Prensa Publicada

  • Título: Yves Klein el primer artista conceptual
    Autor: Gustavo Akselett
    Fecha: 10/06/2017
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    Primera retrospectiva del artista francés en Argentina.
     

    Conjuntamente con los archivos Yves Klein, la embajada de Francia y Tenaris, la Fundación Proa presenta en Argentina la primera retrospectiva del artista (1928-1962)

    Pionero en el arte conceptual y de acción a través de sus obras y reflexiones teóricas, Klien incorporó el cruce de pintura, acción, perfomance, foilosofía o riental y música, revolucionando el concepto de la pintura modernista de mediados de siglo XX.

    Con sus creaciones Klein cambió el foco conceptual y perceptual desde el objeto material hacia la sensibilidad inmanterial desafiando a las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955, sus celebres cuadros de azul, las pinturas de fuego, las cosmogonías, sus 
    esculturas de esponjas y las obras en oro.

     

    El artista es considerado por muchos como el iniciador del arte de acción con sus obras Antropométricas en público, el Salto al vacío, el proyecto de iluminación del obelisco (el francés, no el argentino) de la plaza Concorde que se exponen en videos ilustrativos.

    Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en Argentina muestra un artista provocador e innovador, cuya producción anticipará muchos de los cambios culturales que sucederán años después de su muerte y que dejarán un legado para las futuras manifestaciones artísticas del siglo XX y contemporáneas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, Yves Klein actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.



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  • Título: Visita a la Retrospectiva de Ives Klein en la Fundación Proa
    Autor: Redacción
    Fecha: 10/06/2017
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    El viernes 9 de Junio, los alumnos de Senior 1, Artes Visuales, realizaron una visita a la Fundación Proa en el barrio de la Boca para recorrer la muestra retrospectiva de Yves Klein. La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus performances como sus notables escritos y la audacia en sus obras.
    Recorriendo la exposición con una guía del museo y la profesora de arte, los alumnos observaron y analizaron las obras de este artista contemporáneo.
    Durante el recorrido los chicos realizaron preguntas, tomaron apuntes de las explicaciones de la guía y fotografiaron las obras. La visita terminó con la participación de todos en un taller de fotografía aplicando la idea de obra monocromática de Klein.
    Como parte de la salida, los chicos pudieron apreciar la cultura de la Boca disfrutando de un desayuno en “La Perla”, uno de los bares notables de CABA y realizaron una caminata por la calle Caminito, y luego del almuerzo recorrieron el Parque Lezama.
    A partir de la visita los chicos desarrollarán todos estos aprendizajes en un trabajo práctico en su cuaderno de investigación y realizarán una obra inspirada en el artista.

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  • Título: Yves Klein: Retrospectiva, el dueño del color azul
    Autor: Victoria Verlichak
    Fecha: 06/06/2017
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    La exhibición “Yves Klein. Retrospectiva”, en Fundación Proa, despliega la intensa trayectoria del artista francés que experimentó e iluminó la escena del arte de la segunda mitad del siglo XX. Aún cuando su resplandor duró siete años, su estela continúa alumbrando el arte de las nuevas generaciones tras 55 años desde su desaparición. El suyo fue un vuelo informado por la búsqueda de un camino espiritual hacia lo absoluto, por la pintura, acciones, performances, escritura, filosofía oriental y música (compuso su primera “Sinfonía monótona” en 1947, consistente en el sonido de un acorde sostenido durante 20 minutos, seguido de 20 minutos de silencio).

    Fundación Proa presenta la primera retrospectiva del audaz artista en el país con 76 obras y alrededor de 100 documentos. Es coordinada con los Archivos Yves Klein de París, con curaduría de su director Daniel Moquay, quien estuvo en la inauguración junto a Rotraut Uecker, viuda de Klein. Uecker se mostró feliz de ver la obra de Klein aquí y lo recordó como alguien organizado y metódico, sereno y reflexivo, sincero y tenaz.

    Te quiero azul

    Hijo de padres artistas, Yves Klein (1928-1962) vivió 34 años. Viajó extensamente por Italia, Alemania, España, donde residió un tiempo para enseñar judo y aprender español. Es que primero se dedicó al judo, que estudió y practicó también en Japón. Ese deporte –destreza, repetición y equilibrio– y ese viaje de 1952 contribuyeron a su libertad artística y a su preocupación espiritual. Su obra sigue vigente y vigorosa, incluso en el mercado; en la edición de la feria TEFAF Spring dos galerías ofrecían piezas suyas en Nueva York, a donde viajó en 1960.

    Precursor del happening, pionero del arte conceptual, creador de un nuevo azul en la historia del arte, transitó un camino desde un arte objetual hacia una sensibilidad inmaterial. Su trabajo, presentado por primera vez en 1955, llegó a manifestar la inexistencia de límites o mandatos estéticos en cuanto al aspecto de la obra, a eliminar –a veces– casi por completo el objeto artístico privilegiando una idea.

    Pinturas, objetos, esculturas, fotomontajes, proyecciones de sus antropometrías (obras de 1960 en las que cuerpos de mujeres fueron untados de pintura y plasmados en papeles en el piso o las paredes, en público), fotografías, escritos, proyectos de arquitectura y urbanismo, reflejan el enorme carisma y curiosidad del artista.

    Muestran su vínculo con lo alquímico (pintó con fuego y oro, intercambió simbólicamente obra –destruida en el instante de cambiar de manos– por oro, que terminó en el fondo del Sena) y con los Rosacruces, su visión del presente y del futuro, su interés por el color y por el vacío (una de sus muestras constituyó en una sala absolutamente vacante).

    Klein decía: “Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (…) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa ‘transparencia’, ese ‘vacío’ inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones”.

    ¿Por qué eligió el azul? ¿Porque es el preferido de la mayoría de las personas? No. Porque, entre otras cosas, eligió y “firmó” metafóricamente el cielo de la Riviera francesa. A los 19 años decidió dividir el mundo entre su amigo el artista Arman (cuyo “retrato en relieve” se exhibe aquí) y con el poeta Claude Pascal. Arman eligió la tierra, Pascal las palabras y Klein el cielo, el espacio que envuelve al planeta. Es imposible sustraerse a la invitación a la meditación al mirar una suerte de pileta –en la segunda sala de Proa– repleta de pigmentos azules que irradian buena vibración y serenidad.

    Historia

    Pero no todo es azul. La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955 (rosa, oro, azul cielo, verde, rojo, naranja); sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las obras en oro, las series de Esculturas Esponjas en base a esponjas naturales, que representan algo más que ciertas formas de la naturaleza ya que todos los cuerpos físicos absorben la energía que los rodea.

    Adriana Rosenberg, directora de Proa, recuerda que a finales de 1988, Pierre Restany (fundador del Nuevo realismo, que integraba Klein) hizo su último viaje a la Argentina. En la comida donde se despidió de Jorge Romero Brest (con quien estudió y trabajó la directora de Proa), juntos recordaron a Yves Klein, que era admirado por ambos. “Pero cada uno tenía sus preferencias: Romero Brest consideraba que la invención del color Blue le garantizaba a Klein un lugar privilegiado en la historia del arte del siglo XX, mientras que Restany rescataba la inmaterialidad, el vacío y las performances del artista”.

    A tono con su programa educativo, Proa, junto a FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) está llevando a cabo el curso virtual “El salto al vacío” (en alusión a la performance y fotomontaje del mismo nombre) para investigar el contexto y la obra del relevante artista. Con visitas guiadas y catálogo ilustrado la muestra puede verse hasta el 31 de julio.



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  • Título: Yves Klein: Retrospectiva, el dueño del color azul
    Autor: Redacción
    Fecha: 06/06/2017
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    Ver nota original (Resistencia Huemul)

    La exhibición “Yves Klein. Retrospectiva”, en Fundación Proa, despliega la intensa trayectoria del artista francés que experimentó e iluminó la escena del arte de la segunda mitad del siglo XX. Aún cuando su resplandor duró siete años, su estela continúa alumbrando el arte de las nuevas generaciones tras 55 años desde su desaparición. El suyo fue un vuelo informado por la búsqueda de un camino espiritual hacia lo absoluto, por la pintura, acciones, performances, escritura, filosofía oriental y música (compuso su primera “Sinfonía monótona” en 1947, consistente en el sonido de un acorde sostenido durante 20 minutos, seguido de 20 minutos de silencio).

    Fundación Proa presenta la primera retrospectiva del audaz artista en el país con 76 obras y alrededor de 100 documentos. Es coordinada con los Archivos Yves Klein de París, con curaduría de su director Daniel Moquay, quien estuvo en la inauguración junto a Rotraut Uecker, viuda de Klein. Uecker se mostró feliz de ver la obra de Klein aquí y lo recordó como alguien organizado y metódico, sereno y reflexivo, sincero y tenaz.

    Te quiero azul

    Hijo de padres artistas, Yves Klein (1928-1962) vivió 34 años. Viajó extensamente por Italia, Alemania, España, donde residió un tiempo para enseñar judo y aprender español. Es que primero se dedicó al judo, que estudió y practicó también en Japón. Ese deporte –destreza, repetición y equilibrio– y ese viaje de 1952 contribuyeron a su libertad artística y a su preocupación espiritual. Su obra sigue vigente y vigorosa, incluso en el mercado; en la edición de la feria TEFAF Spring dos galerías ofrecían piezas suyas en Nueva York, a donde viajó en 1960.

    Precursor del happening, pionero del arte conceptual, creador de un nuevo azul en la historia del arte, transitó un camino desde un arte objetual hacia una sensibilidad inmaterial. Su trabajo, presentado por primera vez en 1955, llegó a manifestar la inexistencia de límites o mandatos estéticos en cuanto al aspecto de la obra, a eliminar –a veces– casi por completo el objeto artístico privilegiando una idea.
    Pinturas, objetos, esculturas, fotomontajes, proyecciones de sus antropometrías (obras de 1960 en las que cuerpos de mujeres fueron untados de pintura y plasmados en papeles en el piso o las paredes, en público), fotografías, escritos, proyectos de arquitectura y urbanismo, reflejan el enorme carisma y curiosidad del artista.

    Muestran su vínculo con lo alquímico (pintó con fuego y oro, intercambió simbólicamente obra –destruida en el instante de cambiar de manos– por oro, que terminó en el fondo del Sena) y con los Rosacruces, su visión del presente y del futuro, su interés por el color y por el vacío (una de sus muestras constituyó en una sala absolutamente vacante).

    Klein decía: “Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (…) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa ‘transparencia’, ese ‘vacío’ inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones”.
    ¿Por qué eligió el azul? ¿Porque es el preferido de la mayoría de las personas? No. Porque, entre otras cosas, eligió y “firmó” metafóricamente el cielo de la Riviera francesa. A los 19 años decidió dividir el mundo entre su amigo el artista Arman (cuyo “retrato en relieve” se exhibe aquí) y con el poeta Claude Pascal. Arman eligió la tierra, Pascal las palabras y Klein el cielo, el espacio que envuelve al planeta. Es imposible sustraerse a la invitación a la meditación al mirar una suerte de pileta –en la segunda sala de Proa– repleta de pigmentos azules que irradian buena vibración y serenidad.

    Historia

    Pero no todo es azul. La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955 (rosa, oro, azul cielo, verde, rojo, naranja); sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las obras en oro, las series de Esculturas Esponjas en base a esponjas naturales, que representan algo más que ciertas formas de la naturaleza ya que todos los cuerpos físicos absorben la energía que los rodea.
    Adriana Rosenberg, directora de Proa, recuerda que a finales de 1988, Pierre Restany (fundador del Nuevo realismo, que integraba Klein) hizo su último viaje a la Argentina. En la comida donde se despidió de Jorge Romero Brest (con quien estudió y trabajó la directora de Proa), juntos recordaron a Yves Klein, que era admirado por ambos. “Pero cada uno tenía sus preferencias: Romero Brest consideraba que la invención del color Blue le garantizaba a Klein un lugar privilegiado en la historia del arte del siglo XX, mientras que Restany rescataba la inmaterialidad, el vacío y las performances del artista”.

    A tono con su programa educativo, Proa, junto a FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) está llevando a cabo el curso virtual “El salto al vacío” (en alusión a la performance y fotomontaje del mismo nombre) para investigar el contexto y la obra del relevante artista. Con visitas guiadas y catálogo ilustrado la muestra puede verse hasta el 31 de julio.

    * Crítica de Arte de NOTICIAS.

    Fuente: Noticias-Perfil



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  • Título: Yves Klein en Proa: visita guiada en 3 videos
    Autor: JAQUEALARTE
    Fecha: 05/06/2017
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    Ver nota original (Jaque Al Arte)

    La muestra retrospectiva de Yves Klein en Fundación Proa puede visitarse hasta el 31 de julio.

    La misma reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.



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  • Título: Retrospectiva de Yves Klein en PROA
    Autor: FmCultura
    Fecha: 02/06/2017
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    La Fundación PROA inauguró “Yves Klein. Retrospectiva”, la primera retrospectiva en la Argentina del artista francés Yves Klein. La exposición puede visitarse hasta el 31 de julio, de martes a domingos de 11 a 19 horas.

    Yves Klein nació Niza en 1928, fue una figura importante dentro del movimiento dadaísta, produjo la mayor parte de su trabajo en los años 50 y falleció joven, de un ataque al corazón, a los 34 años, en la ciudad de París en 1962.

    La exposición que ofrece PROA cuenta con la curaduría de Daniel Moquay, director de los Archivos Yves Klein, y casado con Rotraut Klein, viuda del artista. Está compuesta por 70 obras que incluyen sus producciones más emblemáticas, como sus cuadrados de azul ultramarino saturado, resultado de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue.

    Entre las obras de azul profundo realizadas por Klein que se pueden ver en Proa están la piscina repleta del pigmento azul, ramas o pequeña escultura de yeso, copias de “La victoria de Samotracia” y de “La Venus de Alejandria”

    Si bien el “azul Klein” es el color con el que más se lo asocia, sus pinturas monocromáticas trabajan también con el dorado y el rosa, tres colores que se pueden ver en tres cuadros colocados uno junto a otro en una de las paredes de una sala de PROA.



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  • Título: Yves Klein,Retrospectiva
    Autor: Redacción
    Fecha: 01/06/2017
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    Junto a Banco Galicia Éminent organizamos un encuentro diferente para continuar celebrando los 20 años de trabajo de la organización. Los invitados disfrutaron de la exposición de Yves Klein. Retrospectiva, en Fundación Proa y de la presencia de Hugo Petruschansky, Doctor en Historia de las Artes, quien nos ilustró sobre la obra.

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  • Título: 2 muestras imperdibles en Buenos Aires: Xul Solar e Yves Klein
    Autor: Redacción
    Fecha: 22/05/2017
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    Dos muestras imperdibles en la ciudad de Buenos Aires, la muestra PANACTIVISTA del artista Xul Solar en el Museo Nacional de Bellas Artes y la muestra YVES KLEIN en la Fundación PROA.

    PANACTIVISTA - Xul Solar

    Muestra que abarca la carrera del artista Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, más conocido como Xul Solar (San Fernando, Buenos Aires, 14 de diciembre de 1887 - Tigre, Buenos Aires, 9 de abril de 1963) en el Museo Nacional de Bellas Artes. Curada por Cecilia Rabossi,  reúne más de 180 acuarelas, témperas, pinturas, dibujos, objetos, manuscritos y documentos personales, y está organizada en seis núcleos temáticos que se extiende en  diversos campos de interés y búsquedas formales del artista.  

    Se inauguró el 7 de marzo de 2017 y seguirá abierta hasta el 18 de junio de 2017.

    • Horarios: De martes a viernes de 11 a 20, sábados y domingos de 10 a 20.
    • Visitas guiadas: Miércoles y jueves, a las 16. Viernes, a las 16 y a las 18. Sábados, a las 12, a las 14 y a las 16.

    Para más información:  https://www.bellasartes.gob.ar/exhibiciones/xul-solar.-panactivista

     

    YVES KLEIN - RETROSPECTIVA

    Exhibición de carácter retrospectivo del artista Yves Klein (Niza, Franica, 28 de abril de 1928 - Paris, Francia, 6 de junio de 1962 ) , hoy en la Fundación PROA. Se presentan las obras más emblemáticas de este artista, quien fue uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue, IKB. La muestra cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. Es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una completa presentación de material de los Archivos del artista. Un total de

    Se inauguró el 18 de marzo de 2017 y seguirá abierta hasta el 31 de julio de 2017

    • Horarios: Martes a Domingos 11 - 19 hs - LUNES CERRADO
    • Bono Contribución: $50 general / $30 Estudiantes /$20 Jubilados / Menores de 12 años sin cargo

    Para más información a : http://www.proa.org/esp/exhibicion-proa-yves-klein-retrospectiva-presentacion.php



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  • Título: Yves Klein: Retrospectiva
    Autor: MutualArt
    Fecha: 20/05/2017
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  • Título: Porque este amor es azul
    Autor: Eugenia Viña
    Fecha: 19/05/2017
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    Vivió sólo 34 años y produjo apenas durante siete de su corta existencia. Y aun así el francés Yves Klein se convirtió en uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Pionero del arte pop y el arte perfomático, es famoso por haber inventado su propio “azul”, el International Klein Blue (IKB), pero como demuestra la enorme retrospectiva que le dedica Proa, fue mucho más que eso: un deportista, un artista paradójico que se relacionó con la política francesa, que vivió en constante frenesí creativo y que experimentó con diversos materiales, desde el fuego hasta las esponjas y el oro, entre la alquimia, el cálculo y el glamour.

    Cuando París estornuda, toda Europa se resfría. El refrán, vigente durante siglos, estaba quedando en desuso. O París había dejado de estornudar, o la salud de Europa ya no dependía de Francia. Ese fue el marco en el que Yves Klein (1928- 1962) desarrolló su obra y su fama. Vivió 34 años, y los vivió como si supiera que así de corta y así de intensa sería su vida. Ni una gota de azar ni de ingenuidad en el desarrollo del artista que en siete años de producción de obra logró posicionarse como un referente indiscutible del arte francés, e internacional, del siglo XX. 

    Cuenta su mujer que en el departamento parisino de 35 metros que compartían, Klein produjo vorazmente y al borde del agotamiento físico. No descansaba. Desde que decidió dejar de ser un jugador de judo para ser un artista –como sus dos padres–  su búsqueda, su trabajo y la exposición del mismo (categorías indisociables en la obra de Klein) fueron ambiciosas, apasionadas y carismáticas, como él mismo. 

    Una anécdota lo expresa y da un indicio de su personalidad: experto en artes marciales, practicaba judo desde pequeño y fue a competir al instituto más prestigioso de Japón, donde ganó el cuarto dan, grado máximo otorgado para los europeos en el país. Pero cuando llegó a París no le reconocieron el título ganado en Japón. Klein, que no sólo competía como un desafío sino que necesitaba del reconocimiento externo como el pez necesita el agua, se tomó un avión  a España, donde sí era reconocido el título. Allí se dedicó a la enseñanza. Pero ya nada tenía la misma gracia. El grado más alto había sido alcanzado, por lo cual, allí decidió cambiar de rumbo –un nuevo campo de posibilidades, descubrimientos, desafíos y fama– y dedicarse al arte. 


    Escultura-esponja azul sin título, 1960. Pigmento puro, resina sintética y esponja natural sobre peana en piedra.

    Comenzó a pintar en el año 1950, a los 22 años, con una modalidad que seguiría durante toda su producción: colgaba sus pinturas de forma compulsiva (donde sea, la habitación en la que vivía, el departamento, luego serán las galerías) e invitaba a amigos y críticos a mirar la obra, mientras él generaba un registro escrito  sobre sus impresiones y pensamientos. 1954 fue el año que marcó su carrera pública como artista, con dos libros de dos colecciones de monocromos. Desde ese momento, expuso como mínimo tres veces por año, llegando a exponer o generar eventos públicos once veces en un solo año. Podía hacerlo solo, presentando sus teorías como conferencias en la Universidad de la Sorbona, o convocado por grandes y prestigiosas instituciones, entre ellas el Museo de Arte Decorativo de París, siempre obsesionado con la idea sobre “la evolución del arte hacia lo inmaterial”, paradoja que no pasó desapercibida en su meteorítica carrera, y su necesidad material, física y carnal por ser reconocido y por hacer de su obra una marca registrada. El International Klein Blue es hipnótico, pero es también una alquimia del siglo XX, ligada al mercado y la publicidad.

    ¿Qué hay detrás del azul klein? ¿Qué hay debajo de su teoría alquimista del fuego, las galaxias y todo un vocabulario propio de un mago en el que, sin embargo, no percibimos ni una gota de humanismo? No hay indicios de calidez . Klein creó con libertad absoluta, pero también con la estrategia de un judoka y la matemática de un científico: “Reglas rituales de la cesión de Zonas de sensibilidad pictórico inmaterial. Existen siete series numeradas de zonas pictóricas inmateriales; cada una comprende diez zonas también numeradas. Un  recibo es entregado por cada zona cedida, el mismo indica el peso en oro fino correspondiente al valor inmaterial adquirido”.

    Eran años en que Alemania se afianzaba como la tercer potencia mundial, detrás de Estados Unidos y Japón, mientras Francia perdía prácticamente todas sus colonias y la cultura norteamericana tenía un dinamismo que robaba la corona a París, que supo ser la capital cultural del siglo XIX. En ese marco, en abril de 1958, Klein junto al director de iluminación de la ciudad de París, iluminaron el Obelisco de la Place de la Concorde en azul. Klein le iba a la política cultural de Francia como anillo al dedo. 

    El color azul tiene nacionalidad, azul francés, porque forma parte de la identidad nacional francesa desde el siglo XII, cuando los reyes de Francia lo eligieron para sus escudos y heraldos, hasta que en 1791 aparece en la bandera de Francia y se vuelve el color emblemático de la ciudad parisina. Los pigmentos azules industrializados son un invento  francés y su uso tiene connotaciones claramente políticas. Klein no lo mencionaba. Desligaba su azul de la historia y su nacionalidad y lo relacionaba con el cielo desarrollando una teoría de lo inmaterial. Describía una escena mitológica (Klein era un gran escritor)en la que se dividía los elementos naturales con sus amigos, tocándole a él como misión la investigación del cielo. La escribió, la plasmó en sus esculturas, tiñó esponjas, tiñó todos los objetos con su azul Klein, algunos naturales y otros no, pintó todo lo que le parecía que podía citar lo inmaterial y el cielo, pintó cuadros monocromáticos, expandió el azul Klein por todos lados y en todos los formatos: a través de la música, a través de la presencia de los cuerpos humanos en las pinturas, a través de la intervención de los elementos naturales en las obras. Todo de forma literal. El fuego quemando la hoja, las mujeres haciendo de “pinceles vivientes” para estampar sus cuerpos en los lienzos. La arquitectura del cielo que propone el artista francés es bien terrenal, matérica, alejando al máximo el imaginario de un cielo  misterioso, imperceptible y metafísico.

    Klein, que por la variedad de experimentación y la libertad para plasmar su obra fue un giro indiscutible hacia la concepción modernista del artista, es también una oportunidad para pensar la relación entre las políticas culturales de los países, las gestiones concretas, que pueden crear, promover o silenciar, a los artistas. Klein no tuvo ese problema.


    Relieve planetario azul sin título, 1961. Edición póstuma 2015. Pigmento puro y resina sintética sobre bola de resina.

    Una síntesis de esa  opulencia chic aplicada a las artes visuales es el trío de cuadros que están juntos: Dorado (hojas de oro), Azul Klein y Rosa Dior,  que en su elegancia nos habla más de un arte rico, arte que sólo es posible con un gran apoyo financiero, político y mediático más que en uno cósmico basado en el color, como los cuadrados infinitos de Rothko, o como los cielos de De Staël, ambos contemporáneos.

    La exposición de Proa está guionada por salas, que permiten ver las distintas facetas del multifacético artista. La primera es una introducción cronológica, ricamente documentada de  su vida y su obra, una síntesis de los distintos momentos de la carrera de Klein, desde su nacimiento hasta el año 1959, con material del propio archivo del artista, fotos, piezas artísticas en papel, bocetos y objetos que fueron fundamentales para él. Fotos familiares, la edición de su cuaderno de planchas Yves Peintures, primer gesto público del artista.

    Un video del inicio de su época azul es el anticipo para las siguientes salas, donde se pueden ver sus proyectos de arquitectura y urbanismo, espacios pensados para su arquitectura del aire, edificios que podrían contener sus obras inmateriales. 

    Lo sigue la sala que testimonia su paso de la pintura monocroma a su concentración en el azul  (color que patenta en 1960 como IKB) International Klein Blue, que aparece en una gran pileta plana de pigmento puro. Para el artista el color es la sensibilidad materializada y el azul es el color que representa la profundidad del vacío. Experimenta con ese pigmento  de forma incansable en distintos formatos y técnicas.

    En un rincón, se puede escuchar un audio de Klein conversando consigo mismo, donde se hace una entrevista sobre sus condiciones de producción y sus ideas sobre el arte. Luego, su serie Antropometrías (medidas del Hombre), donde los cuerpos de mujeres hacen de pincel viviente o rodillo, apoyándose en la tela para dejar las huellas de sus formas. Y las esponjas naturales, descubrimiento que fascinó al artista, por su capacidad de absorción del color, unido a sus maravillosas figuras orgánicas. Cosmogonías es su trabajo realizado con fuego, en los que el artista quiere encarnar las marcas de los estados de la naturaleza. Para eso, exponía los soportes a la intemperie e imprimía huellas de plantes o superficies de suelo en papeles.

    El silencio es oro, obra de 1960 realizada con hojas de oro, lleva a a la pregunta inicial, a la linealidad entre la materia, el título y la textura. El oro no es inmaterial, ni silencioso, ni misterioso. Klein trabajó la obra generando un relieve que remitía al suelo de una galaxia,universo en el que imaginamos a Klein feliz, con todas esas paradojas y todo ese glamour.

    Yves Klein Retrospectiva se puede ver en Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, hasta el 31 de julio del 2017.


    El viento del viaje, 1961. Pigmento puro y resina sintética.



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  • Título: YVES KLEIN. RETROSPECTIVA
    Autor: Agenda
    Fecha: 10/05/2017
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    Conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris, Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en nuestro país hasta el 31 de Julio.

    La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    Fundación PROA
    Av. Pedro de Mendoza 1929 – La Boca, Caminito



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  • Título: Libertad de color azul, Yves Klein
    Autor: SONIA ÁVILA
    Fecha: 09/05/2017
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    Sólo siete años le fueron suficientes a Yves Klein (Francia, 1928-1962) para construir las bases del arte conceptual. Éste, entendido como la experiencia estética más allá de la materialidad del objeto. De 1955 a 1962, cuando murió de un infarto al corazón a los 34 años de edad, produjo mil 200 obras. Y no sorprende el número, sino la propuesta. Se planteó desde sus primeros ejercicios buscar la libertad plástica; esa que encontró en el monocromo, en el fuego, en el cuerpo, en la acción, en el vacío.

    El vacío con que llenó en 1958 la galería Iris Clert en París, la cual sus muros pintados de un solo pigmento absorbieron la presencia del artista, misma que se convirtió en arte. El espectador no miró un objeto, sino que vivió la obra. La inmaterialidad de la estética. “Desde hace 50 años trabajo en el archivo de Klein y creo que en el siglo XX sólo hubo dos personas que dominaron el arte, Marcel Duchamp e Yves Klein”, ataja en entrevista Daniel Moquay, responsable de Yves Klein Archives, en París.

    Y por primera vez, la cosmovisión del artista francés, pintada principalmente en azul, se exhibirá en México. Será una revisión retrospectiva de quien fuera cinturón negro de judo en el Museo Universitario Arte Contemporáneo. Moquay, quien hace la curaduría, señala que desde 1989, cuando expuso obra de Klein en la Bienal de Sao Paulo, no se presenta una muestra en América Latina. El MUAC es la segunda sede de esta exhibición que ahora ocupa la Fundación Proa en Argentina.

    “Siempre ha sido un artista con reconocimiento, sobre todo de los propios artistas y es cierto que ahora se cotiza bien el mercado, la última mejor venta fue una pieza en 50 millones de dólares, y después una pieza de fuego vendida en 36 millones de dólares en Nueva York”, refiere sobre Klein, quien fue rechazado en 1955 por el Salón des Réalités Nouvelles, al presentar un cuadro de un solo color.

    Si bien la vida artística de Klein es breve, en realidad la curaduría implica la selección de obra. En este caso se presentarán más de 70 piezas y un centenar de documentos que dan cuenta del planteamiento del arte inmaterial. Desde sus  primeras pinturas monocromáticas,  esculturas con esponjas, cuadros hechos de fuego, sus happening hasta la patente del International Klein Blue, un nuevo tono de azul que él registro como propio el 19 de mayo de 1960.

    “Es un color con una base química, se obtiene con éter y extractos de petróleo, y creemos que era muy tóxico, pensamos que fue el causante de su muerte. Porque era un hombre deportista, era cinturón negro en judo que es un alto nivel de deporte, pero el veneno de la base del pigmento debía usarse con máscara y nadie le decía eso y pudo causarle los tres infartos”, relata el curador. El 11 de mayo de 1962, Klein sufrió un primer infarto durante el Festival de Cine de Cannes; cuatro días después sufrió en París el segundo ataque, y falleció el 6 de junio del mismo año por un tercer paro cardiaco. 

    Materia en estado primigenio

    Si bien Klein, hijo del pintor paisajista Fred Klein y de la pintora informal Marie Raymond, trabajó con todas las herramientas y las disciplinas de manera simultánea, destaca en primera instancia el trabajo monocromático. Primero en colores como amarillo, rojo, naranja y dorado. Cuadros de un solo tono que para él resolvían el problema del arte. Al entender que la conexión de la pintura ya no era con el ojo humano, sino con la experiencia de la vida. No pretendía mostrar algo, sino hacer vivir algo, hacer sentir a través de la unicidad del pigmento.

    “Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado. Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa transparencia, ese vacío inmensurable en donde reside el espíritu”, escribió el artista en su diario.

    En un trazo cronológico, sigue la época azul, apunta Moquay. El azul, dice, era para el artista la totalidad de la materia. Un azul ultramar intenso contenedor del cuerpo primigenio. La materia en su estado más natural en relación con la vida. “Trabajó con varios colores, pero se dio cuenta que tenía que elegir uno, y eligió el azul, y la suerte de que en aquel tiempo encontró una técnica distinta del color que no afectaba la intensidad con los barnices, que eran tóxicos”.

    Y el azul llevado a su mayor exploración resultó en las antropometrías. Pinturas sobre lienzo blanco hechas con los cuerpos de mujeres desnudas. Ellas embarraban toda su piel en la tinta para luego impregnarse sobre el lienzo. Pero más allá del resultado pictórico, la acción destacó como un performance en marzo de 1960. Fue en la Galerie d’Arts Contemporains en París donde tres modelos pintaban su silueta sobre la tela, mientras una orquesta tocaba Sinfonía monótona, compuesta por un periodo de 20 minutos de un mismo sonido y otro periodo de silencio total. 

    Se produjeron en promedio, dice Moquay, cerca de 150 antropometrías sobre papel y 30 sobre seda.  “Hace unos meses presentamos la sinfonía monótona en San Francisco y generó el mismo impacto de esa primera ocasión, es una composición de Klein muy intensa”, apunta quien coordina el archivo en colaboración con la viuda del artista  Rotraut Klein-Moquay. De las acciones convertidas en pinturas también sobresalen los cuadros hechos con fuego. En un video de los archivos en París, se mira a Klein con un soplete de gran tamaño quemando el lienzo, y un bombero detrás apagando el fuego.

    Aunque para el curador la pieza El vacío condensa en gran medida la búsqueda estética de Klein. Coloca la experiencia por encima del objeto. La obra ocurrió en la galería Iris Clert en París; ésta quedó vacía por completo y sus muros pintados de blanco. Klein permaneció un tiempo en el espacio para llenarlo de su propia sensibilidad y ofrecerla como obra de arte a los tres mil espectadores. Era el arte “aquí y ahora”.

    “La obra la realizó el 28 de abril del 58 en su cumpleaños 30, y su intención era rellenar la galería de su sensibilidad, y entonces en lugar de ofrecer una obra que se cuelga sobre las paredes, hizo un espacio para experimentar. Él decía que si la gente era capaz de interesarse en los monocromos, no veía por qué no iban a vivir la experiencia del vacío llenado con su presencia”, describe.

    Así se entiende cómo su arte se situaba en los límites de la percepción donde, afirma el curador, la vista del objeto artístico se hace posible sólo a través de facultades sensoriales. Mirar a partir de sentir, de oler, o de palpar. Moquay señala que en suma a la experiencia, la obra de Klein proclamó un arte como parte integral de la vida. Él mismo dijo: “la pintura tiene conexión con la única cosa en nosotros que no nos pertenece: nuestra vida”.

    ¿Dónde y cuándo?

    La retrospectiva Yves Klein se presentará del 26 de agosto al 14 de enero de 2018, en el Museo Universitario Arte Contemporáneo.



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  • Título: Yves Klein Retrospectiva en Fundación Proa
    Autor: Pía Dalesson
    Fecha: 09/05/2017
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    No todo Klein es AZUL. La paleta se abre en su búsqueda por la vibración, el sonido, el alma del color. Rosa, ocre, verde, naranja, dorado. Así como la música, para este artista francés, el pigmento ES en sí mismo un universo. Este aspecto de su obra es el que se resalta en la muestra de Fundación Proa.

    En un acierto de montaje, la recreación de la obra Pigmento de 1957, una gran ‘pileta’ o ‘alfombra’ sobre el piso, un gran contenedor de pigmento, polvo  azul, descansa, en contraste con la pelota suspendida (Relieve planetario azul sin título), del mismo azul. El artista realizó la obra original en Colette Allendy Gallery utilizando pigmento natural (en esta remake de Proa es artificial). En la versión original no colgaba por encima la pelota sino una serie de finos tubos azules.

    Sin embargo estas sutilezas pasan desapercibidas frente a la imagen potente y final de esta instalación, que es la que elijen la mayoría de los espectadores para destacar en las redes.

    El acento de la exhibición queda marcado por el color. Si bien se muestran las Antropometrías de la década del ‘60 con su correspondiente video ilustrativo, este aspecto performático del artista no está tan expandido. Tampoco su relación con la fotografía documental de su obra.

    Las Antropometrías azules se destacan en la sala correspondiente. Incluso para un espectador que no conoce el origen de estas obras, se percibe la fuerza y vitalidad de donde nacieron, las huellas del movimiento del cuerpo. La contraposición de las dos obras más grandes está muy bien lograda, generando dinamismo y puntos de fuga de la mirada, que se eleva hacia un sentido ascendente.



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  • Título: Yves Klein en Proa: visita guiada en 3 videos
    Autor: Redacción
    Fecha: 05/05/2017
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    La muestra retrospectiva de Yves Klein en Fundación Proa puede visitarse hasta el 31 de julio.

    La misma reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.
     

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  • Título: ¡Visitamos a Yves Klein en Fundación Proa!
    Autor: Beth, the jewish school
    Fecha: 02/05/2017
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    ¡Visitamos a Yves Klein en Fundación Proa!

    ¡6to grado visitó la exposición de Yves Klein!
    Los chicos disfrutaron de una exposición histórica en Fundación Proa, donde realizaron un acercamiento a una importante figura dentro del movimiento del neodadaísmo.
    ¡Una visita llena de historia del arte y cultura!


     

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  • Título: El azul del cielo
    Autor: Gustavo Alvarez Nuñez
    Fecha: 01/05/2017
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    La Fundación PROA presenta una retrospectiva de Yves Klein, el artista que puso patas arriba el concepto de vanguardia con sus pinturas monocromo.
     

    Ocho años le bastaron al incasable e intrépido Yves Klein (Niza, 1928 – París, 1962) para cimentar una obra que puso patas arriba el arte y el concepto de vanguardia de la época. Monocromos y pinceles vivientes, pinturas de fuego y judo místico, esmoquin negro con pajarita blanca y la invención del International Klein Blue (IKB), salto al vacío y cosmogonías, zona de sensibilidad inmaterial y arquitectura del aire, utopía y esculturas de esponjas, 1001 globos azules y nuevo realismo, retrato relieve y “desaparecer en el vacío”: todos sinónimos de un hombre que murió muy joven –a la edad de 34 años por un paro cardíaco– pero cuyo afán de expansión lo movilizó desde el vamos. Aunque “expansión” no sea la palaba exacta; impulso de vida, arrebato de vida, tal vez se aproximen más aunque tampoco; en verdad, eso es Yves Klein: lo exponencial, lo inclasificable, lo indefinible.

    En 1947, muchos años antes de plasmar la Symphonie Monoton Silence (Sinfonía monótona silencio), a Yves ya se le había ocurrido esta pieza basada en un solo acorde y sonido que acompañó en marzo de 1960 el debut en una galería parisina de sus antropometrías, Anthropométries de l'Époque bleue (Antropometrías de la época azul), la acción de “pinceles vivientes”; dirigidas por él mismo, mujeres desnudas cubiertas de pigmento azul (el ahora legendario IKB) rodaban sobre grandes lienzos, imprimiendo huellas monocromáticas de sus cuerpos durante la ejecución de la Symphonie Monoton Silence.

    El rasgo fundamental de esta composición musical subraya una obsesión que atraviesa toda la obra de Yves: un solo tono (¿cuadro?) y sonido (¿color?) continuo, “estirado, privado de su ataque y de su coda, lo que genera una sensación de vértigo, de aspiración de sensibilidad fuera del tiempo”, como escribió el propio Klein en el texto “La superación de la problemática del arte”, que dio título a un libro publicado en 1959. La insigne y rupturista 4′33″ de John Cage, por ejemplo, con el silencio dominando todo su desarrollo, fue estrenada en 1962. Aclaremos que el compositor estadounidense venía explorando en las bondades del silencio desde hacía un largo rato.

    Pero más allá de si la pieza musical de Yves se produjo antes o después –Diosque, el ascendente músico tucumano, canta: “No importa quién lo dijo primero/ sino quién lo dijo mejor"–, la locomotora Klein se encargó de barrer varios mitos y demoler algunos prejuicios en sólo ocho años de trayectoria que arrancaron en 1955, cuando entregó al jurado del parisino Salon des Réalités Nouvelles su primera pintura monocromática, Expression de l'univers de la couleur mine orange (Expresión del universo de color naranja). Obviamente, fue rechazada. Las razones que le dieron a su madre Marie Raymond –pintora abstracta y bastante prestigiosa en esos años– fueron éstas: "Usted sabe, no es realmente suficiente, si Yves aceptara añadir al menos alguna línea o un punto, o incluso simplemente una mancha de otro color, entonces podríamos mostrarlo, pero un solo color, ¡no! No, eso no es realmente suficiente, ¡es imposible!”.

