Rufino Tamayo, la realización de un sueño 
por Cecilia Rabossi

La Curadora Cecilia Rabossi investiga la historia de la colección y del Museo Tamayo y plantea los lineamientos de la exhibición ARTE DEL SIGLO XX presentada en Fundación Proa.

 

La colección del Museo Rufino Tamayo de la Ciudad de México, por primera vez en Buenos Aires, presenta un recorrido por el arte del siglo XX. Si bien se centra fundamentalmente en los movimientos artísticos surgidos después de la Segunda Guerra Mundial, posee obras de artistas cuyos nombres nos remiten a los movimientos vanguardistas de la primera mitad del siglo como Picasso, Magritte, Ernst, Léger, De Chirico, Miró, entre otros.

 

La colección, que Rufino Tamayo comienza a organizar junto a su esposa Olga a fines de los años 60, nace con el propósito preciso de constituir un museo para el pueblo mexicano. La colección nos permite conocer, ".las preferencias y las afinidades estilísticas del artista, sus encuentros y sus descubrimientos." , aunque esos descubrimientos no siempre guarden relación con sus intereses o preferencias de artista, sino con los intereses de un coleccionista que busca representar en el museo los movimientos artísticos contemporáneos internacionales.

En esta doble función de artista-coleccionista, Tamayo implementa un programa sistemático de adquisición de obras, tanto figurativas como abstractas, que incluye el expresionismo abstracto norteamericano, el abstraccionismo lírico francés, los informalismos europeos, el expresionismo inglés, el arte cinético y óptico, el Pop Art y unos pocos ejemplos conceptuales.

Tamayo pone en diálogo obras de Pierre Alechinsky, Francis Bacon, Victor Brauner, Sergio Camargo, Enrico Castellani, Eduardo Chillida, Carlos Cruz Diez, Jean Dubuffet, Max Ernst, Mathias Goeritz, Adolph Gottlieb, Willem de Kooning, Wilfredo Lam, Fernand Léger, Julio Le Parc, Roy Lichtenstein, Jacques Lipchitz, René Magritte, Leopoldo Maler, André Masson, Roberto Matta, Carlos Mérida, Joan Miró, Henry Moore, Robert Motherwell, Pablo Picasso, Mark Rothko, Antonio Saura, Georges Segal, Jesús Soto, Antoni Tàpies, Francisco Toledo, Joaquín Torres García, Victor Vasarely, Andy Warhol, entre otros, e incluye una selección de obras de su autoría. Más de 170 artistas de todas partes de mundo y un corpus de más de 300 obras, son expuestas ante el pueblo mexicano.

 

Las obras que se presentan en esta exposición bajo el nombre de "Arte del siglo XX. Colección Internacional del Museo Rufino Tamayo" permiten articular cinco núcleos:

a) Los diversos planteos figurativos con las que los artistas intentan reinterpretar el mundo: Bacon, De Chirico, Giacometti, Lam, Léger, Matta, Picasso, Toledo, entre otros;
b) Las respuestas del arte después de la Segunda Guerra Mundial: el expresionismo abstracto americano y los diversos planteos informalistas europeos;
c) El Arte óptico y el arte cinético como ejemplos de la unión de la creación artística con la investigación científica;
d) La Abstracción geométrica y las indagaciones que van más allá de ella;
e) El Pop Art y las apropiaciones de lo real.

Lo internacional y lo local

La capacidad de abrir fronteras que Rufino Tamayo le otorga al arte, es la que lo lleva durante la década del '70 a coleccionar obras de los más diversos lenguajes artísticos. Para Tamayo el campo artístico mexicano se encontraba monopolizado por una sola expresión, la escuela de la pintura mexicana representada por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Por eso consideraba necesario quebrar el aislamiento del arte local creando un museo que albergara expresiones del arte contemporáneo internacional. Rescataba la posición de apertura e inconformismo de ciertos sectores de artistas jóvenes y pensaba que el museo reforzaría su lucha.

Con el museo, Rufino busca entablar un diálogo de afuera hacia adentro y de dentro hacia fuera. Quiere que el arte hable un lenguaje internacional, sin olvidar lo local. Le interesa mostrar que el arte no es uniforme sino múltiple y experimental.

Por eso, Tamayo opone a la frase 'no hay más ruta que la nuestra', atribuida a Siqueiros, los caminos y las búsquedas que testimonia su colección de arte contemporáneo internacional. Su posición internacionalista, que provocó el enfrentamiento con el arte oficial, se materializa en el campo institucional con la creación del museo.

El Museo

La inauguración del Museo Tamayo, el 29 de mayo de 1981, significa la concreción del proyecto que los esposos Tamayo sustentaron por más de una década. Después de varios intentos fallidos con autoridades gubernamentales, en 1980 el presidente José López Portillo da en concesión un terreno de 4421 m2 para la construcción del Museo en el bosque de Chapultepec de la ciudad de México. La iniciativa privada (Grupo Alfa y Televisa S.A.) dona la construcción del edificio y los fondos para su administración.

El gobierno coincide con Tamayo en que la ubicación dada al museo permitirá la afluencia del público, por ser el bosque no sólo un área de esparcimiento, sino también un área cultural de suma importancia por la presencia, entre otros, del Museo de Antropología y el Museo de Arte Moderno.

En el contrato de donación de las obras, los Tamayo expresan que las ceden, ".con la única finalidad de integrar con ellas una colección que vaya a incrementar el Patrimonio Cultural del Pueblo Mexicano, destinatario único de dichas obras." y establecen una serie de cláusulas para protegerla. La cláusula quinta estipula que ".si la colección de obras deja de ser exhibida permanentemente en el Museo, pasará a formar parte del patrimonio de la Nación". Esta reserva permitió que en 1986, luego de un largo conflicto con la dirección del Museo en manos de Televisa S.A, el Museo Rufino Tamayo pasara al Gobierno Federal, la idea originaria de Rufino.

La recepción crítica del Museo

Tanto la colección como el museo recibieron grandes elogios y agradecimientos por la relevancia del acontecimiento, así como una vastísima cobertura de los medios de comunicación locales y extranjeros. Como era de esperar, y Tamayo lo sabía, también recibió críticas de diverso tenor. Podríamos resumir las críticas de la siguiente manera:

- el emplazamiento del museo en los bosques de Chapultepec, quitó áreas verdes a la ciudad de México;
- no es valiosa la presencia de arte contemporáneo internacional en México,
- no es admisible la asistencia de capitales privados en la construcción del museo y en su administración,
- la pintura mexicana no está representada,
- el proyecto arquitectónico, diseñado por los arquitectos Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, es defectuoso,
- Tamayo es vanidoso, ególatra, ha creado su propio mausoleo y es imperialista,
- No corresponde que se denomine al museo con el nombre del artista.

Muchas voces se alzan desde la crítica local en contra de estos posicionamientos. Obviamente, Tamayo enfrenta estos ataques y se dirige duramente a los "reaccionarios disfrazados de revolucionarios". Las críticas no hacían otra cosa que reafirmar la posición de Tamayo frente al arte y la importancia de su larga lucha en pos de concretar su colección. Tamayo estaba convencido de que ella ".va a demostrarles que bajo el signo de la libertad es posible que el arte recorra muchos caminos y que éstos han de multiplicarse a medida que nuestro mundo se desarrolle." . El tiempo le ha dado la razón

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