:: Acerca de la exhibición

:: Escenas de los 80


Facultad de Ingeniería, UBA


Afiche de exhibición La Anavanguardia

Escenas de los 80

Sacarse de encima el confinamiento que había impuesto la dictadura en años de ejercicio del poder no fue empresa fácil. Lejos de ello, fue un duro proceso de negociación con avances y retrocesos que tuvo como protagonistas a vastos sectores de la sociedad. La breve y trágica aventura de Malvinas puede ser tomada como fenómeno emblemático de este ganar tiempo y espacios en el que la Junta Militar abrigó la ilusión de restaurar la plenitud de un poder que había empezado a mostrar sus fisuras desde los albores de la nueva década. Ya a comienzos de los 80 las Madres de Plaza de Mayo retomaron la plaza en la que habían mantenido una presencia sostenida a partir de apariciones sorpresivas. En 1981 la presión popular y el reclamo de elecciones obligó al general Viola, a salir al cruce con su recordado: “Las urnas están bien guardadas” y el 30 de marzo de 1982, apenas, dos días antes del desembarco en las islas que colocó Galtieri ante una multitudinaria manifestación de apoyo en Plaza de Mayo, las mismas fuerzas del “orden” que comandaba el general habían apaleado violentamente otra masiva manifestación convocada por la CGT.

El comienzo de los 80 fue básicamente, salir afuera y sacarse de encima a la dictadura con la profunda conciencia que se tenía de la tragedia de los años vividos bajo el terror y el encierro. “Hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, alguien quiere que adentro algo se muera” decía el tema de Piero que Mercedes Sosa popularizó en su primera presentación a su regreso del exilio en febrero de 1982, mientras el grupo Virus incitaba a los jóvenes “hay que salir del agujero interior”

Tras la vivificante experiencia de Teatro Abierto, el teatro y las operaciones performáticas se transformaron en catalizadores de esa efervescencia que no desechaba una carga trágica y pugnaba por sacarlo todo afuera. Se ocuparon los espacio privados y públicos, los sótanos, las paredes, las calles y las plazas, aun a sabiendas de que cada palmo que se disputaba implicaba enfrentamientos con la policía.

El período que va de la derrota del Malvinas a la asunción de Alfonsín en diciembre de 1983 fue uno de los más ricos de la cultura argentina en el sentido que propició los más variados cruces entre las experiencias del rock, el teatro, las artes visuales y la poesía. Pero también el resurgir de un nuevo periodismo y una gráfica que desde la parodia, la ironía o la denuncia directa daba cuenta de la pérdida del miedo a la dictadura. Ese fue el tono dominante – y acaso más ácido todavía - de las presentaciones en el Einstein, el café que en pleno conflicto de Malvinas abrieron Omar Chabán; Sergio Aisenstein y Helmut Sieger y de las que siguieron en 1985 en la discoteca Cemento y en el Parakultural a partir de marzo de 1986. En esos ámbitos el fenómeno “Punk” con su estética corporal de la herida y el desecho da cuenta como pocos de la bronca y la desesperanza de una época marcada globalmente por el desencanto posmoderno pero que en nuestro país encuentra sobradas razones para un anclaje local.

En aquellos años se puso el cuerpo en varios sentidos: para dar forma a las siluetas vacías que invadieron la ciudad con El Siluetazo, la acción organizada por las Madres de Plaza de Mayo y los militantes de derechos humanos, en septiembre de 1983. Pero también en la afirmación pública de la homosexualidad o en la recuperación de la pintura a gran escala y el gesto rápido que ocupa grandes espacios de paredes con graffiti,

A 30 años de la primeras elecciones democráticas que hubo en Argentina tras el golpe militar, Escenas de los 80 busca reflejar ese clima. No intenta una exégesis enciclopédica de los primeros 80, sino más bien ofrecer un panorama vital de una época, conocida por relatos parciales, que a menudo la han despojado de la virulencia crítica que exhibió.

En el campo específico de las artes visuales se ha rastreado especialmente aquello que se produjo como resultado de los cruces más vitales entre el teatro, la música y las intervenciones callejeras. Ciertamente el registro que propone es distinto del que se ha ofrecido hasta ahora sobre el arte de los 80 y seguramente será complementario de él. El desafío que asume este relato espacializado en el formato de una muestra, es el de orientar la mirada sobre la época por otros itinerarios, formales e informales. Territorios diversos, donde la vocación de expresarse ante la situación descripta, fue aunque sea por un período breve, más poderosa que el deseo de éxito de mercado y de inscripción en la escena internacional.