     

    Si le preguntaban en esas horas por qué esa terquedad –esa hermosa y admirable terquedad, diríamos nosotros– por no conceder ni permitir atisbo alguno de línea o punto, o incluso simplemente una mancha de otro color, Klein hubiese contestado que no solo se negaba a que conviviesen dos colores en una pintura propia –pintadas de modo uniforme, con paneles que no están enmarcados y donde un solo color recubre los márgenes exteriores de los cuadros–, sino que se amparaba en lo siguiente: “La pintura es la ventana de una prisión, cuyas líneas, contornos, formas y composición están todos determinados por barrotes (…) A través del color siento una identificación completa con el espacio, de este modo soy verdaderamente libre”.

    Esa sensación de libertad en todo su esplendor acomete al visitante cuando deja la primera sala de la Fundación PROA –cargada de suculenta información sobre el mes a mes en la travesía de Klein– y se enfrenta a una asombrosa pileta de pigmentos azul ultramar (Pigmento. Instalación creada en 1957. Reconstrucción póstuma, 2017) que le gana la atención al instante. Es que hasta el 31 de julio, las paredes del museo de la Boca –Avenida Don Pedro de Mendoza 1929– cobijan la imperdible Yves Klein. Retrospectiva, ocasión ideal para adentrarse en una aventura estética y espiritual que no ha perdido ningún ápice de vigencia y exhibe una potencia infinita.

    En el universo del arte, ocho años, a veces no son nada para sintetizar o expandir los ribetes de una búsqueda estética; al español Antonio López García le llevó veinte finalizar el retrato de la familia real –entregó el encargo en 2014–, amén de que el príncipe ya es rey. Aunque, otras veces, si lo planteamos en términos de lo que implican los primeros ocho años en el camino de un artista, los ejemplos se tornan modelos o techos de una situación mágica e irreproducible. Esas apariciones pueden no solo modificar las costumbres imperantes, sino también correr los límites de lo permitido. Fue el caso (excepcional) de Los Beatles, entre 1962 y 1970, en el universo pop. Su música maduró exponencialmente disco a disco. Y su influencia sociocultural es testimonio del poder del pop no solo como entretenimiento. Sin comparar: Soda Stereo lanzó en 1984 su álbum debut homónimo, que no presagiaba cumbres como Canción animal (1990) o el desafiante Dynamo (1992).

     

    Ahora bien, el hombre que refutó la nada y descubrió el vacío como un espacio rico en posibilidades, el artista que distribuyó el domingo 27 de noviembre de 1960 en todos los kioscos de París el diario Dimanche “Le Journal d'un seul jour” (Domingo “Diario de un día”), que constaba de todas sus teorías estéticas y el famoso fotomontaje del Salto al vacío, el introductor del judo en su país –cinturón negro 4º dan–, era de los que creían que un artista podía cambiar la vida y brindarle sensibilidad al mundo.

    Considerado por algunos críticos y medios gráficos de aquel momento un vende humo –"Klein vende viento", fue el titular del suplemento parisino Arts en febrero de 1962; todo porque había vendido unas pinturas “inmateriales” que sólo eran un recibo de la operación y cuya transacción supuso para los compradores el desembolso de un lingote de oro–, Yves dejó en claro en el período de las antropometrías que lo suyo no era oficiar como una sucursal europea del action painting estadounidense: “Lo mío es lo contrario al action painting, en tanto yo permanezco completamente ajeno a todo trabajo físico durante la creación”.

     

    No por nada, el italo-argentino Lucio Fontana fue uno de los primeros que adquirió una obra suya –pagó unas exiguas 25 liras, en 1957, el día de la inauguración de la primera muestra de Klein en Milán–, reconocido por sus célebres buchi (agujeros o perforaciones) o tagli (cortes) que efectuaba al lienzo; otro personaje chocante y afilado como Yves. Con el legado de la Bauhaus Dessau, el francés Eugène Delacroix, el holandés Piet Mondrian y el ruso Kazimir Malévich a sus espaldas, contemporáneo del expresionismo abstracto estadounidense, el colectivo Fluxus, la Internationale Lettriste como la Internationale Situationniste y el pop art del Reino Unido, Klein nos ha dejado cierta herencia en la actualidad: el alemán Wolfgang Laib (1950), el británico-alemán Tino Sehgal (1976) y el inglés Nils Norman (1966).

    El poeta persa Omar Khayyam, hacedor de las adorables Rubaiyat, esa oda al vino y al instante, realizó un pacto con dos amigos de su juventud en pleno siglo XI: cada uno se obligaba, en el caso de que triunfase en la vida, a disponer de todos los medios a su alcance para que sus colegas también fuesen exitosos. Más acá en el calendario, en una playa de Niza en el verano de 1946, a Yves y dos amigos –uno de ellos, el escultor Arman Fernández, ha pasado a la posteridad en la sorprendente Retrato relieve de Arman (1962), obra que se halla al final del recorrido de Yves Klein. Retrospectiva– se les dio por hacer un juego: se iban a repartir el mundo entre los tres. Entonces uno escogió el reino animal, otro el dominio de las plantas. Mientras que Yves, ya tendido en la arena y abstraído por el infinito azul del cielo, les expresó: “El cielo azul es mi primera obra de arte”.

    A 70 años de aquella epifanía, su trazo vibrante –hagan el ejercicio frente a sus increíbles monocromos azules que revisten las paredes de PROA: el azul vibra de tal modo que invita a fundirnos en el lienzo– continúa desparramando elogios y obnubilación. Y nos cautiva por un motivo evidente: la sencillez arrancada a una belleza intolerable. Porque en esa repetición, en esa presencia insistente del azul ultramar, se confrontan y se desparraman todas las penas de un mundo habituado a la mutación, al secreto murmullo de lo insondable; la respiración famélica de la libertad. Esa a la que Klein nunca renunció: “Esa sensación de libertad total del espacio sensible puro ejercía sobre mí tal poder de atracción que yo pintaba mis superficies monocromas para ver con mis propios ojos eso de absoluto que tiene lo visible”, escribió.

    ¡Larga vida a lo inmaterial!

    ¡Larga vida a Yves Klein!



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  • Título: SALTO AL VACÍO
    Autor: Diana Martínez
    Fecha: 01/05/2017
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    Hace una semana, conmemoramos el nacimiento de Yves Klein, uno de los artistas más importantes del siglo XX considerando no sólo su legado, sino el carácter del mismo; Klein traspasó los límites de la materialidad integrando y relacionando distintas plataformas expresivas, generando el eco monocromático que sigue influyendo al arte de nuestros días.

    AZUL PROFUNDO

    Sin dudas el aspecto más reconocido de sus obras es el profundo, enigmático y enérgico uso del color. Desde muy temprano, el artista francés se sintió atraído hacia las aplicaciones en campos monocromáticos que en un primer periodo, exaltaron el espectro rosa, dorado y verde. Esta elección no respondía a una cuestión arbitraría; cada tono elegido representaba a los Rozacruces, Orden de quien fue seguidor.

    Aquí se revelan los ejes principales del contenido de su obra: la espiritualidad y el esoterismo marcarían una clara dirección hacia el campo experimental, que decanta en una primera serie a mediados de los 50’ conocida como Monocromos. Este momento coincide con la aparición del rasgo más característico de su quehacer; el uso del azul ultramarino.

    El idilio con este color está estrechamente vinculado a su juventud en Niza, lugar cuya luminosidad, a decir de Daniel Moquay – director del Archivo Klein de París – le provocó una obsesión. Para Klein, el azul tenia la capacidad de traspasar el sentido y los límites impuestos por la línea. Casi una década después, esto lo llevaría a patentar un pigmento específico de un vibrante azul que sería conocido como International Klein Blue (IKB).

    Vale señalar además, que muchas de las piezas pertenecientes a este periodo se encuentran en su paso por Latinoamérica, exhibidas en Fundación Proa en Buenos Aires. La primera retrospectiva realizada en esta región, se compone de más de 70 obras y 100 documentos.

    “Al principio es una nada, luego una profunda nada, después una profundidad azul”.

    -Palabras del filósofo Gaston Bachelard, utilizadas por Klein.

    Como ya señalado, Klein dejó una profunda marca en el arte contemporáneo. Su contribución fue basamento de la neovanguardia – en particular del minimalismo – que se nutrió del carácter experimental de sus prácticas.

    Un punto determinante a considerar al acercarnos a su obra es que su contribución trasciende a su obstinado uso del azul. Su compleja personalidad artística dispara influencias en todas direcciones: desde el arte performativo, hasta el conceptual, se destacan aquí tres ejemplos que dan cuenta del alcance de su legado.

    EL VACÍO

     

    Uno de los primeros acontecimientos artísticos que marcan el desarrollo de su obra se lleva a cabo el 28 de abril de 1958. La exposición “El Vacío”, realizada en la galería Iris Clert, invitó público a una sala pintada enteramente en blanco que se hallaba en apariencia, vacía. La intención de la acción fue de que el público sea capaz de descubrir allí “superficies y bloques de sensibilidad pictórica”, lo que le otorgó también la etiqueta de “artista de lo inmaterial”.

    Esta exhibición, a medio camino entre una performance e instalación marca la linea de transición a un espacio fuera lo tradicional tradicional, donde el concepto tomaría una posición aún más relevante.

    ANTROPOMETRIAS

    Un año después, en marzo de 1960, una centena de invitados se congregaba en Galerie Internationale d’Art Contemporain, en París, para ser parte de un espectáculo presentado por el propio Yves Klein,  quien esperaba a la audiencia ataviado como un director de una orquesta. Mientras que un grupo de músicos interpretaba a Sinfonía Monótona Silencio, Klein dirigía a un grupo de tres mujeres desnudas quienes al ingresar al salón de la exhibición, procedieron a untarse el torso y los muslos con el característico IKB, imprimiendo luego sus cuerpos en hojas de papel blanco.

     

    El público era testigo de una manifestación espontánea donde varios medios expresivos eran integrados en un happening – como se los conoce en inglés – un tipo de práctica artística que iniciada por Allan Kaprow, cobraría fuerza con el movimiento neodadá. La renuncia al pincel como herramienta fue una elección temprana para Klein, quien lo consideraba un recurso “excesivamente psicológico”, reemplazándolo por el cuerpo a modo de pinceaux vivants (pinceles vivientes).

    PINTURAS DE FUEGO

    Un año después, se nutre del proceso realizado en Antropometrías para realizar una serie de “pinturas a fuego”. El artista intervino con un soplete cartones de gran densidad que eran luego complementados con pintura. El cuerpo femenino se hizo de nuevo protagonista, siendo éste rociado previamente con agua y luego contrapuesto al soporte para así generar con la técnica una imagen positiva-negativa en la composición.

    La fuerte carga conceptual protagoniza esta pieza en la presentación de un cuerpo que se trasciende a sí mimo en la instancia abstracción y en decisión de mostrar la figura femenina que niega la pasividad; la mujer en Klein fue un agente dinámico en tanto en el discurso como en la creación de las piezas.

    Desarrollada en un periodo menor a una década y parte de una corta carrera -Klein fallece a los 34 años de un ataque al corazón, que se cree haber sido propiciado por la constante exposición al pigmento que utilizaba – la obra del artista desafía de manera altisonante al marco academicista y las convenciones impuestas por la técnica. Su obra es un salto a la dimensión espiritual que empuja al arte al extremo de repensarse a si mismo y a replantear el rol del artista, más allá de los medios, sus herramientas, la individualidad y la intención.



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  • Título: Juliana Awada llevó sus propios toques de azul a la muestra de Yves Klein
    Autor: Redacción
    Fecha: 26/04/2017
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    La primera dama quedó impactada con la obra del artista francés, inventor del “Azul Klein”

    Haber creado un color es algo que muy pocos artistas pudieron lograr en la historia del arte, era realmente un genio”. Con estas palabras Juliana Awada se refirió a Yves Klein tras haber recorrido la retrospectiva del pintor y escultor francés en la Fundación Proa. La primera dama quedó fascinada con la muestra, compuesta por setenta obras y alrededor de cien documentos de Klein, que se podrá ver en Buenos Aires hasta el 31 de julio. “Un evento como este me parece muy importante porque es la primera exposición que se hace de este genial artista no sólo en nuestro país, sino también en América Latina”, sostuvo Juliana. Como una manera de homenajearlo, Awada sumó unos toques en azul a su look: la cartera y el brazalete. En el mundo de la moda, el “Azul Klein” supo ganarse durante algunas temporadas el mote del “nuevo negro” por su gran impronta y etiquetas como Chanel, Elie Saab y Issey Miyake supieron teñir sus colecciones con ese tono.

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  • Título: ¿Quién era Yves Klein? Vida y obra del padre del arte inmaterial
    Autor: Diego Erlan
    Fecha: 21/04/2017
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    Setenta y seis obras y más de cien documentos pueblan la primera retrospectiva latinoamericana del genial Yves Klein (1928-1963), el artista conceptual creador del llamado “arte inmaterial”, que además fue pionero del happening en los sesenta e inventor de su propio tono vibrante de azul.
     

    En ese compendio de erudición y lirismo llamado Los colores primarios, el escritor Alexander Theroux identifica el azul como el color de las profundidades ambiguas, de los cielos y, al mismo tiempo, de los abismos. En su intensidad se conjugan tanto la fuerza singular como una etérea susceptibilidad. En esta misma línea, Wassily Kandinsky escribió que “cuanto más profundo es el azul, mayor es su poder de atracción sobre el hombre, la llamada infinita que despierta en él un deseo de pureza e inmaterialidad”. Eso es lo que percibió Yves Klein de adolescente, en las playas de Niza, mientras observaba el cielo. Esas características del color lo cautivaron. Aunque el azul haya sido su marca –de hecho, patentó el tono bautizado como International Klein Blue–, el arte de Yves Klein no se limita a un color: es una forma de estar en el universo, en sí mismo y en el vacío. “Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado”, señaló. En solo siete años de vida artística, Klein produjo casi mil trescientas obras, escribió más de mil páginas con ideas, procedimientos y reflexiones metafísicas, y creó ese azul intenso, ultramarino saturado, que lleva su nombre y produce, a la vez, inquietud y calma. Esa es su marca, cierto, pero el legado lo trasciende. Murió a los treinta y cuatro años, en junio de 1962, por el tercer ataque cardíaco que sufrió en solo un par de semanas. En tan poco tiempo, Klein fue el reflejo del agotamiento de los movimientos de vanguardia y, de algún modo, también fue uno de los responsables de toda la explosión posterior: desde los happenings hasta el pop art. Las setenta y seis obras y el centenar el documentos que integran su primera exposición en Buenos Aires, hasta fines julio en Fundación Proa, trazan un recorrido luminoso, en algún punto místico, que se convierte en un viaje de contemplación y silencio.

     

    Liberar al espíritu

    La exploración de Yves Klein comienza en el cuerpo y termina en la inmaterialidad. No había cumplido veinticuatro años cuando le propuso a un amigo, Claude Pascal, viajar de España a Japón montados a caballo. La empresa parecía delirante pero tenía sentido en las permanentes búsquedas de experiencia de Klein. Aunque sus padres eran artistas, este muchacho nacido en Niza en 1928 no se interesaba aún por la pintura. Al principio solo deseaba profundizar sus conocimientos en las artes marciales: en el judo había encontrado un espacio espiritual. Era verano. Era 1952. El viaje sería otra aventura. Sin embargo, no pudieron hacerlo juntos ya que, al poco tiempo, Pascal enfermó. Entonces Klein decidió irse igual, pero tuvo que hacerlo en la bodega de un barco, en un viaje que duró cinco semanas. En Tokio se inscribió en el prestigioso Instituto Kodokan de judo y luego de quince meses llegó a ser 4° dan. “El judo es un arte como lo puede ser la música”, entendía Klein, “ya que se lo debe volver a crear cada vez que queremos verlo de nuevo ante nuestros ojos. Es un arte personal y universal porque es el arte de la lucha, que es como decir la vida misma”.

     

    Lo inmaterial es lo único esencial”, decía Klein. “¿No sería el futuro artista aquel que expresara mediante un eterno silencio un inmenso cuadro sin dimensión?”, es la pregunta que el mismo Klein formula en el Manifiesto del Chelsea Hotel, de 1961, para esbozar lo que sería el arte conceptual.

     

    Klein encontró en el judo un rito codificado y en el tatami un escenario donde desplegar los movimientos fluidos del cuerpo. Así lo registró en su libro Les Fondements du Judo (1954). En la serie “Antropometrías de la época azul” puede observarse cierto paralelismo entre el judo, la pintura y el teatro. Si el judo es el uso de la fuerza del contrincante para la búsqueda a la vez del ataque y el equilibrio, Klein implementó esta sabiduría en sus intervenciones artísticas que no utilizaban el pincel sino una forma de manipular las fuerzas del vacío. “Por sobre todas las cosas, en mis creaciones busco alcanzar esa ‘transparencia’, ese ‘vacío’ inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones”, escribió Klein.

     

    Asimilar el vacío

    Los efectos de la Segunda Guerra Mundial se hicieron sentir durante bastante tiempo en los artistas de mediados del siglo XX, como apunta el crítico australiano Terry Smith. Algunos buscaron experimentar con formas para representar este vacío que podía ser tanto físico como espiritual. Lucio Fontana lo hizo en sus pinturas a partir de 1949, al igual que algunos miembros del grupo de artistas japoneses Gutai, en 1954. Así lo hizo también Guy Debord en el antifilme Hurlements en faveur de Sade, proyectado en junio de 1952 o Robert Rauschenberg en las superficies cubiertas de pintura para casas realizadas entre 1951 y 1952. Ese mismo año, John Cage utilizaría esos cuatro paneles titulados White Paintings en la Theatre Piece No. 1 que presentó en el Black Mountain College. Ya había estrenado la pieza 4’33’’ compuesta solo de silencio. Incluso antes, alrededor de 1949, Cage había pronunciado su “Conferencia sobre nada” en el Artist’s Club de Nueva York. No es casual que por esos mismos años Klein componga la Monotone-Silence Symphony, que consiste en veinte minutos de una orquesta emitiendo la misma nota (Re) y otros veinte donde orquesta y público se funden en un absoluto silencio. De esa manera, tanto el noise como el arte abstracto consiguen desarticular, mediante paradojas, nuestro pensamiento. En esa exploración de la mente en blanco y, a través de ella, de la trascendencia (que descubren en la meditación y su relación con la cultura oriental), están implicados tanto Cage como Klein: un mismo camino recorrido con diferentes soportes para asimilar el vacío. Las pinturas que surgen de los happenings de las “Antropometrías” son el rastro de la existencia de ese vacío. La obra ya sucedió: quedan sus huellas. Esos cuerpos de mujeres desnudas, plasmados como sudarios de manchas azules, sugerentes y sexuales a la vez, que contienen aún ese espíritu de transgresión y la música de los movimientos, terminan de construirse en la mente del espectador: funcionan como una mancha de Rorschach de aquel instante. Rotraut Klein-Moquay, la viuda del artista, era una de las modelos cuyo cuerpo protagoniza esa serie de obras. “Yves trabajaba duro, al límite del agotamiento físico”, recuerda ella en el catálogo de esta retrospectiva en Proa organizada junto a los Archivos Yves Klein. “Su aspiración final yacía en esa búsqueda constante de lo absoluto, lo invisible, la sensibilidad.” A esa búsqueda Klein la bautizó “arte inmaterial”.

     

    El arte inmaterial

    Quizá la primera obra de arte inmaterial de Klein haya sido el catálogo Yves Peintures impreso en Madrid por Fernando Franco Sarabia en 1954. En esos 150 ejemplares numerados podían verse una serie de diez monocromos típicos de la obra posterior de Klein, con sus tamaños y títulos, pero que en realidad no existían. Era una suerte de performance. Pierre Restany fue el primero en ubicar a Klein dentro del nouveau réalism. En las tres tendencias que para el crítico integraban uno de los más famosos movimientos vanguardistas franceses, estaban los afiches lacerados de Raymond Hains y Jacques de la Villeglé, las esculturas en movimiento de Jean Tinguely y las pinturas monocromas de Klein. Todos denostaban por igual la pintura en caballete y sus trabajos terminaron acercándose a lo performático.

    Yves Klein

    Acción artística Antropometrías de la época azul, Galerie Internationale d’Art Contemporain, París, 9 de marzo de 1960 © Succession Yves Klein, ADAGP, París / SAVA, Buenos Aires, 2017.

    Un día observé la belleza del azul en una esponja”, dijo Klein, que desde 1958 había empezado a trabajar con ese instrumento barato para pintar sobre los papeles y las telas. Persuadido por la extraordinaria capacidad de la esponja para empaparse totalmente de cualquier líquido, advirtió que gracias a “esa materia salvaje y viva” podía hacer retratos de los lectores de mis cuadros monocromos, que, completamente impregnados y embebidos como esponjas en su sensibilidad, “regresaban ahora del viaje al azul de mis cuadros que emprendieron después de haberlos visto una vez”. De esa manera creó bosques fantásticos, paisajes azules de esponja que terminaron como espacios escenográficos como el que hizo para la ópera de Gelsenkirchen en 1958. Las esponjas tenían una característica cercana a Klein: esa capacidad de empaparse, de absorber y expandir los sentidos. Desde aquel primer gesto conceptual del catálogo sin obra, esta retrospectiva empuja a preguntarse al espectador hasta dónde hubiera llegado Klein con sus ideas. Parecía capaz de todo. Llegó incluso a experimentar con el aire, el fuego y la lluvia en la serie conocida como “Cosmogonías” que, vista hoy, mantiene la belleza arrasadora de la naturaleza.

     

    Klein y Kandinsky: cruces inesperados

    La historia del arte no suele vincular a Klein con Wassily Kandinsky. Aunque sorprendan algunas coincidencias biográficas. En 1896, Kandinsky visita en Moscú una exposición de Monet en la que puede ver, por primera vez, los almiares, esos montículos de heno dispuestos en el campo. En esa serie impresionista, Monet no se interesaba tanto por las formas sino más bien por la luz: esos atardeceres que cambiaban sus colores en torno a las estaciones, esas pinturas de color ocre, verdosas y amarillentas, esas figuras de heno que no hacían otra cosa más que acentuar el silencio. No hay color sin luz. No hay artista sin contemplación. Esa exposición, esos almiares, ese Monet, fue lo que empujó a Kandinsky, de treinta años, a abandonar un puesto de profesor en la Facultad de Derecho para trasladarse a Múnich y dedicarse a la pintura. Era su salto al vacío. Influenciado por la música dodecafónica de Arnold Schoenberg, Kandinsky pinta su serie titulada Improvisación, en la que buscaba crear un paisaje sonoro-visual, lienzos que permitieran al espectador escuchar el sonido interno de los colores. En la profundización de su búsqueda sobre la abstracción, en 1911 rompe con la vanguardia de Múnich que empezaba a cuestionar su camino y funda un nuevo grupo: Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), un movimiento integrado por Schoenberg, Franz Marc, Robert Delauney y August Macke. El azul del jinete guardaba un símbolo. Era un color que podía generar una síntesis entre la naturaleza profunda de las cosas –los sentimientos y el inconsciente– y el mundo exterior y el universo. Era el punto exacto donde se conectaban las profundidades: tanto el cielo como el abismo, tanto Kandinsky como Klein. Se dice que el azul es el color más raro en la naturaleza. Quizá sea cierto.

     

    En solo siete años de vida artística, Klein produjo casi mil trescientas obras, escribió más de mil páginas con ideas, procedimientos y reflexiones metafísicas y creó ese azul intenso, ultramarino saturado, que lleva su nombre y produce, a la vez, inquietud y calma.

     

    Si a los treinta años Kandinsky decide dar un vuelco a su vida para abocarse a la pintura, Klein, para festejar su cumpleaños número treinta, decide encerrarse en la galería parisina de Iris Clert y pintar, durante días, las paredes de un blanco impoluto. Dispuesto en ese espacio, solo, abrió las puertas de la galería e inauguró la exposición. Era una nueva instancia de la obra de arte inmaterial. Y, para el espectador, era tal vez, un salto al vacío incomprensible. ¿Es una broma?, se preguntaban los asistentes a esa muestra. Nada de eso. Klein era distinto. La obra –la experiencia– penetraba en el espectador, y esa reflexión lo llevó a crear sus “zonas pictóricas inmateriales”, que vendía en una especie de ritual y a cambio de lingotes de oro de 160 gramos que eran tirados, a su vez, al mar o al río para que volvieran al lugar de donde salieron: la naturaleza. Un acto de comunión con el universo. Michael Blankfort, el coleccionista que adquirió una de esas zonas de arte inmaterial frente al Sena, en París, aquel febrero de 1962, entendió tiempo después que había sido una de las experiencias más radicales de su vida como coleccionista. Klein había logrado convencerlo del sentido y la importancia de lo que estaban haciendo. Lo inmaterial, planteaba el artista, no se puede vender y a su vez puede existir en cualquier parte del mundo: uno lo llevará para siempre. “Lo inmaterial es lo único esencial”, decía Klein. “¿No sería el futuro artista aquel que expresara mediante un eterno silencio un inmenso cuadro sin dimensión?”, es la pregunta que el mismo Klein formula en el Manifiesto del Chelsea Hotel, de 1961, para esbozar lo que sería el arte conceptual. En una civilización materialista como la nuestra, los conceptos de Klein suenan románticos, lugares comunes propios de centros de yoga o escuchados en viajes místicos a Oriente. Más allá del cinismo, frente a las obras monocromas de Yves Klein, frente a sus bosques de esponjas azules y sus cosmogonías, inmerso en los veinte minutos de silencio de su sinfonía monótona, el espectador se enfrenta al vínculo entre el espíritu y la materia: una energía que se convierte en estética.

    Yves Klein. Retrospectiva
    Hasta el 31 de julio en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929, CABA), de martes a domingos, de 11 a 19.

    proa.org

    Imagen arriba:
    Victoria de Samotracia, pigmento puro y resina sintética sobre yeso con paena de piedra. ©  Succession Yves Klein, ADAGP, París / SAVA, Buenos Aires, 2017.



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  • Título: Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte Siglo XX
    Autor: Redacción
    Fecha: 19/04/2017
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    Yves Klein se suma a la propuesta de cursos virtuales de Proa, en convenio con FLACSO Argentina

    Duración: 19 de abril – julio 2017 inclusive

    Ya está abierta la inscripción para el próximo curso organizado junto a FLACSO Virtual, que será lanzado a propósito de la primera retrospectiva del artista en Argentina. Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del siglo XX comenzará en abril y contará con Eduardo Grüner, Mabel Tapia (de los Archivos Yves Klein) y Pablo Gianera como docentes, e incluirá clases en las salas de exhibición.

    Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del siglo XX se suma a la propuesta de cursos sobre arte moderno y contemporáneo de modalidad virtual organizados por Fundación Proa, con el objetivo de reforzar la oferta de programas académicos para cada exhibición y federalizar la experiencia Proa mediante una oferta educativa accesible a otras partes del país, Latinoamérica y el mundo.

    Luego de la exitosa experiencia de Kazimir Malevich. Revolución, arte y cultura a principios del siglo XX, se lanza el segundo curso de modalidad virtual, esta vez sobre la obra del artista Yves Klein, su diálogo con el contexto artístico de la segunda mitad del siglo XX y sus influencias en el arte contemporáneo.

    En la Europa de post-guerra, entre los años 50 y 60, Klein desafió los límites del arte moderno, redoblando la apuesta vanguardista en el siglo XX. Integrante del Nuevo Realismo comandado por Pierre Restany, creador de un color inédito (International Klein Blue, IKB) en la búsqueda espiritual de una “sensibilidad inmaterial”, pionero del arte conceptual y del happening, mediante sus proclamas teóricas, performances y actos de agitación cultural, Klein revolucionó el concepto de pintura modernista incorporando a esta práctica ideas disruptivas, producto del cruce entre pintura, acción, performance, filosofía oriental y música. A través de sus célebres monocromos, sus acciones, sus Antropometrías y técnicas pictóricas desafiantes, Klein reivindica la sensación por sobre el entendimiento racional, la sensibilidad pura por sobre la presencia material, y hace emerger un nuevo concepto de artista. Su producción anticipará muchos de los cambios culturales que sucederán luego de su temprana muerte y dejará una huella indeleble en las posteriores manifestaciones artísticas del siglo XX y contemporáneas.

    Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del siglo XX, comenzará el 19 de abril ed 2017, extendiéndose hasta el mes de julio inclusive. La cursada está conformada por cinco clases estructuradas a partir de dos ejes temáticos.

    Durante la primera parte los profesores Eduardo Grüner (UBA) y Mabel Tapia (Archivos Yves Klein) abordarán el contexto histórico-cultural y artístico de Europa y Estados Unidos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Dicho contexto servirá de marco para comprender la emergencia de la obra de Klein en segunda mitad del siglo XX.

    En la segunda parte del curso se abordará a Yves Klein como precursor de las nuevas tendencias artísticas de la segunda mitad del siglo XX y su influencia en el arte contemporáneo. Mabel Tapia (Archivos Yves Klein) se concentrará en los conceptos radicales de pintura y de artista; la creación del International Klein Blue que materializa la búsqueda de una dimensión espiritual en el arte y de la pura sensibilidad a través del color; también se abordarán su obra escultórica, sus primeras acciones y sus Antropometrías que revisaron el legado de la pintura de la época e introdujeron un componente performático fundamental para su expansión, y para la configuración de un concepto de “performance” y la resignificación de la idea de autoría: “Nunca se me pasó por la cabeza manchar mis manos con pintura. Despegado y distante, la obra de arte debe completarse bajo mis ojos y bajo mi mando”.* Se verá así cómo Klein propondrá un arte nuevo cuyo foco está puesto en la sensibilidad inmaterial por sobre el objeto tangible: “…lo que experimentaba no era ese vértigo que todos mis predecesores sintieron cuando se encontraron frente a frente con ese vacío absoluto que es, naturalmente, el auténtico espacio pictórico”.

    Posteriormente, se abordará la influencia de Klein en el arte contemporáneo, su vigencia y las apropiaciones en torno a su obra para la configuración de un arte actual.

    Para finalizar, la última clase a cargo de Pablo Gianera estará dedicada a Sinfonía Monótona:

    “Esta clase se propone, por un lado, situar la Sinfonía en la perspectiva de la poética del propio Klein y, por el otro, ponerla en relación con el paisaje artístico e intelectual de su época (las cercanías y las distancias con John Cage) y con precursores más lejanos como Meister Eckhart. Para decirlo en otras –y pocas– palabras, la meta es el estudio de un nuevo campo de fuerzas, una nueva dialéctica entre lo vacío y lo lleno.”



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  • Título: Yves Klein en La Boca: azul quedó
    Autor: Ana Martinez Quijano
    Fecha: 18/04/2017
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    LA FUNDACIÓN PROA EXHIBE UNA MUESTRA DEL SINGULAR ARTISTA FRANCÉS, QUE SE ESPECIALIZÓ EN LA PINTURA MONOCROMÁTICA

    Con la muestra "Yves Klein. Retrospectiva" llegada desde París y curada por Daniel Maquay, la Fundación Proa de La Boca atrae en estos días un público numeroso. Klein dejó una huella en la historia del arte, pero su obra hay que verla: la cualidad que la vuelve inconfundible no se aprecia en las reproducciones. Oscar Wilde aseguraba: "Mirar una cosa es muy diferente que ver una cosa. Uno no ve nada hasta que uno ve su belleza. Sólo entonces existe". En 1955 Klein expuso su primer monocromo color naranja plomo y el jurado rechazó el cuadro: un solo color resultaba poco. El artista inició entonces la extensa búsqueda de pigmentos y procesos técnicos del azul, "lo invisible tornándose visible", señaló. Entretanto, experimentó con una tonalidad de rosa descubierto en Italia y también con el dorado.

    Con su misteriosa energía, el potente efecto luminoso del azul ultramar intenso de Klein hoy reverbera ante nuestros ojos. Si bien ha transcurrido más de media centuria desde su invención y, aunque en la muestra figuran varias reproducciones póstumas de las obras, la irradiación del color llamado International Klein Blue, permanece. El artista comenzó a utilizar el pigmento puro y a aplicarlo sobre distintos soportes con un procedimiento químico y un pegamento especial. Al descubrir la fórmula y la intensidad del fenómeno visual monocromático, Klein pensó en las posibilidades estéticas de su experimento. Y se preguntó a sí mismo: "¿Por qué no?". Así surgieron los monocromos, un arte estrechamente ligado a lo inefable, lo que no se puede traducir en palabras. "Ese azul me aspiraba literalmente, me sumergí totalmente en ese color", cuenta en el prólogo del extenso catálogo de Proa, Rotraut, la mujer de Klein.

    Setenta obras y alrededor de 100 documentos de los Archivos Yves Klein, revelan gran parte de la breve vida (1928- 1962) y los siete intensos años de trayectoria. El artista se adelantó a su tiempo con sus tempranas performances, prenunció el minimalismo y el arte conceptual, además de demostrar su capacidad para movilizar la sensibilidad del espectador.

    Klein no fue el primero que declaró su amor por el color azul. Chagall ya le había rogado a Dios: "Hazme azul". El gran cuestionamiento de Klein era "¿qué había de visible en lo absoluto?" y los monocromos le brindaron respuesta. Luego, con cierta inocencia confesó: "La monocromía me embriaga [...] creo que sólo vivo la auténtica vida plástica a través de la monocromía. Aquí estoy: ¡soy yo mismo! ¡Desde que pinto en monocromo soy feliz por primera vez!" 

    En la galería Colette Allendy, de París, Klein espolvoreó el pigmento puro sobre el piso, en otra sala presentó llamas azules y, en otra, objetos impregnados de azul ultramar: sus rodillos, esponjas y esculturas. Esa noche mil globos ascendieron hasta el cielo y de este modo el arte se transformó en espectáculo. En 1960 Klein exacerbó la teatralidad con sus "Antropometrías", convirtió el Instituto de Arte Contemporáneo en un escenario y utilizó un grupo de mujeres desnudas como "pinceles vivientes". Los cuerpos íntegramente embadurnados con pintura color azul, presionaban y desplazaban sus formas sobre telas y papeles hasta estamparlas. Klein dirigía la acción y un conjunto de cámara: nueve violines que simultáneamente interpretaban la sinfonía "Monocorde". Las pinturas de estas acciones se exhiben en Proa. La influencia de Klein se advierte de inmediato en el arte actual. El artista hizo imprimir sus "Cheques de lo inmaterial", unos certificados de la venta de "sensibilidad" artística que los clientes de la galería podían pagar con oro puro. Los trámites de adquisición se asemejan a los acuerdos con los clientes del artista contemporáneo alemán, Tino Sehgal. El mismo humor los inspira.
    Como cualquier artista mediático de nuestros días, Klein realizó sus cuadros con lanzallamas frente a las cámaras de TV y escoltado por los bomberos. Para superarlo, el español Santiago Sierra hace pintar sus cuadros por un hombre lanzallamas. En un cubículo de Proa se escucha la voz cálida de Yves Klein. Con el simple recurso de proyectar sobre la pared un muy elocuente retrato que mira fijo al espectador mientras corren los textos de la traducción, el observador se interna en el quehacer de un artista cuando con honestidad reflexiona sobre la posibilidad de estar satisfecho, o la importancia de pensar y dar un paso hacia adelante en busca de la perfección. Finalmente, la experiencia sensual de los monocromos acorta la distancia con el espectador, permite establecer una comunicación directa con la obra, el color es un despertador natural de la percepción y la capacidad sensitiva.


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  • Título: Yves Klein y la invención del azul
    Autor: Santiago Hamelau
    Fecha: 18/04/2017
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    La Fundación PROA tiene el agrado de presentar la primera retrospectiva en el país del artista francés Yves Klein. Fue un hombre polifacético, subversivo y polémico. Sus exploraciones artísticas siguen teniendo valor hoy día y nos atraen con su inusual fuerza  y su profundidad.

    Yves Klein nació en Niza en 1928 y murió en 1962 a los 34 años. Su vida fue corta pero intensa. Buscó llegar a “una sensibilidad inmaterial” a través del abandono de la línea y la figuración para adentrarse en el color puro y la experiencia del vacío. Curiosamente, inventó un color y lo registró: el IKB (International Klein Blue). Artistas y diseñadores lo usan hoy día.

    Por otro lado, Klein fue un revolucionario. Quiso hacer del arte una vocación total a la manera de los surrealistas. Comenzó con lo que luego serían los happenings, formas de arte efímero, que suceden y luego ya no existen más, excepto en el registro o la reactualización del gesto. Asimismo, realizó una serie de obras llamadas Antropometrías en las cuales pintaba con mujeres desnudas cubiertas de pintura azul. En otra oportunidad, dejó una galería vacía, donde la ausencia constituyera una obra, y cuando le pagaron con oro, a pedido de él, lo tiró al Sena. Constantemente buscó fundir los gestos de la vida con los del arte. Creó también la Sinfonía monótona, una pieza donde músicos y cantantes tocan un solo acorde en re mayor durante veinte minutos y luego otros veinte minutos de silencio.

    La muestra cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, a través de los cuales el espectador podrá adquirir un panorama detallado de la vida de Klein y su producción artística. PROA también ofrece visitas guiadas y actividades relacionada con la exhibición.

    En conclusión, Yves Klein fue un artista crucial para la historia del arte del siglo XX y es la primera vez que Buenos Aires tiene la posibilidad de ofrecer su obra al público. Tanto los amantes del arte contemporáneo como los reacios a sus excentricidades seguramente se sentirán conmovidos por una exhibición que despliega una enorme fuerza y cala hondo en los ojos de los espectadores. Por la zona también pueden encontrar La Usina del Arte  o pasarse por El Federal a merendar.

    “Yves Klein. Retrospectiva” en PROA
    Pedro de Mendoza 1929 – La Boca
    Tel: 4104-1000
    De martes a domingos, de 11h a 19h
    Entrada AR$50, estudiantes AR$30, jubilados AR$20. Menores de 12 años sin cargo.

