una práctica política, no por los temas que aborda, sino por la forma en que organiza el conocimiento, lo activa y lo distribuye. Archivo de la Desobediencia, en este sentido, es uno de sus dispositivos más persistentes y móviles: se transforma en cada lugar que visita, rehace sus mapas, suma voces, se descentra.

    Desde su creación en 2005, el proyecto ha sido presentado más de veinte veces en distintas ciudades del mundo. Y sin embargo, nunca es el mismo. A veces es un jardín, a veces una escuela, otras un parlamento o una plaza. En Buenos Aires, Scotini eligió la calle como espacio simbólico, retomando el pulso insurrecto del archivo y llevándolo al cruce entre subjetividad, protesta y espacio urbano.

    En PROA21 —una sede pensada para experimentaciones de escala media, articulada con la fundación principal pero con autonomía curatorial— la muestra adopta una disposición contenida pero no clausurada. Las obras se distribuyen en pantallas que dialogan entre sí, sin competir por volumen ni espectacularidad. Lo que resuena es el montaje coral: no hay una obra que centralice la atención, sino un campo de intensidades que se activan a través del recorrido. Las sillas, bancos y estructuras de apoyo dispuestos en la sala no son accesorios neutros: invitan a detenerse, a mirar con tiempo, a entrar y salir de cada eje sin rigidez.

    Esta elección curatorial —lejos de la espectacularidad o del shock— responde a una ética de la escucha. El archivo, aquí, no grita. Convoca. Se vuelve hospitalario sin dejar de ser incómodo. “Estas imágenes actúan como dispositivos de profanación y reivindican un potencial experimental respecto a las directrices o mandatos políticos”, como señala Scotini en su entrevista con Arts of the Working Class.

    En un contexto como el argentino, donde la calle ha sido (y sigue siendo) espacio de reclamo, duelo, fiesta, memoria y enfrentamiento, la aparición de este archivo no funciona como importación, sino como reactivación local de tensiones compartidas. Las protestas estudiantiles en Santiago de Chile, las luchas territoriales en Palestina, las disidencias sexuales en Europa del Este o las resistencias indígenas en América Latina no se presentan como “casos”, sino como parte de una misma coreografía global de lo que no se deja archivar.

    Imágenes que desobedecen

    La desobediencia, según Marco Scotini, no es un tema: es una metodología. Ni una estética ni un contenido, sino una estrategia sostenida en el tiempo para desafiar la forma en que se organiza la experiencia, se distribuye la mirada y se produce sentido. En una entrevista publicada por Arts of the Working Class, el curador despliega una serie de definiciones clave para comprender el horizonte conceptual de Archivo de la Desobediencia.

    “Las imágenes desobedientes no obedecen las normas de una sola categoría cultural exhaustiva”, escribe Scotini. “Son múltiples, heterogéneas, polifónicas y se resisten a definiciones que codifican y cosifican los espacios del arte y de la política.”

    Esta multiplicidad no es decorativa: es un gesto de insurgencia contra las formas estabilizadas del saber. Para Scotini, el archivo no es solo un “registro de luchas y protestas”, sino también “un archivo de imaginarios, de modos de vida, de producción, de mirada, de aprendizaje y de autorrepresentación”. En otras palabras, un archivo de cómo vivir políticamente en lo cotidiano.

    El Disobedience Archive no documenta únicamente eventos visibles —protestas, ocupaciones, slogans—, sino que indaga en aquello que los medios tradicionales suprimen: lo que pasa en la periferia, lo que no tiene subtítulos, lo que desborda las narrativas dominantes. Desde esta perspectiva, el archivo es también una máquina de ver: hace visible lo que fue excluido del campo visual institucional, o bien recupera aquello que fue neutralizado por su inscripción museística.

    “Cada teléfono móvil ahora tiene el poder de desafiar, de convertirse en narrativa”, señala Scotini. Pero rápidamente advierte que el poder de narrar no implica necesariamente el poder de transformar: “una nueva amenaza neoliberal ha captado las aspiraciones libertarias y ha extraído valor del terreno de las demandas sociales que debían oponérsele”.

    El peligro es claro: que la desobediencia se convierta en estilo, que las grietas sean absorbidas como decoración, que la crítica se neutralice bajo la forma de una “expresión” inofensiva. El archivo, entonces, debe resistir esa captura. Y lo hace, en palabras del propio Scotini, “como activador del presente en el sentido del cambio social y como recolector de innumerables experiencias de insubordinación como fuerza común”.

    La potencia de lo que no se deja archivar

    En tiempos donde muchas instituciones culturales recortan sus horizontes críticos para volverse funcionales al mercado o al Estado, Archivo de la Desobediencia (la calle) se presenta como un gesto incómodo, pero necesario. Incómodo porque interpela los modos en que se exhibe, se archiva y se canoniza la resistencia, incluso desde espacios consagrados del arte contemporáneo. Y necesario porque restituye una dimensión conflictiva, colectiva y situada al archivo, desafiando su domesticación como colección “neutra” o “histórica”.

    En el marco del arte argentino, donde la calle ha sido siempre un espacio estético y político, esta exposición resuena de manera directa. Pero no por sus referencias explícitas al contexto local (que son mínimas), sino porque activa un reconocimiento sensible y una genealogía posible de la desobediencia como forma de vida.

    A diferencia de muchas muestras centradas en el “archivo como forma”, esta no estetiza el dispositivo ni lo convierte en concepto vacío. En cambio, propone una práctica: ver, escuchar, detenerse, pensar con otros. El montaje en PROA21 no pretende epatar, sino invitar al pensamiento crítico en comunidad. En eso, también desobedece.

    No hay en esta muestra promesas de transformación inmediata, ni celebraciones simplificadas del activismo. Lo que hay es algo más sutil y más inquietante: una pedagogía de la interrupción, una forma de reponer las fisuras, de sostener lo que no encaja, lo que no se deja archivar ni estabilizar. Y en esa insistencia, hay una política.

    La potencia del Archivo de la Desobediencia no está solo en las obras que contiene, sino en la forma en que hace visible lo que el poder quiere volver ruido. En cómo pone en juego no solo imágenes, sino formas de narrar, de ocupar espacio, de compartir preguntas.

    En definitiva, el archivo nos permite imaginar que desobedecer también es una forma de cuidar.





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