    Foto: Derechos reservados para Charles Wilp



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  • Título: Yves Klein. Retrospectiva en PROA
    Autor: Redacción
    Fecha: 17/04/2017
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    La exhibición retrospectiva en la Fundación PROA de Buenos Aires, presenta las obras más emblemáticas de Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX. Incluye las producciones más emblemáticas del artista francés. Sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro, resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. El artista, de trayectoria audaz, es muy reconocido por las nuevas generaciones de artistas, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    Esta muestra que también visitará Mexico y Brasil, recorre a lo largo de cuatro salas, prácticamente toda la producción de Klein. Cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos. Toma como punto de partida la doble exposicio´n “Pinturas monocromas”, que Yves realizó en 1957 en las galerías de Iris Clert y Colette Allendy. El recorrido por las diversos núcleos hasta sus últimas obras permitirá conocer estas nuevas perspectivas y formas de ver el mundo, y dejar constancia de cómo artistas como Lucio Fontana e Yves han sido capaces de confrontar la escena artística de los años 60, que está monopolizada por los artistas americanos. 

    A través de sus obras, Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad a través del color puro: "Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (...) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa "transparencia", ese "vacío" inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones" (Yves Klein).

    Klein fue uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos. El grado en que Yves Klein empujó su experimentación con ideas y materiales es impactante para un tiempo en que las prácticas conceptuales no eran tan comunes. Sus trabajos con modelos vivos intentan registrar las energías cósmicas del cuerpo, rociando con pinturas los contornos de las modelos. Estas Antropometrías reflexionan sobre el tiempo y la presencia física en un plano material. 

    Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en América latina, realizada conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en Argentina y Tenaris, muestra a un artista provocador e innovador, que constantemente hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.
     

    Yves Klein (Niza, 1928 - París, 1962) artista francés considerado como una importante figura dentro del movimiento neodadaísmo. Sus padres, Fred Klein y Marie Raymond, también fueron pintores. Desde el año 1942 hasta el 1946 Klein estudió en la Escuela Nacional de la Marina Mercante, y en la Escuela Nacional de Lenguas Orientales, empezó a practicar judo.

    Fundía el inconformismo dadaísta con una profunda espiritualidad que se sustentaba en su pasión por la filosofía oriental y por el esoterismo. De hecho, estaba adscrito a la secta de los Rosacruces y practicaba el judo como una forma de integrar la energía física y la espiritual. Todas sus acciones tenían para él un sentido metafórico y con ellas anticipó prácticas que luego se hicieron comunes a lo largo de la década de los sesenta.

    En el 1947, Klein compuso su primera Sinfonía monótona, que consiste en el sonido de un acorde sostenido durante 20 minutos seguido de 20 minutos de silencio. Se la considera un precedente de la música drone de “La Monte Young” y de la obra 4'33'' de John Cage.

    Entre 1948 y 1952, viajó a Italia, Gran Bretaña, España y Japón. Durante su estancia en Japón, con veinticinco años, alcanzó el 4º dan en judo en Kodokan. El judo tuvo un papel importante en su arte ya que utilizaba las técnicas aprendidas para pintar. Además, escribió un libro sobre el judo: “Les Fondements du judo”. 

    En 1954 inició sus pinturas de campos monocromos, que al principio eran de diversas tonalidades pero que finalmente redujo al azul ultramar. Este color llegó a ser hasta tal punto una huella de reconocimiento de sus obras que él mismo lo bautizó como color IKB (International Klein Blue). En 1955 fijó su residencia permanente en París, estableciéndose como artista.

    Sus Antropometrías son pinturas realizadas por mujeres desnudas que se embadurnaban en azul IKB y se convertían en una continuación del pincel del artista cuando dejaban la huella de sus cuerpos sobre lienzos extendidos en la pared o el suelo. En ocasiones las realizó en público y acompañado por músicos. 

    Klein quiso elevar a la categoría de agente plástico a diversos elementos como el humo, el aire o el fuego, y, mediante un lanzallamas, realizó diversas series de Pinturas de fuego, cuyas superficies mostraban la huella de múltiples y pequeñas quemaduras. Sus últimas obras fueron las Cosmogonías, soportes pintados que dejaba al aire libre para que los agentes atmosféricos actuaran sobre ellos.

    Klein murió en París de un ataque al corazón poco antes del nacimiento de su hijo.



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  • Título: ADRIANA ROSENBERG EN ENTREVISTA CON EL CURADOR DE LA RETROSPECTIVA DE YVES KLEIN EN ARGENTINA
    Autor: Adriana Rosenberg
    Fecha: 12/04/2017
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    A finales de 1988, Pierre Restany hizo su último viaje a Argentina y, en la comida donde se despidió de Jorge Romero Brest, juntos recordaron a los artistas que admiraban. Fue el último acto de una larga relación en el que repasaron las infinitas exposiciones y momentos que habían compartido. Yves Klein era admirado por ambos, pero cada uno tenía sus preferencias: Romero Brest consideraba que la invención del color Blue le garantizaba a Klein un lugar privilegiado en la historia del arte del siglo XX, mientras que Restany rescataba la inmaterialidad, el vacío, y las performances del artista. Una admiración genuina y compartida que les permitía demorar el adiós.

    La participación directa de Restany en algunas muestras de Yves Klein y su contacto personal con el artista quedaron plasmados en su libro La otra cara del arte. Fueron Romero Brest y aquella publicación de Restany quienes me mostraron la importancia de los “nuevos realistas”, del diálogo entre París y Nueva York, y de la obra de Klein. Hoy, casi tres décadas después de aquella despedida, y tras muchos años de pensar junto a Daniel Moquay la posibilidad de presentar la obra de Klein en Argentina y hacerla itinerar por Sudamérica, Fundación Proa inaugura con enorme ilusión y pasión esta gran retrospectiva de uno de los artistas más sobresalientes del pasado siglo, cuya influencia sigue siendo enorme en las prácticas artísticas contemporáneas.

    La obra de Klein exige una gran puesta, y es así que a través de setenta y seis obras y más de cien documentos, el visitante podrá recorrer la sucinta pero excepcional producción de Klein: la invención del color, los albores de la performance, las “antropometrías”, los monocromos, el Dimanche con su salto al vacío, su bosque de esponjas, videos, y el enorme enigma que siempre se presenta cuando estamos frente a la obra de arte.

    En uno de los textos contenidos en el catálogo y que actualizan la importancia de Klein, Denys Riout escribe: “Después de haber inmaterializado el azul, después de haber superado la problemática del arte, ¿se puede ir más lejos? Sin duda no, pero ir a otra parte, sí, con seguridad. Y eso es precisamente lo que hizo Klein. Paralelamente al eje monocromía/sensibilidad pictórica inmaterial, no deja jamás de explorar otros caminos, conquistar dominios hasta ahora desconocidos e inventar territorios posibles”. Por su parte, para Klaus Ottmann, la importancia de Klein puede resumirse con una única afirmación: “Haber reimaginado el rol del arte en la sociedad del modo más radical, un modo que no se queda corto en honrar su promesa utópica, aun si eso significara el fin del arte mismo”.

    Este volumen también reúne una serie de textos históricos y las repercusiones que tuvo en la prensa y en el sistema del arte cada una de las exhibiciones de Klein. Y son sus escritos, publicados aquí en español, los que apoyan su visión trascendente del arte y muestran la multiplicidad no solo de su voraz personalidad, sino de su energía para trascender. Una exhaustiva cronología sobre su vida, un apartado especial en las que se reproducen la totalidad de las obras exhibidas, cierran este catálogo con las cariñosas y profundas palabras de Routreau Klein Moquay, quien fuera esposa del artista.

    La exhibición Yves Klein en Fundación Proa llega acompañada de un extenso programa de actividades: un concierto donde se interpretará la Sinfonía Monótona, un coloquio internacional, un desfile de los jóvenes estudiantes de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad de Buenos Aires inspirado en la obra del Klein, y una serie de performances dedicadas al artista.

    La riqueza de episodios y anécdotas con las que Daniel Moquay, el curador de esta exposición, relata su relación con Klein merece esta pequeña entrevista donde su palabra pueda tomar ese espacio.

     

    Adriana Rosenberg: ¿Cómo es tu encuentro con la obra de Yves Klein?

    Daniel Moquay: Mi encuentro con la obra de Yves ha sido en 1968. Es el momento en que conozco a Rotraut, su viuda, quien estaba organizando una retrospectiva en Dinamarca, en el Museo Louisiana, donde por primera vez se exponía un conjunto de obras. Fue una exposición fenomenal, el museo también es magnífico. Allí también me encontré con otras personas que conocían bien la obra de Yves Klein como el galerista Iolas, uno de los mejores galeristas del mundo del arte en ese momento.

    Al volver, Rotraut me mostró unas cajas de cartón llenas de papeles, literatura y de páginas escritas por Yves que nadie había leído. Allí estaban todos sus escritos. Desde el fallecimiento de Yves, Rotraut no había tenido oportunidad de ver todo el material que él había dejado. Pasé varios meses leyendo esos escritos en la misma habitación donde Yves realizó su obra. Viví meses tratando de clasificar todo. Había muchas páginas que parecían decir lo mismo una y otra vez pero en realidad no decían exactamente lo mismo. Yves escribía y reescribía sus textos. Me encontré, por ejemplo, con ocho páginas que parecían la misma, ¡pero que no lo eran!. El material que Yves dejó es inmenso. Durante 4 o 5 meses leí y estudié todo lo que fui encontrando; y así entré en la parte más íntima de Yves Klein… y me fascinó. Yo era un novicio y estaba descubriendo un universo increíble; me enamoré de ese universo y de la personalidad de Yves que me parecía extremadamente interesante.

    AR: Este material conforma el actual Archivo Yves Klein. ¿Cuándo y cómo surgió? ¿Y cuáles son sus objetivos futuros?

    DM: El archivo Yves Klein se estableció hace más o menos 25 años. Antes estuvimos organizando muestras e, incluso, produjimos algunos libros, pero no teníamos la posibilidad de tener una estructura como la que representa hoy el archivo. Al principio, yo trabajaba solo. Luego tuvimos una colaboradora, pero todo se hacía de manera muy artesanal. Desde ese entonces hasta hoy, la celebridad de la obra de Yves ha cambiado mucho, también el mercado del arte. He organizado más de 50 exposiciones en el mundo entero. Estuvimos en la XX Bienal de San Pablo, Brasil, en 1989, realizamos exposiciones en casi todos los países de Europa, por supuesto, muchísimas en Alemania, en Japón, en fin… Ahora estamos preparando la gira en América Latina, pero luego iremos al norte de Europa, e incluso a Rusia. En este momento estamos planeando una exposición Yves Klein – Gunther Uecker – Lee Ufan que irá a 5 o 6 museos de Asia donde hay un gran interés por el arte de post-guerra. También colaboramos mucho con museos; de hecho, constato que cada vez hay más personas e instituciones que se interesan por la obra de Yves Klein, quien ha sido seguramente uno de los pioneros del arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX. El caso es que hoy en día los archivos están trabajando intensamente. Somos un equipo de siete personas dedicados a la obra de Yves; como sabemos, el mundo se ha vuelto más pequeño y comienza a ser difícil responder a todas las demandas.

    El objetivo ineludible es el de añadir al catálogo razonado lo que hemos descubierto en más de 50 años de ejercicio e investigación. A la fecha, el único catálogo razonado existente — publicado en 1969— no está actualizado. Nuestro deber es hacer público todo la que sabemos sobre la obra de Yves.

    AR: ¿Y la colección de obras de Klein?

    DM: La colección de Klein está constituida por las obras que quedaron en manos de Rotraut en el momento de su repentina muerte. Yves siempre había dicho que todo lo que él hacía pertenecía a Rotraut. Lo que ella tiene hoy es un fondo histórico, que ha ayudado a desarrollar gracias a su labor para que se reconozca como una de las mayores expresiones artísticas de la segunda mitad del siglo XX, y que se considere una obra mayor.

     

    AR: ¿En qué radica a tu parecer la actualidad de su obra?

    DM: Es interesante comprender que los mejores defensores de la obra de Yves Klein son los propios artistas. Son sus primeros admiradores y aquellos que reconocen perfectamente el alcance de su obra. Yves es un gran creador que, en muy pocos años, ha dejado una producción que no se agota ni se repite, una obra que seguimos descubriendo aún hoy. Actualmente comienza a revelarse cómo su trabajo ha cambiado la forma de pensar el arte. Es difícil darse cuenta cómo era la escena de los años 50, luego del final de la Segunda Guerra Mundial. Estoy convencido que gracias a su obra hay más espiritualidad y más libertad en el mundo.

    Comenzamos a diseñar esta exhibición hace varios años y para Proa es un orgullo poder inaugurar Yves Klein. Retrospectiva. Acordamos la necesidad de presentar todo el conjunto de obras, como fue la selección para su gira Sudamericana.

    La exposición en PROA —que irá a México y a Brasil— recorre prácticamente toda la producción de Klein. Toma como punto de partida la doble exposición Pinturas monocromas que Yves realizó en 1957 en las galerías de Iris Clert y Colette Allendy. El recorrido por las diversos núcleos hasta sus últimas obras permitirá conocer estas nuevas perspectivas y formas de ver el mundo, y dejar constancia de cómo artistas como Lucio Fontana e Yves han sido capaces de confrontar la escena artística de los años 60, que está monopolizada por los artistas americanos. También creemos que cumpliremos con la demanda de una generación de artistas que han oído hablar del trabajo de Yves pero no conocen su obra.

    AR: Recorramos juntos algunos puntos de su trabajo presente hoy en Proa…

    DM: Pienso que Yves Klein se planteó desde el comienzo una mirada muy amplia de lo que era una obra. Durante toda su vida, utilizó todos los instrumentos, todas las cosas que le habían servido para hacer obra, pensándolos como obra en sí mismos; ya sea el pincel, el rodillo o el plato donde mezclaba los colores. Él consideraba absolutamente todos los instrumentos que había utilizado como una obra en sí. Tanto sus escritos, como incluso todo lo que tocaba, estaban dotados de un valor máximo para Yves. Era una persona muy atenta a todo a su alrededor. Para él, el entorno que posibilitaba la obra era factible de ser obra. En el periódico Dimanche [Domingo, 1960], por ejemplo, todos los artículos fueron escritos por él y cada uno era considerado, también, como obra de arte al mismo nivel que un monocromo.

    En un comienzo, Yves pintaba a partir de modelos, dentro de la tradición académica de la pintura. Él pintaba monocromos azules por lo que las modelos se extrañaban de ver cómo hacía un mundo de color, pero no hallaban absolutamente nada que representara la persona o el cuerpo. Yves solía decir: para crear yo necesito un ambiente. Un día pensó que era necesario hacer más explícita la participación de las modelos en la obra. En vez de dejarla como una especie de objeto ella empieza a ser protagonista.

    Es así que la modelo pasa de ser representada dentro de una tela a dejar su propia huella en ella. La idea surgió de una de sus modelos. Frente al monocromo, propuso: “¿No sería mejor si hacemos nosotras el cuadro? ¿Por qué no participamos directamente?”. Así es como Yves empezó a hacer huellas. Las primeras fueron estáticas y luego incursionó en el movimiento. Era la unión de la sensibilidad del cuerpo y de la emoción de las modelos y el artista. Sería interesante que se pudieran leer las entrevistas con las modelos. Era un mundo ajeno en el que ellas se sentían bien. Él se dio cuenta que había que mostrar cómo se hacían estas cosas. Yves siempre pensó las Antropometrías como obra colectiva. Esa obra colectiva rememoraba otros tiempos, un tiempo lejano. En ese momento Yves resucita, o, mejor dicho, crea un lazo con el arte parietal treinta mil años después.

     

    AR: ¿Cómo llega a realizar las obras de fuego?

    DM: El fuego… Siempre he pensado que Yves Klein era una suerte de Prometeo que ha dado a la humanidad otra forma de mirar al fuego, conocimiento que ha cambiado la forma de ser y de pensar. Otra vez quiso registrar todo esto. Hizo un film donde se ve todo lo que hizo e intentó convencer al público que las obras de fuego eran la huella de la personalidad del ser humano. Yves Klein era una persona muy espiritual y los cuadros de fuego tienen este mensaje. La unión de los modelos y el fuego son obras excepcionales.

    También incursiona en la música, en la Sinfonía-monótonasilencio; un silencio prolongado es gran parte de la obra y se presenta en PROA.

    AR: Qué nos puede decir sobre ese silencio, que algunos postulan anterior a John Cage…

    DM: ¡No es una competición! La última representación se realizó hace unos meses en San Francisco y fue verdaderamente fantástica. El director que estuvo a cargo fue el mismo que trabajó con John Cage. Todo lo que estamos haciendo, ya sea firmado por John Cage o por Yves Klein, se llama música.



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  • Título: YVES KLEIN RETROSPECTIVA
    Autor: Redacción
    Fecha: 12/04/2017
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    Ver nota original (JULA)

    18 marzo – 31 julio 2017

    Av. Pedro de Mendoza 1929, Caminito

    La exhibición de carácter retrospectivo, presenta las obras más emblemáticas de Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el Azul Klein. El artista, de trayectoria audaz e infinita, es muy reconocido por las nuevas generaciones de artistas, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras. CC Recoleta



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  • Título: Azul y más allá. Retrospectiva de Ives Klein en Fundación Proa
    Autor: Sofía Boro
    Fecha: 10/04/2017
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    Ver nota original (Revista Mutt)

    Hasta el 31 de julio se puede visitar la primera retrospectiva de Ives Klein en la Argentina. En pleno barrio de La Boca, Fundación Proa propone un recorrido cronológico por las diferentes etapas del artista, para adentrarnos en las diferentes búsquedas de sus obras y sus complejidades.

    Hay obras que es necesario ver en persona. Y las que se exponen en la retrospectiva de Ives Klein en Fundación Proa entran en esa categoría. El International Klein Bleu (IKB), más conocido como “azul Klein”, un color original inventado por el artista y patentado en 1960, aparece como una incógnita al intentar reducirlo a una descripción. ¿Alcanza con definir el tono de ese azul? ¿Alcanza con explicitar la composición del pigmento? Claro que no. Porque la particularidad de esta invención original de Klein no se caracteriza por el color en sí, sino por la sensación que genera. Al mezclar el pigmento puro, tal como podemos ver en un rectángulo dispuesto en el piso de Proa, con un tipo especial de resina sintética, el color adquiere la particularidad de mantenerse a lo largo del tiempo con un intenso brillo que sólo se puede apreciar en su totalidad si se observa sin mediaciones. Sin embargo, no es sólo un brillo bonito sino que la resina le otorga una base que se percibe como texturada. Aplicado sobre la escultura del torso de Arman, sobre un globo terráqueo o la reproducción de la Victoria de Samotracia, las piezas parecen volverse aterciopeladas.

    A medida que manipulaba el color, Klein descubría cómo los elementos que utilizaba para pintar terminaban embebidos de él. Caso particular son las esponjas vegetales con las que aplicaba el azul, que se teñían rápidamente debido a su gran capacidad de absorción. Cautivado por sus formas irregulares y accidentadas comenzó a utilizarlas como esculturas que funcionaban como metáfora de la impregnación del color en la retina del espectador, el cual, al ver los monocromos, se embarcaba en un viaje del que volvía inmerso de la su sensibilidad del color.

     

    Si bien desde 1957 el azul comenzó a ocupar un lugar fundamental en sus obras, sus inicios en la pintura se dieron de la mano de monocromos diferentes. En 1955, en ocasión del Salón Nuevas Realidades reservado para artistas abstractos, presentó un cuadro naranja que fue rechazado por un jurado que no consideró suficiente una obra que no tuviera una línea o mancha de otro color. Ante esto Klein respondió que un color en sí mismo alcanzaba para crear una atmósfera y un clima ‘más allá de lo pensable’ y que ya que los matices de un color son infinitos, abren la posibilidad para que el espectador lo interprete de diferentes maneras. En el mismo sentido Pierre Restany, crítico de arte y portavoz del grupo Nuevo Realismo (un movimiento artístico fundado en 1960 y dentro del cual se encontraba Klein), se pronunciaba contra la tiranía de la representación y clamaba por un espectador que pudiera percibir lo universal y llegar al fenómeno de contemplación pura, sin tener que depender del gesto figurativo. Estas ideas eran compatibles con aquellas que Klein había descubierto en la filosofía Zen, a partir de su estancia en Japón para perfeccionarse en la práctica del judo. De ella adoptó la idea de generar obras que permitieran al espectador atender a sus propias sensibilidades y quedar expuesto a la “realidad” y no la a la representación. En este sentido es que se explica su trabajo con el azul, entendido como materializador de la profundidad del vacío zen. No era el objeto y su materialidad lo que cautivaban su atención, sino la “sensibilidad inmaterial” que se generaba a partir de la percepción del color puro.

    Esa obsesión por impregnar el mundo de azul la encontramos en otras obras que realiza a partir de 1957. Desde un proyecto para que París apareciera toda iluminada de azul, una suelta de mil globos azules, hasta el uso de pinceles vivientes. Éstas últimas, sus famosas Antropometrías, consistían en eventos performáticos en donde invitaba a un pequeño grupo de personas a observar cómo cubría de pintura a los cuerpos desnudos de unas modelos a las que indicaba a dónde situarse. De esta manera los cuerpos quedaban estampados sobre papeles dispuestos sobre el piso o las paredes. El artista ponía una distancia física con su obra al dar indicaciones desde lejos ya que quería evitar que el “pincel”, al que consideraba un medio excesivamente psicológico, intercediera como mediador entre ambos.

    En la retrospectiva que puede verse en Fundación Proa no sólo se exponen objetos y cuadros azules: Klein fue más que eso. Sus obras dan cuenta un pensamiento filosófico complejo y profundo. El rosa y el dorado tendrán sendas justificaciones. Si al azul era entendido en tanto el vacío de la filosofía zen, el rosa estaba asociado al pensamiento Rosacruz, un vínculo que Klein compartía con sus amigos, Arman y Claude Pascal, a partir del cual defendían el estudio de los mundos invisibles a nuestro alrededor, al que se podría acceder a través de los sentidos. Por otro lado, el dorado aparece en sus obras en tanto material precioso y simbólico que encuentra su máxima expresión en los Monogolds: paneles rectangulares con hojas de oro que resplandecen en la sala. Azul, Rosa y Dorado: tres colores que encuentran su unión fundamental en la serie conocida como las pinturas de fuego. En ellas, los cartones son modificados a partir de la combustión ignífuga: se los moja con agua y luego se los quema para crear trazos, y se combinan en ocasiones con las antropometrías. Lo esencial radicaba en los colores que se advierten en el fuego y que quedaban plasmados sobre el cartón: luego de la combustión, se pueden encontrar sobre la superficie restos de rosa, azul y dorado.

     

    La producción de Klein fue intensa y compleja. Durante su corta vida logró experimentar en diversos campos del arte. Además de las pinturas y esculturas, incursionó en la música creando obras de vanguardia, realizó célebres fotomontajes como Salto al vacío y buceó dentro del incipiente mundo de la performance con sus Antropometrías. Creó obras de gran densidad conceptual, con su expresión máxima en Zonas de Sensibilidad pictórica inmaterialen donde intercambiaba oro por un espacio vacío que el comprador podía atesorar en un recibo o, en cambio, destruirlo mientras el artista tiraba el oro al Sena.

    Klein murió, en 1962, como consecuencia de un ataque al corazón dejando tras de sí un importante legado que aún genera debates y estimula reflexiones en torno a la esencia del arte.

    ¿Qué? Retrospectiva de Ives Klein.
    ¿Dónde? Fundación Proa (Avenida Pedro de Mendoza 1929).
    ¿Cuándo? Hasta el 31 de julio. Martes a domingo de 11 a 19 horas.

    Sofía Boro
    Licenciada y Profesora de Artes Plásticas (UBA). Animadora Cultural con orientación en Artes Plásticas por el Instituto Vocacional de Arte “Labardén”, en donde también realizó la formación de educación por el arte para adolescentes.



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  • Título: Fundación Proa: YVES KLEIN - retrospectiva
    Autor: Redacción
    Fecha: 08/04/2017
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    Ver nota original (Artes Glaux)

    Guía para realizar el TP sobre la muestra Yves Klein. Retrospectiva en Fundación Proa

    • Durante la visita:

    1. Prestá mucha atención a la persona que hace la visita guiada y tratá de participar activamente.

    2. Llevá algo para anotar y cámara de fotos o celular para registrar imágenes de la visita.

    3. Tomá nota de los datos, fotografías y apuntes que te parezcan interesantes o pertinentes para completar la guía posterior, que realizarás luego de la visita.

    4. Llevate un folleto de la muestra.

     

    • Después de la visita:

    1. Tené en cuenta los requisitos para presentar trabajos prácticos y presentalo tipeado e impreso, en folio o carpeta.

    2. Respondé a la siguiente guía escribiendo de la manera más completa y expresiva que puedas. Para hacerlo podés consultar información en la página de Internet y el folleto (si lo hacés incluí los datos de la fuente que consultaste en el último ítem) , pero sobre todo, apelando a tus percepciones y  tu reflexión personal:

     
    1. Describí las características generales de la muestra (pensá en las obras que se muestran, la manera en que se presentan, la relación con el espacio y el espectador,  los temas que tratan,  etc)

    2. Describí la obra que más te interesó (no te olvides de aclarar el nombre de la obra que elegiste, autor y de justificar tu respuesta).

    3. ¿Qué sensaciones, emociones, pensamientos te generó esta obra?

    4. ¿Qué tema trata la obra elegida y qué significado te transmite?

    5. ¿Cómo está construida la obra elegida (formas, colores, materiales, técnica, medidas, etcétera) y qué relación tiene esto con el tema que trata?

    6. ¿Qué aspectos de la exposición fueron los que más te llamaron la atención? ¿Por qué?

    7. ¿Querés agregar algún comentario?

    8. Fuentes consultadas


     

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  • Título: Yves Klein en Buenos Aires
    Autor: Redacción
    Fecha: 03/04/2017
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    Ver nota original (L'Enfer des Arts)



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  • Título: El artista que inventó un color
    Autor: Nerea González
    Fecha: 02/04/2017
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    Ver nota original (La Prensa)

    Recorre la exposición desde las obras monocromas más tempranas a las "Antropometrías" y las "Comogononías" con sus pinturas de fuego. Son testimonios de una cruzada por lograr una forma de arte "inmaterial".
     

    Atravesadas por la filosofía asiática y por la concepción del arte como algo inmaterial, las obras de Yves Klein (1928-1962), el francés que pintó con el fuego y la lluvia y diseñó su propio azul, se muestran por primera vez en forma de retrospectiva en Sudamérica en una exposición en la Fundación Proa de Buenos Aires.

    Klein era cinturón negro de judo e hijo de padres pintores, pero nunca pensó que acabaría dedicándose al arte. Escribió mucho y defendió que el mundo puede plasmarse con un solo color. Fue precursor del happening y murió muy joven, con 34 años.

    Lo mató su tercer infarto en dos meses pero antes, en solo siete años de trabajo, le había dado tiempo a completar las 1.500 obras que lo convirtieron en uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX.

    Su carrera es un universo de audacias y desafíos a las nociones preconcebidas tan difícil de condensar en unas pocas líneas como en unas pocas salas de museo. El de la Fundación Proa, ubicado en el barrio de La Boca, hace, sin embargo, un buen esfuerzo desde hace dos semanas con La revolución del color: tras las huellas de Yves Klein, la primera muestra retrospectiva de este autor que visita Argentina.

    "Es el pibe de azul, teníamos que hacerlo en La Boca", bromeó durante la presentación de la muestra a la prensa Daniel Moquay, coordinador de los Archivos Yves Klein y curador de la exposición, en referencia a los colores de Boca Juniors y al característico tono que tiñe muchas de las obras del artista francés.

    El International Klein Blue (IKB) contrasta con las paredes blancas de la Fundación Proa en obras como el Relieve planetario azul de 1961, las esculturas de esponja o el Biombo de cinco paneles (1957), traídas desde París para quedarse en Buenos Aires hasta julio.

    La retrospectiva parte de sus obras monocromas más tempranas, como el rectángulo butano de Expresión del universo de color naranja plomo (1955), rechazada en Francia en el certamen del Salon des Réalités Nouvelles cuando la presentó.

    "Una obra empieza con dos colores", cuenta Moquay que le contestaron a Klein, con gran revuelo en la época. Pero él no retrocedió en sus ideas. Su particular forma de representar el cuerpo humano en las Antropometrías ocupa otra sección destacada. El artista había viajado a Japón, había alcanzado el nivel de cuarto Dan en judo, y, por ello, el cuerpo tiene un papel fundamental en su producción artística, no solo como modelo sino como herramienta.

    También hay algo de la concepción oriental del mundo en la forma en la que las obras invitan a sentarse delante de ellas, a veces incluso con un banco enfrente, como si fuera un jardín zen.

    En las Cosmogonías es la naturaleza la que se convierte en herramienta. Las llamas fueron el pincel en las Pinturas de fuego y el aire que soplaba en 1961 fue su coautor cuando ató lo que sería El viento del viaje sobre un coche de dos caballos.

    Pero para Moquay, la parte más importante de la carrera de Klein es la que no se puede ver, aunque en la muestra aparezca en forma de fotografías y documentos que dan testimonio de que el francés hizo cruzada por un arte "inmaterial".

    El francés vendió a cambio de oro sus Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial (Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle), un vacío, una nada, que se intercambiaba mediante una transacción convertida en performance.

    Las compraron coleccionistas como el guionista Michael Blankfort, que se reunió con Klein a orillas del Sena. Ante un testigo, el artista le dio un recibo para quemar y el comprador entregó varios lingotes, de los cuales la mitad fueron a parar al río porque el arte es la tierra y algo debe volver a la tierra.

    "Cuando has vivido algo así tienes la experiencia para siempre. Es algo que no puedes venderlo (...) Yo pienso que el valor espiritual es mucho más importante", argumentó Moquay.

    "El arte quizá lo que te da es otra cosa, algo que te rellena. Lo que decía Yves Klein para mí es una cosa lógica", continuó el especialista, quien, no obstante, reconoció que es difícil "convencer a la gente" de que él era "sincero" cuando decía que no hacía las cosas por dinero.

    Mientras, a su lado, su esposa, la artista alemana Rotraut Klein Moquay grababa su disertación en el Proa con el celular. Tiene 87 años y su afán por registrarlo todo es el mismo que le llevó a conservar todo lo que produjo su otro marido, el propio Yves Klein.

    Aún hoy, los dos cuentan que siguen sorprendiéndose cuando el hallazgo de un papel con su letra o el descubrimiento de un detalle que había pasado inadvertido en un cuadro revela una nueva forma en la que Klein desafió sus límites, borrando cada frontera imaginada alguna vez para el arte.

    La exposición La revolución del color: tras las huellas de Yves Klein se podrá visitar hasta el 31 de julio en Fundación PROA, Avenida Pedro de Mendoza 1929, en el barrio de La Boca, de martes a domingos de 11 a 19 horas (lunes cerrado).



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  • Título: Yves Klein: el hombre de azul en PROA
    Autor: Belén Papa Orfano
    Fecha: 01/04/2017
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    Ver nota original (El Cronista)

    Fundación PROA exhibe la primera retrospectiva del artista francés que fue precursor del happening, adelantado al arte conceptual y creador de su propio color, el denominado Azul Klein.

    Precursor del happening, adelantado al arte conceptual y creador de su propio color, el denominado Azul Klein. Yves Klein (1928-1962) fue mucho en poco tiempo. Su carrera de apenas siete años los convirtió en un artista de trascendencia internacional y vigencia actual cuya obra aún se presta a interpretaciones. En Fundación PROA se exhibe “Yves Klein. Retrospectiva”, la primera muestra del francés en Argentina con el que la institución abre su calendario de exhibiciones.

    “Sabemos que no se conoce Klein en Argentina por eso la muestra es muy didáctica”, cuenta a la prensa Daniel Moquay, curador y pareja de la viuda de Klein. Para responder a ese mandato la exhibición abre con una importante línea de tiempo donde se destacan su infancia en la localidad francesa de Niza, sus padres artistas y su paso por el judo. Ese deporte lo llevó a viajar por toda Europa y Japón a la par que se interesaba por los procesos creativos y la espiritualidad.

    Mientras se destaca en la disciplina –alcanza el cuarto dan en Judo- consigue trabajos que lo acercan a la creatividad y se familiariza con técnicas que luego aplicará a sus obras. A mediados de la década del 50 inicia su carrera artística formal con una serie de monocromas, obras rectangulares pintadas de un único color. Las hará en naranja, amarillo, verde, rosa y, por supuesto, en azul marino, el color que luego se convertiría en sinónimo de su nombre.

    En la sala dos de PROA cuelgan trabajos de esa época. “Una obra de pintura empieza con dos colores –dice Moquay- pero acá hay un color nada más”. “En vez de ser un cuadro con varios colores el ha escogido que los colores se dispusieran así (y apunta a las obras colgadas en la pared). Luego se da cuenta que tiene que elegir un color solo, y elige el azul”, relata.

    International Klein Blue (IKB) es el nombre oficial del azul ultramarino saturado que adoptó para su carrera artística. Lo creo experimentando con materiales, algunos tóxicos, que a partir del uso constante habrían deteriorado rápidamente su salud, según el curador.  En 1957 presenta una serie de obras que anticiparán sus futuros trabajos: esculturas hechas mediante la técnica del dorado a la hoja, biombos azules, tinas llenas de pigmento puro, todas exhibidas en PROA.

    En 1958 le encargan ambientar el nuevo edificio de la Ópera de Gelsenkirchen para el que realiza seis paneles de tamaño monumental recubiertos en esponjas impregnadas de IKB. Finalizada la ambientación – el curador Daniel Moquay estima que su salud se podría haber debilitado fuertemente en esta época por contacto con pigmentos tóxicos - continúa trabajando con esponjas, un material del que rescata su potencia sensible, y crea la serie Esculturas Esponjas.  

    En los siete años que duró su carrera se aventuró también en el happening y el naciente arte conceptual. De uno de sus atrevimientos nacieron las “Antropometrías de la época azul” (1960), la performance en la que un grupo de músicos ejecutan una sinfonía monótona mientras tres modelos desnudas se untan pintura azul en el cuerpo y estampan sus huellas corporales sobre papeles blancos. Klein transforma a las modelos en pinceles mientras como un director de orquesta da órdenes de espalda a una audiencia vestida de etiqueta. El registro del evento puede verse tanto en PROA como en las numerosas publicaciones en Youtube.

    Seguirá trabajando con la técnica de las “Antropometrías” y las huellas estáticas se volverán dinámicas a medida que agita a sus modelos de un lado a otro del papel, el soporte que le queda más cómodo para su experimentación. A esta altura el azul ya inunda toda su producción.  

    Klein tuvo una corta etapa de producción artística, pero suficiente para erguirse como punto de partida para el arte conceptual, el minimal art y el pop art de las décadas siguientes. Con sus obras cambió el foco perceptual del objeto material hacia la sensibilidad espiritual expresada, por ejemplo, en el color. El 6 de junio de 1962, a los 34 años, muere tras varios infartos en su casa de París.

    “Yves Klein. Retrospectiva” puede verse en Fundación PROA, Av. Don Pedro de Mendoza 1929, hasta el 31 de julio.



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  • Título: Yves Klein en Proa. Meditaciones de una visitante
    Autor: Silvia Di Segni
    Fecha: 29/03/2017
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    Ver nota original (El Leedor)



    Quiero dejar en claro desde el comienzo que me resulta muy difícil ver una muestra con tal placer por el derroche en estos momentos del país y de buena parte del mundo. O en cualquier momento del país y del mundo. Aclarar también que solamente puedo aportar las sensaciones y las ideas que me surgen como alguien que disfruta el arte y transita galerías y museos. En ese marco, me queda clara la creatividad de Yves Klein que se manifestó desde joven diseñando su propia ropa (1), como performer creador del “Teatro del vacío” y el “Diario de un solo día”; como artista obsesionado por valorar al color por sí mismo.

    Klein nació el mismo año que Andy Warhol y quizás los una el enorme esfuerzo por hacerse conocer. Pero el consumismo y la frivolidad que se le criticaron a Warhol no ocultan sus planteos políticos y su registro de época. En este sentido, Klein resulta impermeable. A pesar, o quizás por, haber vivido los coletazos de la Gran Depresión de 1929 y el terrible impacto de la Segunda Destrucción de Europa durante su niñez y su adolescencia así como las consecuencias económicas que seguramente se manifestaban en Francia durante buena parte de su vida en la obra de Klein no hay contexto, de algún modo se ubica en el más profundo azul del espacio. Y ése, probablemente, haya sido su objetivo. Klein quiso adueñarse del cielo, de su azul. Y lo logró. El International Klein Blue (IKB) será una hermosa combinación de pigmentos registrada a su nombre el 19 de mayo de 1960.

    El Azul Klein aparece en escena en Proa de manera grandiosa: una suerte de piscina/cielo llena de pigmento (2) sobre la cual el suave movimiento de un péndulo de Foucault, del mismo color, nos recuerda la deriva de nuestro planeta. Diversos objetos serán bendecidos con “su” color: una pequeñísima Victoria de Samotracia, un torso de Venus (3), corales y esponjas marinas (4) y, también, un calco de la cabeza y el torso de su amigo Arman (5).







    Según una versión, ese pigmento sería bastante tóxico y acabaría, muy tempranamente, con la vida de su dueño quien sería llamado por sus críticos, Klein el Monocromo.

    A Klein no le será suficiente pintar de azul con sus manos, también usará a mujeres como “pinceles”. En la performance “Celebración de una nueva era antropométrica” dos mujeres se revuelcan desnudas en IKB ante un Klein vestido de smoking. El público escucha a una orquesta en vivo mientras las “pinceles” apoyan su cuerpo sobre grandes papeles desplegados, siguiendo expresas indicaciones del artista (6).




    Pero vayamos al derroche que aparece, en particular, con el oro. Lo usa con generosidad en fondos como el del calco de Arman y lo deifica en “El silencio es oro” donde sólo aparece este material. El pico de derroche aparece en una serie de performances en que lo tira al Sena. Klein se propone transferir las que llama “Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial” a quienes quieran adquirilas y crea reglas para realizar esas transferencias.

    Las zonas podrán ser, por ejemplo, una vista del Sena. El comprador deberá pagar con una cantidad de lingotes de oro fino y recibirá a cambio un elegante recibo que deberá quemar solemnemente, quedando sus datos en el talonario del carnet de recibos (7). La mitad del oro pagado será para Klein, la otra mitad será tirada al río, al mar o cualquier otro lugar donde no pueda ser recuperado (8). A partir de ese momento la zona de sensibilidad pictórica pertenecerá a quien la compre. Me cuesta mucho pensar que el gran escritor Dino Buzzati haya sido uno de esos compradores (9).

    Y vuelvo a las mujeres. Klein no solamente las utilizó como” pinceles”. Decidió pintar con fuego diversos cuadros sobre un cartón especial muy resistente al fuego. En algunos de ellos tomó a una mujer desnuda y contorneó su cuerpo con un soplete. (10). El rechazo que me produce hoy esta idea me hace muy difícil acercarme a esas obras.

    Me pregunto qué impactará más de esta muestra: el maravilloso azul, la creatividad, la misoginia o el enorme esfuerzo por llamar la atención a cualquier precio.



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  • Título: Crear un color que una el cielo con el mar
    Autor: Laura Isola
    Fecha: 27/03/2017
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    Hasta el 31 de julio puede visitarse en Fundación Proa la primera gran muestra a nivel continental de Yves Klein, el notable artista francés que reinventó el color azul.

    A los 19 años Ives Klein comenzó a pintar. Había nacido en Niza en 1928, estudiado en la Escuela Nacional de Marina Mercante y en la Escuela Nacional de Estudios Orientales. Practicaba judo y quizá haya sido ésta su gran pasión y por lo que, tal vez, haya querido pasar a la posteridad. Sin embargo, tomó otras decisiones en su vida. Sobre todo, cuando, al volver de Japón después de haber obtenido un certificado de esta práctica, se encontró que no era reconocido por la Asociación Internacional de Judo de Francia. Ahí pensó que debía intentar como pintor. La  primera determinación y más ajustada con respecto al mundo del arte fue reclamar como suyo el cielo. Eso fue a los 20 años y si sabemos que murió a los 34, en París en 1962, de un ataque al corazón, probablemente por el consumo de anfetaminas, debemos estar preparados para que lo que vendrá en los apuradísimos 14 años sea algo contundente.

    Era amigo de Arman Fernández y Claude Pascal y un día en la playa del sur de Francia se dividieron el mundo: para Arman quedó la Tierra; Pascal se haría cargo de las palabras y Klein se quedó con el espacio aéreo. Como marca de autor, firmó imaginariamente en un borde del firmamento. Como una especie de Anaxímenes, el filósofo presocrático que consideraba que el principio y el fin de las cosas es el aire, pero post Dadá, es decir, con la dificultad de llevar algo más allá del más allá de la vanguardia, Klein consideró que ese azul del cielo que emergía del horizonte no era lo suficientemente azul. Que, desafiando a la Madre Naturaleza muy respetada en temas artísticos, había que darle un nuevo tono. El que patentó como IKB, International Klein Blue, según la sigla en inglés.

    Ives Klein se veía a sí mismo como un conquistador del espíritu, como un arquitecto de las almas, como un chamán. “Pienso que soy un genio”, escribió en su diario en 1955, un tiempo antes de empezar a pintar con la asistencia de su novia Bernardette Allain en la cocina de la casa de sus padres por falta de plata para alquilar algo un poco más grande.

     Si el cielo no fue el límite,  porqué habría de serlo el cuerpo del otro. Klein vuelve a pensar esa relación clásica entre el artista y el modelo vivo. Que está desnudo frente a la mirada del pintor o del escultor, que se lo obliga a quedarse quieto para copiarlo. Ives Klein y sus “pinceles vivientes”: cuerpos de mujeres que el artista francés embadurnaba, en los inicios de los 60, con su azul inventado hacía poco mientras tocaba La Sinfonía monótona que había compuesto a fines de los años 40 y consistía, justamente, en una sola nota durante 20 minutos a los que le seguían 20 de silencio. Esas Antropomorfías, así se llama la serie, extremaron la transacción y produjeron un quiebre en la manera que el arte se piensa (y produce) a sí mismo. Por lo pronto, se anticiparon a varias formas de acciones y performances que se dieron en los siguientes años.

    Mientras pienso que él se creía un genio, algunos lo veían como un charlatán, un narcisista y megalómano. The Void (1958), la famosísima sala vacía que convocó a mucha gente y sus proyectos de arte inmaterial, pudo haber alentado a algunos en estos pensamientos. Todos los que lo conocieron y trabajaron con él corroboran la frase del diario personal.

    Miro por una de las ventanas de Fundación Proa, donde la retrospectiva de Ives Klein toma lugar. Creo ver que el cielo se ha vuelto, exactamente, de ese azul style, porque adentro están los cuadros del hombre que ya lo inventó. Mientras tanto recuerdo su frase: “Al principio no hay nada, luego hay un profundo vacío y después de eso una profundidad azul”.

     

    Ives Klein. Retrospectiva

    Fundación Proa

    Avda. Pedro de Mendoza 1929

    De martes a domingos de 11 a 19

     


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  • Título: Retrospectiva de Yves Klein en PROA
    Autor: Redacción
    Fecha: 25/03/2017
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    La Fundación PROA inauguró “Yves Klein. Retrospectiva”, la primera retrospectiva en la Argentina del artista francés Yves Klein. La exposición puede visitarse hasta el 31 de julio, de martes a domingos de 11 a 19 horas.

    Yves Klein nació Niza en 1928, fue una figura importante dentro del movimiento dadaísta, produjo la mayor parte de su trabajo en los años 50 y falleció joven, de un ataque al corazón, a los 34 años, en la ciudad de París en 1962.

    La exposición que ofrece PROA cuenta con la curaduría de Daniel Moquay, director de los Archivos Yves Klein, y casado con Rotraut Klein, viuda del artista. Está compuesta por 70 obras que incluyen sus producciones más emblemáticas, como sus cuadrados de azul ultramarino saturado, resultado de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue.

    Entre las obras de azul profundo realizadas por Klein que se pueden ver en Proa están la piscina repleta del pigmento azul, ramas o pequeña escultura de yeso, copias de “La victoria de Samotracia” y de “La Venus de Alejandria”

    Si bien el “azul Klein” es el color con el que más se lo asocia, sus pinturas monocromáticas trabajan también con el dorado y el rosa, tres colores que se pueden ver en tres cuadros colocados uno junto a otro en una de las paredes de una sala de PROA.


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  • Título: Yves Klein y la revolución azul
    Autor: Mercedes Pérez Bergliaffa
    Fecha: 23/03/2017
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    Ver nota original (Revista Ñ, Clarín)

    Sus monocromías y performances hicieron temblar el arte en la posguerra europea. Llegan a La Boca sus obras más emblemáticas.

    Dejar mi marca más allá, ¡lo hice cuando era un niño…! Mis manos y pies hundidos en pintura y luego apoyados sobre una superficie. Y allí estaba, cara a cara con mi propia psiquis (…) Luego perdí la infancia... Igual que cualquier otra persona. Repitiendo ese pequeño juego durante mi adolescencia encontré muy rápido la nada. Pero no me gustaba la nada, y entonces llegué a conocer el vacío, el vacío profundo, ¡el azul profundo!”. El artista francés Yves Klein escribía en La verdad deviene realidad uno de sus textos reveladores. Visto en retrospectiva, el escrito funcionó como un índice de sus posteriores búsquedas: indagaciones estéticas acerca de la naturaleza monocromática de la pintura (como pigmento y como materia, como símbolo y como construcción cultural e histórica), acerca del arte conceptual y del arte de acción. La búsqueda vital y profesional de Klein podría resumirse en torno a tres variables que fueron adquiriendo modos diversos a lo largo de su vida: sus indagaciones acerca de la espiritualidad, a través de diversas religiones y sectas; el ejercicio del judo como ritual de exigencia cotidiano; el monocromo para la manifestación de sus problemas e inquietudes acerca de la noción de “inmaterial”.

    Esa búsqueda podrá verse a partir de hoy en Yves Klein. Retrospectiva, en el espacio de la Fundación Proa. Allí se exhiben sus Cosmogonías (obras pintadas al aire libre en las que el artista dejaba que los bastidores sufrieran las consecuencias de estar a la intemperie); las Antropometrías, en las que Klein utilizaba modelos desnudas embadurnadas de pintura tal como si fueran pinceles vivos, gigantes; y sus reconocidas obras monocromas azules. Aun cuando los curadores y otras personas sostengan que lo más importante de la obra de Klein es su trabajo conceptual y sus acciones, a la hora de enfrentarnos con el trabajo del artista, lo que atrae indefectiblemente en él, lo que resulta verdaderamente único, es la calidad matérica, espesa y mate de ese hipnótico y volumétrico color azul que el artista inventó. El público podrá experimentarlo a partir de hoy, en Proa.

    Dueño de una trayectoria poco frecuente –fue apasionado por el judo, interesado por la Orden de los Rosacruces y luego, simplemente, seducido por el concepto de vacío, de lo inmaterial y de lo monocromático–, Klein tiene algo de mito debido a su muerte temprana: si bien la leyenda atribuye su muerte a la toxicidad de las emanaciones provenientes de los químicos que conformaban el International Klein Blue (IKB) –también conocido como el azul Klein, color creado por el artista–, la razón fue un ataque cardíaco (el tercero de tres); quizás el trabajo con los pigmentos tóxicos haya contribuido a que los infartos fueran fatales.
     

    El curador de la muestra y coordinador de los Archivos Yves Klein de París Daniel Moquay –de visita en Buenos Aires para trabajar en la exposición de Proa–, sostuvo una charla con Ñ en la que comenta algunos de los rasgos sobresalientes del artista, sus trabajos y su vida.

    “La obra de Klein es sumamente fácil de comprender”, sostiene, un poco sorpresivamente, Moquay. “No hay ninguna dificultad con ella”.

     

    –¿Cuál fue el inicio de Klein como artista?

    –La carrera de Klein duró sólo 7 años, fue muy corta. Y comenzó en 1955. Antes Klein era prácticamente desconocido. Despuntó de verdad con su exposición de enero del 57 en Italia. Esa muestra fue verdaderamente una revolución. ¡Imaginate! ¡Eran pinturas monocromas y nada más! Además, ¡todas azules! Fue el principio de una gran cosa.

    –¿Por qué son tan importantes sus obras azules?

    –No creo que se trate en absoluto del color sino del monocromo. Del monocromo y del vacío.

     

    –¿Cómo es el uso del monocromo en los trabajos de Klein?

    –En esta exposición sobre la que estábamos hablando, por ejemplo: en la galería había expuestas pinturas monocromas que Klein quería vender a precios distintos. Ante esto las personas se indignaron tanto… Pero Klein explicó que cada una de estas obras tenía una personalidad distinta. Entonces Lucio Fontana –que había sido durante toda su vida muy generoso, y quien era un poco mayor que Klein, con una carrera que funcionaba mejor–, le compró una pieza.

    –¿Fue la única venta que realizó en esa primera muestra “sorpresiva”?

    –No, también había un coleccionista muy conocido en Italia que le dijo al marchand: “No puedo soportar el azul. Para mí no representa nada”. El marchand le dijo: “Bueno, si querés tengo en mi despacho otra obra de Klein, una roja”. El coleccionista le contestó que la compraba. Pero una semana después volvió a aparecer por la galería con el cuadro bajo el brazo, comentándole al galerista: “Mirá, te lo devuelvo, no hay caso. Para mí esto no representa absolutamente nada”. Entonces Fontana compró también esa obra roja.

    –¿Por qué cree que Fontana compró otro trabajo de Klein? ¿Qué cree que le interesaba de él?

    –Bueno, Fontana sabía que Klein no tenía absolutamente ni cinco centavos y que necesitaba dinero para volver a París.

    –Klein practicaba judo de manera muy seria. ¿Cuál era su conexión con este deporte?

    –Klein comenzó a practicar judo en Niza, antes de ir a Japón. Y el judo no es una cuestión de fuerza sino de equilibrio: requiere del gesto de la repetición, repetir una y otra vez el mismo movimiento. El entrenamiento de judo puede demandar repetir la misma acción mil, dos mil veces, hasta que salga exactamente igual, hasta llegar a la forma más idónea necesaria. No es como se ve en la televisión. En el verdadero judo de los japoneses, la base es la perfección de los movimientos. Klein seguía este camino: era un perfeccionista. Esto que aprendió en el judo lo extendió también al arte. Respecto de su práctica, también escribió un libro sobre judo.

    –¿Por qué recurría específicamente a esa santa?

    –Porque había nacido en Niza y esa ciudad está bajo la protección de Santa Rita di Cascia. En Niza también hay una iglesia de Santa Rita, a la que su tía siempre iba.

    Con una vida breve y un accionar prolífico, enérgico, las preguntas de Klein van más allá de lo inmediato. Como él mismo sostenía: “Pintar no es más, para mí, que una función del ojo. Mis trabajos son solamente las cenizas de mi arte”.

    Palabras de un hombre fuera de lo común, que quiso vivir seleccionando solamente lo mejor de sí, en total libertad de cuerpo y mente.

    FICHA
    Yves Klein. Retrospectiva
    Lugar: Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929
    ​Fecha: Desde el 18 de marzo hasta el 31 de julio.
    ​Horario: martes a domingos, 11 a 19. 
    Entrada: bono contribución, $50; estudiantes, $30; jubilados, $20; menores de 12, gratis.


     


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  • Título: Retrospectiva de Yves Klein en Fundación Proa
    Autor: Agenda
    Fecha: 23/03/2017
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    El sábado 18 de marzo a partir del mediodía se llevó a cabo la inauguración de la exposición retrospectiva de Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX.
     

    Gracias a un trabajo conjunto de la Fundación Proa con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris, se puede visitar hasta el 31 de julio en una institución del Distrito de las Artes la primera exposición del artista francés en nuestro país.

    La exhibición de carácter retrospectivo presenta las obras más importantes de Yves Klein, artista emblemático que creó un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue, IKB. El artista, de trayectoria audaz e infinita, es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los archivos del artista.



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  • Título: Yves Klein en la Fundación Proa, un recorrido por la obra de uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo
    Autor: Redacción
    Fecha: 22/03/2017
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    Hasta el 31 de julio la Fundación Proa presenta “Yves Klein. Retrospectiva”, un recorrido por más de 70 obras y alrededor de 100 documentos que repasan la obra del artista francés que legó un nuevo color a la historia del arte: el International Klein Blue (IKB).

    En solo 8 años, mayo de 1954, fecha de la que data la primera de sus obras de las que se tiene testimonio, y el 6 de junio de 1962, cuando con 34 años Klein murió de un ataque al corazón- provocado, tal vez, por la alta toxicidad del aglutinante con que preparaba su famoso azul- el francés cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una sensibilidad inmaterial, desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad.

    Sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto, trazan en el trayecto propuesto por Proa los contornos de las infinitas búsquedas de Klein.

    Yves Klein. Retrospectiva es uno de los grandes acontecimientos artísticos de este 2017,  constituye sin duda una muestra imperdible, que como todo lo que hace Proa está muy bien armado. Es una muestra emblemática, tanto por ser la primera en estas latitudes, como por tener las producciones más significativas de Klein reunidas bajo la magnífica curatela de Daniel Moquay, el director de los Archivos Klein de París, y actual esposo de su viuda de Klein”, le cuenta a Palabras Claudia Lala, curadora de arte y coepquiper de Gabriela Jurevicius en JULA   creation  I  curation, un espacio dedicado a enriquecer la experiencia del público aficionado al arte contemporáneo a través de nuevas propuestas.

    Para la curadora, “Klein es el artista conceptual y performático por excelencia. Un artista en el más visceral sentido del término, ya que se relacionó con lo místico, lo metafísico, lo alquímico, el judo, y toda su obra es, en definitiva, un trabajo espiritual. Fue un protagonista de su época, pero en aquella convulsionada Europa de post-guerra, terminó adelantándose a su tiempo.

    El arte conceptual, la performance, sus antropometrías, realizadas con pinceles vivos, su Symphonie Monoton Silence, Salto al vacío, aquella famosa fotografía en blanco y negro de 1960 de Klein arrojándose desde la ventana de una casa en las afueras de París, dan testimonio de su sensibilidad, sus búsquedas para el desarrollo de un arte inmaterial, y también de la emergencia de una nuevo concepto de artista.”

    Confirmando las palabras de Lala, en uno de los textos contenidos en el catálogo y que actualizan la importancia de Klein, Denys Riout señala: “Después de haber inmaterializado el azul, después de haber superado la problemática del arte, ¿se puede ir más lejos? Sin duda no, pero ir a otra parte, sí, con seguridad. Y eso es precisamente lo que hizo Klein. Paralelamente al eje monocromía/ sensibilidad pictórica inmaterial, no deja jamás de explorar otros caminos, conquistar dominios hasta ahora desconocidos e inventar territorios posibles”.

    Yves Klein Retrospectiva, hasta el 31 de julio en Fundación Proa,
    Av. Pedro de Mendoza 1929 y Caminito. Martes a Domingos 11 – 19 hs.

     

    Visitas Guiadas y Programa de Extensión Cultural

    Junto a la exhibición, para quienes quieran profundizar y comprender la relevancia del artista francés Proa ha diseñado un  intenso programa de extensión cultural que se desarrollará durante la exhibición, e Incluye charlas y seminarios y un programa educativo para escuelas y docentes, que se puede consultar en la web de la Fundación.

    Dentro de esa amplia oferta, todos los sábados desde las 17 hs.  se proponen una serie de recorridos para visitar la exposición bajo la guía de reconocidos expertos, que durante abril seguirá el siguiente cronograma: 01/4 – Cintia Mezza + Ana Schwartzman. Investigadoras de Yves Klein, Fundación Proa. 08/04 – Zoe Di Rienzo + Rodrigo Alonso. 15/04 – Visita a cargo del Departamento Educativo. 22/4 Giorgio Guglielmino. 29/4  Hugo Petruschansky.

    Además, en convenio con  FLACSO Virtual Sede Argentina, a partir del 19 de abril se desarrollará Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del Siglo XX, curso para estudiar e investigar el contexto y la obra de Ives Klein,  su diálogo con el contexto artístico de la segunda mitad del siglo XX, y sus influencias en el arte contemporáneo, que contará con Eduardo Grüner, Mabel Tapia (de los Archivos Yves Klein) y Pablo Gianera como docentes, e incluirá clases en las salas de exhibición.  Más información e inscripciones: aquí



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  • Título: Inmersión profunda en el azul Klein
    Autor: Fabián Lebenglik
    Fecha: 21/03/2017
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    Se inauguró la muestra de Yves Klein, un artista clave del siglo XX, que murió a los 34 y que sólo pudo dedicarse 7 años profesionalmente al arte, aunque su legado no para de crecer.

    es Klein fue uno de los artistas más radicales y visionarios del siglo XX, que con su obra anticipó el happening, el arte conceptual, las performances y el Body Art, entre otras tendencias. 

    La exposición, organizada por la Fundación Proa, los Archivos Yves Klein (AYK) y la Embajada de Francia, con curaduría de Daniel Moquay (director de AYK), incluye 76 obras –y 100 documentos–, desde sus primeros cuadros monocromos. Por supuesto hay también una selección de sus célebre pinturas azules así como de sus experimentos “antropométricos”, que resultaban de cubrir de pintura a mujeres desnudas para que se deslizaran por las telas, utilizándolas como “pinceles vivos”. La exposición presenta además sus esculturas monocromáticas –esponjas, piedras, raíces–, sus cuadros hechos con oro, con fuego y con agua y una serie de films documentales.

    Nació en Niza en 1928 y murió en París, a los 34 años, de un infarto. Su actitud y su corta vida lo vuelven un niño terrible del arte y la cultura, en sentido no sólo simbólico sino también literal. La suya fue “una obra concebida en la pasión, al ritmo de una idea por minuto y construida en siete años de trabajo tenaz”, cuenta la viuda de Yves Klein, Rotraut Klein, casada luego con Daniel Moquay y presente en Buenos Aires para esta exposición de la que participó activamente.

    Los padres de Yves también fueron pintores.

    Klein comenzó a pintar y desarrolló sus primeras teorías sobre la pintura monocromática en 1946. Se dedicó además al judo: viajó a Japón y obtuvo el cinturón negro. En Tokio hizo su primera exposición de pintura monocromática. Del judo Klein rescata para el arte la relación con la filosofía Zen, la unión de cuerpo y mente, la búsqueda del estado de vacío y la práctica continua de la receptividad ante el mundo, tanto como la búsqueda de armonía con la naturaleza. 

    En 1954 Klein publicó un catálogo –que forma parte de los documentos exhibidos en la muestra– con un prólogo mudo de Claude Pascal, en el que sólo hay renglones vacíos como explicación de una larga serie de trabajos monocromáticos. En un gesto inusitado, no se trataba del catálogo de una exposición (de hecho no hubo exposición), sino que el catálogo mismo era la obra.

    En 1955, en París, envió un cuadro monocromático naranja al Salón de Réalités Nouvelles, que fue rechazado por no contener, al menos, otro color. 

    En su búsqueda de pigmentos puros, hacia fines de 1956 descubrió un azul profundo y luminoso que solamente podía fijarse mediante una solución química. 

    Klein siguió la tradición del movimiento romántico, en su búsqueda de valores espirituales absolutos, tomando el color azul como expresión visible de esos valores. Luego patentó la fórmula de su color como “IKB” (International Klein Blue), que aplicaba con rodillos –sin pincel, para que no hubiera huellas del gesto del artista– sobre telas y cuerpos. 

    En una conferencia que dio en 1956 en la Sorbona, dijo que la monocromía pictórica era un intento por despersonalizar y objetivar el color liberándolo de cualquier emoción, para darle cualidad metafísica. El color puro, para Klein, es una puerta de entrada hacia lo inmaterial. Así establece su propia teoría del color, adjudicándole determinadas claves, sentidos y propiedades a cada uno. 

    Klein también se lanzó a la música aleatoria. En 1947 compuso, coherente con su defensa de la monocromía, una “Sinfonía monotonal” –programada ahora como parte de la actividad alrededor de la muestra de Proa–, en la que se alterna una sola nota durante diez minutos, con un silencio de la misma duración.

    Poco después consiguió buena repercusión con su muestra L’Epoca Blu, en una galería de Milán, seguida de grandes exhibiciones en París, Düsseldorf y Londres. El paso siguiente fue cubrir con su IKB varios objetos: esponjas, piedras, ramas. Comenzó a demostrar más interés en el componente inmaterial de la pintura y la energía espiritual pura. Una de las muestras más radicales en este sentido fue la muestra parisina “Exposición del vacío”, de 1958, en que vació el espacio de la galería de todos los objetos (salvo de una vitrina) y pintó la sala completa de blanco. Klein se refirió a esa experiencia como un happening artístico en el que el objeto exhibido era intangible e invisible, en sentido estricto, con lo cual transformar la inmaterialidad se volvía un acontecimiento. 

    Entre sus conceptos de “vacío” y del “período azul”, Klein ideó las “Antropometrías”, que consistían en impresiones corporales obtenidas por los movimientos sobre telas y papeles de mujeres desnudas pintadas con pigmento puro. Para Klein el cuerpo es la expresión más concentrada de energía vital.

    A pesar de que algunos críticos consideraron que Klein generaba más interés en sus acciones, actitudes y presentaciones que en sus obras, el repaso por esta retrospectiva permite apreciar el efecto hipnótico de su obra, la naturaleza casi fisiológica de su trabajo sobre la retina.

    Klein enfurecía al mercado del arte cuando realizaba series de cuadros azules idénticos y luego los ofrecía a muy diferentes precios, según las cualidades particulares que le atribuyera a cada pintura.

    Artistas como Klein borraron los límites del arte más allá del lugar asignado por la época en que vivió.

    * En la Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, hasta el 31 de julio.



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  • Título: Fundación Proa se pone azul con la retrospectiva de Yves Klein
    Autor: Redacción
    Fecha: 21/03/2017
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    Ver nota original (Bartes)

    Este sábado se inauguró la primera retrospectiva de Yves Klein en Fundación PROA. Se trata del artista francés que hizo historia en el arte con sus happenings y su marca registrada en la paleta de colores: el International Klein Blue. A través de 70 obras de un intenso azul se podrá recorrer la muestra hasta el 31 de julio.

    Si bien el azul fue el color más representativo de Klein, además de poder contemplar los cuadros de azul ultramarino saturado, también se podrá hallar otras de sus obras en dorado y rosa en una de las salas de la exposición. Sus obras no son precisamente como la época azul de Picasso, sino que literalmente son azules, lo que le valió para ser un referente del arte monocromo.

    La exposición de Yves Klein se podrá visitar de martes a domingo, de 11 a 19, en Fundación PROA (Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca). La entrada general es de $50.



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  • Título: Yves Klein en AL; antesala de México
    Autor: De la redacción
    Fecha: 20/03/2017
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    Ver nota original (Excelsior, México)

    La Fundación Proa de Buenos aires inauguró este fin de semana la retrospectiva del artista conceptual que se exhibirá a partir del 26 de agosto en el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la Ciudad de  México

    Por primera vez en Latinoamérica se exhibe la obra de Yves Klein (1928-1976), el creador del “International Klein Blue” (IKB). Color único que encandila la mirada de quien ve las pinturas del artista francés. Se trata de una muestra retrospectiva del precursor del happening quien en apenas siete años produjo mil 500 piezas.

    La muestra se inauguró en la sede de la Fundación Proa en Buenos Aires, Argentina, y es la misma que ocupará el Museo Universitario Arte Contemporáneo del 26 de agosto del 2017 al 18 de enero de 2018. Una revisión de los Archivos Yves Klein, que se encuentran en París, a cargo del investigador Daniel Moquay.

    La retrospectiva inicia con las obras monocromaticas más tempranas como el rectángulo butano Expresión del universo de color naranja plomo (1955). Se exhiben también piezas de la serie Antropometrías, hechas en un sentido literal con el cuerpo de mujeres desnudas; modelos bañadas en el azul Klein que imprimen su figura sobre lienzos blancos. De la serie Cosmogonías, donde la naturaleza se convierte en herramienta, destaca el uso de las llamas de un soplete a manera de pincel, y de estas piezas se exhibe Pinturas de fuego

    También las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro, un trabajo de varios años que combina práctica pictórica, espiritualidad y la exploración de un camino hacia lo absoluto. En suma, se presentan más de 70 obras.

    El recorrido se complementa con un centenar de fotografías y documentos que dan testimonio de cómo el artista francés que murió a los 34 años de edad trabajó con un arte inmaterial. Por ejemplo, cuando vendió a cambio de oro sus Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial; un vacío que intercambió en una transacción convertida en performance.

    De los compradores destaca el guionista Michael Blankfort, que se reunió con Klein a orillas del Sena. Ante un testigo, el artista le dio un recibo para quemar y el comprador entregó varios lingotes de oro; la mitad de estos los arrojó al río con la idea de que el arte es la tierra y algo debe volver a ella.

    A través de sus obras, Klein cambió el foco de atención: del objeto material hacia una “sensibilidad inmaterial”, y así desafió las nociones sobre el arte conceptual. En alguna ocasión el artista dijo sobre su obra: “Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado. Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa ‘transparencia’ en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado”. (Con información de EFE)



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  • Título: Yves Klein @ Fundación Proa
    Autor: Redacción
    Fecha: 20/03/2017
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    Yves Klein Retrospectiva
    Curador Daniel Moquay

    Desde el sábado 18 marzo al 31 julio 2017

    Fundación Proa
    Av. Pedro de Mendoza 1929

    Conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris, Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en nuestro país.

    La exhibición cuenta con 76 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

     

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público y el Salto al Vacío, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    A través de sus obras, Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad a través del color puro: "Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (...) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa "transparencia", ese "vacío" inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones" (Yves Klein)

    El grado en que Yves Klein empujó su experimentación con ideas y materiales es impactante para un tiempo en que las prácticas conceptuales no eran tan comunes. Sus trabajos con modelos vivos intentan registrar las energías cósmicas del cuerpo, rociando con pinturas los contornos de las modelos. Estas Antropometrías reflexionan sobre el tiempo y la presencia física en un plano material.

    Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en Sudamérica nos muestra a un artista provocador e innovador, que constantemente hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.

    La muestra de Yves Klein se acompaña de un intenso programa de extensión cultural que se desarrollará durante la exhibición . Incluye charlas y seminarios y un programa educativo especialmente diseñado para comprender la relevancia del artista francés y para disfrutar en familia los aspectos más interesantes de la muestra. Junto con la exhibición se publicará un catálogo ilustrado que incluye imágenes a todo color de los principales trabajos de Klein y una extensa documentación sobre su obra pensada para estudiantes y especialistas. Además, se presentará un concierto basado en la mítica Sinfonía monótona de Klein, que consiste en el sonido de un acorde sostenido durante 20 minutos seguido de 20 minutos de silencio.
    Sumado a esto, los programas educativos paralelos de ProaTv y ProaRadio, la Audioguía online para acercarse más en profundidad a las obras desde cualquier dispositivo móvil y los recorridos de Artistas y Críticos junto con destacados críticos y especialistas de arte.

    Proa ofrece, en su conjunto, la posibilidad de apreciar desde distintas perspectivas el trabajo de uno de los artistas más innovadores de la escena artística del siglo XX.

    Rotraut Klein Moquay
    Fue en 1957 que vi por primera vez las obras de Yves. Estaba en Düsseldorf, dando un paseo, cuando descubro en las vitrinas de la galería Schmela uno de sus monocromos azules. Ese azul me aspiraba literalmente; me sumergí totalmente en ese color. Frente a su arte, tuve la sensación de estar como en casa. Ese cuadro despertó en mí una sensación muy fuerte, fue como si él predijera algo de mi futuro. Y así fue.
    Conocí a Yves el año siguiente, en Niza, en la casa de su amigo Arman donde yo cuidaba a los hijos. Antes de encontrarlo me imaginaba que Yves era un señor mayor, una especie de sabio espiritual. En realidad, me encontré con un hombre joven, bello y encantador.
    Desde ese momento no nos separamos más. Nuestra vida de joven pareja se concertaba de manera muyorgánica con la creación artística. M e m a r a v i l l a b a trabajar con él, sin dejar de lado mi propia pintura.
    Necesitábamos la misma libertad, compartíamos la misma fascinación por la espiritualidad de la vida, la naturaleza y el cosmos. Los cuatro años que he compartido y vivido con él, los cincuenta años que he estado en contacto con su obra, el continuo asombro cotidiano de descubrir sus intenciones detrás de la obra, hicieron de mí una privilegiada, por ello siento que es mi deber dar testimonio ahora.
    Nuestro departamento en el número 14 de la calle Campagne-Première fascinaba a todos nuestros amigos artistas. Vivíamos prácticamente en una sola habitación. Todo sucedía allí: creaciones, reuniones, cenas, debates, fiestas, pensamientos, escritura, esos treinta y cinco metros cuadrados fueron el verdadero laboratorio de la parte esencial de su trabajo.
    Es así que se inscribe el impulso creativo que siempre lo ha animado. Nuestra vida estaba dedicada al arte.
    Yves trabajaba duro, al límite del agotamiento físico, siempre con ganas de avanzar, de ir más allá de sus obras, con radicalidad y, sobre todo, con pasión. Su aspiración final yacía en esa búsqueda constante de lo absoluto, lo invisible, la sensibilidad. El azul era para él el espacio cósmico donde soñó levitar libremente, física y espiritualmente.
    Era organizado y metódico. Nunca dejaba nada al azar. Antes de pintar, protegía todo el suelo recubriéndolo con papel y cuando las obras estaban secas, las fijaba en la pared. A continuación, reunidos en contemplación frente al trabajo, ambos compartíamos la misma satisfacción de la obra realizada. Cuando el cuadro estaba terminado, sin tocarlo ni añadir ningún artificio, lo dejaba vivir su propia vida. Yves pensaba que la sensibilidad del momento era esencial, ella era la obra.
    Por otro lado, Yves siempre daba la impresión de estar a la escucha del otro, tenía una actitud generosa y estimulante. Sereno, reflexivo, extremadamente comprensivo, tolerante e indulgente, era una persona respetuosa de todas las artes, las personas y las culturas, sobre todo de la vida que era para él la fuente del arte... y viceversa.
    Él sabía transponer su carisma a sus cuadros. Abordaba sus pinturas, sus escritos, sus acciones sin restricciones, sin hacer compromisos, sin intelectualismo ni psicología. Algunas personas percibieron solo el exterior de su enfoque, su sentido de lo espectacular; no obstante él hacía de la sinceridad el elemento esencial de su obra. Él sabía bien cuál era el precio a pagar por la monocromía y en especial por el triunfo de lo inmaterial en el arte y asumió esta posición hasta el final.
    Creo que, por muchos años aún, Yves y su trabajo serán un enigma a descubrir; las lecturas de su obra están lejos de haberse agotado. Esta exposición da a todos la oportunidad de experimentar una obra concebida en la pasión, al ritmo de una idea por minuto y construida en siete años de trabajo tenaz. Una obra que se impuso por su propia fuerza y diversidad, que induce a la reflexión y a la meditación y que habla a cada uno del arte, de la creación y de sí mismo.
    Verdaderas experiencias sensoriales, las obras de Yves Klein son atemporales, universales, más allá de dogmas y religiones. A través de ellas, el público va a descubrir el arte, que es la vida... “La vida que es el arte absoluto...”

    Yves Klein en Proa
    Por Adriana Rosenberg

    A finales de 1988, Pierre Restany hizo su último viaje a la Argentina y en la comida donde se despidió de Jorge Romero Brest, juntos recordaron a los artistas que admiraban. Fue el último acto de una larga relación en el que repasaron las infinitas exposiciones y momentos que habían compartido. Yves Klein era admirado por ambos, pero cada uno tenía sus preferencias: Romero Brest consideraba que la invención del color Blue le garantizaba a Klein un lugar privilegiado en la historia del arte del Siglo XX, mientras que Restany rescataba la inmaterialidad, el vacío, y las performances del artista. Una admiración genuina y compartida que les permitía demorar el adiós.
    La participación directa de Restany en algunas muestras de Yves Klein y su contacto personal con el artista quedaron plasmados en su libro La otra cara del arte. Fueron Romero Brest y aquella publicación de Restany quienes me mostraron la importancia de los “nuevos realistas”, del diálogo entre París y New York, y de la obra de Klein. Hoy, casi tres décadas después de aquella despedida, y tras muchos años de pensar junto a Daniel Moquay la posibilidad de presentar la obra de Klein en Argentina y hacerla itinerar por Sudamérica, Fundación Proa inaugura con enorme ilusión y pasión esta gran retrospectiva de uno de los artistas más sobresalientes del pasado siglo, cuya influencia sigue siendo enorme en las prácticas artísticas contemporáneas.
    La obra de Klein exige una gran puesta y es así que, a través de setenta y seis obras y más de cien documentos, el visitante podrá recorrer la sucinta pero excepcional producción de Klein: la invención del color, los albores de la performance, la “antropometrías”, los monocromos, el Dimanche con su Salto al Vacío, su bosque de esponjas, videos y el enorme enigma que siempre se presenta cuando estamos frente a la obra de arte.
    En uno de los textos contenidos en el catálogo, y que actualiza la importancia de Klein, Denys Riout escribe: “Después de haber inmaterializado el azul, después de haber superado la problemática del arte, ¿se puede ir más lejos? Sin duda no, pero ir a otra parte, sí, con seguridad. Y eso es precisamente lo que hizo Klein. Paralelamente al eje monocromía/ sensibilidad pictórica inmaterial, no deja jamás de explorar otros caminos, conquistar dominios hasta ahora desconocidos e inventar territorios posibles”. Por su parte, para Klaus Ottmann, la importancia de Klein puede resumirse con una única afirmación: “haber reimaginado el rol del arte en la sociedad del modo más radical, un modo que no se queda corto en honrar su promesa utópica, aun si eso significara el fin del arte mismo”.
    El volumen también reúne una serie de textos históricos y las repercusiones que tuvo en la prensa y en el sistema del arte cada una de las exhibiciones de Klein. Y son sus escritos, publicados aquí en español, los que apoyan su visión trascendente del arte y muestran la multiplicidad no solo de su voraz personalidad, sino de su energía para trascender. Una exhaustiva cronología sobre su vida y un apartado especial en el que se reproducen la totalidad de las obras exhibidas, cierran este catálogo con las cariñosas y profundas palabras de Routreau Klein Moquay, quien fuera esposa del artista.
    La exhibición Yves Klein en Fundación Proa se acompaña de un extenso programa de actividades: un concierto donde se interpretará la Sinfonía Monótona, un coloquio internacional, un desfile de los jóvenes estudiantes de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad de Buenos Aires inspirado en la obra del Klein y una serie de performances dedicadas al artista.
    Todas estas acciones abren las puertas del conocimiento a la obra de uno de los más sólidos y polifacéticos artistas del siglo XX. Para lograrlo, fue necesario el aporte de muchas personas que admiran la obra de Klein. En principio, vaya mi agradecimiento a los Archivos Yves Klein, a Rotraut por su generosidad en el préstamo de las obras, a Daniel Moquay por haber sabido transmitirnos su pasión por la obra y por su exigencia en que sea exhibida con la mayor calidad posible, y a todos los equipos de los Archivos Yves Klein y de Fundación Proa, que gracias a su trabajo conjunto han logrado esta muestra histórica en nuestro país. A todos ellos nuestro agradecimiento y, por supuesto y como siempre,a la Organización Techint, cuya colaboración inclaudicable nos permitió una vez más llevar a término la compleja logística de esta exhibición. Y también un merecido y especial reconocimiento para la Embajada de Francia y el embajador francés en la Argentina, quien desde los primeros momentos estuvo junto a nosotros para la concreción de esta maravillosa experiencia.

    Entrevista Adriana Rosenberg - Daniel Moquay
    La riqueza de episodios y anécdotas con las que Daniel relata su relación con Klein merece esta pequeña entrevista donde su palabra pueda tomar ese espacio.

    AR: ¿Cómo es tu encuentro con la obra de Yves Klein?
    DM: Mi encuentro con la obra de Yves ha sido en 1968. Es el momento en que conozco a Rotraut, su viuda, quien estaba organizando una retrospectiva en Dinamarca, en el Museo Louisiana, donde por primera vez se exponía un conjunto de obras. Fue una exposición fenomenal, el museo también es magnífico. Allí también me encontré con otras personas que conocían bien la obra de Yves Klein como el galerista Iolas, uno de los mejores galeristas del mundo del arte en ese momento.
    Al volver, Rotraut me mostró unas cajas de cartón llenas de papeles, literatura y de páginas escritas por Yves que nadie había leído. Allí estaban todos sus escritos. Desde el fallecimiento de Yves, Rotraut no había tenido oportunidad de ver todo el material que él había dejado. Pasé varios meses, leyendo esos escritos, en la misma habitación donde Yves realizó su obra. Viví meses tratando de clasificar todo. Había muchas páginas que parecían decir lo mismo una y otra vez pero en realidad no decían exactamente lo mismo. Yves escribía y re-escribía sus textos. Me encontré, por ejemplo, con ocho páginas que parecían la misma ¡pero que no lo eran! El material que Yves dejó es inmenso. Durante 4 o 5 meses leí y estudié todo lo que fui encontrando; y así entré en la parte más íntima de Yves Klein… y me fascinó. Yo era un novicio y estaba descubriendo un universo increíble; me enamoré de ese universo y de la personalidad de Yves que me parecía extremadamente interesante

    Este material conforma el actual Archivo Yves Klein... ¿Cuándo y cómo surgió? ¿Y cuáles son sus objetivos futuros?
    El archivo Yves Klein se estableció hace más o menos 25 años. Antes estuvimos organizando muestras e incluso, produjimos algunos libros, pero no teníamos la posibilidad de tener una estructura como la que representa hoy el archivo. Al principio, yo trabajaba solo. Luego tuvimos una colaboradora, pero todo se hacía de manera muy artesanal. Desde ese entonces hasta hoy, la celebridad de la obra de Yves ha cambiado mucho, también el mercado del arte. He organizado más de 50 exposiciones en el mundo entero. Estuvimos en la XX° Bienal de San Pablo, Brasil, en 1989, realizamos exposiciones en casi todos los países de Europa, por supuesto, muchísimas en Alemania, en Japón, en fin… Ahora estamos preparando la gira en América latina, pero luego iremos al norte de Europa, e incluso a Rusia. En este momento estamos planeando una exposición Yves Klein - Gunther Uecker - Lee Ufan que irá a 5 o 6 museos de Asia donde hay un gran interés por el arte de post-guerra. También colaboramos mucho con museos; de hecho, constato que cada vez hay más personas e instituciones que se interesan por la obra de Yves Klein quien ha sido seguramente uno de los pioneros del arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX. El caso es que hoy en día, los archivos están trabajando intensamente. Somos un equipo de siete personas dedicados a la obra de Yves, como sabemos, el mundo se ha vuelto más pequeño y comienza a ser difícil responder a todas las demandas.
    El objetivo ineludible es el de añadir al catálogo! razonado lo que hemos descubierto en más de 50 años de ejercicio e investigación. A la fecha, el único catálogo razonado existente — publicado en 1969— no está actualizado. Nuestro deber es hacer público todo la que sabemos sobre la obra de Yves.

    ¿Y la colección de obras de Klein?
    La colección de obra de Klein está constituida por las obras que quedaron en manos de Rotraut en el momento de su repentina muerte. Yves siempre había dicho que todo lo que él hacía pertenecía a Rotraut. Lo que ella tiene hoy es un fondo histórico, que ha ayudado a desarrollar gracias a su labor para que se reconozca como una de las mayores expresiones artísticas de la segunda mitad del siglo XX, y que se considere una obra mayor.

    ¿En qué radica a tu parecer la actualidad de su obra?
    Es interesante comprender que los mejores defensores de la obra de Yves Klein son los propios artistas. Son sus primeros admiradores y aquellos que reconocen perfectamente el alcance de su obra. Yves es un gran creador que, en muy pocos años, ha dejado una producción que no se agota ni se repite, una obra que seguimos descubriendo aún hoy. Actualmente comienza a revelarse cómo su trabajo ha cambiado la forma de pensar el arte. Es difícil darse cuenta, como era la escena de los años 1950s, luego del final de la Segunda Guerra Mundial. Estoy convencido que gracias a su obra hay más espiritualidad y más libertad en el mundo.

    Comenzamos a diseñar esta exhibición hace varios años y para Proa es un orgullo poder inaugurar "Yves Klein. Retrospectiva". Acordamos la necesidad de presentar todo el conjunto de obras, como fue la selección para su gira sudamericana.
    La exposición que se inaugura actualmente en PROA —y que irá a México y a Brasil— recorre prácticamente toda la producción de Klein. Toma como punto de partida la doble exposición “Pinturas monocromas”, que Yves realizó en 1957 en las galerías de Iris Clert y Colette Allendy. El recorrido por las diversos núcleos hasta sus últimas obras permitirá conocer estas nuevas perspectivas y formas de ver el mundo, y dejar constancia de cómo artistas como Lucio Fontana e Yves han sido capaces de confrontar la escena artística de los años 60, que está monopolizada por los artistas americanos. También creemos que cumpliremos con la demanda de una generación de artistas que han oído hablar del trabajo de Yves pero no conocen su obra.

    Recorramos juntos algunos puntos de su trabajo presente hoy en Proa...
    Pienso que Yves Klein se planteó desde el comienzo una mirada muy amplia de lo que era una obra. Durante toda su vida, utilizó todos los instrumentos, todas las cosas que le habían servido para hacer obra, pensándolos como obra en sí mismo; ya sea el pincel, el rodillo o el plato donde mezclaba los colores. Él consideraba absolutamente todos los instrumentos que había utilizado como una obra en sí. Tanto sus escritos como, incluso todo lo que tocaba estaban dotados de un valor máximo para Yves. Era una persona muy atenta a todo su alrededor. Para él, el entorno que posibilitaba la obra era factible de ser obra. En el periódico Dimanche [Domingo, 1960], por ejemplo, todos los artículos fueron escritos por él y cada uno era considerado, también, como obra de arte al mismo nivel que un monocromo.
    En un comienzo, Yves pintaba a partir de modelo, dentro de la tradición académica de la pintura. Él pintaba monocromos azules por lo que las modelos se extrañaban de ver cómo hacía un mundo de color, pero no hallaban absolutamente nada que representaba la persona o el cuerpo. Yves solía decir: para crear yo necesito un ambiente. Un día pensó que era necesario hacer más explícita la participación de las modelos en la obra. En vez de dejarla como una especie de objeto ella empieza a ser protagonista.
    Es así que la modelo pasa de ser representada dentro! de una tela a dejar su propia huella en ella. La idea surgió de una de sus modelos. Frente al monocromo propuso “¿no sería mejor si hacemos nosotras el cuadro? ¿Por qué no participamos directamente?” Así es como Yves empezó a hacer huellas. Las primeras fueron estáticas y luego incursionó en el movimiento. Era la unión de la sensibilidad del cuerpo y de la emoción de las modelos y el artista. Sería interesante que se pudieran leer las entrevistas con las modelos. Era un mundo ajeno en las que ellas se sentían bien. Él se dio cuenta que había que mostrar cómo se hacían estas cosas. Yves siempre pensó las Antropometrías como obra colectiva. Esa obra colectiva rememoraba otros tiempos, un tiempo lejano. En ese momento Yves resucita, o, mejor dicho, crea un lazo con el arte parietal treinta mil años después.

    ¿Cómo llega a realizar las obras de fuego?
    El fuego... Siempre he pensado que Yves Klein era una suerte de Prometeo que ha dado a la humanidad otra forma de mirar al fuego, conocimiento que ha cambiado la forma de ser y de pensar. Otra vez quiso registrar todo esto. Hizo un film donde se ve todo lo que hizo e intentó convencer al público que las obras de fuego eran la huella de la personalidad del ser humano. Yves Klein era una persona muy espiritual y los cuadros de fuego tienen este mensaje. La unión de los modelos y el fuego son obras excepcionales.
    También incursiona en la música, en la Sinfonía-monótonasilencio, un silencio prolongado es gran parte de la obra y la vamos a presentar en Proa. Qué nos puede decir sobre ese silencio, que algunos postulan anterior a John Cage.
    ¡No es una competición! La última representación se realizó hace unos meses en San Francisco y fue verdaderamente fantástica. El director que estuvo a cargo fue el mismo que trabajó con John Cage. Todo lo que estamos haciendo, ya sea firmado por John Cage o por Yves Klein, se llama música.

    Cronología 
    1928 – 1946
    Yves Klein nace el 28 de abril en la ciudad de Niza, en el seno de una familia de artistas.
    Su padre Fred Klein es un pintor figurativo, mientras que su madre, Marie Raymond, es una reconocida pintora más ligada a la abstracción. Yves estudia en la “Escuela Nacional de la Marina Mercante" desde 1942 hasta 1946. 

    1947 – 1948
    Estudia Judo en la "Escuela Nacional de Lenguas Orientales”, y en el verano de 1947 se inscribe en el Club de Judo en Niza, donde conoce a Claude Pascal y Armand Fernández (quien usará posteriormente el seudónimo de Arman). Además de compartir el entusiasmo por el arte marcial, los tres anhelan la aventura de los viajes, la creación y a espiritualidad.
    En estos años, Yves se ocupa de la librería de su tía Rose Raymond.
    Comienza a elaborar el proyecto de una Sinfonía-monótona-silencio.

    1948 – 1950
    El año 1948 lo encuentra viajando constantemente, especialmente por Italia; y al año siguiente cumple con el servicio militar en Alemania.
    A finales de 1949, se instala provisoriamente en Londres junto a Claude Pascal. Allí, ambos continúan practicando el Judo, y Klein trabaja en el comercio de Robert Savage, donde se familiariza con las técnicas del dorado a la hoja, que luego usará en sus obras. A comienzos de 1950, realiza las primeras monocromías en gouache y acuarela sobre papel y/o cartón.
    En su habitación cuelga sus pasteles monocromos y acuarelas e invita a un grupo de amigos, y registra sus pensamientos e impresiones sobre su estadía en Irlanda en un diario.

    1951
    Por el deseo de aprender español parte a Madrid, donde residirá cinco meses. Sigue ejercitando Judo en el Club español Bushido Kwaï, donde consigue trabajo como profesor. Enseña también el francés y queda muy impresionado por la cultura española. Aquí también registra su estadía en diversos diarios y cuadernos.

    1952 – 1953
    En el verano del año 1952, entabla contactos en Japón. Con la ayuda de su tía, el 23 de septiembre viaja a Yokohama y Tokio. Perfecciona sus estudios y se inscribe en el Instituto Kodokan, el más prestigioso del país, y obtiene el cuarto dan en Judo, grado máximo otorgado para los europeos.

    1954
    De vuelta en París prepara el libro Fundamentos de Judo publicado por el editor Bernard Grasset en diciembre de ese año. El medio profesional del Judo en París no le reconoce el título otorgado en Japón. Viaja entonces a España donde sí es reconocido y se dedica a la enseñanza.
    Comienza su etapa artística. En mayo publica Yves Peintures y Haguenault Peintures. Estas dos colecciones de monocromos fueron reunidas y publicadas en el estudio de grabado en Jaén, cerca de Madrid.
    Estas dos obras constituyen el primer gesto público de Yves; a través de ellas plantea el problema de la ilusión en el arte.

    1955
    En la primavera de 1955, presenta su primera pintura monocromática, en el Salon des Réalités Nouvelles, reservado a artistas abstractos.En formato rectangular, el panel de madera está cubierto uniformemente con pintura naranja mate, El monocromo fue rechazado por el jurado.
    El 15 de octubre realiza la primera exposición pública titulada Yves Peintures, en el Club des Solitaires, en los salones privados de la editorial Lacoste.
    Allí exhibe monocromos de diversos colores y la dimensión teórica de Yves Klein ya es evidente.
    Durante la exposición, conoce al crítico Pierre Restany. Este encuentro es esencial para la vida y carrera tanto de Klein como de Restany.

    1956
    Entre el 21 de febrero y el 7 de marzo, la galería Colette Allendy presenta la exposición Yves, Propositions Monochromes, en su espacio del 67, rue del’Assomption, en París.
    Conoce a Iris Clert, quien dirige una pequeña galería de veinte metros cuadrados, en 3 rue des Beaux-Arts en París.

    1957
    Yves Klein presenta Proposte monocrome, epoca blu, en la galería Apollinaire en Milán. Once obras de formato idéntico pintadas de manera uniforme en azul ultramar. Klein presenta, por primera vez, una habitación entera de monocromos azules, uno de los cuales fue comprado por Lucio Fontana.
    En mayo de 1957, Yves realiza una exposición doble: una parte en la galería Iris Clert, la otra parte en la galería Colette Allendy.
    En Iris Clert exhibe “Propositions monochromes” como lo había hecho en Milán y el advenimiento de la “Época azul” fue celebrado con una suelta de 1001 globos azules en el cielo de París durante la inauguración. Klein designa el gesto como “Sculpture aérostatique”.
    En la galería Allendy presenta una serie de obras anticipando sus futuros desarrollos: esculturas, ambientes, tinas de pigmento puro, un biombo, la primera pintura de fuego y la primera obra inmaterial: una habitación completamente vacía como testimonio de la presencia de sensibilidad pictórica en estado de materia prima.
    El 31 de mayo, la Galería Schmela abre sus puertas en Düsseldorf con la exposición “Yves, Propositions monochromes”, que luego se prensenta en la Galería Uno en Londres, entre el 24 de junio y el 13 de julio.
    Ese verano, en Niza, conoce a Rotraut Uecker, joven artista alemana que se convertirá ensu ayudante, y posteriormente en su esposa.

    1958
    En enero, recibe el encargo para ambientar el nuevo edificio de la Gelsenkirchen Opera House.
    Realiza un extenso programa de seis piezas monumentales, relieves en yeso y alambre reforzado cubierto con esponjas naturales y azul IKB. Rotraut colabora en su factura, junto a los artistas Norbert Kricke, Paul Dierkes, Robert Adams y Jean Tinguely, entre otros, bajo la supervisión del arquitecto Werner Ruhnau. En este momento, Klein toma conciencia del potencial sensible de las esponjas impregnadas con pigmento azul, descubierto el año anterior para su muestra en Colette Allendy.
    El 26 de abril, en presencia de Iris Clert, Yves Klein y el director de iluminación de la Ciudad de París iluminan experimentalmente el Obelisco de la Place de la Concorde en azul. El objetivo de Klein era complementar con esta acción la inauguración en su galería, programada para abrirse dos días más tarde. La iluminación efectiva del monumento no se realizó pues el permiso de la ciudad no fue otorgado a tiempo.
    El 5 de junio, realiza la primera experimentación de “pinceles vivientes” en el departamento de París de Robert Godet, un gran amigo de Klein con quien compartía una genuina complicidad intelectual.
    El 28 de abril se inaugura la exposición “La especialización de la sensibilidad en su estado puro. El vacío-época pneumática” en la galería Iris Clert.
    El 17 de noviembre se inaugura, en colaboración con Jean Tinguely, la exposición “Vitesse pure et stabilité monochrome” (Velocidad pura y estabilidad monocroma), en la galería Iris Clert.

    1959
    El 17 de marzo, se inaugura la exposición “Vision in Motion” en el Hessenhuis en Anvers en la que Yves Klein participa junto con los artistas Robert Breer, Pol Bury, Heinz Mack, Bruno Munari, Otto Piene, Daniel Spoerri, Jesús Rafael Soto y Jean Tinguely, entre otros integrantes del grupo Zero.
    El 3 de junio brinda la conferencia “La evolución del arte hacia lo inmaterial”, en la Universidad de la Sorbona. 
    Entre el 15 y el 30 de junio realiza la exhibición individual “Bajorrelieves en un bosque de esponjas” en la galería Iris Clert, París.
    El 29 de mayo, Iris Clert presenta la exhibición “Colaboración internacional entre artistas y arquitectos” en la realización de la nueva Ópera de Gelsenkirchen, presentando las maquetas a escala de todo el grupo de artistas que allí trabajaron en colaboración con Yves Klein.
    Entre octubre y noviembre participa de la Primera Bienal de París, paso fundamental para la formación del grupo del Nuevo Realismo.
    En diciembre, Yves Klein publica en Bélgica su escrito “La superación de la problemática del arte”, y el mismo mes abre el nuevo edificio de la Gelsenkirchen Opera House.

    1960
    En febrero participa en la exposición “Antagonismos” organizada por el Museo de Artes Decorativas de París donde presenta una obra de la serie Monogold, la cual realiza integrando oro fino, material precioso con una extensa dimensión simbólica.
    El mismo mes, en su casa, y en presencia de Pierre Restany, Klein realizó estampas con los cuerpos de Rotraut y Jacqueline sobre papeles de gran formato montados sobre la pared. Los participantes de este encuentro nombraron a la acción pionera de la serie como “Celebración de una nueva era Antropométrica”.
    El 9 de marzo, la Galerie Internationale d’Art Contemporain presenta “Antropometrías de la época azul”.
    Dirigidas por Yves Klein, y durante la ejecución de la Symphoniemonoton, tres modelos desnudas, designadas por el artista como “pinceles vivos”, se cubren de pintura azul IKB y estampan sus huellas corporales sobre papeles blancos, instalados en las paredes y el suelo de la galería. Alrededor de la performance, una audiencia, formalmente vestida, de artistas, coleccionistas y críticos de arte, fue luego invitada a presenciar un debate del que participaron Georges Mathieu y Pierre Restany.
    En abril, Klein integra la exhibición “Los nuevos realistas” en la Galería Apollinaire en Milán, junto a sus colegas Arman, Hains, Dufrêne, Villeglé, and Tinguely. En el prefacio del catálogo los presenta Pierre Restany usando la expresión “Nuevo Realismo” por primera vez.
    El 19 de mayo, Klein registra la fórmula para el azul que había desarrollado bajo el nombre de International Klein Blue (IKB) con dosis de alcohol y acetato etílicos y obtiene una patente. El pigmento, variando el tipo de concentración y solvente, es aplicable a pincel, rodillo o soplete.
    Entre julio y agosto realiza sus primeras Cosmogonías en Cagnes-sur-Mer, una serie de “marcas” como resultado de los diversos estados de la naturaleza. Consistía de un lienzo cubierto de pintura azul, sujeto al techo de su Citroën durante un viaje de París a Cagnes-sur-Mer, el cual es deliberadamente sometido a los efectos del viento, la lluvia y el polvo.
    Del 11 de octubre al 13 de noviembre se desarrolla la exposición “Yves Klein, le Monochrome”, en la galería Rive Droite en París; y el 19 de octubre realiza lo que será conocido como “El salto al vacío”.
    El 27 del mismo mes se firma la Declaración constitutiva del grupo Nouveaux Réalistes, en el domicilio de Yves Klein en París. Y al día siguiente, Klein reúne a Arman, Hains, Raysse, Restany y Tinguely con el fin de producir un Anthropométrie suaire collective (Túnica antropométrica colectiva). A través de este gesto, Klein integra los nuevos realistas a su trabajo.
    El domingo 27 de noviembre, como parte de las representaciones teatrales del III Festival d’Art d’avant-garde, Klein presenta “Teatro del vacío, última forma de teatro colectivo que es un domingo para todo el mundo”. El mismo día, se distribuye en ciertos kioscos de París el diario “Dimanche, Diario de un día”, y se celebra una conferencia de prensa en la galería Rive Droite.
    Yves Klein comienza a realizar sus Pinturas de fuego. 

    1961
    Del 14 de enero al 26 de febrero se realiza la primera gran exposición retrospectiva: “Yves Klein: Monocromo y fuego” en el Museum Haus Lange de Krefeld, en Alemania, por iniciativa del doctor Paul Wember, director del Museo de Krefeld.
    Además de las pinturas IKB, se exponen monocromos de oro (Monogold), rosa (Monopink), dibujos de arquitectura, un Mur de feu (Muro de fuego) y un espacio inmateria que es parte hasta hoy de la colección permanente del museo alemán.
    Del 11 al 29 abril se presenta la exposición “Yves Klein le Monochrome” en la galería Leo Castelli, Nueva York. Yves y Rotraut se instalan en el Chelsea Hotel por dos meses.
    A raíz de la incomprensión con el público, escribe el “Manifiesto del Hotel Chelsea”
    Entre el 29 de mayo y el 24 junio realiza la exposición “Yves Klein le Monochrome” en la galería Virginia Dwan en Los Ángeles.
    En marzo realiza una gran serie de Pinturas de fuego en el Centre d’Essais du Gaz de France.El 20 de noviembre, luego que Klein, Raysse y Hains declaran la disolución del grupo del Nuevo Realismo.

    1962
    El domingo 21 de enero, Yves Klein y Rotraut Uecker se casan en la iglesia deSaint-Nicolas-des-Champs en París. Cada aspecto de la ceremonia es meticulosamente organizado por el propio artista. La ceremonia continúa con una recepción en el restaurante La Coupole, donde los invitados pueden servirse un cóctel azul. 
    El 26 de enero, Klein desmonta cuadros de una sala del Musée d’Art moderne de la Ville de París dedicados al XVI Salón Violet con el objetivo de crear una “Zona de sensibilidad inmaterial”. François Dufrene, Jacques Villeglé y Niki de Saint-Phalle ayudan a Klein a descolgar. El mismo día se efectúa la transferencia de una Zona de Sensibildiad Pictórica Inmaterial de Dino Buzzati.

    En marzo, realiza sus primeras Pinturas de fuego en la compañía de gas en La Plaine Saint-Denis, cerca de París.
    El 7 de marzoKlein presentó la exposición “Antagonismos II: el objeto” en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París, donde exhibe modelos a escala de sus proyectos Arquitectura del aire y Rocket pneumatique. Ambos fueron concepciones de Klein en un proceso de colaboración entre arte e industria, y el segundo fue puntualmente el diseño para una utopía, un objeto puesto en movimiento por la pulsación del aire, un vehículo de no retorno, destinado a los consumidores de lo inmaterial, y destinado que algún día, se pueda “desaparecer en el vacío”.
    El 6 de junio, Yves Klein muere en su casa de París, 14, rue Campagne-Première.
     

    Escritos de Yves Klein
    Esta sección presenta una selección de escritos del artista.

    La superación de problemática del arte
    No alcanza con decir o escribir: “Yo superé la problemática del arte”. Hay que haberlo hecho. Y yo lo hice.
    Para mí, actualmente la pintura ya no está en función del ojo. Está en función de la única cosa en nosotros que no nos pertenece: nuestra Vida.
    Así fue que ocurrieron las cosas:
    En 1946, yo pintaba ya fuese bajo la influencia de mi padre, pintor figurativo, paisajes con caballos o escenas de playa; ya fuese bajo la influencia de mi madre, pintora abstracta, composiciones de formas y colores. En esa misma época, el “color”, el espacio sensible puro, se aferraba a mi ojo de manera irregular pero obstinada. Esa sensación de libertad total del espacio sensible puro ejercía sobre mí tal poder de atracción que yo pintaba mis superficies monocromas para ver con mis propios ojos eso de absoluto que tiene lo visible. En aquel entonces no consideraba esas intentos como una posibilidad pictórica, hasta que un día, un año después, me dije: “¿Por qué no?”. En la vida de un hombre, el “por qué no” lo decide todo, es el destino, la señal para el creador en ciernes que indica que el arquetipo de un nuevo estado de cosas está listo, que ya ha madurado, que puede surgir al mundo.
    Sin embargo, nada le mostré al mundo de inmediato. Esperé. “Estabilicé” la cosa. Estoy en contra de la línea y de todas sus consecuencias: contornos, formas, composición. Todos los cuadros, sean cuales fueran, figurativos o abstractos, me producen el efecto de ventanas de prisión cuyos barrotes son precisamente las líneas. Muy por el contrario, en el color, en la dominante, ¡está la libertad! El lector de un cuadro con líneas, formas, composición, queda preso de sus cinco sentidos.
    Desemboqué entonces en el espacio monocromo, en el todo, en la sensibilidad pictórica inconmensurable. No desemboqué allí encerrado en mi personalidad, no. Me sentí impregnado volumétricamente, fuera de toda proporción y dimensiones, en el todo. Encontré, o más bien fui tomado por la presencia de muchos habitantes del espacio, pero ninguno era de naturaleza humana: nadie había estado ahí antes que yo.
    Es por eso que el espacio me concedió el derecho de ser “propietario” o más bien “copropietario” junto a otros, por supuesto, pero que no tenían nada que ver con los humanos. Y el espacio consintió en querer manifestar su presencia en mis cuadros, a fin de constituir en actos notariales de propiedad mis documentos, mis pruebas, mis diplomas de conquistador. No soy solo el propietario del Azul, como bien podría creerse hoy en día, no: soy el propietario del “color”, porque el color es el lenguaje de los actos legales del espacio. Por supuesto que mi inconmensurable propiedad no es “solo color”, sino que simplemente “es” y punto. Mis cuadros están ahí solamente como mis títulos visibles de propiedad.
    Si cuando llegué, totalmente sorprendido a ese espacio total, ya hubiese habido allí un hombre, no habría sentido esa inaudita sensación de libertad absoluta con la que soñaban, encerrados desde siempre en la poética pintoresca, algunos de mis predecesores: fue así que se me concedieron los derechos de los que hice uso a continuación.
    Durante ese periodo de condensación, hacia 1947 y 1948 creé una sinfonía “monótona”, cuyo tema era eso que yo quería que fuese mi vida.
    Esa sinfonía de cuarenta minutos de duración (aunque eso no tiene importancia, y ya veremos por qué), estaba constituida por un solo y único “sonido” continuo, estirado, privado de su ataque y de su coda, lo que genera una sensación de vértigo, de aspiración de la sensibilidad fuera del tiempo. Esa sinfonía no existe y al mismo tiempo está ahí, salida de la fenomenología del tiempo, porque no nació ni murió nunca, después de existir, sin embargo, en el mundo de nuestras posibilidades de percepción conscientes: es el silencio… presencia audible.
    En 1955 expongo en París una veintena de cuadros monocromos de diversos colores. En esa ocasión, advertí de inmediato algo importante: en presencia del cimacio del que están colgados varios lienzos de diferentes colores, el público reconstituye los elementos de una policromía decorativa. Prisionero de su óptica aprendida, ese público, por más que selecto, no llegaba a situarse en presencia del “color” de un solo cuadro. Fue eso lo que desencadenó mi ingreso en el periodo Azul.
    A través del Azul, el “gran color”, me acerco más y más a “lo indefinible” del que hablaba Delacroix en su Diario como único y verdadero “mérito de un cuadro”.
    Presentado en 1957 en París en la galería Clert y en la galería Colette Allendy, el periodo Azul fue mi iniciación. Me doy cuenta de que mis cuadros no son más que las “cenizas” de mi arte.
    La auténtica cualidad del cuadro, su “ser” mismo una vez creado, se encuentra más allá de lo visible, en la sensibilidad pictórica en su estado de materia prima.
    Fue así que decidí presentar en la galería Iris Clert el “Azul inmaterial”.
    El objetivo de esa tentativa: crear, establecer y presentar al público un estado pictórico sensible dentro de los límites de una sala de exhibición de cuadros. En otras palabras, creación de un ambiente, un clima pictórico real y a causa de eso mismo, invisible. Ese estado pictórico invisible en el espacio de la galería debe ser literalmente eso que hasta el momento se ha ofrecido como la mejor definición de la pintura en general: una “irradiación”.
    Invisible e intangible, esa inmaterialización del cuadro debe producirse si la operación de creación se logra sobre los vehículos o cuerpos sensibles, los visitantes de la exhibición, con mucha más eficacia que sobre los habituales cuadros físicos, comunes y representativos que, cuando son evidentemente buenos cuadros, también están dotados de esa esencia pictórica particular, de esa presencia afectiva, en una palabra, de sensibilidad, pero transmitida por la sugestión de apariencia física y psicológica del cuadro, líneas, contornos, formas, composición, oposición de colores, etc. Ahora ya no hay más intermediarios: nos encontramos literalmente impregnados del estado sensible pictórico especializado y estabilizado previamente por el pintor en el espacio dado, y es una percepción-asimilación directa e inmediata ya sin ningún efecto, ni truco, ni superchería.
    La galería Iris Clert es muy pequeña, 20 metros cuadrados, con vidriera y puerta a la calle. Clausuraríamos la puerta a la calle y haríamos ingresar al público a través del pasillo de entrada general del edificio, en el que hay una pequeña puerta que comunica con el fondo de la galería. Desde la calle, será imposible ver otra cosa que azul, ya que tenía pensado pintar los vidrios con el Azul de la época azul del año anterior. Encima y alrededor de la puerta de calle del edificio por el que se accedería al pasillo y luego a la galería, colocaría un monumental dosel de tela azul, siempre del mismo tono oscuro ultramar.
    A cada lado de la puerta, bajo el dosel, el día de la inauguración se plantarían dos guardias republicanos con sus galas presidenciales (algo necesario por el carácter oficial que quería darle a la Exhibición y también porque el verdadero principio de la República, cuando se cumple, me gusta, aunque hoy en día me parezca incompleto). Recibimos al público en ese pasillo de unos 32 metros cuadrados, donde se serviría un cóctel azul (preparado por el Bar de La Coupole de Montparnasse: gin, Cointreau, azul de metileno).
    Ya en el pasillo, los visitantes verán sobre la pared izquierda un gran telón azul que disimulará la pequeña puerta de acceso a la galería.
    También habíamos previsto un servicio de seguridad privado compuesto de cuatro hombres preparados para la eventualidad de que se presentaran 3000 invitados, algo por demás urgente y necesario si pensamos que yo me esperaba incluso actos de vandalismo.
    Dispositivo escénico de la galería: a fin de especializar el ambiente de esa galería, su sensibilidad pictórica en estado de materia prima, un clima pictórico individual, autónomo y estabilizado: por una parte, y para limpiarla de las impregnaciones de las numerosas muestras anteriores, debo blanquearla. Al pintar las paredes de blanco, deseo no solo purificar el lugar, sino más bien y sobre todo convertirlo momentáneamente, con esa acción y ese gesto, en mi espacio de trabajo y de creación, en una palabra, en mi taller.
    Al no jugar al pintor con el edificio, vale decir, al no dejarme llevar por mi forma de ser, mi gesto de pintor, libre y tal vez deformada por mi naturaleza sensual, creo que el espacio pictórico que antaño había logrado estabilizar enfrente y entorno a mis cuadros monocromos quedará ahora bien establecido en el espacio de la galería. Mi presencia en acción durante la ejecución del espacio dado de la galería creará el clima y el ambiente pictórico irradiante que suele reinar en mi taller de artistas dotado de un verdadero poder: una densidad sensible abstracta pero real existirá y tendrá vida, por sí misma y para sí misma, en el lugar.
    Para lograrlo, en la galería nada debe ser chocante a la vista, y al mismo tiempo la galería no debe estar demasiado deliberadamente desnuda. Así que nada de muebles. Dejaremos la vitrina encastrada en la pared del fondo, a la izquierda, y yo simplemente la pintaré de blanco como el resto, salvo los herrajes metálicos. Pintaré de blanco de la misma forma la parte de madera de la mesa, y la cubriré con una tela blanca.
    Los vidrios de la vidriera y de la puerta de calle, clausuradas, estarán pintados de blanco como lo demás. Todo será blanco para recibir el clima pictórico de la sensibilidad del azul inmaterializado. No pintaré ni el cielorraso ni el piso. En el suelo, dejaré el flamante alfombrado gris oscuro que Iris acaba de instalar hace unos días.
    Para demostrar hasta el extremo que abandono el Azul material y físico, desecho y sangre coagulada, quiero obtener permiso de la Prefectura del Sena y de la oficina de alumbrado público para iluminar de Azul el Obelisco de la Plaza de la Concordia, de modo tal que con marcos azules colocados sobre los reflectores que ya están instalados, iluminemos el obelisco dejando su base en la sombra, lo que al mismo tiempo de devolverle a ese monumento su destello místico de la alta Antigüedad, también aportará la solución a ese problema que se le plantea desde siempre a la escultura: la “base”. En efecto, iluminado de esa forma, el obelisco sobrevolará inmutable y estático en un monumental movimiento de imaginación afectiva, en el espacio, sobre toda la Plaza de la Concordia, por encima de las reverberaciones prehistóricas a gas, en la noche, ¡como el inmenso trazo vertical de un signo de exclamación sin el punto!
    Así, el Azul tangible y visible estará afuera, en el exterior, en la calle, y en el interior, estará la inmaterialización del Azul. El espacio colorea lo que no se ve, pero de lo que nos impregnamos (…) Las superficies cubiertas de jeroglíficos se convierten en materia pictórica de una riqueza profunda y misteriosa, inaudita y emocionante.
    Algo grandioso.
    (…)
    La experiencia humana es una magnitud considerable, casi indescriptible. Algunos no logran entrar, como si un muro invisible se los impidiese. Un día, uno de esos visitantes me grita desde la puerta: “Voy a volver cuando ese vacío esté lleno…”. Le contesto: “Cuando esté lleno, usted no podrá entrar”.
    A veces hay personas que se quedan en el interior durante horas, sin decir una palabra, y otros que tiemblan o se largan a llorar.
    En esa muestra vendí dos cuadros inmateriales.
    Créanme, no nos están robando cuando compramos un cuadro inmaterial. Es a mí al que le roban siempre, porque acepto dinero a cambio. Por eso es que en Anvers, en Hassenhuis, en esa exhibición grupal con breer, bury, mack, munary, uecker, piene, rot, soto, spoerry y tinguely, ya no quise pintar ni una ni varias paredes, ni hacer el menor gesto figurativo, barrer o hacer bocetos en los muros, ni siquiera con pincel seco sin pintura. No, yo simplemente me limité a estar presente en el lugar el día de la inauguración, para decirles a todos, en el espacio que me estaba reservado:
    “Primero, no hay nada, luego hay un nada profundo, y después una profundidad azul” (tomado de Gaston Bachelard).
    Actualmente ya no quiero que me compren eso a cambio de dinero. Por los tres estados pictóricos que expuse pedí oro puro. Un kilo de oro por obra. Eso es neto y claro finalmente…, finalmente por el momento. Ya veremos después, que no tardará en llegar.
    Pues para mí, ya no hay problemas. Como decía en el inicio de este texto: “He superado la problemática del arte”.

    Mi posición en la batalla entre línea y color!
    Publicado en: AAVV, Campos de fuerzas. Un ensayo sobre lo cinético (Catálogo)
    En mi opinión, el arte de la pintura consiste en devolver a la materia su estado primigenio. Una pintura corriente, tal como se concibe en general, es parecida a la ventana de una cárcel, donde las líneas, contornos, formas y composición están determinados por los barrotes. En mi opinión, las líneas encarnan nuestro estado mortal, nuestra vida emocional, nuestro poder de razonamiento e incluso nuestra espiritualidad. Son nuestras fronteras psicológicas, nuestra historia, nuestra educación y esqueleto, nuestros defectos y deseos, nuestros poderes y estratagemas.
    El color, por otra parte, es más natural y humano, inunda la sensibilidad cósmica. La sensibilidad pictórica, a diferencia de lo que la línea podría hacernos creer, no está llena de grietas y rincones ocultos. Es como la humedad en el aire; el color no es sino sensibilidad convertida en materia, materia en su estado primigenio. Ya no puedo dar mi aprobación a una pintura "legible", mis ojos no están hechos para leer una pintura, sino para verla. La pintura es COLOR y Van Gogh exclamó: "Quiero ser liberado de no sé qué prisión." Creo que su subconsciente sufría al ver el color cortado por la línea y sus consecuencias. Los colores son los verdaderos habitantes del espacio, mientras que las líneas simplemente viajan y atraviesan el espacio. Las líneas cruzan el infinito y el espacio es infinito. Gracias al color me siento totalmente identificado con el espacio. ¡Soy verdaderamente libre!
    Durante mi segunda exposición parisina en Colette Allendy en 1956, expuse una selección de PROPOSICIONES de varios colores y tamaños. Esperaba que el público alcanzara ese "momento de verdad" al que se refería Pierre Restany en el texto del catálogo, que se sintiera libre para abandonar este impulso estorbo exterior y disfrutara de aquel nivel de contemplación donde el arte se convierte en sensibilidad pura y completa. Por desgracia, por las reacciones de muchos observadores, quedó claro que muchos espectadores, atrapados en su forma habitual de ver, fueron mucho más receptivos a las relaciones entre PROPOSICIONES y recrearon los elementos de un dise&

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  • Título: Azul Yves Klein sobre Buenos Aires
    Autor: Nerea González
    Fecha: 19/03/2017
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    Ver nota original (La Capital, Mar del Plata)

    Atravesadas por la filosofía asiática y por la concepción del arte como algo inmaterial, las obras de Yves Klein (1928-1976), el francés que pintó con el fuego y la lluvia y diseñó su propio azul, se muestran por primera vez en forma de retrospectiva en Sudamérica en una muestra en Buenos Aires.

    Klein era cinturón negro de judo e hijo de padres pintores, pero nunca pensó que acabaría dedicándose al arte. Escribió mucho y defendió que el mundo puede plasmarse con un solo color. Fue precursor del “happening” y murió muy joven, con 34 años.

    Lo mató su tercer infarto en dos meses pero antes, en solo siete años de trabajo, le había dado tiempo a completar las 1.500 obras que lo convirtieron en uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX.

    Su carrera es un universo de audacias y desafíos a las nociones preconcebidas tan difícil de condensar en unas pocas líneas como en unas pocas salas de museo. El de la Fundación Proa, ubicado en el barrio de La Boca de Buenos Aires, hace, sin embargo, un buen esfuerzo desde este fin de semana con la primera muestra retrospectiva de este autor que visita Argentina.

    “Es el pibe de azul, teníamos que hacerlo en La Boca”, bromeó durante la presentación de la muestra a la prensa Daniel Moquay, coordinador de los Archivos Yves Klein y curador de la exposición, en referencia a los colores del club de fútbol Boca Juniors y al característico tono que tiñe muchas de las obras del artista francés.

    El International Klein Blue (IKB) contrasta con las paredes blancas del Proa en obras como el Relieve planetario azul de 1961, las esculturas de esponja o el Biombo de cinco paneles (1957), traídas desde París para quedarse en Buenos Aires hasta julio.

    La retrospectiva parte de sus obras monocromas más tempranas, como el rectángulo butano de “Expresión del universo de color naranja plomo” (1955), rechazada en Francia en el certamen del Salon des Réalités Nouvelles cuando la presentó.

    “Una obra empieza con dos colores”, cuenta Moquay que le contestaron a Klein, con gran revuelo en la época. Pero él no retrocedió en sus ideas.

    Su particular forma de representar el cuerpo humano en las “Antropometrías” ocupa otra sección destacada. El artista había viajado a Japón, había alcanzado el nivel de cuarto Dan en judo, y, por ello, el cuerpo tiene un papel fundamental en su producción artística, no solo como modelo sino como herramienta.

    También hay algo de la concepción oriental del mundo en la forma en la que las obras invitan a sentarse delante de ellas, a veces incluso con un banco enfrente, como si fuera un jardín zen.

    En las “Cosmogonías” es la naturaleza la que se convierte en herramienta. Las llamas fueron el pincel en las “Pinturas de fuego” y el aire que soplaba en 1961 fue su coautor cuando ató lo que sería “El viento del viaje” sobre un coche de dos caballos.

    Pero para Moquay, la parte más importante de la carrera de Klein es la que no se puede ver, aunque en la muestra aparezca en forma de fotografías y documentos que dan testimonio de que el francés hizo cruzada por un arte “inmaterial”.

    El francés vendió a cambio de oro sus “Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial” (Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle), un vacío, una nada, que se intercambiaba mediante una transacción convertida en performance.

    Las compraron coleccionistas como el guionista Michael Blankfort, que se reunió con Klein a orillas del Sena. Ante un testigo, el artista le dio un recibo para quemar y el comprador entregó varios lingotes, de los cuales la mitad fueron a parar al río porque el arte es la tierra y algo debe volver a la tierra.

    “Cuando tú has vivido algo así tienes la experiencia para siempre. Es algo que no puedes venderlo (…) Yo pienso que el valor espiritual es mucho más importante”, argumentó Moquay.

    “El arte quizá lo que te da es otra cosa, algo que te rellena. Lo que decía Yves Klein para mí es una cosa lógica”, continuó el especialista, quien, no obstante, reconoció que es difícil “convencer a la gente” de que él era “sincero” cuando decía que no hacía las cosas por dinero.

    Mientras, a su lado, su esposa, la artista alemana Rotraut Klein Moquay grababa su disertación en el Proa con el móvil. Tiene 87 años y su afán por registrarlo todo es el mismo que le llevó a conservar todo lo que produjo su otro marido, el propio Yves Klein.

    Aún hoy, los dos cuentan que siguen sorprendiéndose cuando el hallazgo de un papel con su letra o el descubrimiento de un detalle que había pasado inadvertido en un cuadro revela una nueva forma en la que Klein desafió sus límites, borrando cada frontera imaginada alguna vez para el arte.

    EFE.



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  • Título: Obra de Yves Klein visitará el MUAC
    Autor: Redacción y EFE
    Fecha: 19/03/2017
    Ver nota completa
    Ver nota original (El Universal, Cultura, México)

    La exhibición visita por estos días Buenos Aires y llegará a México en agosto

    Atravesadas por la fillosofía asiática y por la concepción del arte como algo inmaterial, las obras de Yves Klein (1928-1976), el francés que pintó con el fuego y la lluvia y diseñó su propio azul, se muestran por primera vez en forma de retrospectiva en Suramérica en una muestra que visitará México a partir del próximo 26 de agosto y hasta enero de 2018, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).

    La exhibición visita por estos días Buenos Aires.

    Klein era cinta negra de judo e hijo de padres pintores, pero nunca pensó que acabaría dedicándose al arte. Escribió mucho y defendió que el mundo puede plasmarse con un solo color. Fue precursor del "happening" y murió muy joven, con 34 años.

    Lo mató su tercer infarto en dos meses pero antes, en solo siete años de trabajo, le había dado tiempo a completar las mil 500 obras que lo convirtieron en uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX.

    Su carrera es un universo de audacias y desafíos a las nociones preconcebidas tan difícil de condensar en unas pocas líneas como en unas pocas salas de museo. El de la Fundación Proa, ubicado en el barrio de La Boca de Buenos Aires, hace, sin embargo, un buen esfuerzo desde este n de semana con la primera muestra retrospectiva de este autor que visita Argentina.

    "Es el pibe de azul, teníamos que hacerlo en La Boca", bromeó durante la presentación de la muestra a la prensa Daniel Moquay, coordinador de los Archivos Yves Klein y curador de la exposición, en referencia a los colores del club de fútbol Boca Juniors y al característico tono que tiñe muchas de las obras del artista francés.

    El International Klein Blue (IKB) contrasta con las paredes blancas del Proa en obras como el Relieve planetario azul de 1961, las esculturas de esponja o el Biombo de cinco paneles (1957), traídas desde París para quedarse en Buenos Aires hasta julio.

    La retrospectiva parte de sus obras monocromas más tempranas, como el rectángulo butano de "Expresión del universo de color naranja plomo" (1955), rechazada en Francia en el certamen del Salon des Réalités Nouvelles cuando la presentó.

     

    Su particular forma de representar el cuerpo humano en las "Antropometrías" ocupa otra sección destacada. El artista había viajado a Japón, había alcanzado el nivel de cuarto Dan en judo, y, por ello, el cuerpo tiene un papel fundamental en su producción artística, no solo como modelo sino como herramienta.

    También hay algo de la concepción oriental del mundo en la forma en la que las obras invitan a sentarse delante de ellas, a veces incluso con un banco enfrente, como si fuera un jardín zen.

    En las "Cosmogonías" es la naturaleza la que se convierte en herramienta. Las llamas fueron el pincel en las "Pinturas de fuego" y el aire que soplaba en 1961 fue su coautor cuando ató lo que sería "El viento del viaje" sobre un coche de dos caballos.

    Pero para Moquay, la parte más importante de la carrera de Klein es la que no se puede ver, aunque en la muestra aparezca en forma de fotografías y documentos que dan testimonio de que el francés hizo cruzada por un arte "inmaterial".

    El francés vendió a cambio de oro sus "Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial" (Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle), un vacío, una nada, que se intercambiaba mediante una transacción convertida en performance.

    Las compraron coleccionistas como el guionista Michael Blankfort, que se reunió con Klein a orillas del Sena. Ante un testigo, el artista le dio un recibo para quemar y el comprador entregó varios lingotes, de los cuales la mitad fueron a parar al río porque el arte es la tierra y algo debe volver a la tierra.

    "Cuando tú has vivido algo así tienes la experiencia para siempre. Es algo que no puedes venderlo (...) Yo pienso que el valor espiritual es mucho más importante", argumentó Moquay.

    "El arte quizá lo que te da es otra cosa, algo que te rellena. Lo que decía Yves Klein para mí es una cosa lógica", continuó el especialista, quien, no obstante, reconoció que es difícil "convencer a la gente" de que él era "sincero" cuando decía que no hacía las cosas por dinero.

    Mientras, a su lado, su esposa, la artista alemana Rotraut Klein Moquay grababa su disertación en el Proa con el móvil. Tiene 87 años y su afán por registrarlo todo es el mismo que le llevó a conservar todo lo que produjo su otro marido, el propio Yves Klein.

    Aún hoy, los dos cuentan que siguen sorprendiéndose cuando el hallazgo de un papel con su letra o el descubrimiento de un detalle que había pasado inadvertido en un cuadro revela una nueva forma en la que Klein desa ó sus límites, borrando cada frontera imaginada alguna vez para el arte.



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  • Título: Ives Klein: azul profundo, sagrado y maldito
    Autor: Mercedes Pérez Bergliaffa
    Fecha: 18/03/2017
    Ver nota completa
    Ver nota original (CLARIN, Cultura)

    Buscó hacer arte inmaterial: vendió aire por oro, que tiró al río. Y creó un color especial, que tal vez lo haya matado.
     

    Mañana inaugura una muestra esperada: Yves Klein. Retrospectiva. Será en la Fundación Proa durante la tarde: 180 trabajos y documentos acerca del famoso artista francés que dejó un impacto en la historia del arte a mediados del siglo XX. Se lo considera uno de los grandes referentes del arte monocromo, es decir, del arte realizado con un solo color. Y él mismo se consideraba así: a veces firmaba sus cuadros como “Yves, le monochrome” (“Yves, el monocromático”).

    Pero a este artista se lo reconoce especialmente por la utilización de un pigmento: el “azul Klein” (“International Klein Blue, IKB), color que registró como propio. Cuando visiten la exposición van a comprobarlo: este azul tiene un peso, una materia, un volumen y densidad especiales. No es un pigmento común sino que posee características casi escultóricas: debido a su fuerte grado de impacto perceptivo.

    En la muestra de Proa este “efecto del azul Klein” ocurre muchas veces, especialmente con la instalación, Pigmento (obra original de 1957 pero reconstruida en 2017): una enorme plataforma o caja conteniendo kilos y más kilos sólo de pigmento azul. Es, literalmente, una montaña de azul. Sobre ella pende una bola también azul, que se balancea de vez en cuando. La imagen es fuerte y probablemente sea la única vez en la vida en que una tenga la posibilidad de ver acumulado en tal cantidad algo tan particular, rico y exquisito como es este pigmento Klein.

    Ya a esta altura podríamos mencionar otro tema que toca a las características de los colores en general y que habría que tener en mente al visitar esta exposición: el fuerte impacto emocional que los colores tienen sobre las personas, al igual que sus atributos como construcción histórica y cultural: el rojo significa una cosa en la Argentina y otra diferente en Beijing; el blanco se relaciona con la maldad en Asia del Este y con la pureza en la América moderna. Todo esto Klein lo vio y utilizó al máximo.

    Pero el artista trabajó a lo largo de su carrera contemplando otro tema que consideró fundamental: el de la inmaterialidad del arte. ¿Qué es esto? ¿Cómo podría un artista crear “inmaterialidad” a través de una obra? ¿Esto no es, en realidad, una contradicción…? Bueno: en 1958 Klein expuso y vendió “zonas pictóricas inmateriales y sensibles”, es decir, fragmentos de (a simple vista) la nada, el vacío: la inmaterialidad. Se trató de un trabajo conceptual (esto significa, un trabajo en donde las ideas son más importantes que la técnica o el resultado). Por eso a Klein también se lo asocia con el arte conceptual.

    Varias veces a lo largo de la muestra de Proa podrán contemplar trabajos que son, en realidad, documentos de acciones, performances, que constituyeron hace años otras obras de arte: ocurre con Zona de sensibilidad pictórica inmaterial (1959), una serie de fotografías que dan cuenta de una acción artística que Klein realizó con una chequera y un grupo de barritas de oro puro. En la obra original, Klein vendía un “espacio vacío” a los coleccionistas de arte, venta que quedaba “notificada” a través de un cheque (por eso está expuesta una chequera en la muestra). A cambio, los coleccionistas le daban a Klein una barrita de oro puro. Si el coleccionista lo quería, el trabajo se completaba cuando éste quemaba el cheque y Klein tiraba al río Sena las barras de oro. Eso fue lo que hizo. Las fotos de la acción pueden verse en Proa.

    El curador de la muestra, Daniel Moquay -quien también es director de los Archivos Klein en París, y está casado con la viuda de Klein, Rotraut Klein-Moquay-, sostiene que Klein fue probablemente el artista monocromo más importante de la historia en el área de Europa. Cuando comenzó a crear sus pinturas monocromas, comentó Moquay a Clarín, no se conocían en ese continente las obras de Kazimir Malevich –histórico artista ruso que quebró la historia con su Cuadrado negro sobre fondo blanco”- o de Aleksander Rodchenko; ante lo cual Klein fue, dice Moquay, el artista europeo que rompió con cierta parte de la tradición pictórica occidental, “algo que el resto de los artistas en Europa no se animaron a hacer en ese momento (los años 50); Klein abrió un camino”.

    Klein vivió tan sólo 34 años, falleció a causa de un ataque cardíaco provocado, se sospecha, por la toxicidad del aglutinante con el que mezclaba su famoso azul. Para saber de su vida, al entrar a Proa hay una línea de tiempo ilustrada con videos, objetos y foto. Allí puede observarse la infancia de Klein en Niza, al sur de Francia; páginas escritas de numerosos textos que creó; documentos sobre el judo, actividad que llegó a practicar de manera profesional. Otra informacióndentro de este primer núcleo de la muestra es su interés por las religiones y Órdenes: Klein se acercó, cuandotenía alrededor de 18 años a la Orden de los Rosacruces. Más tarde peregrinó varias veces al santuario de Santa Rita di Cascia en Italia: era la santa patrona de la ciudad en la que Klein había nacido.

    Profundamente interesado por las ideas místicas y por las nociones del infinito, lo indefinible, lo absoluto, el artista llevó esto a sus pinturas confesando: “Existe una sensibilidad pictórica más allá de nosotros mismos. La imaginación es el vehículo de esa sensibilidad. La forma se aparece, entonces, no como un valor lineal sino de impregnación”: de impregnaciones de azul. De un azul infinito, religioso, fascinante. Y maldito.



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  • Título: Yves Klein crea un oasis azul en Buenos Aires
    Autor: Mar Centenera
    Fecha: 18/03/2017
    Ver nota completa
    Ver nota original (El País)

    Argentina acoge la primera retrospectiva de este artista francés que cambió el yudo por una pintura hipnótica

    Yves Klein inventó un azul fulgurante, más intenso que la fusión del cielo y el mar. Con ese color hipnótico, que llegó a registrar, Klein creó cuadros monocromáticos, lo usó sobre modelos desnudas a las que estrelló contra lienzos y logró imprimir sobre él el efecto del viento y de la lluvia. Ese azul que le fascinó y lo convirtió en uno de los grandes artistas europeos de posguerra también lo envenenaba lentamente, por la elevada toxicidad de los adherentes de poliéster con los que mezclaba el pigmento original. Su temprana muerte -de un tercer infarto a los 34 años- interrumpió una muy breve pero prolífica producción artística, de más de 1.200 obras. La cuidada selección de 70 de ellas y un centenar de documentos personales de los Archivos Klein forman parte de la retrospectiva de Yves Klein (Niza, 1928-París,1962) que se inaugura este sábado en Fundación Proa, en Buenos Aires.

    Hijo único de dos artistas muy distintos, la reconocida pintora abstracta Marie Raymond (1908-1989) y Fred Klein (1898-1990), pintor figurativo, amante de los paisajes y los caballos, Klein rechazó en su adolescencia el arte y se decantó por el yudo. Pasó un año y medio en Japón, donde obtuvo el título de cinturón negro y 4º Dan, el máximo concedido entonces a los europeos. A su regreso a Francia no se lo reconocieron, así que se mudó a Madrid, donde se convirtió en entrenador del equipo nacional de yudo. La práctica de ese arte marcial, sumada a su espiritualidad, le guió más tarde en su búsqueda de la energía de lo que no se ve y de su exploración de un camino hacia lo absoluto.

    No siempre pintó en azul. En la muestra está su primer cuadro para una exposición, Expresión del universo de color naranja plomo, que fue rechazado en 1955 por el Salon de Réalités Nouvelles de París porque "un único color no era suficiente para construir una pintura". No dio su brazo a torcer, señala el comisario de la exposición y responsable de los Archivos Klein, Daniel Moquay: en su siguiente presentación pública mostró cuadros monocromo amarillos, rosas, rojos, verdes y azules. Pero ya en 1957 Klein se había enamorado de ese color ultramar saturado. Liberó 1.001 globos azules llenos de helio para celebrar la inauguración de su muestra Proposición Monocromo. Época Azul en la galería Iris Clert de París.

    En la retrospectiva en Buenos Aires, entre sus obras azules destaca la piscina de la planta baja, que invita a la contemplación pausada. "En Japón no hay que explicar nada, la obra de Klein se asemeja a un jardín zen", dice Moquay frente a un tríptico formado por tres obras monocromas. Klein explicitó su deseo de provocar un efecto narcotizante en el espectador cuando imagina en Dimanche, diario de un día la distribución de píldoras "que causan una agradable torpeza dinámica, en la que aparece un espacio inmenso, tanto interior como exterior, de color azul, azul monocromo uniforme [...] Es la beatitud de los paraísos artificiales en azul. Todo el mundo se relaja".

    Pinceles de carne y fuego

    El "pibe (niño) azul" -como lo define Moquay en un guiño al público porteño- empapó de ese color esponjas, rodillos, esculturas y el cuerpo de sus modelos, entre las que estaba la joven artista alemana Rotraut Uecker, que después se convirtió en su esposa. Esos "pinceles vivos" dejaron en algunas obras huellas estáticas; en otras, rastros de su movimiento. También pintó con fuego. El control de ese elemento -mediante un lanzallamas de gran potencia que pesaba 60 kilos- le permitió inmortalizar formas femeninas sobre cartones y tablas.

    Su corta carrera se caracterizó por la abundancia de gestos radicales y teatrales, que lo sitúan como precursor de la performance. Salto al vacío, su fotografía en blanco y negro de 1960, muestra a un Klein mago, capaz de desafiar las leyes de la gravedad y quedar suspendido en el aire tras haber saltado por la ventana. Ese mismo año, en la inauguración de la muestra Antropometrías de la Época Azul en París, Klein pintó ante el público presentes varios cuadros con tres modelos desnudas cubiertas por pintura azul. Mientras, nueve músicos tocaban su Sinfonía monótona-silencio, que consistía en una sola nota interpretada durante 20 minutos, seguida por otros 20 minutos de silencio. Moquay se entusiasma al recordar cómo la pieza musical de Klein fue interpretada unos meses atrás en la catedral de San Francisco y busca un lugar idóneo para repetir la experiencia en Buenos Aires.

    La búsqueda del artista por lo inmaterial culminó con la ceremonia realizada a orillas del Sena en 1959 y que bautizó como Zona de sensibilidad pictórica inmaterial (1959). Klein vendió un "espacio vacío" a un coleccionista de arte a cambio de lingotes de oro. El artista le entregó un recibo por la transacción, pero el comprador debía quemarlo y arrojar sus cenizas al río. Las fotos de esa acción, que Moquay considera "la obra más importante de Klein" pueden verse en la retrospectiva. "Mientras Warhol se centró en símbolos que encarnan la lógica de la sociedad de consumo estadounidense, Klein desató su arte inmaterial y espiritual", dice el comisario. El estado zen al que convoca la muestra convierte a Proa en un oasis azul en medio de la ruidosa y acelerada Buenos Aires.



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  • Título: Yves Klein, el artista que cambió pinceles por mujeres e inventó su propio azul
    Autor: Jessica Fabaro
    Fecha: 18/03/2017
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    Más de 70 obras desembarcan en PROA, incluyendo las producciones y registros de las performances más emblemáticas. Una muestra extraordinaria.

    ¿Cuán azul es el azul? Cuál de todos los azules, expresa la libertad del espíritu. A falta de una respuesta que colmara sus expectativas artísticas, Yves Klein inventó el International Klein Blue (IKB), “el azul Klein”. "Sentir el alma, sin explicaciones, sin palabras, y representar ese sentimiento, eso es lo que me ha llevado a la monocromía", afirmó Klein.

    Fue uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX, fundó el “arte inmaterial”; cambió el pincel por las “antropometrías”, donde usó cuerpos de mujeres para realizar sus trabajos; y dejó un sello que sigue firme hasta hoy.

    Por primera vez, sus obras llegan a Buenos Aires. La retrospectiva que se exhibe en PROA reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro, resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Al alcance de todos, está la primera pintura monocroma que presentó en el Salon des Réalités Nouvelles, en 1955. La obra fue rechazada por el jurado, pero Klein se negó a incluir otro color o sumar líneas, o un punto, como le pedían los expertos. "Expresión del universo de color naranja plomo", más conocido como “Yves el monocromo” es uno de los trabajos que llegaron a La Boca para rendir homenaje al artista del color puro.

    Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándoles un nuevo sentido de espiritualidad.

    "Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado. Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa ‘transparencia’, ese ‘vacío’ inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones. " Yves Klein.

    En La Boca desembarcaron además los registros de los happenings, del que fue precursor. Entre otros proyectos, se pueden ver sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío y la iluminación del Obelisco de la plaza Concorde.

    Provocador e innovador, el francés que murió joven hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas.

    Sus trabajos con modelos vivos, por ejemplo, buscaban registrar las energías cósmicas del cuerpo, rociando con pinturas los contornos de las modelos. Esas Antropometrías llaman a la reflexión sobre el tiempo y la presencia física en un plano material. "Klein tuvo la idea de hacer de la modelo, el pincel. La modelo es la actriz, y él la dirige", explicó Daniel Moquay, curador de la muestra.

    La audacia y la experimentación constante de Klein fueron una bisagra en la historia del arte y permitieron la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.

    Azul, rosa, dorado; y otros imperdibles

    La trilogía azul, rosa y dorado está formada por tres cuadros realizados entre 1959 y 1962. Es la obra contemplativa más importante de Klein. No representan nada. Invita a detenerse y apreciar estos tres colores, que para él significaban la pureza.

    Además, hay diferentes antropometrías: la estática, la dinámica y las que creó con fuego. En Antropometría azul dinámica, Klein usó además sus conocimientos de yudo.

    Para no dejar pasar: en una de sus pinturas de fuego, un cuadro de gran tamaño que está en el segundo piso del museo, aparecen dos modelos. Vale la pena quedarse un rato, observar y conectarse con la obra."Parece que los cuerpos están nadando. Me costó darme cuenta de que estaban ahí. Pero para Yves no era difícil. Tenía miles de ideas por segundo", reflexionó Moquay.

    El arte como experiencia inmaterial

    En la recorrida, Moquay rescató "Área de sensibilidad pictórica inmaterial" (Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle) como uno de los trabajos más importante en la vida de Klein. Sin embargo, la obra no está ahí. Justamente porque no existe en el orden de lo material. Sí se pueden ver las fotos que muestran la progresión de la acción.

    ¿En qué consistió? Se trataba de un intercambio de un espacio "en apariencia" vacío (la zona inmaterial) por una cantidad de oro. Todo estaba certificado con recibos que decían: "Recibidos x gramos de oro fino contra una zona de sensibilidad pictórica inmaterial". Se constataba lugar, fecha y firma, y un crítico de arte o director de museo oficiaba de testigo. Una vez realizadas las operaciones, el comprador podía optar entre dos posibilidades: o bien entregaba la cantidad de oro convenida y tomaba el recibo -resignando adquirir el auténtico “valor inmaterial” de la obra -, o bien realizaba un elaborado ritual que consistía en la incineración del recibo mientras Klein, como contraparte, tiraba al Sena la mitad del oro recibido. El oro viene de la tierra, y ahí volvía. Klein logró vender ocho de estas piezas entre 1959 y 1962.

    "Cuando has vivido una experiencia así, la tienes para siempre. Lo que el arte te da, va más allá de lo material", dijo el curador. Momentos así se pueden vivir en PROA, gracias a Klein, cuando uno se deja cautivar.



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  • Título: Retrospectiva de Yves Klein en Proa
    Autor: Redacción
    Fecha: 18/03/2017
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    Inauguró la retrospectiva de Yves Klein en Fundacion Proa.

    Nuestra opinión:

     

    Calidad de obras: ✪✪✪✪✩

    Cantidad de obras: ✪✪✪✩✩

    Ambientación y montaje de la muestra: ✪✪✩✩✩

    Información in situ: ✪✪✪✪✩

    Instalaciones y comodidades: ✪✪✪✩✩

    Ubicación y entorno geográfico: ✪✪✪✪✪

    Precio: ✪✪✪✪✩

    Horario: ✪✪✩✩✩

    Opinión General: ✪✪✩✩✩

    Abrió sus puertas la muestra anunciada como ” el plato fuerte de la temporada 2017″.  Un recorrido por algunas obras icónicas del artista.

    Nos ha quedado la sensación de que no se han esmerado mucho en el montaje de la misma. Se hace difícil visualizar las obras, ya que en su mayoría, están protegidas por acrílico o vidrio.  Demasiada luz y casi inexistente lugar para sentarse, y en algunas salas, demasiadas obras sin la disposición adecuada, sobre todo si tomamos en cuenta la conceptualidad de la obra de este artista.

    Si bien es una  gran oportunidad para quienes les interese ver o conocer la obra de Klein,  no coincidimos con que la misma sea considerada un ” plato fuerte “. Sin dudas, nos resulta un artista mas interesante que Yoko Ono o Jeff Koons ,  pero creemos que tratandose de artistas extranjeros,  podrían utilizar estos recursos para realizar muestras de Latinoamericanos como Tamayo, Lam, Matta, de Szyszlo o Guayasamín por nombrar algunos.  Esto ultimo, ya es una apreciación muy personal.

    Ubicación: Fundacion Proa

    Avenida Don Pedro de Mendoza 1929, C1169 Buenos Aires

    Horario: Martes a Domingos: 11 a 19 hs (Lunes cerrado)

    Bono Contribución: $50 general
    $30 Estudiantes /$20 Jubilados
    Menores de 12 años sin cargo

    Debajo podrán visualizar imágenes de la exposición y les dejamos el link de Proa para visualizar las obras:

    http://proa.org/esp/exhibicion-proa-yves-klein-retrospectiva-obras.php
     



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  • Título: Retrospectiva de Yves Klein, "el pibe azul", en Fundación Proa
    Autor: Mariana Kozodij
    Fecha: 17/03/2017
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    Por primera vez en el país se presenta un compendio de obras y documentos de Yves Klein que es considerado uno de los pioneros del arte contemporáneo y precursor del happening. Fundación Proa exhibe 76 obras y alrededor de 100 documentos que dan cuenta de la prolífica pero breve carrera del artista francés.

    Yves Klein nació en Niza en 1928 y falleció a la temprana edad de 34 años de un infarto. Su carrera artística de siete años fue meteórica no solo por la cantidad de obras, ebullición de ideas, polémicas, escritos o por pensar una "sensibilidad inmaterial" sino también por ser conocido como el hombre que creó un color: el International Klein Blue (IKB). 

    Y es que para recorrer la propuesta de Proa sobre Klein es necesario, como indica Moquay, sintonizar la filosofía zen que el artista tomó en su viaje a Japón a comienzos de la década del cincuenta. Las obras de la muestra pueden apreciarse en sus diversos paradigmas como estáticas, de batalla y dinámicas lo que permite un juego de contemplaciones distintas en conjunto y de forma aislada. 

    Si el visitante queda sumergido en la obra de piso donde el azul Klein, registrado por el artista en 1960, no dejará de sentirse atrapado al chocar con la colección de esponjas o al romper con el monocroma y recorrer las obras de fuego. Es que justamente la propuesta en la obra de Klein es ver qué es lo que pasa alrededor con los contextos, con el agua, con el viento o el incendio de las figuras que se esconden en los cuadros. 

     

    La muestra además cuenta con un espacio para escuchar a Klein en "Diálogo conmigo mismo" con la grabación original de 1961 que habilita a conocer más sobre las ideas del artista y su archivo personal que desde hace 25 años viene curando Moquay junto con la viuda de Klein, Rotruat. 

    "Es interesante comprender que los mejores defensores de la obra de Yves Klein son los propios artistas", asegura Moquay en diálogo con Adriana Rosenberg-, directora de Proa. Y esa defensa está centrada en la labor del autor de "El Salto en el vacío" no solo por la calidad de sus obras sino por su forma de pensar al arte hacia un lugar donde está sin estar; "lo inmaterial" como un velo eterno. 

     

    Azul inmortal 

    Klein estaba preocupado por ampliar los horizontes del arte y en el color tuvo una de las posibles respuestas. Mientras en 1956 vacacionaba en su Niza natal, el artista realizó diversos experimentos con un polvo de un pigmento ultramarino en crudo al que le agregó aglutinante polimérico para mantener su luminosidad; un azul que cuatro años más tarde logró patentar como International Klein Blue (IKB) y que trasladó a gran parte de sus obras siendo una firma personal de un lenguaje propio y receptivo. 

    Antes de su patentamiento, en 1957 Klein inauguró una exposición en Milán donde inició su "Revolución Azul" con el monocromático y que fue extiendo en diversos objetos como su colección de esponjas, globos y esculturas.  Incluso para sus "pinceles vivientes"; cuerpos que no dudaron en sumergirse en su pintura para crear trazos únicos sobre lienzos, cartones y papeles . 

     

    "El azul era para él el espacio cósmico donde soñó levitar libremente, física y espiritualmente", escribió su viuda Rotraut y agregó: "Verdaderas experiencias sensoriales, las obras de Yves Klein son atemporales, universales, más allá de dogmas y religiones". 

     

    Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del Siglo XX

    Con motivo de la primera retrospectiva del artista en Latinoamérica- que luego de su paso por Buenos Aires irá a México y Brasil- Fundación Proa y FLACSO Virtual presentan un curso para estudiar e investigar el contexto de un artista clave para comprender el arte del siglo XX. 



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  • Título: PROA presenta una retrospectiva de Yves Klein, el artista de la "sensibilidad inmaterial"
    Autor: Marcelo Parajó
    Fecha: 17/03/2017
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    Durante tres meses se exhibirán más de 70 obras del multifacético artista francés que dio nombre a un color.

    La primera retrospectiva del artista francés Yves Klein en nuestro país se presenta desde el sábado 18 de marzo en la Fundación PROA, conjuntamente con los Archivos Yves Klein y la Embajada de Francia en Argentina.

    Quien visite la muestra podrá apreciar obras de diferentes períodos de la corta carrera del artista -apenas 7 años de producción- que incluye las pinturas monocromáticas, las pinturas de fuego, las cosmogonías de lluvia y viento, las series de esculturas y las obras en oro, además de unos 100 documentos.

    Creador del concepto de "sensibilidad inmaterial", Klein ha buscado un nuevo sentido de espiritualidad en su obra, aportando a su producción las influencias de oriente aprehendidas durante su estadía de un año y medio en Japón.

    A la muestra en PROA se suma un intenso programa de extensión cultural que se desarrollará durante la exhibición y que incluye charlas, seminarios y un programa educativo.

    La muestra podrá visitarse hasta el 31 de julio en PROA, Av. Pedro de Mendoza 1929, en el barrio porteño de La Boca.



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  • Título: Llega la muestra de Yves Klein, el artista que reinventó el azul
    Autor: Diego Rojas
    Fecha: 16/03/2017
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    Polémico y radical, el artista francés, que murió a los 34 años en 1962, es considerado un precursor del arte contemporáneo
     

    A partir del sábado 18 de Marzo y hasta el 31 de Julio, por primera vez en la Argentina, se podrá visitar la obra de Yves Klein. Considerado un neodadaísta (el dadaísmo había precedido a los surrealistas antes de la Primera Guerra Mundial), Klein -nacido en 1928 en Niza, Francia, y fallecido 34 años después en París- se convirtió en uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX.

    Hasta hoy su obra sigue inspirando a nuevos artistas por su audacia y su visión revolucionaria del arte. Fundador del arte inmaterial, precursor de la música contemporánea y polémico pintor cuyo pincel eran los cuerpos de mujeres desnudas, Klein marcó los desarrollos del arte hasta nuestros días. En esta retrospectiva se podrán apreciar las obras más representativas del artista que contribuyó a crear el arte más actual.

    ¿Se puede realizar un cuadro sin líneas, sin contorno, sin formas, sin personajes? ¿Se puede realizar música sin melodía? ¿Se puede sentir una obra antes que ser comprendida, es decir, que la obra sea total y no atravesada por la intermediación de la línea o la figuración?

    Estas preguntas son respondidas afirmativamente al recorrer la trayectoria de Yves Klein. Hijo de un pintor figurativista y de una pintora abstracta, decidió condensar las corrientes en las que había desarrollado su propio aprendizaje artístico y superar la "problemática del arte", como él la llama en uno de sus escritos, para que la pintura deje de estar en función del ojo -de la mirada- para pasar a ser en función de la propia vida. Retomaba así, a principios de la década del cincuenta, los postulados de la vanguardia de fusionar arte y vida, pero aprovechando las enseñanzas que aquellos precursores habían ofrecido con sus propias obras y conceptos.

    Una de sus intervenciones más impactantes es la famosa serie de monocromos azul marino. Según Klein, con el monocromo -un solo color, "la misma tonalidad, valor, proporción y tamaño", según escribe- se accede a la "libertad total del espacio sensible". Con esta concepción del arte Klein llegó a la creación de un color propio, creado por él mismo, y que registró legalmente y que hasta el día de hoy sigue siendo utilizado por diseñadores de todo el mundo. Este color fue denominado "International Klein Blue" (IKB). La singularidad de este color no está en sus pigmentos sino en el aglutinante de resina sintética que permite mantener su intensidad cromática.

     

    Klein se declaraba "en contra de las líneas y de todas sus consecuencias": para él, el color era lo fundamental: lo dominante, la libertad, el camino a lo absoluto. Según sus palabras: "Las líneas encarnan nuestro estado mortal, nuestra vida emocional, nuestro poder de razonamiento e incluso nuestra espiritualidad. Son nuestra fronteras psicológicas, nuestra historia, nuestra educación y esqueleto, nuestros defectos y deseos, nuestros poderes y estratagemas. El color, por otra parte, es más natural y humano, inunda la sensibilidad cósmica. La sensibilidad pictórica, a diferencia de lo que la línea podría hacernos creer, no está llena de grietas y rincones ocultos. Es como la humedad en el aire; el color no es sino sensibilidad convertida en materia, materia en su estado primigenio".

    Klein introdujo ese mismo concepto en su intervención musical con la Sinfonía monótona, compuesta en 1947, cinco años de la composición de 4'33'' de John Cage, considerado uno de los fundadores de la música contemporánea y experimental (en ella, Cage se posaba frente al piano para, en tres movimientos, dejar fluir el silencio por cuatro minutos con treinta y tres segundos). Su Sinfonía monótona consiste en un sonido de veinte minutos de un solo acorde, seguido de veinte minutos de silencio. Esta sinfonía, decía Klein -que, como se ve, intentaba reflexionar sobre su obra a cada paso- "genera un sensación de vértigo, de aspiración de la sensibilidad fuera del tiempo. Esa sinfonía no existe y al mismo tiempo está ahí, salida de la fenomenología del tiempo, porque no nació ni murió nunca, después de existir, sin embargo, en el mundo de nuestras posibilidades de percepción conscientes: es el silencio… presencia audible". Martín Bauer, director del Teatro Argentino, pondrá una versión de la Sinfonía monótona durante la retrospectiva.

    Una de las acciones más polémicas de Klein son las que realizó con cuerpos de mujeres cubiertos de pintura. Yves Klein rechazaba el pincel por ser demasiado psicológico y por llevar al autor a encerrarse en sí mismo. Con la utilización de cuerpos vivos a modo de pincel el artista lograba una distancia entre él mismo y la obra. "La razón que a mí me empujaba a emplear modelos desnudos no es para nada evidente: era una forma de prevenir el peligro de enclaustrarme yo mismo en los lienzos, en las esferas demasiado espirituales de la creación".  Este tipo de obras denominadas "Antropometrías" se realizaban frente al público, con las modelos desnudas cubiertas en pintura y guiadas por Klein, que al realizar este tipo de acciones se convirtió en un precursor de los happenings que marcarían la loca década de los sesenta. Es lícito preguntarse si, en medio de la irrupción de las mujeres, estas "antropometrías" no podrían ser catalogadas como "cosificaciones" de los cuerpos femeninos y condenadas por el sentido común actual.

    Sin embargo, quizás su faceta más revolucionaria se encuentre en su concepto de "arte inmaterial". Se trata de la creación de un clima pictórico real sin la intermediación de la apariencia física transmitida por líneas, contornos o formas, es decir: invisible. En 1958 realizó una muestra "inmaterial" en la galería Iris Clert, de París: se trataba de un salón blanco vacío. El estado pictórico antes creado con los cuadros monocromos ahora se encontraba en el espacio de la galería vacía. Luego de esta exposición, se propuso instalar varios de estos espacios vacíos en distintos lugares de París. Para resaltar esa inmaterialidad, planteó, por ejemplo, iluminar el Obelisco de la plaza Concorde de tal modo que se tornara azul: así, el color, la cosa tangible, la materia prima quedaría en el exterior dando paso a lo inmaterial en la sala vacía. Klein pidió que se le pagara en oro para remarcar el contraste entre dos materiales puros tales como el oro y el vacío. Luego, tiró al río Sena el oro. En un un mundo artístico atravesado por el mercado, la transacción de ese mineral noble por el vacío mismo implica un gesto radical.
     

    "Tiene una gran actualidad, lo que hizo hace sesenta años sigue teniendo toda su potencia artística y por eso es considerado como un artista de artistas, para quienes sigue siendo una inspiración -dice a Infobae Daniel Moquay, coordinador del Yves Klein Archives y curador de la retrospectiva en Proa-. Si Andy Warhol es considerado como el introductor de la materialidad cotidiana al mundo del arte, el planteo de Klein sobre un arte inmaterial sigue conservando su radicalidad. Es a la vez un antecesor del arte performativo contemporáneo más actual. A la vez, tiene un planteo polifacético: su intervención con la Sinfonía monótona hace que se valorice aquello que queda muchas veces oculto: el silencio. En una reciente exposición en Estados Unidos, se tocó la Sinfonía monótona en una catedral. Los músicos y los cantantes que repetían solamente una nota por veinte minutos y veinte minutos de silencio hacían que fuera una experiencia religiosa".

    -¿Serían aceptadas hoy sus "antropometrías" en las que las mujeres eran los pinceles del artista?

    -Me han dicho que se puede pensar esas acciones como una cosificación de las mujeres. Sin embargo, cada vez que me dijeron esto yo planteé que Klein había realizado lo mismo con modelos masculinos e incluso él había sido un modelo-pincel. Entonces la obra de Klein con los cuerpos le brinda una nueva significación a los cuerpos, pero no en el sentido de su objetivación y cosificación, desnaturalizadora o machista, sino que le otorga formas novedosas de intervención a través del cuerpo mismo.

    Desde este sábado en en la Fundación Proa, que queda en pleno Caminito en La Boca (Pedro de Mendoza 1929), el público local podrá introducirse en esta experiencia de espacio total, de un arte independiente de sus medios, de libertad absoluta. Una obra que sigue influyendo al arte de este siglo XXI y que permite atravesar una experiencia artística radical.

    *Yves Klein. Retrospectiva. A partir del sábado 18 de marzo y hasta el 31 de julio. Fundación Proa, Pedro de Mendoza 1929. De martes a domingo, de 11 a 19. Admisión: hasta las 18. Lunes cerrado



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  • Título: Yves Klein. Retrospectiva
    Autor: Viviana Vallejos
    Fecha: 16/03/2017
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    «Al principio no hay nada, luego hay un profundo vacío y después de eso una profundidad azul», dijo Yves Klein (1928-1962), artista autodidacta, campeón de yudo, adicto a las anfetaminas e iniciado en las enseñanzas de la Orden de Rosacruz. El mismo que, sobre la arena de una playa de Niza, observó los colores del cielo y tuvo una revelación. La muestra exhibe el trabajo de este francés al que su preocupación por el color lo llevó a inventar uno que lleva su nombre: el «azul klein», tan peculiar por el aglutinante de resina sintética que le permite conservar el brillo y la intensidad. Allí están las pinturas monocromas pintadas con rodillos y las esculturas de esponjas del hipnótico pigmento; la serie Antropometrías, con la que perfeccionó la técnica de «pinceles vivos»: pintaba sobre los cuerpos de sus modelos que luego dejaban huellas sobre la tela. Y también el registro de Zona de sensibilidad pictórica inmaterial, una de sus acciones más insurrectas, de los 60, en la que vendió porciones del vacío –piezas inmateriales– a cambio de una paga en oro, para luego tirar todo el mineral recaudado al Sena: con esta obra problematizó las formas del intercambio capitalista y reflexionó sobre los valores arbitrarios del mercado del arte. Klein murió joven, a sus 34 años, pero sus creaciones siempre serán esa experiencia del color, la inmaterialidad y una lectura singular sobre la idea de vacío propia del pensamiento oriental.

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  • Título: YVES KLEIN RETROSPECTIV
    Autor: Redacción
    Fecha: 15/03/2017
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    La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés.
     

    FECHA: 1 DE MAYO AL 31 DE JULIO.

     

    LUGAR: FUNDACIÓN PROA

     

    DIRECCIÓN: AV. PEDRO DE MENDOZA 1929, CABA

     

    Conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris,  Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en nuestro país.

    Klein es uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, la iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en América latina nos muestra a un artista provocador e innovador, que constantemente hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.

    Más información: http://proa.org/esp/exhibicion-proa-yves-klein-retrospectiva-presentacion.php



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  • Título: Azul Klein: el plato fuerte de la temporada de arte
    Autor: Marina Oybin
    Fecha: 14/03/2017
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    Ver nota original (La Nación)

    Crear un color que uniera mar y cielo, sin dimensiones, y que, además, fuera tan deslumbrante que sensibilizara al espectador. Esa búsqueda guió a Yves Klein (Niza, 1928 - París, 1963), artista clave del siglo XX que realizó su prolífica y revolucionaria obra en tan sólo siete años.

    Así podrá comprobarse en la fabulosa retrospectiva que abrirá Proa este sábado, y que será, puede ya asegurarse, una de las principales muestras del año.

    Fue uno de los más importantes precursores de la performance; creó el famoso color International Klein Blue (IKB); llevó hasta las últimas consecuencias la concepción del arte inmaterial con obras con fuego, con lluvia y hasta con viento. Su famosa foto Salto al vacío, arrojándose desde la ventana de una casa en la que había vivido cuando era chico, un poderoso símbolo de conjura a la muerte, devino icónica.

    La primera exposición de Klein en América latina -que se pospuso un año y, con ello, aumentó más aún su natural expectativa- reúne setenta obras, entre las que se incluyen sus famosas monocromías, pinturas de fuego, cosmogonías y esculturas-esponja. Se exhiben también documentos, fotos y escritos del archivo del artista que demuestran su importancia como precursor del happening. En estas obras, utilizó modelos desnudas como "pinceles vivos" que al apoyarse sobre el lienzo dejaban rastros dinámicos de los movimientos del cuerpo o, en otros casos, huellas estáticas.

    En forma exclusiva, LA NACION accedió al montaje de esta muestra que incluye piezas históricas que son joyas. En el recorrido, el equipo de producción terminó de llenar con pigmentos azul IKB una piscina que ocupa parte de la sala dos en la planta baja y que es un singular espacio ceremonial que invita a la contemplación de ese color hipnótico. "Este ambiente evidencia la espiritualidad que buscaba Klein, el pintor del vacío", señala Daniel Moquay, curador de la muestra, apasionado director del Archivo Yves Klein en París, casado con Rotraut Klein, viuda del artista.

    Klein creó y patentó su inolvidable azul como IKB en 1960 para resguardar la composición química del color. No lo hizo con fines económicos. Para llegar a este tono fulgurante experimentó con el químico Edouard Adam hasta lograr que el espectador se sintiera "impregnado" por el color. Con su azul pintó lienzos, alfombras, globos terráqueos, hizo copias en yeso de obras emblemáticas y usó el color para sus performances en las que las modelos dejaban la impronta de sus cuerpos en la tela.

    Usó un fijador llamado rhodopas, con el que logró conservar intacto el tono azul fulgurante después de más de medio siglo. Cuando Klein hizo sus obras no se sabía que se trataba de un producto tóxico. "El fijador del IKB pudo haberle provocado la muerte, pero en ese tiempo nadie lo sabía. Rotraut, que también es artista y colaboraba con él, me contó que no usaban máscaras y que a veces el galpón donde trabajaban se llenaba de un humo extraño", dice Moquay. "Hoy ese producto sólo se usa con máscaras. Niki de Saint Phalle, la mujer del escultor y pintor Jean Tinguely, gran amigo de Yves Klein, también usaba esa sustancia, que terminó causándole la muerte." Klein murió muy joven, a los 34 años, tras su tercer ataque cardíaco.

    "Sentir el alma, sin explicaciones, sin palabras, y representar ese sentimiento, eso es lo que me ha llevado a la monocromía", afirmó Klein. Con sus pinturas monocromas, no apuntaba a un simple recurso estético, sino que buscaba que el color sensibilizara al espectador. Al principio hizo pinturas monocromas de distintos colores. Luego las pintó con su particular azul ultramar.

    No le resultó fácil mostrarlas: en Proa se exhibe la primera pintura monocroma que presentó en el Salon des Réalités Nouvelles en 1955 y fue rechazada: el jurado le aconsejó que incluyera un color más o sumara líneas o un punto. Klein no lo hizo. Consideraba que "el color puro representaba algo en sí mismo" y se negó a abandonarlo a tal punto que más tarde se hizo llamar Yves el Monocromo.

    En el desarrollo de su arte inmaterial, Klein hizo ceremonias en las que intercambió láminas de oro por un recibo que le entregaba al "comprador" y que éste debía quemar para desprenderse de lo material. Se quedaba con la mitad de las láminas de oro (que para él representaba la pureza) y la otra mitad la arrojaba al río Sena como forma de devolverla a la naturaleza. Con esta acción artística compartida, Klein quería generar una emoción mutua, que perdurase en la memoria.

    "Mientras Andy Warhol pintaba diseños de dólares, a Klein le interesaba conservar la impresión de un momento como se conserva la de un viaje. El inmaterial parece una broma, pero Klein guiaba a la gente por el camino de la sensibilidad: pensaba que hay posibilidades de ser rico teniendo poco", señala Moquay.

    Para contar con las medidas de seguridad adecuadas, hizo sus obras con fuego sobre lienzos en el Centro de Experimentación de la Sede del Gas de Francia. Realizó los trabajos con un lanzallamas de altísima potencia que pesaba 60 kilos mientras un bombero a su lado apagaba el fuego cuando se volvía peligroso. Además, pintó de blanco impoluto una galería y decidió pasar allí un tiempo hasta llenarla "con su presencia y su sensibilidad". Para capturar la impronta de la lluvia y del viento, colocó sobre el techo de su auto lienzos apenas pintados y viajó durante diez horas de París a Niza para materializar en las telas la memoria de un momento.

    A Klein lo fascinaba la idea de conservar la impresión de un instante efímero. Además de hacerlo con su arte inmaterial, contrató dos fotógrafos que lo seguían a todos lados para registrar sus acciones.

    Curiosidades del especialista y su objeto de estudio

    Cuando Daniel Moquay, actualmente el mayor especialista en la obra del francés, conoció a Rotraut Klein -viuda de Yves- no sabía quién era el artista. Con el tiempo, se interesó a tal punto en su obra que fue el primero en leer sus escritos.

    Klein escribió muchos textos en francés y en español. Reconocido yudoca cinturón negro, hizo su entrenamiento espiritual y físico en Tokio; en 1954 asumió como director de la Federación Española de Judo en Madrid. Escribió todos sus textos en francés y en español; y hasta un libro de yudo en español. Rotraut, nacida en Alemania, no leía fluidamente estos idiomas.

    Todo Klein para agendar

    Retrospectiva

    Desde el sábado hasta el 31 de julio, en Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929), de martes a domingos, de 11 a 19

    Un salto al vacío

    Proa y Flacso darán un curso sobre el artista

    Sinfonía monótona

    En abril se presentará un concierto basado en la mítica Sinfonía monótona, de Yves Klein, una pieza de una sola nota

    Danza butoh

    En mayo, Magy Ganiko ofrecerá una performance en las salas de Proa con eje en la sensibilidad inmaterial

    Más actividades

    Habrá un coloquio internacional (junio) y un desfile por La Boca (julio), con diseños de alumnos de Diseño de la UBA



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  • Título: LA REVOLUCIÓN AZUL
    Autor: Redacción
    Fecha: 14/03/2017
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    Murió a los 34 años. Pero antes, en tan solo siete años, realizó una gran producción que lo ha llevado a convertirse en unos de los artistas clave del pasado siglo y una figura importante del neodadaísmo, movimiento que surge en contraposición al expresionismo abstracto y del que el mayor exponente fue el estadounidense Robert Rauschenberg. Klein comenzó realizando pinturas monocromáticas, trabajos muy reconocidos del artista, en las que destacaban los colores rosa, dorado y azul: el primero hace referencia a los rosacruzes y el segundo a la unión entre lo material y lo espiritual; pero, si por algo destaca el francés, es por el uso del azul. “El azul es lo invisible haciéndose visible”, declaró el propio Klein. Un azul intenso que lo llevó a crear el International Klein Blue, IKB, pero que nunca patentó porque no deseaba obtener beneficio económico de ello. Además de sus pinturas monocromáticas con las que jugaba con los rodillos, esponjas y el azar a la hora de aplicar el color; Klein también realizó esculturas, antropometrías, cosmogonías, hizo trabajos inmateriales, con fuego, relieves, e incluso es considerado como uno de los precursores de la performance.

    Ahora, la obra de Yves Klein llega por primera vez a Argentina a modo de retrospectiva en Fundación Proa y que podrá verse desde el 18 de marzo al 31 de julio. La exposición, comisariada por Daniel Moquay, muestra 70 piezas del francés incluyendo algunas de las más emblemáticas como: sus primeras pinturas monocromáticas de 1955, monocromos azul ultramarino saturado, las pintura de fuego, las Cosmogonías de lluvia y viento, las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro. Sus Antropometrías realizadas públicamente, el famoso Salto al Vacío(fotografía en la que aparece Klein arrojándose desde la venta de una casa) o el proyecto de iluminación del Obelisco de la Plaza Concorde también integrarán la muestra junto a documentos, registros, escritos y archivos del artista que complementan la exhibición para una completa retrospectiva del autor que ayude al espectador a comprender su obra y su modo de trabajo. Parte importante del trabajo de Klein también es su concepción de que “la idea como obra de arte es más importante que la propia obra material”. Esto le llevó a experimentar con fuego, lluvia o viento. Utilizando soportes pintados al aire libre en el que los agentes atmosféricos eran fundamentales para el resultado final de la pieza.

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  • Título: Retrospectiva de Yves Klein en Proa
    Autor: Ramona
    Fecha: 13/03/2017
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    La exhibición cuenta con más de 70 obras, incluyendo las producciones más emblemáticas de Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB).

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro, entre otras – el resultado de una carrera fugaz pero prolífica, que combinó práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío y la iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    A través de sus obras, Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad a través del color puro.


    Inauguración sábado 18 de marzo de 2017 a las 17hs



    Fundación Proa
    Av. Pedro de Mendoza 1929 CABA

    @FundacionPROA



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  • Título: Fundación Proa - Yves Klein: A retrospective
    Autor: e - flux
    Fecha: 13/03/2017
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    Together with Yves Klein Archives and the support of the French Embassy in Argentina and Tenaris, Fundación Proa presents Yves Klein. A retrospective, the first retrospective in Latin America of Yves Klein (1928–62), one of the most influential figures of the post-war era, whose short but extraordinarily creative career continues to inspire new generations of artists worldwide.

    The exhibition brings together more than 70 works and approximately 100 archival documents that include his first monochromatic paintings of 1955; his famous works saturated in International Klein Blue; his fire paintings; planetary-reliefs; his rain and wind Cosmogonies; the Anthropometries; his series of Sponge-Sculptures; his works on gold; and his Leap into the Void, amongst others.

    Covering painting, sculpture, performance, theatre, music, film, and architecture, the French artist combined artistic practice with spirituality, the power of the force of nature and the exploration of a path to the absolute. He shifted the focus from the material object to a "immaterial sensibility," challenging the preexistent notions about art and infusing them with a new sense of spirituality through pure color. His works with "human paintbrushes," were naked women where covered in paint and directed to leave their imprints on paper, sought to register the cosmic energies of the body. These Anthropometries reflected upon time and physical presence in a material plane.

    This retrospective shows us an innovative and bold artist that constantly blurred the lines between art and life, painting and performance, objects and ideas. Rethinking his own age from an aesthetic and spiritual perspective, he acted as a bridge for future artistic movements such as pop, conceptual, installation, and performance art.



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  • Título: Yves Klein. Retrospectiva
    Autor: WIPE
    Fecha: 13/03/2017
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    CUANDO
    Todos los Domingos, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábados 11:00 hs. Hasta el 31 de JULIODONDE
    Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, CABA

    Yves Klein. Retrospectiva

    Curadores: Daniel Moquay, Yves Klein Archives.

    La exhibición, de carácter retrospectivo, presenta las obras más emblemáticas de Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX, por primera vez en Argentina. El artista, de trayectoria audaz e infinita, continúa inspirando a las nuevas generaciones de artistas, a nivel internacional. 

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las  pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.



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  • Título: Retrospectiva Yves Klein en la Fundación Proa
    Autor: Institut Francais Argentine
    Fecha: 13/03/2017
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    Ver nota original (Institut Francais Argentine)

    La exhibición presenta, por primera vez en Argentina, las obras más emblemáticas del artista francés Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX. La muestra reúne más de 70 obras provenientes de los archivos Yves Klein de París y de colecciones privadas. Presenta sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista. Habrá un coloquio internacional en eco a esta muestra.


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  • Título: Ya inaugura Yves Klein en PROA
    Autor: Leedor.com
    Fecha: 13/03/2017
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    Ver nota original (Leedor.com)

    Los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris,  presentan la primera retrospectiva del artista francés en nuestro país. 

    Así, llegarán a Argentina as obras más emblemáticas de Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue, IKB. El artista, de trayectoria audaz e infinita, es muy reconocido por las nuevas generaciones de artistas, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    La muestra podrá visitarse del sábado 18 de marzo al 31 de julio de 2017.



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  • Título: Yves Klein y otros maestros del color
    Autor: Julio Sanchez
    Fecha: 12/03/2017
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    Ver nota original (La Nación)

    No exige habilidad técnica; no hay composición ni anécdota. El color se aplica con pincel, rodillo, aerosol o aerógrafo, y se elimina cualquier rasgo que identifique a su autor. A ojos del profano, parece una tomadura de pelo. Pero la pintura de un único color tiene una profunda base conceptual y simbólica explorada por varios artistas.

    El monocromo floreció en la Europa de posguerra de la mano de Yves Klein -cuya primera retrospectiva en América Latina se presenta en Fundación Proa el sábado próximo-, Lucio Fontana y Piero Manzoni, entre otros. Aunque ya Kasimir Malevich y Alexandr Ródchenko lo habían explorado como una forma de llegar al grado cero de la pintura (como en el Cuadrado blanco sobre fondo blanco de Malevich, al que Fundación Proa también dedicó una muestra el año pasado).
     

    La generación europea de 1950 exigía postulados filosóficos, mientras que los minimalistas estadounidenses de los años 60 hicieron suyas las palabras de Frank Stella: "Lo que ves es lo que ves". Una definición tautológica que eludía cualquier tipo de referencias simbólicas o realistas.

    Para Plotino -filósofo griego neoplatónico (205-270)-, el universo es indiferenciado y Uno en esencia; sólo en apariencia es Múltiple y está gobernado por la diferencia. En la pintura europea, la cuestión de lo Uno y lo Múltiple reside en la relación figura-fondo; el fondo representa el campo potencial del ser, de donde pueden emerger diferentes figuras así como también disolverse. Al retratar sólo el fondo, la pintura monocromo estatuye la supremacía de lo Uno. 

    Dentro del campo de la abstracción hay pocos argentinos que sigan esta tradición. En 2010, María José Herrera reunió monocromos de Horacio Zabala, Eduardo Costa y Marcelo Boullosa. Costa acumulaba capas de pintura hasta lograr un volumen con formas geométricas, Zabala interpela el color desde una base más lingüística y conceptual, mientras Boullosa plantea "una mínima variación tonal y lumínica".

    El monocromo pasa a la tercera dimensión en escultores como Ana Lizaso o Eric Franco. Ambos trabajan metal pintado y formas geométricas; las de ella, más complejas; las de él, basadas en la tríada de módulos. Entre los más jóvenes, Agustina Quiles (La Plata, 1985) activó el debate sobre la abstracción monocroma con sus papeles de seda, muy livianos, tanto que sufren desgarros y roturas.

    Wabi Sabi es un concepto estético de Japón que apunta a la belleza de lo imperfecto, incompleto e impermanente como sucede en las piedras enmohecidas, las rajaduras de la porcelana, el óxido de los metales y el paso del tiempo sobre las cosas. Sin proponérselo (o quizá a conciencia) Quiles actualiza este concepto.

    A continuación, algunos de los ejemplos más destacados.

    Yves Klein

    Francia, 1928-1962

    El color del infinito

    Cuando había conseguido logros como campeón de judo, en 1948, Yves Klein pintó sus primeros monocromos en Niza, influenciado por el budismo zen (que conoció de primera mano en Japón) y el esoterismo occidental (formó parte del capítulo Rosacruz).

     

    Klein comenzó a concentrarse en el azul como el color del infinito. Mientras descansaba en una playa, miró el cielo radiante y tuvo una especie de epifanía que llamó "viaje realista e imaginario". En 1955 creó -junto con el químico Edouard Adam- un pigmento azul con propiedades especiales de densidad y luminosidad que llamó IKB (International Klein Blue). Y pintó monocromos con los bordes ligeramente redondeados, que se colgaban distanciados de la pared como si flotaran en el espacio.

    Once de ellos fueron expuestos en enero de 1957 en la galería Apollinaire de Milán. Todos tenían el mismo tamaño y estaban pintados del mismo color azul, aunque tenían precios distintos, pues cada uno generaba diferentes espacios de sensibilidad pictórica, según el autor.

    El mismo año, en la galería parisina de Iris Clert, Klein celebró el inicio de la Época Azul soltando 1001 globos de ese color con la primera representación pública de la Sinfonía monótona. Estaba compuesta por una sola nota, como si fuera la traducción musical del monocromo.

    Lucio Fontana

    Ítalo-argentino, 1899-1968

    Una nueva dimensión

    Aproximadamente entre 1958 y 1969, Fontana creó una serie de telas monocromas tajeadas. En 1965 escribió: "Como pintor, trabajo en mis telas perforadas y no quiero hacer pintura, quiero franquear el espacio, crear una nueva dimensión para el arte, unir estrechamente el cosmos como si se expandiera infinitamente más allá del plano limitante del cuadro".

    El tajo que Fontana practicaba en sus telas no era un gesto destructivo sino un canal o puente entre el espacio finito de la tela y el espacio infinito más allá de ella. Gran parte de su obra consiste en monocromos que fueron tajeados (Tagli) o perforados (Buchi).

    En la Fundación Klemm de Buenos se conserva Pasa un jet, que quiere partir hacia el infinito (1962, bastidor gris con tres tajos), y en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid, Venecia era toda de oro (1961), un óleo luminoso y dorado logrado con materia espesa, aplicada en círculos y con el característico tajo en el medio.

    Anish Kapoor

    Bombay, 1954

    El abismo primordial

    "Soy un artista abstracto y gracias a la abstracción he llegado al origen de las cosas", afirma Kapoor. El color le permite investigar tres cuestiones centrales en su obra: la búsqueda del origen, la presencia y no presencia del objeto (que está y no está) y la autogeneración o autocreación.

    Sus primeras esculturas cubiertas de pigmento tenían el nombre genérico de 1000 nombres, que se entronca directamente con la tradición de los mil nombres de Ganesha, los mil de Shiva y los mil de Vishnú, y su correlato monoteísta en Occidente: los 72 nombres de Dios de la Cábala hebrea o los 99 nombres de Alá en el islam.

    De todos los colores, el rojo es su preferido, porque "es el color de lo físico, de la tierra, de lo corpóreo, del nacimiento, de la sangre y también de la violencia". Con el rojo creó sus obras más monumentales, como Tarantara (1999), Mi patria roja (2003), Marsyas (2003) y Leviatán (2011).

    En los últimos años ha utilizado el vantablack, la sustancia más oscura que existe, hecha a partir de nanotubos de carbono que absorben el 99.96% de la radiación de luz visible. Kapoor lo define de forma más poética: "Más negro que el ala de un cuervo en la noche". Y lo usa para evocar el abismo primordial, antes de la existencia de todo ser visible o invisible.



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  • Título: Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en Argentina
    Autor: Carlos Martínez
    Fecha: 12/03/2017
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    Conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris, Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en este país

    La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, la iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    A través de sus obras, Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad a través del color puro: "Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (...) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa "transparencia", ese "vacío" inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones" (Yves Klein)

    El grado en que Yves Klein empujó su experimentación con ideas y materiales es impactante para un tiempo en que las prácticas conceptuales no eran tan comunes. Sus trabajos con modelos vivos intentan registrar las energías cósmicas del cuerpo, rociando con pinturas los contornos de las modelos. Estas Antropometrías reflexionan sobre el tiempo y la presencia física en un plano material.

    Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en América latina nos muestra a un artista provocador e innovador, que constantemente hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.

    La muestra de Yves Klein se acompaña de un intenso programa de extensión cultural que se desarrollará durante la exhibición. Incluye charlas y seminarios y un programa educativo especialmente diseñado para comprender la relevancia del artista francés y para disfrutar en familia los aspectos más interesantes de la muestra. Junto con la exhibición se publicará un catálogo ilustrado que incluye imágenes a todo color de los  principales trabajos de Klein y una extensa documentación sobre su trabajo pensada para estudiantes y especialistas.

    Sumado a esto, los programas educativos paralelos ProaTv y ProaRadio y la Audioguía online para acercarse más en profundidad a las obras desde cualquier dispositivo móvil.  Proa ofrece, en su conjunto, la posibilidad de apreciar desde distintas perspectivas el trabajo de uno de los artistas más innovadores de la escena artística del siglo XX.

     

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  • Título: Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en nuestro país
    Autor: Marta Gravinese
    Fecha: 10/03/2017
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    Ver nota original (MALALAMAGNA)

    Conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris Del Sábado 18 de marzo al 31 de julio de 2017 .

    La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. 

    Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, la iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    A través de sus obras, Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad a través del color puro: "Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (...) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa "transparencia", ese "vacío" inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones"  (Yves Klein)

    El grado en que Yves Klein empujó su experimentación con ideas y materiales es impactante para un tiempo en que las prácticas conceptuales no eran tan comunes. Sus trabajos con modelos vivos intentan registrar las energías cósmicas del cuerpo, rociando con pinturas los contornos de las modelos. Estas Antropometrías reflexionan sobre el tiempo y la presencia física en un plano material.

    Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en América latina nos muestra a un artista provocador e innovador, que constantemente hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.

    La muestra de Yves Klein se acompaña de un intenso programa de extensión cultural que se desarrollará durante la exhibición. Incluye charlas y seminarios y un programa educativo especialmente diseñado para comprender la relevancia del artista francés y para disfrutar en familia los aspectos más interesantes de la muestra. Junto con la exhibición se publicará un catálogo ilustrado que incluye imágenes a todo color de los  principales trabajos de Klein, incluyendo sus Antropometrías, Cosmogonías, pinturas de fuego, relieves planetarios y monocromos azules, así como sus relieves corporales y esponjosos, arquitectura aérea y trabajos inmateriales, incluyendo además una extensa documentación sobre su trabajo pensada para estudiantes y especialistas. 

    Sumado a esto, los programas educativos paralelos ProaTv y ProaRadio y la Audioguía online para acercarse más en profundidad a las obras desde cualquier dispositivo móvil.  Proa ofrece, en su conjunto, la posibilidad de apreciar desde distintas perspectivas el trabajo de uno de los artistas más innovadores de la escena artística del siglo XX.

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  • Título: El artista que inventó un azul propio para llenar el vacío
    Autor: Mercedes Pérez Bergliaffa
    Fecha: 09/03/2017
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    Ver nota original (CLARIN, Cultura)

    Fanático del judo, amante de la espiritualidad y exótico pintor monocromo (siempre pintaba con un solo color), al famoso artista francés Yves Klein se lo reconoce especialmente por crear parte de su obra con un color específico: el azul. Klein realizó cantidades de trabajos monocromáticos solamente con azul. Hasta se bautizó un color, el “azul Klein”, en su honor. Un color que podríamos sospechar signó su vida: el mismo azul que lo fascinó como para crear obras estrellando modelos desnudas pintadas de azul contra las telas de los bastidores (las modelos serían algo así como “pinceles vivientes, desnudos”), un azul que más tarde lo llevaría a marcar la historia del arte, también fue la causa de su muerte: Klein murió por envenenamiento gracias a la composición química y venenosa de ese color, el “azul Klein”.

    Desde el sábado de la semana próxima, en la Fundación PROA podrá verse, por primera vez en la Argentina, un gran conjunto de sus obras con el título Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del siglo XX. Son más de 70 obras y 100 documentos personales que proceden del Archivo Klein, en París. Es una muestra de carácter retrospectivo; más pequeña que la realizada en el Centro Pompidou de París en 2006, pero muy significativa. Aquí en la Argentina, la única institución que conserva trabajos de este artista singular es la Fundación Klemm. El fallecido Federico Klemm había comprado, en su momento, una obra maravillosa pintada con el famoso y profundo azul.

    Incluyendo sus primeras pinturas monocromáticas, las pinturas de fuego (Klein utilizaba lanzallamas y modelos para “pintarlas”, e inmediatamente tenían que acudir los bomberos a ayudar en su “finalización”); la serie de las Cosmogonías; las Esculturas Esponjas y los trabajos en oro, entre otros, podría decirse que la exposición de Proa brindará un panorama exhaustivo sobre este personaje original, heredero del neodadaísmo, artista conceptual y de acción antes que pintor, figura influyente para los artistas de la performance y del arte minimalista de la mitad del siglo XX. El curador de la muestra, Daniel Moquay –responsable de los Archivos Klein en París- habló con Clarín sobre la exposición que se inaugurará en PROA. Moquay, además, está casado con la viuda de Klein, Rotraut Klein-Moquay.

    Klein se preguntaba: “¿No será el artista del futuro (por ejemplo, el de los años 2000) quien exprese a través de un eterno silencio una pintura inmensa que no tenga dimensiones? Es necesario crear y recrear una fluidez física constante en orden a recibir la gracia que permita una creatividad positiva del vacío”. Klein se hacía, entonces, preguntas conceptuales, espirituales, sobre la propia acción, significado y objetivos de pintar: realizaba una pintura de acción con trasfondos reflexivos, en las que tanto lo que pintaba como el acto de pintar tenían la misma importancia.

    -¿Existió una “revolución azul”, a partir de Klein y de su “azul Klein”?

    -No lo sé. Sí puedo decirte que la carrera de Klein duró solamente siete años. Fue super corta. Comenzó verdaderamente en 1955. Y la primera cosa que creó Klein fueron los monocromos: pinturas monocromáticas en azul, todas del mismo tamaño, que él quería vender a distintos precios a pesar de ser todas similares. Ante esto, la gente decía: “¿Pero qué es ésto? ¿Es un chiste? ¿Es un juego? ¡Si son todas las mismas pinturas! Por supuesto que ninguna era igual: tenían su personalidad.

    Fanático del judo, amante de la espiritualidad y exótico pintor monocromo (siempre pintaba con un solo color), al famoso artista francés Yves Klein se lo reconoce especialmente por crear parte de su obra con un color específico: el azul. Klein realizó cantidades de trabajos monocromáticos solamente con azul. Hasta se bautizó un color, el “azul Klein”, en su honor. Un color que podríamos sospechar signó su vida: el mismo azul que lo fascinó como para crear obras estrellando modelos desnudas pintadas de azul contra las telas de los bastidores (las modelos serían algo así como “pinceles vivientes, desnudos”), un azul que más tarde lo llevaría a marcar la historia del arte, también fue la causa de su muerte: Klein murió por envenenamiento gracias a la composición química y venenosa de ese color, el “azul Klein”.

    Desde el sábado de la semana próxima, en la Fundación PROA podrá verse, por primera vez en la Argentina, un gran conjunto de sus obras con el título Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del siglo XX. Son más de 70 obras y 100 documentos personales que proceden del Archivo Klein, en París. Es una muestra de carácter retrospectivo; más pequeña que la realizada en el Centro Pompidou de París en 2006, pero muy significativa. Aquí en la Argentina, la única institución que conserva trabajos de este artista singular es la Fundación Klemm. El fallecido Federico Klemm había comprado, en su momento, una obra maravillosa pintada con el famoso y profundo azul.

    Incluyendo sus primeras pinturas monocromáticas, las pinturas de fuego (Klein utilizaba lanzallamas y modelos para “pintarlas”, e inmediatamente tenían que acudir los bomberos a ayudar en su “finalización”); la serie de las Cosmogonías; las Esculturas Esponjas y los trabajos en oro, entre otros, podría decirse que la exposición de Proa brindará un panorama exhaustivo sobre este personaje original, heredero del neodadaísmo, artista conceptual y de acción antes que pintor, figura influyente para los artistas de la performance y del arte minimalista de la mitad del siglo XX. El curador de la muestra, Daniel Moquay –responsable de los Archivos Klein en París- habló con Clarín sobre la exposición que se inaugurará en PROA. Moquay, además, está casado con la viuda de Klein, Rotraut Klein-Moquay.

    Klein se preguntaba: “¿No será el artista del futuro (por ejemplo, el de los años 2000) quien exprese a través de un eterno silencio una pintura inmensa que no tenga dimensiones? Es necesario crear y recrear una fluidez física constante en orden a recibir la gracia que permita una creatividad positiva del vacío”. Klein se hacía, entonces, preguntas conceptuales, espirituales, sobre la propia acción, significado y objetivos de pintar: realizaba una pintura de acción con trasfondos reflexivos, en las que tanto lo que pintaba como el acto de pintar tenían la misma importancia.

    -¿Existió una “revolución azul”, a partir de Klein y de su “azul Klein”?

    -No lo sé. Sí puedo decirte que la carrera de Klein duró solamente siete años. Fue super corta. Comenzó verdaderamente en 1955. Y la primera cosa que creó Klein fueron los monocromos: pinturas monocromáticas en azul, todas del mismo tamaño, que él quería vender a distintos precios a pesar de ser todas similares. Ante esto, la gente decía: “¿Pero qué es ésto? ¿Es un chiste? ¿Es un juego? ¡Si son todas las mismas pinturas! Por supuesto que ninguna era igual: tenían su personalidad.

    Antropometría, Yves Klein, 1960.

    -¿Cuál fue la importancia de esta obra monocromática de Klein, a nivel histórico y conceptual?

    -Probablemente el trabajo de Klein ha significado una especie de liberación para otros artistas, quienes se sintieron aliviados al ver que existía un hombre que tenía el coraje de hacer una pintura monocroma y nada más. Para la fecha en que Klein hacía esto (fines de los años ‘50) tomar estas decisiones artísticas respecto de la obra era un poco difícil. También creo que no se trata del color. En Klein se trata del vacío.

    -Hubo otros artistas que crearon obras monocromáticas con anterioridad. ¿Por qué piensa que Klein fue tan fundamental?

    -En los años de las dos guerras mundiales, y aun en los años ‘20, nadie conocía a Kazimir Malevich, por ejemplo, porque su obra estaba en Rusia y era regulada. No era como ahora, que los artistas viajan seguido, que todo se conoce rápido... Por eso cuando Klein hizo su exposición de monocromos en 1957 el éxito fue total. El artista italiano Piero Manzoni, por ejemplo, no hacía pinturas monocromáticas antes de haber visto las de Klein. Por lo tanto, si no hubiera existido Klein, Manzoni -un artista importante- tampoco hubiera existido.

    -¿Cuál fue el impacto de las pinturas azules de Klein cuando las creó en los años ‘50?

    -En enero del ‘57, Klein hizo una muestra en Milán, después otras dos en París. Después otra en Alemania, y luego otra más en Londres. Te puedo asegurar que en aquel tiempo no había otro artista que hiciera exposiciones así, tan seguidas, y en varios países. En este caso fue un fenómeno. ¿Y para qué? ¡Sólo para enseñar monocromos!

    -¿Por qué tenían tanto éxito esta pinturas azules? ¿A qué se debía?

    -No tengo la menor idea. Pero sí puedo decir que han tenido un éxito terrible, enorme, no ya sobre los coleccionistas, pero sobre todo en otros artistas. Sin Klein no existiría el Grupo Zero, por ejemplo, que se hizo alrededor de Klein. Son los artistas, quienes hicieron a Klein. Ni los coleccionistas ni los museos lo hicieron.

    -¿Qué fue lo más importante en su producción?

    -Seguramente ha sido el concepto de lo inmaterial. Klein primero trabajó en torno al concepto de monocromo, luego el del vacío. Y esto es simple, doy un ejemplo: el pintor vivió unos días dentro del interior de la galería en donde exponía, para pintar y dar vuelta por ahí. En este caso pintó todo de blanco. Consideraba que el lugar se llenaba de su emoción, de su espíritu. Cuando pensó que el espacio ya le pertenecía, justo al cumplir 30 años, dijo: “Ahora podemos abrir las puertas y dejar entrar al público”. Por supuesto, el público se mostró sorprendido y desconcertado. Pero si existe un artista que sólo pinta cuadros monocromos, ¿por qué no puede pintar todo el lugar de blanco?, se dijeron. La pintura también tiene una sensibilidad propia.

     

    El color que le dio sentido y le quitó la vida

    Yves Klein vivió sólo 34 años: la leyenda cuenta que murió envenenado por el “azul Klein” (International Klein Blue, lo patentó en 1960), un pigmento especial, opaco, con un cuerpo diferente al de otras pinturas; con una materialidad y espesor singulares. Aunque la causa específica de su muerte fue un tercer ataque cardíaco.

    Hijo de padres artistas (su madre fue una pintora abstracta y su padre, un pintor figurativo), Klein nació en 1928 en Niza, Francia, y murió en 1962 en París. Quedó categorizado -dentro de la historia del arte- como un artista que borró los límites entre la escultura, la pintura y el arte de acción.

    Esto se podrá ver en Fundación PROA, con el auspicio de la Embajada de Francia, desde la semana próxima. Están sus “pinturas de fuego” por ejemplo, y sus “Antropometrías”, en las que Klein “movía” (pintaba) sobre la tela de un cuadro a mujeres desnudas impregnadas de azul: eran sus pinceles. El artista “Imprimía” con ellas bastidores o grandes superficies de papel; es decir, despersonalizaba y desmaterializaba el objeto artístico.

    Precursor del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el “Salto al Vacío”, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición, a partir de documentos y registros de los Archivos del artista.

    Uno de los rasgos relevantes de Klein es su interesante búsqueda espiritual: de joven fue seguidor de la Orden Rosacruz y más tarde, junto a la práctica profesional del judo (fue cinturón negro y vivió 15 meses en Japón), se interesó por el budismo zen y las filosofías orientales.

    Por el toque provocador y de “espectáculo” de algunas de sus performances, ciertos investigadores catalogan a Klein como un “bromista crítico”, comparándolo, en ese sentido, con Marcel Duchamp. Sus acciones y su azul ultramarino irrumpieron en una Europa desolada, gris y destruida por la Segunda Guerra Mundial. En ese escenario y aún hoy el “azul Klein” hipnotiza y transporta a una dimensión singular.

    La muestra estará hasta el 31 de julio y PROA desarrollará un programa paralelo, con charlas y actividades diversas.



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  • Título: Yves Klein por primera vez en Latinoamérica
    Autor: Catalina L. Torres
    Fecha: 07/03/2017
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    Ver nota original (Arte Al Límite)

    A partir del 18 de marzo se podrá disfrutar la primera retrospectiva, del afamado francés, en la Fundación Proa, Buenos Aires. Medio centenar de trabajos artísticos serán exhibidos en las salas de la fundación, colores e ideas que hicieron del artista uno de los más importantes del siglo XX.

    La exposición contempla obras representativas de la capacidad experimental e inventiva del artista, las mismas cualidades que le sirvieron para crear un tipo de azul que lleva su nombre -el color de la inmensidad, del cielo y del mar- y le permitió llevar el lienzo a otras dimensiones, mezclando la pintura, acción, performance, filosofía y música.

    En los sólo los siete años más prolíficos de su carrera, Yves Klein, logró cambiar la manera en que se pensaba el arte contemporáneo. Precursor de los happenings, la experimentación y el uso de la filosofía, dotó de una profundidad intelectual superior al objeto artístico. De esta forma concibe a: las cosmogonías -obras efímeras, consumidas por los agentes atmosféricos, fabricadas con fuego, lluvia o viento- y antropometrías en público o “pinceles vivos” -uso del cuerpo humano desnudo como pincel frente a una audiencia -.

    La predilección de la idea sobre la forma está plasmada en toda la obra de Klein, como en monocromías, esculturas, trabajos realizados con fuego, relieves y esculturas-esponja-. A continuación un fragmento del documental de François Lévy-Kuentz, que permite entender la fusión de distintos materiales y formatos artísticos en la obra de Yves Klein.
     



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  • Título: Yves Klein. Retrospectiva
    Autor: Agenda
    Fecha: 06/03/2017
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    Ver nota original (Arte Hispano)

    La exhibición, de carácter retrospectivo, presenta las obras más emblemáticas de Yves Klein, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX, por primera vez en Argentina. El artista, de trayectoria audaz e infinita, continúa inspirando a las nuevas generaciones de artistas, a nivel internacional.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, el proyecto de iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos, y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

    Yves Klein
    Retrospectiva

    Desde el 18 de marzo al 31 de julio 2017
    Curadores: Daniel Moquay, Yves Klein Archives

    Fundación Proa
    Av. Pedro de Mendoza 1929
    Ciudad Autónoma de Buenos Aires



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  • Título: En la trastienda
    Autor: Celina Chatruc
    Fecha: 05/03/2017
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    Ver nota original (La Nación)

    Visita guiada por la ciudad

    Con la apertura de Xul Solar. Panactivista, pasado mañana en el Museo Nacional de Bellas Artes, la agenda artística porteña comenzará a levantar temperatura. El miércoles, el protagonista será Daniel Joglar en Ruth Benzacar y el jueves, Gastón Pérsico en el Malba. El sábado 11 será el turno de Gabriel Chaile en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el lunes 13, de Teresa Pereda en Elsi del Río. Al día siguiente, en Fototeca FoLa, la artista brasileña Angélica Dass brindará una conferencia sobre su proyecto Humanae. La apertura al público de su muestra será el miércoles 15, junto con otras dos dedicadas a Vivian Maier y a las fotografías que integraron El silencio, libro con imágenes de Dani Yako y textos de Martín Caparrós. Desde ese día también se exhibirán las obras de los artistas argentinos seleccionados para el Premio Braque en el Centro de Arte Contemporáneo de la Untref. Y el sábado 18 llegará a Fundación Proa la esperada retrospectiva de Yves Klein, que se demoró casi un año. El mes cerrará con la inauguración de General Idea en Malba. Mientras tanto, en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE se exhibe hasta fin de abril una colectiva curada por Santiago Villanueva con obras de importantes artistas como Roberto Aizenberg, Jacques Bedel, Juan Del Prete y Jorge Diciervo.



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  • Título: YVES KLEIN. RETROSPECTIVA
    Autor: Redacción
    Fecha: 02/03/2017
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    Ver nota original (Canal (á))

    Fundación Proa, Av. Don Pedro de Mendoza 1929, C1169AAD CABA, Argentina mapa 

    "La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

    La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro".



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  • Título: La revolución del color: tras las huellas de Yves Klein
    Autor: Marina Oybin
    Fecha: 31/01/2017
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    Ver nota original (La Nación)

    En Fundación Proa. La primera retrospectiva del artista francés en América Latina llegará en julio a Buenos Aires; su curador, Daniel Moquay, adelanta algunas claves

    A ritmo vertiginoso, en apenas siete años, Yves Klein realizó toda su producción. A pesar de su prematura muerte, a los 34 años, se convirtió en un artista clave del siglo XX. Su primera retrospectiva en América Latina, que reunirá más de medio centenar de obras -monocromías, esculturas, trabajos realizados con fuego, antropometrías, cosmogonías, relieves y esculturas-esponja-, se podrá ver en Fundación Proa desde julio próximo.

    Durante su paso por Buenos Aires para ajustar detalles de la exposición, su curador, Daniel Moquay, conversó con LA NACION sobre la muestra y el legado de este artista al que define como revolucionario. Director del Archivo Yves Klein en París y casado con Rotraut Klein, viuda del artista, Moquay es especialista en la obra de Klein y organizó retrospectivas en los principales museos del mundo. Ahora proyecta muestras del artista en Rusia, Turquía, Irán e Israel.

    Inolvidable azul Klein

    "El azul es lo invisible haciéndose visible", dijo Yves Klein, quien se consideraba a sí mismo un pintor del espacio. El azul, el color de cielo, del mar, de la inmensidad, fue su sello. Usó un fijador con el que logró conservar intacto el tono azul fulgurante después de medio siglo. Moquay reveló a LA NACION que Klein no patentó el famoso International Klein Blue (azul Klein internacional), hecho que figura en libros y notas periodísticas, sino que dejó constancia de la técnica en un gabinete de invenciones, sin intención de beneficio económico.


    Más allá de la materia

    Desde 1958, Klein sostuvo que la idea como obra de arte es más importante que la propia obra material. Hizo obras con fuego, con lluvia y hasta con viento. Las Cosmogonías son soportes pintados al aire libre para que los agentes atmosféricos actuaran sobre ellos. Llevó hasta las últimas consecuencias la concepción del arte inmaterial, a tal punto que hizo ceremonias en medio de la naturaleza en las que intercambió láminas de oro, que arrojó al río Sena, por un recibo que le entregaba al "comprador" y que éste debía quemar. "No había obra; se trataba de una experiencia performática emocionante, compartida con el artista. El inmaterial existe: cuando uno tiene una emoción es algo que lleva consigo para siempre: eso es la obra inmaterial, la más importante de Klein", afirma Moquay.


    El espíritu de la monocromía

    "Sentir el alma sin explicaciones, sin palabras, y representar ese sentimiento, eso es lo que me ha llevado a la monocromía", afirmó Klein, que pintaba con un rodillo; le parecía una forma más anónima de expresión, ya que no quedan las huellas del pincel. "Sus monocromías -dice Moquay- son universales y sofisticadas, no necesitan explicación: se comprenden en cualquier lugar del mundo."


    Pinceles vivos

    Muchas veces después de la sesión de poses, las modelos se sorprendían al ver el resultado del trabajo de Klein: curiosamente se trataba de pinturas monocromas, sin figuras humanas. Más tarde, Klein utilizó a los modelos desnudos como "pinceles vivos" que al apoyarse sobre el lienzo dejaban marcas y formas. En las Antropometrías, como las llamó el crítico Pierre Restany, Klein volvió al desnudo sin usar medios tradicionales de representación.

    "La forma del cuerpo humano, sus líneas, su color entre la vida y la muerte no me interesan; sólo me importa el clima de las sensaciones", aseguró el artista. Las modelos se esparcían pintura sobre sus cuerpos, que presionaban o arrastraban sobre hojas de papel. Klein les indicaba cómo hacerlo: había pinturas performáticas con huellas estáticas y otras con rastros dinámicos que evidencian los movimientos del cuerpo.

    En 1960 presentó Antropometrías de la época azul, una de sus performances más importantes. Siguiendo sus indicaciones, tres modelos embadurnadas con color azul dejaban la impresión de sus cuerpos sobre el lienzo, mientras los músicos interpretaban la Sinfonía monótona silencio, creada por el artista, que podría ser presentada en el marco de la exposición.

    Precursor de la performance

    Moquay considera que hay dos artistas que marcaron el siglo XX: en la primera mitad del siglo, Marcel Duchamp; luego, Klein, uno de los más importantes precursores de la performance, "con una obra totalmente actual, que abrió caminos en la experimentación". Para el especialista, la obra de Klein representa un paradigma que se opone al de la pintura de Warhol: "Mientras Warhol se centró en símbolos que encarnan la lógica de la sociedad de consumo estadounidense, Klein desató su arte inmaterial y espiritual", dice Moquay. Y agrega: "Podés hacerte dueño de la obra de Klein sin comprarla: la llevás en el corazón para siempre, es como una familia".

    Un salto al vacío

    La famosa foto de Klein arrojándose desde la ventana de una casa en las afueras de París, en el barrio en el que había vivido cuando era chico, es imposible de olvidar. Klein incluyó esa foto (1960) en la tapa del periódico que publicó en el tercer festival parisino de arte vanguardista. Se reprodujeron miles de ejemplares que el artista, con amigos, distribuyó en kioscos de París. Ese salto es una especie de conjura contra la muerte. Para lograr esa toma, repitió el salto varias veces. Reconocido yudoca cinturón negro, Klein se tiró sin temor: sus compañeros de yudo, en la calle, lo atajaron con un tapiz debajo del cual colocaron varios colchones.



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  • Título: Yves Klein, la promesa en Proa
    Autor: Yves Klein, la promesa en Proa
    Fecha: 31/01/2017
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    Ver nota original (La Razón)

    El temor, el vértigo y la sorpresa que han deparado los primeros días de Donald Trump como presidente de Estados Unidos dispararon, a la vez, las ventas de una obra notable de la literatura universal: “1984”, de George Orwell. Lo había escrito en 1948, como una feroz descripción de los totalitarismos (sobre todo, apuntando al estalinismo). En los últimos días, “1984” volvió a estar entre los libros más vendidos en Estados Unidos a través de Amazon, el gigante digital del comercio online. Y lo mismo ocurre en la plataforma LibriRed de las librerías españolas.

    Un portavoz de Signet Classic, que tiene ahora los derechos del libero de Orwell, confirmó esta condición de bestseller. Orwell -nacido en la India británica en 1903 y muerto en Londres en 1950- también fue autor de “Rebelión en la granja”, además de gran periodista y ensayista. Y describió la Guerra Civil española, en la cual había estado, en “Homenaje a Cataluña”.

    En la Fundación Proa, en La Boca, continúan dos importantes muestras. Una, sobre un colectivo internacional de historietistas y la otra, “Entre Nos” celebrando las dos décadas de vinculación de estas salas con el barrio de la Boca.

    Proa, también, confirmó que entre marzo y junio y por primera vez en nuestro país habrá una retrospectiva de uno de los más notables exponentes del arte contemporáneo: Yves Klein (1928-1962) con el auspicio de la Embajada de Francia y la curaduría de Daniel Maquay. Llegarán un centenar de piezas que conformaron la estética de los 60, con el surgimiento de la performance y el happening (y de los cuales nuestro país también tiene su brillo a partir de Marta Minujín, la movida del Di Tella y otros excelentes artistas).

    El Internacional Klein Blue (IKB), de 1956, es una de las obras icónicas de Klein, quien murió cuando apenas tenía 34 años. Está considerado un “maestro del conceptualismo”.



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  • Título: Yves Klein. Retrospectiva.
    Autor: Agenda
    Fecha: 22/01/2017
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    Ver nota original (Vuenosairez)

    Todos los Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado, Domingo. 
    y cierra el Lunes 31 de Julio de 2017. 
    Fundación Proa

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  • Título: Yves Klein llega a Buenos Aires
    Autor: Rubén H Rios
    Fecha: 21/01/2017
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    Entre marzo y junio de este año, en la Fundación Proa y por primera vez en la Argentina, se verá una retrospectiva de uno de los más grandes exponentes del arte contemporáneo.

    Entre las muestras internacionales programadas en Buenos Aires para 2017, la primera expo‐ sición retrospectiva de Yves Klein (1928-1962) en Argentina y América Latina, que se inaugurará en marzo en Fundación Proa, reúne todos los requisitos para transformarse en la más atractiva. Auspiciada por la Embajada de Francia y coordinada con los Archivos Yves Klein de París, con la curaduría de Daniel Maquay, la muestra presentará más de cien piezas que influenciaron consi‐ derablemente en las estéticas de los años 60, en especial con el surgimiento de la performance y el happening, y la invención de un color de la gama del azul ultramar saturado, el famoso Inter‐ national Klein Blue (IKB) creado en 1956. La exhibición es un recorrido de las obras más icónicas de Klein, fallecido a los 34 años en 1962, uno de las mayores figuras del arte de vanguardia del siglo XX y maestro del conceptualismo contemporáneo.

    Hijo de padres pintores, después de pasar un año y medio aprendiendo judo en Japón a prin‐ cipios de 1950, Klein se instaló en París y se dedicó al arte. Su primera exposición de pinturas mo‐ nocromáticas en varios colores se llevó a cabo en 1955. En 1957 inauguró en Milán una exposi‐ ción individual en IKB soltando 1.001 globos azules llenos de helio en SaintGermain-des-Prés de París. Al año siguiente, presentó The Void, que consistía sólo en una galería de arte vacía. En Sal‐ to al vacío, fotografía en blanco y negro de 1960, se muestra elevándose desde un edificio como un superhéroe. Su performance más importante se realizó en marzo de ese año, en París, en la exposición Antropometrías de la época azul. En esa ocasión, Klein apareció vestido con un frac blanco, dirigiendo a tres modelos desnudas (concebidas como pinceles vivientes) cubiertas con 

    pintura azul, cuyos movimientos eran impresos en un lienzo blanco, mientras nue- ve músicos tocaban su Sinfonía monótona-silencio, una sola nota de 20 minutos, seguida por otros más de si‐ lencio. Además, Klein experimentó con fuego, lluvia y viento.

    La muestra de Fundación Proa reúne las primeras pinturas monocromáticas de 1955, los mo‐ nocromos IKB, las pinturas de fuego y las Cosmogonías –de lluvia y viento–, las series de escultu‐ ras-esponjas y las obras en oro. El inmaterialismo de Klein se observa en las Cosmogonías, que son sopor- tes pintados al aire libre para que los elementos atmosféricos incidan sobre ellos. Klein es uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías o el pro‐ yecto de iluminación del obelisco de la plaza Concorde. En estas obras se refleja el experto yudo‐ ca (llegó a cuarto dan), el iniciado en los arcanos de la Orden Rosacruz y su resistencia a los for‐ malismos académicos, empezando por el expresionismo abstracto.



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  • Título: Calendario 2017. Agenda completa para el arte
    Autor: María Paula Zacharías - Agenda
    Fecha: 20/01/2017
    Ver nota completa
    Ver nota original (Blog María Paula Zacharías)

    Un puñado de estrellas internacionales, muestras colectivas que dan buenos panoramas, reivindicaciones a artistas locales con merecidas retrospectivas, tres fotógrafas legendarias y unas cuantas fechas para agendar. EL 2017 suena interesante en materia de arte.
     

    Entre las muestras internacionales que prometen ser récord de público está, en marzo, la primera exhibición retrospectiva de Yves Klein en Argentina y Latinoamérica, que tendrá lugar en Fundación Proa. Coordinada  conjuntamente con los Archivos Yves Klein de París y con la curaduría de Daniel Maquay, la muestra dará un gran panorama de toda su producción en más de 100 obras, que dan cuenta de su creatividad, su influencia en el arte de los años 60 con el nacimiento de la performance y la invención de su color, el azul Klein.

    Anish Kapoor, escultor británico nacido en la India, será una de las visitas estelares, cuando llegue al país el 22 de abril para inaugurar una muestra pensada específicamente para el Parque de la Memoria titulada Invisible, curada por Marcello Dantas. En agosto, habrá ahí una muestra ontológica del Grupo de Arte Callejero.

    Entre junio y septiembre, otra muestra esperada: Sublevaciones, del investigador, teórico y curador francés Georges Didi-Huberman, un proyecto en colaboración con el Jeu de Paume (París), el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC, Barcelona), el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC, México) y el MUNTREF, que alojará la exposición en la sede del  Hotel de los Inmigrantes. Obras que reflejan levantamientos de todo tipo firmadas por artistas disímiles como Joseph Beuys, Goya, Helio Oiticica, Alberto Korda y los argentinos Hugo Aveta, Graciela Sacco, Eduardo Gil y Silvio Zuccheri.

     

    Más localista, en el Museo Nacional de Bellas Artes el año comienza en febrero con la exposición dedicada a Xul Solar, realizada junto con la Fundación Pan Klub. Entre mayo y junio, otro plato fuerte: Lucio Fontana. En julio llegará una merecida exposición de Luis Felipe Noé y en octubre, sí, un nombre de la historia universal: Joan Miró.

    En el Museo de Arte Moderno se verá en abril una de las muestras más esperadas: por fin, Tomás Saraceno, tucumano residente en Alemania, tendrá una exposición en el país, con su primer proyecto de gran escala inspirado en la morfología de las telas de araña. Otras muestras importantes serán las de Diego Bianchi, la pionera de la fotografía Gisele Freund y  una retrospectiva de Liliana Maresca. El museo en 2017 estará en obra, pero abierto: sumará a lo largo del año nuevas de salas de exposición, un café, una tienda ampliada y la biblioteca.

    En julio, Malba comienza su temporada con General Idea y la muestra Tiempo partido curada por Agustín Pérez Rubio. Luego trae por primera vez al país un conjunto de 100 fotos de otra grande, Diane Arbus, una de las artistas más influyentes de la fotografía del siglo XX, en la muestra En el principio, curada por Jeff L. Rosenheim, curador en Jefe de Fotografía del Metropolitan Museum of Art. La muestra hace foco en los primeros siete años en los que Arbus trabajó con su cámara en las calles de la ciudad de Nueva York (1956-1962). La mayor parte de las fotos pertenecen al Archivo Diane Arbus del Met y son inéditas. También habrá muestras de la peruana Ximena Garrido Lecca, Mirtha Dermisache y Gastón Pérsico. Una colectiva estará dedicada al México Moderno (1900-1950), un recorrido de 140 obras clave de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco y Leonora Carrington, entre otros, en colaboración con el Museo Nacional de Arte de México (MUNAL). En el marco de la exhibición, se hará la presentación oficial de Baile en Tehuantepec (1928) de Rivera, recientemente adquirido por Eduardo Costantini, que luego de participar en exposiciones en Estados Unidos y Europa llegará al país para quedarse.

    La programación de la Fototeca Latinoamericana (FoLa) es también mayormente internacional. En marzo, se podrá ver la obra de la legendaria Vivian Maier, que fotografió las calles de Chicago durante cuatro décadas mientras trabajaba como niñera. Su obra se conoce desde 2007, cuando un historiador dio con sus negativos olvidados en una caja. En junio, llegará otro contingente mexicano, esta vez de fotografía contemporánea: Miguel Calderón, Alejandro Cartagena y Pablo López Luz.

     

    En el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti se verá en marzo Síntomas de Hugo Aveta, curada por Adriana Carrizo y organizada por la galería El Gran Vidrio.

    El MACBA propone –después de un repaso por su colección bajo la mirada de Rodrigo Alonso– conocer en agosto al alemán Jürgen Klauke, que comenzó su producción en los años 60 utilizando su cuerpo como tema principal de sus registros fotográficos. A partir de octubre, una gran retrospectiva recordará a Eduardo Mac Entyre, en las cuatro salas del museo, al cuidado de Cristina Rossi.

    Cayetano Ferrer, el ganador del premio Faena 2015, presentará su exposición premiada en el Faena Art Center Buenos Aires en febrero, una instalación escultural de aluminio y gelatina con referencia a formas arquitectónicas simbólicas. En mayo, en coproducción con el Centro de Arte Contemporáneo de Ginebra, llegará la, con curadores estrella y 27 artistas internacionales con obras inéditas en video. Habrá premio, además, para un estudiante local. A propósito de premios, Muntref presentará en el Hotel de los Inmigrantes en marzo el Premio Braque, selección de arte argentino contemporáneo que va por la tercera edición de la segunda época. De los primeros años se verá en la sede de Caseros Premio Braque (trayectoria 1963-1998).

     

    Espacio Fundación Telefónica, siempre interesada en el mundo de la tecnología, apuesta por los inventores. Hasta febrero se podrá ver Nikola Tesla. Inventor del siglo XXI, realizada en colaboración con el Museo Nikola Tesla de Belgrado, sobre este pionero de la robótica, la energía alternativa y la transmisión de electricidad inalámbrica. Y a partir de abril, Julio Verne. Los límites de la imaginación. Basada en sus novelas, contará con objetos, en muchos casos inéditos, ilustraciones, inventos e ingenios.

    A comienzos de año, en Espacio de Arte Fundación OSDE Santiago Villanueva cura Contradicciones en lo real, una poética del extrañamiento a través de obras de Roberto Aizenberg, Nicanor Aráoz, Jaques Bedel, Emilio Bianchic, Mildred Burton, Vito Campanella, Laura Códega, Juan Del Prete, Jorge Diciervo y otros.  En mayo llegará la muestra dedicada a la obra de José Alejandro Restrepo, con curaduría de Jorge La Ferla. En agosto, exhibirán libros, videos, obras sobre papel, fotografías, objetos, registros de fotoperformances, instalaciones y libros de artista de Matilde Marín, con el hilo conductor de las lecturas que la inspiran. Cerrarán el año con una muestra que rescata la figura del pintor Fray Guillermo Butler.

    El Centro Cultural Recoleta programó un comienzo de año lleno de actividades: música en la terraza, teatro y poesía en los patios, cine bajos las estrellas, salas para dibujar, leer y jugar, y una muestra al cuidado de Rodrigo Alonso, Mundos Imaginarios. El público, joven, entiende qué significan palabras como hip hop, dancehall, moombah, tablas, raps, graffities y breaking. Hay propuestas para todos los gustos.

     

    ROSARIO. En 2017 se celebra el 80° Aniversario del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino. Durante el transcurso del año, se llevarán adelante diversas exposiciones, que celebran el aniversario del Castagnino poniendo bajo la lupa sus condiciones de nacimiento y gestación como una de las instituciones fundantes de la ciudad. Un equipo amplio y diverso propondrá una serie de lecturas sobre su arquitectura, su patrimonio y su historia. Algunos de los curadores invitados: Adriana Armando, Silvia Pampinella, Pablo Montini. También se hará un plan de obras edilicias para el museo: recuperación de salas de exhibición, renovados espacios de servicio, climatización integral con estándares óptimos internacionales. En marzo se exhibe por primera vez el conjunto completo de las series de grabados de Goya del Patrimonio del Museo Castagnino. El 71° Salón Nacional de Rosario tendrá sede en Macro, en diciembre. Hay museos con concursos para intervenir su fachada: está el Concurso Nacional para el diseño de pintura de los Silos Davis del Macro (cierre de convocatoria: 1 de marzo de 2017) y el Concurso Nacional para el Diseño de la Pintura Exterior del Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario, CEC (cierre de convocatoria: 16 de abril de 2017). Para los museos de la ciudad, hay un plan intercambios profesionales, para gestores culturales y profesionales de museos, que incluye una serie de cursos, talleres y actividades para la actualización y discusión del campo profesional. En el calendario ya está marcado un  Encuentro de Artistas Gestores, un Circuito Galerías Rosario (trabajo mancomunado con Secretaría de Turismo), la  13° Semana del Arte Rosario, la 25° edición del Festival Internacional de Poesía Rosario y el 18 de mayo se celebrará el día Internacional de museos con actividades especiales y circuitos de visita, y más tarde llegará la Noche de Museos en el marco de Semana del Arte. La Residencia para artistas Metropole en Rosario es fruto de un acuerdo de cooperación entre Francia y Rosario. Más visitas llegarán con Aníbal Buede y artistas cordobeses en el Centro de Expresiones Contemporáneas, en el marco del convenio Autopista.  “El presupuesto se triplica y haciende a  $1.000.000 para la entrega de subsidios a proyectos de producción de las industrias culturales”, dice Lila Siegrist, secretaria de cultura y motor de toda esta hiperactividad artística. La ciudad seguirá tomando color con la intervención artística de dos puentes por los artistas Chachi Verona y Rodolfo Perassi, en el contexto de puesta en valor y recuperación del espacio público, un trabajo en tándem con Secretaría la Secretaría de Medio Ambiente y Espacio Público. El proyecto Barrio cultural Corrientes continúa en marcha para cambiar la cara de las casas de Villa La Lata. Se iniciarán las obras de puesta en valor edilicia del Museo Municipal de Arte Decorativo “Firma y Odilio Estévez” y  las de acondicionamiento de salas en Museo de la Memoria, que tendrá nueva curaduría de la muestra permanente. Allí se exhibirá una muestra sobre “El Villazo”. Max Cachimba expondrá con curaduría de Rafael Cippolini en el Centro Cultural Parque de España.

    Córdoba. La Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba continuará los ciclos de capacitación para artistas visuales y afines del Programa Estar e incorpora el Programa OBRAR, desde donde se apoya la producción y formación de proyectos colectivos de arte contemporáneo desde la ciudad de Córdoba. Entre las muestras más destacadas del año, figura INTRUDER, curada por Aníbal Buede y Luciano Burba en el Cabildo de Córdoba, desde el 31 de marzo. La integran seis artistas que trabajan en Córdoba y seis desde otras tantas ciudades del país. Desde enero hasta marzo se trabajará en duplas a modo de intercambios vía correo electrónico. El proceso será registrado por Emilia Casiva, a modo de narradora. En el Museo Genaro Pérez se estrena en marzo una muestra de MARTÍN LEGÓN, apropiaciones que mixturan artistas locales con artistas de renombre internacional, bajo un cuerpo teórico que fusione el límite entre lo verdadero y lo inmanente, lo productivo y lo comprobable.  Las mujeres tienen espacios propios en la muestra del Centro Cultural España Córdoba (CCE.C), Vivi, Mujeres Con Presente, que desde marzo reúne una serie de retratos fotográficos testimoniales de mujeres que transitan o han transitado el cáncer de mama, tomadas por Néstor Díaz. En diciembre, se verá ahí Autoras de tebeos de ayer y hoy, con mujeres en los cómics. En el Cabildo de Córdoba viene después Play the game, 40 años de videojuegos y Nikola Tesla, Inventor Del Siglo 21, a partir del 16 de mayo. Se trata de una exhibición participativa que explora más de 40 años de historia  de la disciplina, que se impulsa en la provincia mediante el Festival de Diseño y el sello CD, Córdoba diseña. De julio a agosto de verá en esas salas Antonio Berni. Revelaciones sobre papel. 1922-1981, la muestra de 222 dibujos del maestro rosarino que ahora se ve en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En septiembre se le rendirá homenaje a Tute con una muestra por sus veinte años de labor, en paralelo con la Feria del Libro Córdoba 2017.  Francisco Menardi, Paula Páez y Mercedes Zamar continúan con el proyecto HUMUS en el CCE.C: formación, producción, exposición y selección con miras a favorecer la visibilidad de las producciones de artistas jóvenes de Córdoba. El Museo Iberoamericano de Artesanías está en plena refacción en el Paseo de las Artes. Reabre sus puertas en marzo con Mes de la Mujer: Homenaje y reconocimiento a Mujeres Artesanas Argentinas. Las galerías tienen programas nutridos, también. White Lodge comienza su temporada en marzo con una muestra de Ignacio Fanti, Causal, curada por Mariano Mayer. Le sigue L’agent, de Gabriela Schevach y Ariel Authier, con curaduría de Charly Herrera. El Gran Vidrio comienza con una muestra de Alfredo Dufour, Juan Becú y Roberto Echen curada por Raúl Flores, el 7 de abril, y sigue en junio con Oscar Del Barco y Ciro Del Barco. En julio organiza ahí con la galería Ruth Benzacar una exposición de El Pelele Y Las Hijas De Israel. Cierra el año con una muestra de Santiago Lena curada por Adriana Carrizo. EN el Museo de Arte Contemporáneo Unidad Básica, Verónica Meloni inaugura el año y en junio se verán piezas de la Colección del Museo La Ene de Ciudad de Buenos Aires. En agosto, exhibición de Manuel Molina.

     

    San Juan. Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson celebra sus 80 años con una rica programación. Comienza el año con un rescate histórico, el de Miguel Burgoa Videla, tras dos años de investigación de Marcelo Pacheco volcada en la muestra de 80 obras y un libro monográfico. Una sola obra es propiedad del museo, el resto fue reunido de colecciones públicas y privadas. También de la institución festejará el bicentenario del cruce de los Andes con una muestra dedicada a la iconografía de la epopeya de José de San Martín, con curaduría de Roberto Amigo. En materia de ampliaciones, el centro de restauración regional  está en pena construcción en el propio museo, la nueva biblioteca ya está en funcionamiento y se inauguró un restaurante de sushi puertas adentro.

    Salta. Entre marzo y abril se verá en  el Museo de Arte Contemporáneo de Salta parte de la colección del Arq.  José Lorenzo (Córdoba), como parte del Proyecto Colecciones y coleccionistas en el MAC II Edición.  En mayo expone Martín  la Rosa  (artista BA), en junio llegará el Salón Banco Central Colectiva y una muestra de Federico Coscio (artista salteño). En julio, llega el Proyecto Institucional Salteños en el MAC, con Horacio Pagés. En octubre, estará el Salón Provincial de Artes Visuales 2017 y en diciembre, el Salón Banco Itaú, junto con una muestra de adquisiciones 2015-2016. En el Proyecto V.A.C.A (Vidrieras de Arte Contemporáneo Argentino) se sucederán los artistas salteños Martín Córdoba, Paula Casalderey, BOOM nuevos artistas contemporáneos salteños y Ana Benedetti.

     

    Rafaela. El Museo Municipal de Arte “Dr. Urbano Poggi” de la cuidad de Rafaela, en la provincia de Santa Fe, abre su temporada en abril con la muestra de grabados del bicentenario. Llega luego la exposición ganadora de una convocatoria para proyectos de exhibición: Lugares recónditos, de Ramiro González Etchagüe, con dibujos, pinturas, instalaciones y objetos escultóricos. En julio llegará una exposición de Chiachio y Giannone, en agosto una muestra de performance y en octubre la siempre convocante bienal de pintura Premio Ciudad de Rafaela.

    Para la agenda:

    Arco Madrid: Argentina país invitado, 22 al 26 de febrero.

    Bienal de Performance: 12 de mayo al 4 de junio. En el Parque de la Memoria habrá una obra de teatro de Liliana Porter. En el MACBA, un contrapunto entre las obras de Tony Oursler y Gabriel Valansi curado por Florencia Battiti.

    ArteBA: del 24 al 27 de mayo.

    Bienal de Venecia: 57ª Exposición Internacional de Arte, la Biennale di Venezia, 13 mayo al 26 noviembre. Claudia Fontes será la artista del envío argentino.

    BIENALSUR: Desde el 21 de septiembre hasta el 30 de diciembre se exhibirán en MUNTREF obras contemporáneas del Reina Sofía (MNCARS, Madrid). Se presentarán obras seleccionadas en sedes de Buenos Aires, Tucumán, Córdoba, San Juan y otras ciudades de Sudamérica, además de las instalaciones site specific de artistas como Christian Boltanski, Eduardo Srur y Pedro Cabrita Reis.

    Documenta 14: a partir de julio, en Kassel, Marta Minujín llevará el Partenón de los Libros.

    Galerías

    Las galerías también anuncian programaciones jugosas. Algunos ejemplos: Ruth Benzacar abrirá su año con una muestra de Daniel Joglar, y le seguirán Tomas Saraceno en agosto y Sebastián Gordín a fin de año. Barro anticipa nombres fuertes como Mondongo y Matías Duville. Nora Fisch tendrá en exposición a Sofía Bohtlingk, Fernanda Laguna, Juan Tessi, Osías Yanov y Elba Bairon. Del Infinito traerá de Rosario la gran retrospectiva de Fabiana Imola que se vio en 2016 en el Museo Castagnino. Exposiciones de Rogelio Polesello y Marcela Cabutti también están programadas. Vasari tendrá a Mónica Millán, Anatole Saderman, Mauro Koliva, Karina Peisajovich y Juan José Cambre. Henrique Faría promete un vistazo al arte conceptual uruguayo de los 70 en la muestra Montevideo (con obras de Jorge Caraballo y Haroldo González). Y una individual de Mauro Guzmán, uno de los artistas más interesantes de la escena contemporánea rosarina con proyección internacional.


     


     



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  • Título: Yves Klein, Miró y Freund en Buenos Aires
    Autor: Mercedes Ezquiaga
    Fecha: 27/12/2016
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    El neodadaísta Yves Klein, el pintor catalán Joan Miró, el ítalo-argentino Lucio Fontana, las fotógrafas estadounidenses Diane Arbus y Vivian Maier y la francesa Gisele Freund, además del filósofo Georges Didi-Huberman en calidad de curador, protagonizarán algunas de las más relevantes exposiciones nacionales e internacionales programadas para el año próximo.

    De marzo a junio de 2017, en la Fundación Proa, se verá la "Retrospectiva" del francés Yves Klein (1928-1962), más de 30 obras emblemáticas de uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX, por primera vez en la Argentina.
     

    Subastan un cuadro nunca expuesto de Frida Kahlo

    Dedicada al artista de trayectoria audaz e infinita, la muestra reunirá sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres monocromos azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultados del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto.

    En octubre, en el Museo Nacional de Bellas Artes se podrá ver "Miró: la experiencia de mirar", un conjunto de pinturas, esculturas y dibujos de las dos últimas décadas de la vida del artista (1963-1983), obras pertenecientes a la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

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    Pero antes, el museo que dirige Andrés Duprat programó, a partir de febrero, una gran exposición dedicada a Alejandro Xul Solar (1887-1963), pintor, escritor, inventor de lenguajes, visionario vanguardista y gran amigo de Jorge Luis Borges, en un itinerario realizado junto a la Fundación Pan Klub, que abordará su vínculo con la pintura, la música, la arquitectura y lo esotérico.

    En el mismo Bellas Artes, pero entre mayo y junio, se verán obras del pintor, ceramista y escultor nacido en Rosario Lucio Fontana (1899-1968), y en julio, una muestra dedicada al maestro Luis Felipe Noé.

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    El Malba, en tanto, presentará a partir del 24 de marzo la primera exposición retrospectiva en América latina del colectivo canadiense General Idea -de los primeros en incorporar el tema del sida a su obra- bajo el titulo "Tiempo partido", curada por su director artístico Agustín Pérez Rubio.

    Y a partir de julio las fotografías de "En el principio", más de cien imágenes de la estadounidense Diane Arbus, proveniente de la colección del Museo Metropolitano de Nueva York. Para el cierre del calendario, desde el 3 de noviembre, "México Moderno (1900-1950)" mostrará un amplio panorama de la vanguardia mexicana en un recorrido de 140 obras clave de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco y otros.

    Por su parte, la Fototeca Latinoamericana (FoLa) confirmó que a partir de marzo se verá una exposición sorprendente de la aficionada neoyorquina Vivian Maier (1926-2009), una mujer que trabajó como niñera y que a su muerte, ocurrida en la pobreza, dejó cien mil fotos sin revelar de una belleza sorprendente.

    Además, en junio albergará una exposición de "Fotografía Contemporánea Mexicana", mientras que en agosto FoLa funcionará como sede -fuera de Europa- del prestigioso festival PhotoEspaña.AR, que cumple veinte años. Por último, en noviembre se presentarán más de cien fotografías del archivo Harry G. Olds, recuperadas por Alfredo Srur, un estadounidense que tomó miles de instantáneas de la Argentina y Chile durante los cuarenta años que vivió aquí.

    El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires abrirá su calendario 2017 a partir de abril con dos artistas argentinos: el arquitecto tucumano afincado en Berlín Tomás Saraceno (1973), quien realizará su primer proyecto de gran escala en un museo de la Argentina: un entramado inspirado en la morfología de las telas de araña, con sus tramas y tejidos, como cuerpos articulados en el tejido cósmico; y Diego Bianchi (1969), quien a través de sus obras indaga en los procesos de obsolescencia y decadencia de los objetos de consumo.

    Siempre en el Mamba, a partir del 26 de octubre se verá una exhibición de la berlinesa Gisele Freund (1908-2000), pionera de la fotografía color, única mujer entre los fundadores la Agencia Magnum de fotoperiodismo y socióloga, cuyo trabajo sentó las bases críticas de la historia de la fotografía.

    En noviembre, el museo que dirige Victoria Noorthoorn exhibirá una retrospectiva de Liliana Maresca (1951-1994), que incluirá mucha obra inédita, sobre todo vinculada a proyectos colectivos como Una Bufanda para la ciudad, Lavarte, La Kermesse y La Conquista.

    Causa expectativa la llegada a la Argentina del historiador y ensayista francés Georges Didi-Huberman, curador de la exhibición "Sublevaciones", un proyecto en colaboración con el Jeu de Paume (París), el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC, Barcelona), el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC, México) y el MUNTREF, que se verá entre junio y septiembre de 2017. Se trata de pinturas, fotografías, videos e instalaciones vinculadas a rebeliones o revoluciones de distintos momentos en la historia de la humanidad.

    El Centro Cultural Recoleta exhibirá hasta el 24 de abril "El museo de los mundos imaginarios", con curaduría de Rodrigo Alonso, muestra que explora los universos creados por la imaginación de un conjunto de 30 artistas argentinos que trabajan en diferentes medios y formatos.

    Luego, vendrá en la sala Cronopios, "Íconos argentinos. Homenaje", con curaduría de Renata Schusseheim y fotos de Gianni Mestichelli.

    La programación seguirá con la exhibición "Antihomenaje Dada (101 años de Cabaret Voltaire)", curada por Emilio García Wehbi y Ricardo Ibarlucía, así como exposiciones individuales de Santiago Sierra (en el marco de la Bienal de Performance) y el colectivo Oligatega Numeric. Finalmente, otro de los platos fuertes del Recoleta será la muestra del fotógrafo documental francés Raymond Depardon, que fue vista hace poco en el Grand Palais de París.

    El Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires), que a partir de marzo estrena la dirección artística de Jimena Ferreiro en reemplazo de Teresa Riccardi, anticipa para 2017 una nueva lectura de su colección permanente bajo la curaduría de Rodrigo Alonso; y muestras del estadounidense Tony Oursler y el artista argentino Gabriel Valansi, en el marco de la Bienal de Performance 17. Además, a mediados de año se presentará la obra del germano Jürgen Klauke, quien toma su propio cuerpo como medio expresivo, y para cerrar el año una retrospectiva dedicada al argentino Eduardo Mac Entyre.

    El Faena Arts Center de Buenos Aires alojará a partir de febrero la obra del artista nacido en Hawai Cayetano Ferrer, ganador del premio Faena 2015, una exposición que va a explorar el arte industrial y decorativo y las conexiones arquitectónicas entre Los Ángeles y Buenos Aires, con curaduría de Jesús Fuenmayor.

    El Espacio de Arte de Fundación OSDE, que dirige la historiadora María Teresa Constantin, presentará a partir del 23 de febrero la muestra "Contradicciones de lo real", dedicada a una "poética del extrañamiento" en el arte; otra en mayo dedicada a José Alejandro Restrepo; Matilde Marín en agosto y, para el final en noviembre, una gran muestra dedicada a Fray Guillermo Butler (1880-1961), reconocido por sus temas sacros y los paisajes de las Sierras de Córdoba.

    El Museo Enrique Larreta reabrirá sus puertas recién entre marzo y mayo del año entrante, luego de permanecer cerrado en estos meses por refacciones y restauraciones en la casa del escritor, como por ejemplo la puesta a punto de los pisos que son originales de principios de siglo XX, mientras que su impactante jardín ya puede ser visitado por el público.

    El área de artes visuales del Centro Cultural San Martín, a cargo de Mariano Soto, anunció por su parte una nueva Convocatoria Abierta para recibir proyectos para sus distintos ciclos y espacios expositivos, que formarán parte de la programación a lo largo de todo 2017. Pueden aplicar hasta el 10 de marzo artistas con instalación, fotografía, pintura, video arte, dibujo, escultura o performance.

    Finalmente, el Espacio Fundación Telefónica presentará a partir de abril y hasta agosto la exposición "Julio Verne. Los límites de la imaginación", con objetos, en muchos casos inéditos, ilustraciones, inventos e ingenios presentes en sus novelas y instalación audiovisual para adentrarse en su literatura.



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